Prender el ventilador y soplar con un cartón son el único consuelo para Miriam Murillo Palacios, de 90 años y Luis Alberto Perea y Doris María Palacios, ambos de 80 años que, junto a diez adultos mayores, nunca pensaron que estar al lado de un basurero les traería los problemas que hoy enfrentan. 

Los insectos sobrevuelan alrededor de las ollas y nadie puede ingerir su comida con tranquilidad porque al mínimo descuido, dicen, cae una mosca al plato. El caos y el aumento de las enfermedades solo lo conocen los habitantes de Hueco Oscuro, el vertedero municipal de basura ubicado a casi tres kilómetros del casco urbano de Tadó y a 200 metros del Instituto Técnico Agroambiental ITA. 

La falta de un tratamiento adecuado de los desechos atrae a roedores ocasionales y, además de vivir entre los permanentes zumbidos de insectos, los habitantes padecen los malos olores provocados por la descomposición de sustancias que contaminan el aire y el agua de la quebrada San Antonio.

Doris Palacios dice que cuando están trabajando con maquinaria que remueve la basura, el olor es insoportable y que muchos se han enfermado de paludismo. Según la Organización Mundial de la Salud - OMS, los compuestos gaseosos de la basura pueden producir también náuseas, vómitos y mal estado de ánimo.

Estas personas manifiestan que no han recibido ningún tipo de socialización por parte de la administración municipal sobre cómo abordar el problema y que esta denuncia a Consonante es la primera que se atreven a hacer porque no hay ningún tipo de seguimiento por parte de las autoridades responsables.

¿Qué dicen las autoridades?

“Cuando recibí la Empresa de Servicios Públicos Aguas de Tadó S.A. (ESPAT), la celda en la que se deposita la basura estaba al borde del colapso”, anticipa Francisco Valderrama, el gerente. “Entonces empezamos a intervenir activamente en una adecuación para ajustar la celda a nuestras necesidades reales”.

Pero, según los habitantes de Hueco Oscuro, esa celda colapsó y el problema está generando afectaciones colectivas de salud pública. Mientras tanto Valderrama afirma lo contrario: “simplemente tuvimos un mal almacenamiento cuando se utilizaban unas volquetas para la recolección de basuras y una de esas se llevó a reparación”, dice a Consonante. 

Si bien Valderrama ha reconocido quejas de la comunidad y reconoce que hay molestias cada vez que remueven la basura porque genera olores nauseabundos; asegura que una de las próximas medidas será vincular a la fundación Asoculde para reducir los impactos en la contaminación ambiental y transformar plástico, cartón y vidrio en materiales que puedan ser aprovechables.

“Estamos actuando para asegurarnos que el sitio de disposición cumpla con todas las normas. Debemos construir otra celda transitoria cuando las autoridades ambientales nos certifiquen que la actual no sirve”, explica el gerente. 

Dice Valderrama que debido a la falta de documentación sobre los estudios alrededor del botadero y sus impactos ambientales, no conoce con exactitud cuál ha sido la inversión ni cuál será el alcance financiero de las intervenciones que son necesarias. Sin un diagnóstico claro, el gerente de la ESAT asegura que es la Alcaldía la que deberá ocuparse de hacer la inversión.  

El alcalde, Juan Carlos Palacios, admite el desafío que representa esta problemática, pero desconoce la inversión pública que se ha hecho en Hueco Oscuro. “La problemática del sitio de residuos sólidos de Tadó no es un tema de hoy; es un tema secuencial que se ha venido presentando. Hemos tenido la buena voluntad de mandar a hacer una limpieza y revisar si la Alcaldía tiene que suscribir el convenio para la construcción de la nueva celda”, asegura a Consonante.

Según Palacios, no se realizaban los trabajos de acondicionamiento ni de mantenimiento ecológico en el único depósito de basura que tiene el municipio, lo que generó un rebosamiento por exceso de basura. 

“A esta celda se echa todo tipo de material y no se realizan los trabajos pertinentes y se llenó por no hacer el proceso de tratamiento adecuado. No fue en esta Administración porque la problemática viene de varios gobiernos (primero Arismendy y luego Copete), pero ahora nos toca resolver a nosotros algo que, desde hace ocho años, necesita estudios ambientales”.

Según se puede verificar en la página de la Alcaldía, durante la gestión de Yocira Lozano Mosquera como alcaldesa provisional en 2021 y Brenda Yulie Mosquera como gerente de la ESPAT se construyó una celda transitoria. Pero nadie responde por los estudios  y conceptos emitidos por la autoridad ambiental del Chocó - Codechocó.

¿Qué sigue?

Enormes zapallos, lulos y limones crecen en Hueco Oscuro. 

Diferentes plantas trepadoras o cucurbitáceas —como el maracuyá— y frutos de las semillas que llegan al depósito aprovechan los nutrientes de la basura antes de su descomposición. Si no fuera así, los adultos mayores no estarían convencidos de que una celda bien tratada sería el mejor campo de abono. 

Pero el proceso de depuración fallido no es el único riesgo de contaminación en el sector. Tanto el alcalde Palacios como el gerente Valderrama aseguran que la ciudadanía arroja a las fuentes hídricas sus desperdicios y, a veces, no son solo champa o canoas las que viajan por el agua pues también flotan hasta colchones. 

La contaminación del río San Juan y de las quebradas cercanas, así como la contaminación del aire y de las aguas lluvias, afectan también a la población urbana del municipio, a tan solo 2.5 kilómetros de distancia.

Hay personas que pasan por el botadero de basura todos los días por el pancoger y temen que los microplásticos en el entorno cambien la estructura física de la tierra y limiten su capacidad de retención de agua. Eso reduciría el crecimiento de las raíces y por tanto de la absorción de nutrientes para sus cultivos.  

Luz Melina Benítez Perea, de 66 años, es una de las campesinas que dice que todos los días, cuando pasa por ahí, se quedan impregnados los malos olores. “Huele mal cuando calienta el sol o cuando mueven la basura para agruparla. Allí se pudren patas de animales que arrojan y eso aumenta el número de moscas, zancudos y ratas que contaminan los techos, desde donde recogemos el agua para nuestro consumo”.

Benítez Perea asegura que nunca han reclamado comunitariamente porque no sabe si son escuchados. Orlando Jordán, por su parte, cree que es injusto tener que asumir costos para controlar las plagas que afectan el buen desarrollo de sus criaderos, su principal fuente de recursos.

Mientras Luis Alberto Perea intenta recuperarse de tifo y paludismo, mujeres como Mirian Murillo Palacios no quieren volver a encontrar una mapaná o serpiente ‘equis’. Todos tienen esperanza de que se cumpla la promesa pública de construir una empresa de reciclaje que convierta la basura de Hueco Oscuro en elementos con valor comercial. Algo que, de funcionar, beneficiaría con empleo a familias de esa y otras localidades.

Yaqueline Suaza Medina es comerciante independiente y actual tesorera de la Asociación de mujeres en pie de lucha por la equidad y los derechos humanos - ASOMUPIEL. En 1998, con cerca de 25 años, era la única mujer, junto a su hermana, que realizaba una edición cultural en San Vicente del Caguán.

El municipio fue delimitado para que un grupo armado, por primera vez en Colombia, tuviera libre movilidad con cese de hostilidades, justo cuando su hermana Martha Cecilia Suaza Medina, recién llegada de Italia porque pasaría una temporada en Colombia, mencionó que allí hacía falta ‘algo’.

Pese a que había mucha información de San Vicente del Caguán en la prensa nacional solo se oía la radio. “¡Mamma mía!” fue la expresión que usó Martha Cecilia ese día y con ella vino a su mente un formato de revista única. La propuesta hizo eco en los oídos de su hermana Yaqueline y, sin pensarlo dos veces, empezaron a buscar la imprenta. 

Según Yaqueline, el propósito con Mamma mía fue rescatar la historia del pueblo y entusiasmar con la lectura, promover el cuidado de la ecología y fomentar el empleo a través de la sección de clasificados.

En sus recuerdos, ella se percibe como una mujer a la que no le daba pena hablarle a quien fuera. Que si estaba en la tarima o si tenía que atravesar para tomar una foto, lo hacía. Ser arriesgada, puntual con las entrevistas y con los tiempos de impresión, resultó ser su fórmula para llevar a cabo cada ejemplar físico.

En total fueron diez ediciones y aunque adelantaron el tiraje de la once, nunca salió a la luz por falta de presupuesto. Martha Cecilia fue una de sus principales financiadoras durante las publicaciones esporádicas, porque la periodicidad dependió del patrocinio que, según Yaqueline, provino del Vicariato, de la Alcaldía, de Instituciones educativas y de ventas ambulantes.

Antes del cambio de siglo, además, no había medios de comunicación impresos y nativos de San Vicente del Caguán. “En algún momento existió un periódico llamado San Vicente Informa que dejó de circular sin razón aparente”, dice. 

“Acogimos la idea de hacer una revista aunque ninguna de las dos tuviera experiencia; nos pensamos un formato sencillo y entendible y partimos de que la audiencia carecía de estudio tanto en el área urbana como rural por falta de acceso”. 

Consonante la entrevistó para conocer la historia detrás de su modelo de prensa.

Consonante: ¿Cómo describe la época en que nació la revista? 

Yaqueline Suaza Medina: Mammá mía nace en noviembre de 1998, el tiempo en que se inicia “el despeje”, y se publica hasta el 2001. A los tres años, cuando nosotras teníamos el ejemplar de la edición número once, lista en el computador para mandar a imprimir, no teníamos recursos. Alguien se ofreció pero, como coincidió con el fin del intento de diálogo del Gobierno con las antiguas Farc-ep, no quise, porque era peligroso. Yo sabía que iba a tener problemas si esa persona me colaboraba, entonces no acepté. 

Siempre fuimos independientes e incluso brindamos un espacio para que escribieran personas anónimamente. Recibimos comentarios por los artículos alrededor de muchas de las cosas que estaban pasando. En una ocasión, una persona me pidió que le dijera quién estaba escribiendo las críticas en contra del “despeje” y yo le dije que no, que no tenía por qué hacerlo, ya que conocía mis derechos y los derechos de un medio de comunicación. Es justo cuando también nace la idea de estudiar Comunicación Social.

C.: ¿Cómo preparó la primera edición?

Y. S. M.: La primera revista uno la ve y es como si la hubiera hecho un niño de kinder. El primer ejemplar que sacamos, nos sacó canas. Pensamos en que todo fuera alusivo a San Vicente y no tomamos fotos sino que la portada es un dibujo que hizo mi hermana del monumento “el hacha”.

Al principio hicimos 500 ejemplares y fue muy tenaz porque acá no había donde imprimir, entonces nos fuimos a Bogotá y por medio de una amiga en la capital que nos ayudó a diseñar y a otro amigo que nos ayudó con el dato sobre dónde imprimir en tiraje. Pero la imprimió un señor que no sabía sino imprimir, es decir, no nos guió con la diagramación y quedaron hojas en blanco; desaprovechamos espacio y luego la contraportada también salió vacía. Fue una cosa de la que nosotras después nos reímos al comparar con el último ejemplar que, sin ser el mejor, sí tuvo una evolución. 

Para la segunda edición fueron 1.000 y después 2.000 y así sucesivamente. No recuerdo si alcanzamos a llegar a los 5.000. 

C.: ¿Cómo fue el proceso para legitimar a Mamma Mía como medio de comunicación, además de invertir tiempo y presupuesto?

Y. S. M.: Lo primero fue buscar el ISSN (el código numérico para la identificación de las publicaciones seriadas), que otorgan a los medios de comunicación. Estos tienen que cumplir con unos requisitos como ser impresos y continuos, entre otros. Mi hermana, como era en ese momento como la representante legal, hizo la solicitud. Por un lado debíamos inscribirnos en la Cámara de Comercio; por otro lado dejar ejemplares en la hemeroteca de la Universidad Nacional y otros por ley.

C.: ¿Cómo hacían la reportería y cuál era su agenda para recolectar su información?

Y. S. M.: La revista tenía varias secciones. La primera era ‘recuerdos’ para entrevistar a personas oriundas de San Vicente. La segunda sección era de cultura porque, en ese momento, había un proyecto de la iglesia que tenía como propósito fomentar “el desarme infantil” (ya que los niños se veían jugando a la guerra). En ese momento había una hermana que promovía la escritura para niños, lo llamaba ‘angelitos’. Decidimos dejar una sección para sus escritos, lo que nos trajo más lectores infantiles y sus cartas a la espera de lograr verlas publicadas, desde las inspecciones rurales por donde también circulaba la revista. 

Otra sección era de clasificados para las personas que estaban buscando empleo y también tuvimos espacios para publicidades, entonces cobramos a cada persona por sacarle el espacio.

C.: ¿La publicación de clasificados fue la principal fuente para sostener a Mamma mía o cómo construyeron las alianzas para fortalecer la publicación?

Y. S. M.: Cuando íbamos a vender la revista —porque no era gratis— yo me iba por las calles ofreciéndola. A veces daba tristeza, porque uno estaba vendiendo algo que había hecho con mucho esfuerzo y, personas estudiadas que lo sabían, no nos apoyaban o hasta podían demeritar el trabajo hecho, a pesar de eso, fue mucha más la gente que nos apoyó fuese con publicidad o con la compra. Algunos decían, ¿esto para qué? Fomentar la lectura era nuestro propósito.

C.: ¿Cómo fue generar contenido de interés para un público con falta de acceso a la educación? ¿Cree que eso influye en la escasez de medios en San Vicente del Caguán?

Y. S. M.: Claro y para ese momento mucho más. En un municipio como San Vicente con falta de conocimiento limita el interés por las noticias, la opinión y los cambios, para este caso de políticas, de los derechos y en las tomas de decisiones. Es por esto que el formato de Mamma mía estaba diseñado para que fuese completamente atractivo y, sobre todo, entendible.

C.: Uno de los pocos periodistas reconocidos en el municipio fue Alberto Suaza Lomelin, ¿cómo recibió su ejemplo para generar contenido informativo?

Y. S. M.: Mi tío Alberto, el de “la voz soñada”, estuvo presente en nuestra segunda edición. A él sí lo sacamos en fotos y todo con una entrevista para resaltar su ejercicio de divulgación como pionero y principal fundador de los medios de comunicación en San Vicente del Caguán. 

De pie, en una esquina y con su megáfono, mi tío divulgaba las noticias como la construcción de la carretera, el eclipse, una cosa o la otra. A veces con carteles que él mismo hacía a manos. Para mí su labor fue muy bonita y le llegaba a la gente, tal vez queríamos hacer lo mismo.

C.: ¿Ese ejemplo familiar contribuyó en su formación?

Y. S. M.: De pronto eso sí puede estar en la sangre.

C.: ¿Considera que ahora hace falta una publicación como Mamma mía?

Y. S. M.: Sería algo hermoso si la hubiera. Y que fuera una revista limpia sin una tendencia en el sentido del color político, porque eso fue lo que nosotras logramos: una publicación independiente. 

C.: ¿Qué otras reflexiones obtuvo del oficio?

Y. S. M.: Lo que es el amor por comunicar, una práctica de dedicación e ingenio. Nos fuimos por la cultura, la opinión y por darle espacio a la gente, porque siempre tiene algo por decir. 

Luis Serrato se comunicó hace unos meses con la línea de la promotoría campesina de la Corporación de trabajadores agropecuarios y ambientales de los llanos del Yarí - Corpoayarí. Asustado, reportó el ataque de un felino a cuatro de sus animales vacunos, de los cuales tres fallecieron y uno estaba gravemente herido. 

Raúl Ávila, el representante de Corpoayarí y el líder de la promotoría, fue el primero en responder a la denuncia. En ese momento se desplazó con otros campesinos hasta la finca de Serrato para verificar los hechos.

Al llegar, Ávila le pidió a Serrato diligenciar un formato con la información detallada sobre el ataque: hora, lugar y grado de daño. Después, realizó la respectiva toma fotográfica del tamaño de los rasguños en los animales heridos y del rastro o las huellas tras su paso, entre otros aspectos. 

En ese momento, el promotor ofreció al fincario asistencia técnica agropecuaria y consejos sobre prevención de riesgos para la suya y otras familias alrededor. Además de capacitar en el monitoreo sobre presencia de felinos, la promotoría campesina en El Yarí se encarga de proteger, con las ocho letras, la biodiversidad en la que habitan.

“Creamos un mecanismo para adquirir conocimientos y compartir saberes de campesino a campesino con el fin de dejar personal capacitado en el territorio en diferentes áreas: ambientales, sociales y productivas”, dice Ávila a Consonante.

Ese mecanismo es también un modelo de gobernanza comunitaria que comprende muchas actividades como el fomento del viverismo; el cuidado de abejas; la convivencia de especies salvajes y silvestres; el aprovechamiento de frutos no maderables; la planeación y diseño de patios agroalimentarios y de ganadería sostenible; el manejo de acueductos agro familiares; la conservación; restauración y aprovechamiento de abonos orgánicos, entre otras.

Con más de cinco años de fortalecimiento, campesinas y campesinos quieren que se reconozca en Colombia esta iniciativa como un ejemplo de liderazgo popular capaz de satisfacer las necesidades sociales y de proteger los entornos desatendidos o golpeados por otras iniciativas que, por demás, desconocen en esas actividades la protección a la principal fuente de vida dentro y fuera del territorio. 

Desde cuándo

Esta iniciativa surgió en 2019 en San Vicente del Caguán con el proyecto Amazonía Sostenible para la Paz, financiado por el Fondo Mundial para el Medioambiente (GEF) y ejecutado por el programa de Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD). 

Si bien contó con el liderazgo del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, desde el 2019 hasta el 2023, en el presente la promotoría está respaldada únicamente por las organizaciones sociales y comunidades del Yarí. Sin embargo y según el campesinado, a esa autonomía no le caería mal el apoyo oficial de entidades públicas o descentralizadas para su fortalecimiento.

Así lo asegura Ávila, quien dice que “con la promotoría campesina surge la oportunidad de que los saberes que hay en la población campesina no se pierdan y, a su vez, promover el empoderamiento y unificar ideas entre las familias”.

La promotoría campesina del Yarí está integrada por jóvenes, niños, niñas, mujeres y hombres del territorio; “pero (promotores) somos todos, porque hay campesinos y campesinas que nos enseñan muchas cosas cuando vamos a sus fincas”, explica Yudis Cerquera, líder de la promotoría campesina de la Asociación empresarial de campesinos del Yarí Asecady. “Cada uno de los promotores y las promotoras se capacitan y, dependiendo de su fuerte, lo comparten con los demás”, agrega.

Las escuelas son fundamentales ya que, en palabras del secretario de Asecady, Edwin Mauricio Vargas, se busca que no solo se implemente este mecanismo en casa, sino también institucionalmente. “Los y las profesoras pueden replicar los conocimientos adquiridos y generar conciencia en estudiantes”, agrega Vargas. “Tan solo en noviembre del 2019 se logró realizar el acuerdo intergeneracional del jaguar, por ejemplo, que consiste en que los campesinos, niños, niñas, jóvenes y docentes se comprometan a cuidar esta especie y su hábitat”. 

Otro de los grandes resultados alrededor de la concientización y el cuidado de especies felinas resultó en la creación del Festival del Jaguar en las Sabanas del Yarí, evento que lleva tres ediciones y es reconocido como un ejercicio comunitario de conservación para seres en extinción. “En cada nueva edición se suman más comunidades”, agrega Vargas.

Uno de los principales retos en la ejecución de la promotoría campesina, según la líder Cerquera, es la distancia que se debe recorrer en las sabanas o llanos del Yarí, que estriba con la Serranía de la Macarena, ya que “el área es muy amplia y faltan recursos para poder apoyar más a los fincarios y cubrir las necesidades de algunas familias en estos casos”, dice. Pero esto es también una fortaleza, pues ha determinado, según Cerquera, la promoción de gestiones que van desde la instalación de un acueducto comunitario hasta la formación en avistamiento de aves, que años atrás tenían menos reconocimiento.

La distancia entre veredas cercada por la selva del piedemonte, por ejemplo, les llevó a crear el “fondo jaguar”, que ha funcionado para dar respuesta a los fincarios afectados por la presencia del felino; esto incluye algunas actividades de mejoramiento genético para sus animales, realizando inseminación artificial para garantizar la preñez y poder tener una reposición animal en el menor tiempo y la menor afectación y pérdida de los campesinos afectados. 

Qué sigue

Dentro del proyecto Amazonía Sostenible para la Paz, la promotoría campesina y los fincarios llegaron a un acuerdo que tuvo en cuenta las necesidades del beneficiario-afectado, es decir; cuando un campesino es visitado por felinos, el proyecto se convirtió en un proveedor de elementos para una reposición de las afectación. Y los fincarios, por su parte, se comprometieron a aportar lo que el proyecto no pudiera. Pero la mano de obra va por cuenta de ambas partes. 

Las mujeres fueron líderes desde el principio con la recolección y protección del banco de semillas, otra de las actividades que promueve la promotoría. La propagación en sus viveros así como la siembra de huertas caseras son algunas de las acciones para preservar especies nativas en el territorio. 

“La importancia de conservar semillas es porque no compramos las que son transgénicas, porque no nos permiten la conservación y propagación de las que son nativas, las de nuestra región, para no perder estas especies”, dice Arelis Giraldo, beneficiaria del proyecto.

Giraldo ha cultivado en su finca más de treinta especies alimenticias como cebolla larga, cebolla india, espinaca de bejuco, espinaca crespa, yuca, plátano, cocona, chonque, batata y otra variedad de especies. Pero no es la única, la Asociación Ambiental de Mujeres Trabajadoras por el Desarrollo del Yarí - Aampy, representada por Raquel Espinoza, han propagado más de cien especies nativas en el vivero Alto Morrocoy, entre ellas maderables, intermedias y tardías; también indio viejo o cañofisto, cañandonga, chipo, canangucha, cedro achapo, milpe y ahumado, entre otras.

Una de las peticiones de Espinoza para que este modelo de siembra liderado por mujeres florezca tiene que ver con soberanía y autonomía. Según Yudis Cerquera, líder de la promotoría, este mecanismo es también una oportunidad para generar vínculos entre las comunidades. Lo mismo celebra Cheverito, el secretario de Asecady, quien reconoce que esta iniciativa campesina por primera vez ha fortalecido el orden en el territorio y la gobernanza comunitaria.

Lo que hace diez años era una garita para centinelas de las extintas Farc-ep, ubicada en la vereda El Triunfo de las Sabanas del Yarí, a 170 km del casco urbano de San Vicente del Caguán, hoy se convirtió en un ‘megacolegio’. Así fue descrito por los campesinos el pasado 12 de abril, cuando inauguraron el entonces Internado Agropecuario y Ambiental “Gentil Duarte”, renombrado Instituto Agroecológico Sabanas del Yarí.

La caseta que funcionaba como un punto de control militar es ahora una infraestructura con salones de preescolar a once, sala de maestros, laboratorio, dormitorios para estudiantes, baños, biblioteca, comedor y una cancha de fútbol. 

En la construcción participaron más de 500 representantes de las veredas y sus Juntas de Acción Comunal - JAC, incluyendo las guardias campesinas e indígenas. También participaron integrantes del Estado Mayor Central - Emc, disidentes de las antiguas Farc-ep que ahora participan en una ​Mesa de Diálogos de Paz con el Gobierno Nacional.

Según las versiones de distintas personas de la comunidad, no es la primera vez que en esta zona del país el modelo de ejecución de obras se da con un grupo armado al margen de la ley. “Tan solo en el Proceso de Paz, las Farc-ep contribuyeron a la pavimentación del municipio. También orientaron la invasión de las comunas y fueron responsables de la apertura de las vías terciarias”, recuerda un veterano del Comité de Ganaderos de San Vicente del Caguán - Comgasanvi.

Con la invasión, el líder se refiere a la ordenamiento territorial de las nueve comunas de la zona urbana, un croquis para establecer los primeros barrios habitados por familias de excombatientes y familias comunes. No es distinto en la zona rural, donde hubo apertura de nuevas veredas y formalización de carreteras, antes clandestinas, que fueron construidas sumando fuerzas y recursos de varios sectores.

La comunidad inauguró el colegio con un gran festejo. Aunque asistieron cerca de mil campesinos, no hubo presencia institucional. El Ministerio de Educación rechazó de manera preliminar la construcción, así como lo hicieron los gobernantes locales y regionales.

Sin embargo, el Gobierno Nacional otorgó luz verde al colegio como parte de los acuerdos de la Mesa de Diálogo y, a cambio, pidió modificar el nombre de ‘Gentil Duarte‘ que alude a un excombatiente. Mientras se formaliza el proyecto escolar, la comunidad defiende su derecho a la educación y dice no estar dispuesta a descartar la infraestructura.

Manos a la obra 

“La guerrilla siempre ha contribuido a hacer las obras”, anticipa uno de los voceros de la Corporación para la defensa de los Derechos Humanos Caguán Vive. Quien cuenta que, en ocasiones, cuando las organizaciones sociales solicitaban maquinaria pesada a la administración local, para construir infraestructura vial, esta no daba respuesta. “Eran las Farc-ep las que llamaban al alcalde de turno para que cumpliera su compromiso. ¿Y qué alcalde se iba a negar?”, pregunta.

Según el líder, la construcción del colegio ‘Gentil Duarte’ no empezó por orden de disidentes, “porque las organizaciones y liderazgos sociales no le hacen mandados a la guerrilla”. Aunque la idea puede nacer de ahí, asegura que “se discute en las asambleas de las JAC, que son el espacio real de decisión en estos territorios”.

Fue hace dos años que comenzó el proceso de consulta y luego la socialización entre las organizaciones, núcleos veredales, JAC y campesinos de las Sabanas del Yarí con el Estado Mayor Central. Según afirman las fuentes, la propuesta de construir un colegio vino desde la comunidad, que aportó de diferentes formas: en mingas o jornadas de trabajo colectivo y poniendo materiales a disposición.

Por comentarios de campesinos, gran parte de la reconstrucción territorial como vías carreteables, peajes comunitarios y hasta el apoyo para resolución de conflictos quedó bajo el liderazgo del Emc, tras la firma de los Diálogos de Paz con las Farc-ep. Entre sus objetivos está la construcción de escuelas, el fomento de proyectos agroecológicos y la formulación de planes productivos en las sabanas del sur del país. 

“Hicimos el juramento de llevar el discurso a la práctica del programa agrario que fue hecho por los camaradas en 1964 (...) Si aquí hemos tenido una experiencia de guerra, ahora tendremos una experiencia de paz (...) Por eso, construimos este internado homenajeando a ‘Gentil Duarte’”, manifestó a medios el ahora comandante del Emc Alexander Díaz, alias ‘Calarcá Córdoba’, actual negociador de la Mesa.

‘Gentil Duarte’ es el alias de Miguel Botache Santillana, excomandante del Emc abatido en 2022, y quien estuvo casi 20 años en las sabanas del Yarí. En la inauguración del colegio bautizado con su nombre, por consenso de la comunidad, también se destacó una estatua en homenaje. Pero tanto el nombre como la escultura fueron rechazados por la administración municipal y departamental, así como por el Ministerio de Educación.

Con todo, en El Yarí las opiniones están divididas. “Por fuera de San Vicente vieron mal el nombre que lleva, pero lo que nosotros pensamos es que el nombre no es el que educa”, aseguró a Consonante una líder campesina. El colegio, explica, lo consideran un gesto hacia las comunidades. “Ahora hay más población en esas áreas rurales y los niños sufren para ir a estudiar. Si ese colegio va a ayudar, pues no le pongamos cuidado al nombre. Los que vivimos acá sentimos que el colegio llegó en buen momento, hemos respaldado la infraestructura y estuvimos en la entrega”, agrega. 

Pero para Nilson Iván Mendez, rector de la Institución Rural Villa Carmona, el nombre reafirma el estigma que tiene esta región en el centro del país y genera cierto malestar. A pesar de esto, considera que a estas alturas se debe valorar la construcción: “hay que hacer oídos sordos; aquí lo interesante es la educación y el aprovechamiento de los espacios que las comunidades no tienen”, dice a Consonante.

“El Internado Agropecuario y Ambiental Gentil Duarte (IAGD)
los invita a la gran inauguración de su megacolegio en la vereda El Triunfo”.

Lo mismo dijo a La W Radio el jefe negociador Camilo González, quien aseguró que “en estas zonas donde las escuelas son de 4x4 para 25 niños, hay que aprovechar esa estructura”. También declaró que antes de la inauguración del colegio hicieron un sobrevuelo con apoyo de Naciones Unidas para verificar que no estuviera sobre una reserva forestal. 

Junto a la Agencia Nacional de Tierras se determinó que el predio del colegio y la granja agroecológica no hace parte de la zona de reserva ambiental, sino que está en área de “baldíos y por tanto los títulos de propiedad pueden ser tramitados”. De hecho, la Sociedad de Activos Especiales - SAE ha acompañado el proceso y, según González, “la expropiación, extinción de dominio y destinación del inmueble fueron consideradas”. 

Inauguración de polémica

El presidente de la JAC de la vereda El Palmar tampoco estuvo de acuerdo con el nombre que otorgaron al colegio. “Me preocupa que los niños, adolescentes y jóvenes que puedan estudiar acá tengan una discriminación en otra parte”, afirma. 

El nombre del colegio, sumado al monumento del líder de las milicias, fue el ruido más recurrente en los medios de comunicación con titulares como: “colegio de polémica” y  “polémico colegio”.

Ese también fue el impedimento para que el Ministerio de Educación pudiera brindar la acreditación. A través de un comunicado, la cartera sentó que las escuelas deben estar por fuera del conflicto armado y de cualquier acción ilegal. “Rechazamos cualquier situación que vincule al sector educativo con grupos al margen de la ley o actividades ilícitas”, dice el documento.

El comunicado institucional provino después de la inauguración, a la que asistieron más de mil personas de la comunidad pero nadie del sector público. El gobernador Luis Francisco Ruíz Aguilar mencionó su descontento y no fue muy diferente a la reacción del alcalde de San Vicente del Caguán, Luis Trujillo Osorio, quien manifestó su inconformismo y aseguró que él nunca convocó a la ciudadanía al evento de apertura.

Por el impacto en la opinión pública, Thomas Ojeda, integrante del Emc y negociador en la Mesa, resaltó que el nombre podría ser corregido como las comunidades lo sugieran y que la infraestructura está hecha para su uso. Así, tras el retiro de la estatua por parte del Ejército Nacional, el complejo fue rebautizado como ‘Instituto Agroecológico Sabanas del Yarí’ en un encuentro realizado el 8 de mayo entre el Emc, las comunidades y la delegación del Gobierno.

“El país está dividido en dos bloques y uno de esos es el que no quiere soltar el poder y al que nunca le importó que la comunidad tuviera un colegio”, agrega una presidenta de JAC. “A ese bloque sólo le importó que el colegio tenía el nombre de un guerrillero, cuando los recursos de la guerrilla también salen de los aportes de la comunidad”, dice a Consonante.

El origen de los recursos que empleó el Emc para la construcción de esta institución es una de las preguntas recurrentes a González, el jefe negociador del Gobierno y quien dio la aprobación de la infraestructura como un paso más en estas negociaciones. 

Frente a la posibilidad de que esos recursos provengan de lavado de activos o de activos obtenidos por vías ilegales ―como lo sugirió un periodista en la entrevista de La W―; González aseguró que eso deberá estudiarse y que, en caso de que se compruebe, tendría solución jurídica. 

La comunidad defiende su derecho a la educación mientras en el resto del país rechazan la iniciativa, como fue el caso de Rafaela Cortés, gobernadora del Meta, quien escribió: “Ni un peso del gobierno del Meta para un colegio construido con dineros de extorsión, secuestro y narcotráfico. ¡No vamos a recibir el colegio 'Gentil Duarte'! Faltaba más que resultáramos socios de las disidencias de las Farc-ep que tanto daño están haciendo en nuestro territorio”. 

Sin embargo, un exfuncionario público concluye para Consonante que “lo que han revelado los procesos organizativos es que no se reciben órdenes, hay autonomía y gobernanza campesina”.

Educación agroecológica

Pese a la réplica del comunicado emitido por el Alto Comisionado para la Paz, el pasado 8 de mayo, en el que aseguran que como parte de lo acordado en la Mesa de Diálogos con Emc el colegio será formalizado por Mineducación y recibirá los títulos de propiedad; el despacho emitió una aclaración a la opinión pública el día siguiente:

“A la fecha el Ministerio de Educación no ha recibido ninguna petición formal de la legalización del Instituto Educativo Agroecológico Sabanas del Yarí, por lo que dicha institución no existe y no podrá existir hasta que la entidad territorial no lo formalice con una solicitud que cumpla los requisitos”.

Sobre el tema están las declaraciones de Mauricio Katz, director de Fortalecimiento a la Gestión Territorial del Ministerio de Educación Nacional.

Esto, aun cuando Olga Lucía Fuentes, directora de Cobertura y Equidad del Mineducación, dijo ante los asistentes de la reunión con el Emc que trabajará de la mano con la Agencia Nacional de Tierras y la Secretaría Departamental de Educación del Meta “para la formalización del predio y la creación de la institución educativa técnica del Yarí, de acuerdo con la voluntad expresada por las comunidades del territorio. La promesa es que en 2025 estará listo este trámite.

Nilson Iván Mendez, el rector de la Institución Rural Villa Carmona, agrega que el panorama educativo en esta región del país es particular. Eso lo corrobora el Plan de Desarrollo Municipal - PDM 2024-2027 que presentó un diagnóstico con una baja cobertura de educación media, sobre todo en el campo.

El PDM enseña que hay una insuficiencia de infraestructura; falta de dotación educativa; baja conectividad; escasez de comedores estudiantiles; poca contratación de personal docente y hasta migración del profesorado por falta de garantías en el contexto. Asimismo, el documento señala que esto provocó deserción escolar; pérdida progresiva de competitividad laboral; disminución de mano de obra; menores salarios y oportunidades para superar las cadenas de miseria y exclusión. 

“Hemos sufrido mucho por la falta de docentes y ese es un aspecto que se generó a raíz del concurso posconflicto en el que mucha gente participó, vino de otras regiones y al año o a los dos años, buscó devolverse, dejando un vacío a las instituciones y más trabajo a los rectores” explica Mendez.

Puede continuar leyendo después del artículo relacionado ↓ Artículo relacionado
Sin garantías, pero con esperanza: así es como las comunidades de San Vicente del Caguán ven el diálogo con el Estado Mayor Central

En estos espacios de transformación territorial, además, la educación ambiental es protagónica. Según el comandante del Emc ‘Calarcá Córdoba’, la idea es que los jóvenes recuperen las tierras despejadas con proyectos agroecológicos y, por eso, el colegio deberá tener un énfasis en el campo y su revitalización, ya que quieren convertir la mitad de 280 mil hectáreas a su disposición en zonas productivas. 

La inauguración del colegio contó con ofertas de proyectos agrícolas como soja, caña, yuca, plátano así como entrega de maquinaria amarilla, plantas procesadoras de arroz y hasta planes de parcelación de la tierra. Para Andrés Lemus, representante legal de la Asociación Corpoyarí, la necesidad de inversión sigue siendo una prioridad, “poseemos tantas necesidades que solo pedimos soluciones, y la educación es una de ellas”.

Así, mientras el Ejército, los gobernantes de turno y algunos medios de comunicación nacionales rechazan la obra, la comunidad del Yarí la celebra.

Sonido dell Pulsatrix perspicillata | Búho de anteojos | Spectacled Owl -Tomado por Peter Boesman para Birds Colombia

“Aquí llevamos un aparato muy feo”, decían los hombres entrando a la vereda Pondores, zona rural de Fonseca, con un animal en un costal. “Pero es bien feo”, repetían. Dentro, un ave revoloteaba con angustia. Cuando cedieron a mostrarla, lanzó un picotazo capaz de despedazarme la piel: era un búho de anteojos.

Su enorme y expresiva mirada me transmitió temor y ternura. Sus ojos eran como dos anillos de fuego sobre un pico color hueso y sus garras enormes, lo suficientemente fuertes como para apresar a un roedor, una gallina o un gato.

En esta zona rural del sur de La Guajira es frecuente escuchar a estas aves. En mi cultura wayuu, de hecho, son conocidas como «shoto», un intento gramatical de imitar el sonido que hacen desde las ramas de cedros, robles o ébanos. 

Pero en el campo estas aves no se dejan ver como los gavilanes, por el camuflaje de sus plumas, y porque pertenecen a la esquiva familia strigidae, la de los seres voladores de la noche.

A vísperas de Semana Santa, sin embargo, el peor momento para un búho —sobre el que la gente suele decir que ‘es mensajero de malos augurios’—, apareció uno. Lo recogieron entre campesinos que dijeron que estaba malherido en un potrero de la vereda de Lourdes, a casi 20 kilómetros de la zona urbana. Pero por la fama que tienen tanto búhos como lechuzas, como la mayoría de las aves rapaces o tecolotes (que en náhuatl quiere decir el del pico torcido), es necesario evitar los efectos negativos para su supervivencia. 

Según el historiador y colaborador de la Revista Folklore, Manuel Ángel Charro, en todo el mundo hay simbolismos contradictorios que han puesto en riesgo la preservación de estos animales al asociar su presencia con temores humanos (como portador de calamidades o animal-bruja). 

En el Caribe colombiano no es distinto. Para mi etnia, wayuu, los búhos y lechuzas son seres de poder a los que nos acercamos con respeto porque anuncian con su canto la muerte. Por lo mismo, la gente blanca o arijuna les teme.

Además, en América se propagó una cuestionable reputación y, desde la era prehispánica, existe el refrán mexicano «cuando el tecolote canta, el indio muere»; por eso, la propuesta de cuidado ha sido «cuando el tecolote canta, no lo molestes».

Sobre el totumo

Foto: Betsabé Molero

Los hombres me entregaron el costal como si se hubieran liberado de una carga pesada. Afuera, y sobre una horqueta de totumo, el búho llamaba la atención de quienes pasaban. 

Los campesinos no paraban de hablar sobre mitos y supersticiones alrededor del ave pero también me decían: “Para amansarla, críela, póngale un nombre y aliméntela. Le tiene que dar carne cocida y bañarla con meados”.

Yo ya sabía que encariñarme con un ave de rapiña me traería problemas porque, como dice Gustavo A. Bravo, el curador de Colecciones Ornitológicas del Instituto Alexander von Humboldt, “a las aves rapaces la gente no las quiere cerca ya que se comen a los pollos y a las gallinas aunque hagan control de especies invasoras”.

Por la expresión del búho, el experto me aseguró que estaba desorientado y asustado ante la presencia humana. Y, por su plumaje, que era bastante joven. Esa es una de las razones para que el ave estuviera caminando por el potrero de Lourdes. 

Además, a una edad temprana —como confirmó el ornitólogo—, “esta especie empieza a moverse sobre el nido y es muy común que baje de la copa de los árboles y esté por un buen rato en el piso”.

Aunque descender hace parte del desarrollo desde que es cría, incluso, como afirma el ornitólogo, durante semanas estos búhos experimentan con su naturaleza silvestre; este animal tenía una cortada y un hematoma en una de sus extremidades que le impedían echar vuelo y conseguir alimento por su cuenta.

Empecé por conseguirle ratas y pequeños reptiles que pude cazar con trampas y pedí el favor a los chicos, que suelen ir de cacería, que me trajeran más ratas si encontraban en el camino. Opté por darle las presas vivas, ya que sólo así comía.

Las heridas, el hambre y la juventud hacían que el búho se comportara feroz pero no esquivo. De acuerdo con el ornitólogo, “las crías pueden hacer daño no premeditado sino por acto de reflejo, como cualquier animal en defensa”. Esa es una las razones por las que entiendo por qué reaccionan como reaccionan en cautiverio y por las que no es recomendable apresar el animal sin una autoridad ambiental. 

Lo estacioné en un árbol de mango, el más frondoso para poder ocultarse de la luz. A solas con el búho, lo llamé ‘Kohaku’.

El guardián del manantial

Foto: Betsabé Morelo

‘Kohaku’ hace referencia al dios o espíritu del río. Me inspiré en ‘Haku’, el dragón blanco de Los viajes de Chihiro, película de Hayao Miyazaki.

Esta ave nocturna tiene una importante presencia en pastizales inundables de Colombia. Es una de las responsables de controlar el equilibrio poblacional entre especies en un ecosistema. 

Así lo evidencia en este artículo sobre búhos y lechuzas como guardianes de los pantanos el defensor ambiental Mauricio Castaño, quien coordina la acción popular ecológica por la conservación del humedal de Córdoba desde 1998.

También lo corrobora el biólogo del Humboldt, para quien esta especie —que es residente y no migrante— se estaciona en imponentes templos del Caribe, específicamente, en el Parque Tayrona, en la Sierra Nevada de Santa Marta y en la Serranía del Perijá. Y, por registros recientes de avistadores, está muy presente en praderas, aunque pasen desapercibidas.

Su área, al menos en este continente, va desde México hasta el norte de Argentina. Con la misma exactitud que cuenta sobre su ecosistema Birds Colombia —iniciativa que enaltece que el país cuente con el 20% de las aves del planeta—, “estos búhos de anteojos prefieren las selvas tropicales y subtropicales húmedas hasta selvas secas, sabanas, bosques de transición, bosques montanos, pantanos arbolados y crecimientos secundarios”.

‘Kohaku’, sin embargo, dormía de día en el palo de mango al lado de mi casa. Recién llegó le corté las plumas que él parecía jalar con su pico. Lo hice para que no siguiera lastimándose alrededor de la herida, pero me arrepentí, porque podía notar la frustración del ave al no poder volar los primeros días. 

Aunque no vuelan grandes distancias, estos búhos reconocen las oscuras profundidades de la selva con su campo de visión privilegiado y la altura de árboles centenarios del Caribe. 

Después de un mes y medio ‘Kohaku’ empezó a dejar las ratas de lado. Según me explicó el ornitólogo, “el búho, un animal que es silvestre, entró en una condición de estrés. Tantos estímulos modificaron su comportamiento. Si el animal está en peligro y no hay respuesta de una autoridad ambiental, como en este caso, también hay maneras sumamente responsables de proteger, aunque mi recomendación con el búho sería no molestarlo”, dijo.

Ese comportamiento significaba también que ya se alimentaba por su cuenta. De noche empezó a hacer un sonido agudo con el que parecía avisar su vuelo. 

Canta en la noche

Foto: Betsabé Molero

Al mes y medio ‘Kohaku’ seguía cerca de la rama del árbol de mango, pero no solo ahí. Se mudaba entre los árboles más altos, hasta el punto de irse toda la noche y volver a las cuatro de la madrugada, la hora en la que  alisto a mi hijo para ir a la escuela. 

Su plumaje se volvió impecable y con los días siguió cambiando sus plumas vírgenes por plumas más gruesas. Lograba elevarse cada vez más, pero no se marchaba.

El búho de anteojos, específicamente, no está en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza - UICN​ (2023), pero el búho currucutú -que pasea también por varias regiones de Colombia-, sí encabeza una clasificación de especies “en peligro de extinción”. 

Esto último se debe a los efectos del cambio climático y también al aumento de sacrificio por el fetichismo ecológico. Justo lo que yo buscaba evitar. 

Según el experto del Humboldt, en los territorios deben ser las Corporaciones Autónomas Regionales CAR las que actúen ante estos eventos. Pero entiende que en la práctica, esta no es la realidad de todo el territorio nacional. “La tendencia natural debería ser el respeto y consolidar ejercicios de monitoreo para preservar estas especies”, aclara.

No contacté a Corpoguajira, la responsable de conservación de ecosistemas marino-costeros, porque no es usual que asistan al llamado de la gente, tampoco a mis llamados periodísticos. De hecho, vía a la vereda Puerto López, hay una reserva natural en su custodia, una obra que desde hace tres años está en pausa y sobre la que no he recibido respuestas. 

Mauricio Ossa, aficionado y promotor de Birds Colombia y Guardianes de las Aves, dice que hay algo más que pude hacer antes de sacar del hábitat a una especie: “Alzar la mirada y buscar si están cerca los padres del búho. En caso de que no, pueden ser profesionales en manipulaciones de animales los que se hagan cargo”.

Cuando empecé a creer que el ave respondía al nombre de ‘Kohaku’, acepté su naturaleza libre y salvaje. En Venezuela, de donde soy, sobre el búho recae también la creencia de que es un animal muy sabio y que ese poder fantástico también obra. 

‘Kohaku’ estuvo conmigo dos meses. Hace solo una semana que se fue, pero me conformo con escuchar en las noches más oscuras lo que parece su canto desde los rincones del bosque alrededor de la pradera. 

Una de cada cuatro personas afrodescendientes en Colombia no existe. Así lo deja ver el Censo Nacional de Población y Vivienda hecho por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) en 2018, que omitió el registro de 1,4 millones de personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras.

Después de una inversión pública de más de 20 mil millones de pesos en el informe demográfico, las comunidades étnicas emprendieron una acción judicial ante la Corte Constitucional, no solo por ser sujetos de derechos y merecedores de especial protección, sino también porque el Estado debe reparar las consecuencias de borrar el 30.8 % “del total” de personas afrodescendientes que viven en el país. 

La Corte, en cumplimiento de la sentencia T-276, que en 2022 favoreció a los accionantes, solicitó al DANE exponer las causas que llevaron a la invisibilización y llegar a esos hallazgos mediante diálogos con la población afectada. Una primera etapa consistió en aceptar las dificultades particulares de la pregunta sobre autorreconocimiento étnico. La segunda etapa fue aceptar los daños simbólicos y materiales producidos.

El centro de estudios jurídicos y sociales Dejusticia acompañó de cerca esta acción popular y aseguró que lo ocurrido con el DANE está más cercano al racismo estructural y a la discriminación histórica que a un gesto de descuido estadístico. Denuncian que, como mínimo, “afectó radicalmente la asignación de recursos del presupuesto nacional para estas poblaciones”. 

Entre 1905 y 2018 en Colombia se han hecho doce censos de población, según reporta el Análisis de la dinámica intercensal del autorreconocimiento entre 2005 - 2018: en diez se indagó por la población indígena; en cinco por la población negra o afrocolombiana; y en dos por la población rrom o gitana. En los primeros, la gente contestaba a la pregunta sobre la pertenencia a una comunidad, grupo o etnia (identificación cultural); en los segundos, cita el documento que el autorreconocimiento incluía el componente de los rasgos físicos bajo las categorías “negro-a” y “mulato-a”.

En el censo de 1993, según el estudio, la pregunta sobre autorreconocimiento se construyó con base en la Ley 70 de la época y lo que definió como “comunidad negra”. Pero a partir del censo de 2005, la pregunta operó más en términos geográficos y no tanto en términos étnico-raciales.

Así, en 1993 la pregunta fue: “¿Pertenece a alguna etnia, grupo indígena o comunidad negra? Sí o no”.

Pregunta del censo 1993

En 2005 la pregunta fue mucho más amplia: “De acuerdo con su cultura, pueblo o rasgos físicos, se reconoce como: 1. Indígena; 2. Rom; 3. Raizal del Archipiélago de San Andrés y Providencia; 4. Palenquero de San Basilio; 5. Negro(a), mulato(a), afrocolombiano(a) o afrodescendiente; 6. Ninguno de los anteriores”.

Además de homogeneizar poblaciones en la misma pregunta, la información que se recaudó hace siete años tenía como fin aportar características como sexo, edad, nivel cultural y situación económica, así como las condiciones de vida: conformación de los hogares, jefatura de hogar, tipos de vivienda y el acceso a servicios públicos.

Al haber tenido un efecto real en el diseño de políticas públicas, el DANE reconoció la necesidad de capacitación institucional sobre enfoque étnico  e hizo público el Estudio de Evaluación de las Causas de la Variación y Dificultades en la Captación de la Población Afrodescendiente.

Sin embargo, para la dominicana Ochy Curiel, académica antirracista y feminista decolonial, es urgente reparar lo ocasionado por negligencia política y reflexionar sobre la sistematicidad de la exclusión institucional y sus intenciones. Curiel habló en exclusiva para Consonante.

Una historia sobre las exclusiones del censo, de cuando solo contaban hombres.

Consonante: Haber modificado la pregunta sobre el autorreconocimiento es parte de la respuesta del DANE para justificar la omisión estadística. ¿Cuál es su consideración sobre lo que detonó editar un renglón?

Ochy Curiel: Es problemático por varias razones. Primero porque deja de lado la complejidad de lo que significa nombrarse o autorreconocerse como persona negra, afrodescendiente, indígena, rrom, etcétera. Uno de los problemas del racismo es que hace que mucha gente de estos grupos no se reconozcan como tal porque históricamente los colonizadores dijeron que no eran humanos, asociándolo a lo negativo, y esto perdura hasta hoy.

El autorreconocimiento es un efecto del racismo estructural en la subjetividad de la gente. Quienes nos reconocemos afro ya hemos pasado un proceso formativo y de concientización y podríamos decir que nos sentimos incluso orgullosas de ser afro o negras, lo que implica no solo entender que esas representaciones coloniales son parte de lógicas de poder, sino también las resistencias históricas de nuestros pueblos.  

Segundo porque el DANE debe tener personas capacitadas que entiendan este proceso y, por lo tanto, que apliquen metodologías que complejicen la pregunta sobre el autorreconocimiento. 

Y tercero porque, como eso no se cumplió, pues obviamente hay una invisibilización de una buena parte de la población en este país.

C.: ¿Ve lo que hizo el DANE como un acto de violencia?

O.C.: Yo lo llamaría un genocidio estadístico o administrativo. El problema no tiene que ver sólo con la técnica o los procedimientos que se hicieron para recabar la información; tiene que ver con el racismo estructural que las instituciones estatales reproducen. 

C.: No es la primera vez que en América Latina hay un error demográfico. En Argentina ocurrió con el último censo y en Panamá, por ejemplo, piden reconocerse como un país afro, ya que las personas afro fueron quienes construyeron el canal marítimo y quienes actualmente componen más del 30 % de la población… ¿Podría ser una tendencia en el continente?

O.C.: En muchas partes del continente diría yo. El ejemplo de Argentina funciona porque es una sociedad totalmente eurocentrada. Prefiere reconocer sus orígenes europeos, blancos, y no a la población afrodescendiente e indígena. Hablan de los mapuche porque son originarios, pero a la gente afro —como también sucede en otras sociedades— se le ve como “los extraños”, “los que llegaron de afuera”, “los otros”. 

E igual pasa con Panamá, que ha tenido una migración de gente negra de las islas en el proceso de construcción del canal, pero antes ya existía una población afro considerable y la sigue habiendo hasta el día de hoy. En esos países, y en otros como República Dominicana —de donde vengo—, ha habido un blanqueamiento por parte del Estado. Ese tipo de políticas racistas hace que mucha gente no se autorreconozca. A pesar de que las políticas multiculturales ya incluyen a poblaciones afros, indígenas, rrom, incluso constitucionalmente, el proceso de autorreconocimiento va a tomar muchísimo tiempo en América Latina, en el Caribe y en el mundo. 

C.: Como explica, hay algo asociado a la inmigración. Aunque se habla mucho del racismo afro e indígena, investigaciones académicas y archivos de prensa demuestran la discriminación hacia marroquíes en Europa y hacia personas asiáticas en Latinoamérica, por ejemplo. ¿Continúa la imposición de la supremacía blanca?

O.C.: Estamos en un momento bastante delicado: el racismo se ha exacerbado, los movimientos de derecha, de ultraderecha e inclusive del fascismo resurgen (como lo demuestra Alemania e Italia) y eso está ligado al nacionalismo. El nacionalismo, además, siempre está articulado a un rechazo a la presencia de esos “otros” que no se consideran parte de una nación, de un país: aunque hayan nacido ahí, nunca los van a considerar ciudadanos de esos lugares. 

Ese racismo, que es estructural y que tiene a la xenofobia como una de sus manifestaciones, no solo se ve en políticas migratorias —evidentes todos los días—, sino también en políticas de vivienda, educación, empleo y en todas las áreas que demuestran que sigue habiendo una amplia exclusión institucional hacia personas migrantes, sobre todo hacia aquellos y aquellas que no tienen privilegios de nacionalidad, racial, sexual, etc. Y eso es parte de la supremacía blanca. La blanquitud no solo se trata de una cuestión de piel. 

Por supuesto, existe el racismo anti-negro, que sigo pensando que es uno de los más fuertes a nivel mundial, no solamente en América Latina y el Caribe; pero no es el único. Hay un racismo exacerbado también en torno a cuestiones religiosas, de nacionalidad. 

Hoy vemos en muchos países de Europa y de Estados Unidos la islamofobia, y es impresionante entender cómo en el racismo se articula la guerra. Y es complejo, porque hoy hay un genocidio racista de Israel hacia Palestina, porque creen que su territorio les pertenece por razones religiosas, y por ese motivo quieren desaparecer al pueblo entero. Es lo que llamamos racismo de ocupación.   

C.: ¿Cómo promover en Colombia las acciones afirmativas o políticas de “discriminación positiva” para poblaciones “minoritarias” o subrepresentadas, en medio de Estados que instalan el terror al reivindicar el autorreconocimiento?

O.C.: Antes que nada, cambio la palabra “minoritaria” por “minorizada”. Me atrevería a decir que son la mayoría, al menos en países latinoamericanos y caribeños. Ha habido una intención de colocarlos en un lugar de minoría como expresión del mismo racismo.

Por otro lado, las acciones afirmativas —con todas las contradicciones— han sido respuestas al daño que durante tantos siglos han marginalizado a las personas afrodescendientes e indígenas. 

En Brasil, por ejemplo, uno de los países que ha tenido mayor éxito en las acciones afirmativas, para que la gente pudiera acceder a la educación le pidieron definirse como afrodescendiente (o parda o negra, dependiendo del lugar, precisamente porque hay una complejidad en estas identidades). Sin embargo, frente a las acciones afirmativas hay una gran paradoja y es la gente que no quiere reconocerse como negra porque asumirse es identificar de inmediato, probablemente, lo que los colonizadores hicieron con nosotros y nosotras. Y obviamente las élites criollas, que han controlado las instituciones y los discursos, han reproducido históricamente estas visiones. 

Las acciones afirmativas se pueden ver en parte como acciones de reparación estatal hacia esos grupos que históricamente han sido víctimas del racismo estructural. 

C.: La Comisión de la Verdad dice que “el reconocimiento es una forma de restauración”. ¿Qué podría hacer el Estado colombiano para impulsarlo?  

O.C.: El primer reconocimiento histórico que hay que hacer con la población afro e indígena en Colombia es aceptar el daño que implicó la esclavización. 

Esto es lo primero para poder reparar y restaurar. Y son los Estados los llamados a hacer ese proceso mediante diferentes políticas, pero también tiene que ser un proceso de la sociedad en su conjunto, porque el racismo también existe fuera del Estado. Por eso es importante plantear diferentes estrategias para generar conciencia sobre ello, no solo desde el Estado, sino desde los movimientos sociales, culturales, artísticos. 

C.: Las lecciones aprendidas por el DANE, en respuesta a la sentencia T-276 del 2022, indican que sí hubo racismo, así como una mentalidad colonial. También reflejan que fueron complejas las dinámicas de reconocimiento étnico-racial en las comunidades —como lo explicó— y que hubo falta de inclusión de liderazgos alternativos. ¿Agregaría algo más?

O.C.: Colombia necesita una política radical antirracista y saber que la técnica o los procedimientos no sirven de nada sin conciencia social. Este error merece una corrección en términos de registro y una reparación en términos materiales. Hubo una invisibilización del 30.8 % de la población afro en Colombia; es decir, mientras en el 2005 había cuatro millones trescientos mil afrodescendientes, resulta que en el 2018 solamente había dos millones novecientos ochenta y dos mil. ¿La gente dirá que todas esas personas murieron en el conflicto? No lo creo. 

El 30 de marzo sólo 12 jóvenes asistieron a la elección de los nuevos miembros de la Plataforma Municipal de Juventud en Fonseca, un espacio autónomo que busca que los jóvenes formulen, desarrollen y vigilen sus agendas a nivel municipal, departamental y nacional. La poca asistencia al evento, que fue difundido por diferentes medios, es una muestra de lo difícil que ha sido consolidar los espacios y la participación de las personas que están entre los 14 y 28 años. 

Las plataformas, junto con los consejos de juventudes municipales, hacen parte del Subsistema de Participación Juvenil que reúne las instancias, procesos, agendas y prácticas organizativas de este sector de la población. Ese subsistema, con sus respectivos espacios, está reglamentado por el Estatuto de Ciudadanía Juvenil de 2018 que tiene como fin promover la participación de los jóvenes en la gestión pública. 

A pesar de contar con esos espacios, la voz de los jóvenes no había sido escuchada en el país hasta las protestas del paro del 2021, del que fueron protagonistas. A raíz de esto, el entonces presidente Iván Duque impulsó las primeras elecciones nacionales de consejeros de juventudes municipales con el fin de darles participación política, pero la realidad mostró que sólo 1,2 millones de jóvenes, que equivalen al 10% de los habilitados para votar, ejercieron este derecho.

Después de tres años y con el actual presidente, Gustavo Petro, el gobierno ha tomado las banderas de la juventud. Sin embargo, la participación sigue dependiendo de la relevancia que dan las alcaldías a los espacios de este sector de la población.

“Tras casi tres años de haber sido creados los consejos de juventudes y las plataformas juveniles aún no han podido realizar sus funciones por no contar con el suficiente apoyo estatal y no ser tomados en cuenta por los adultos”.

Keiner Mendoza, presidente de la Plataforma Departamental de La Guajira y delegado de La Guajira ante la Plataforma Nacional.

Mendoza lleva años en procesos de movilización social y la seguidilla de cargos que tiene en el subsistema de participación juvenil le permite tener una mirada municipal, departamental y nacional frente a los avances y retos de cada espacio. En entrevista con Consonante, cuenta las luchas, los desafíos y las expectativas que tienen para este año desde las plataformas y los consejos de juventud.

Consonante: ¿Cómo está viendo la gestión del presidente Gustavo Petro, y de su gabinete, frente a las solicitudes, necesidades y propuestas relacionadas con los jóvenes de La Guajira?

Keiner Mendoza: Como delegado nacional por La Guajira y ante la Plataforma Nacional de Juventudes, no veo con buenos ojos al viceministerio de Juventud porque entre sus prioridades no está el subsistema de participación juvenil. Hoy no sabemos cuándo vamos a sesionar, no tenemos una subdirección directa en el viceministerio, no sabemos qué va a pasar con nuestro subsistema de participación ni qué va a pasar con la reforma al Estatuto de Ciudadanía Juvenil (Ley 1885). Estamos en el aire con el gobierno Petro y con su viceministerio de Juventud que no ha dado respuesta certera al Subsistema Nacional de Juventud que, por ley, somos los representantes de la juventudes.

C: ¿Cómo ha sido la acogida y la participación de los jóvenes en los Consejos de Juventud de La Guajira tras casi tres años de haber sido creados?

K.C.: Siendo realistas nunca hubo una acogida certera por parte de la administración pública en los temas de los consejos de juventud. Muchos consejeros han renunciado al espacio porque lo que se les prometió y los deberes que tiene la administración por ley nunca fueron cumplidos. Por ejemplo, tenemos el caso de San Juan del Cesar donde hay entre tres y cinco consejeros de juventudes (de 13 que fueron elegidos). Está el caso de Fonseca donde hemos recibido muchas renuncias por parte de los consejeros y hoy no se ha podido realizar la renovación del Consejo de Juventud para comenzar a trabajar con el nuevo gobierno municipal. 

Sinceramente los consejos de juventud no han tenido el apoyo que deberían tener por parte de las administraciones. He leído cartas de renuncia donde los jóvenes dicen que están completamente agotados, decepcionados de esta problemática. La participación juvenil ha bajado porque se sienten abandonados, sienten que no tienen una base para decir 'podemos hacer esto, no podemos hacer esto'. La participación bajó por parte del Consejo, pero ha subido por parte de la Plataforma.

C: Cuáles son los incumplimientos y las necesidades que tienen como consejeros de juventud

K.C.: Creo que los consejos aquí nunca han hecho la sesión con el gabinete de gobierno. Por ley también están estipuladas las comisiones de concertación y decisión, pero en estos tres años, y al menos en Fonseca, sólo se ha hecho una y no se sabe dónde está el decreto de esa instalación. 

También está el tema del espacio. Por un lado, el Concejo Municipal de Fonseca ha estado dispuesto a prestar el espacio para que los consejeros puedan sesionar. Pero, yéndonos a algo que ya no es de ley, sino cultural, en La Guajira los mayores no han respetado el espacio que tiene la juventud. A nivel departamental los jóvenes entre 14 y 28 años somos alrededor de la tercera parte de La Guajira. A nivel municipal no sé el porcentaje, pero sí la cifra: somos 11.254 jóvenes en Fonseca, según cifras del DANE (Departamento Nacional de Estadística) de 2018. 

Pero también somos un sector de la población que no sabe dónde está, no sabemos si podemos o no participar políticamente porque siempre nos han dicho que no tenemos experiencia. Más que los espacios que deberían darnos por ley, es el respeto por los espacios que tienen la juventud. Eso no es nada más un tema de ley, sino un tema cultural.

C: Uno de los retos de los consejos de juventudes ha sido la poca participación de los jóvenes en estos procesos ¿A qué considera que se debe esto en el caso de La Guajira?

K.C.: A nosotros desde muy pequeños, nos han dicho que no podemos participar de conversaciones importantes en nuestra vida porque somos jóvenes. A mí me criaron diciendo: ‘Te callas. Tú no puedes hablar porque estamos hablando los adultos’. A pesar de eso, tengo 23 años de edad y desde hace mucho tiempo me he venido sentando, planteando proyectos con ministerios, aprendiendo sobre presupuesto, sobre contratación estatal. Entonces a mí ningún adulto me puede decir que por ser joven no tengo experiencia  o que porque no hice lo que ellos hicieron, no puedo participar de esa conversación. 

Si desde pequeño te inculcan que tú no puedes hablar, cuando tengas la oportunidad, no lo vas a hacer. Por esa razón es que los jóvenes no participan políticamente. Ya ni política ni socialmente. Antes nos han usado para hacer masa, para nada más. Nuestra opinión nunca iba a llegar a una mesa de negociación, ahora llega por los espacios de participación juvenil que se pelean, pero no porque los quieran dar. Nunca nos han querido dar el espacio, toca pelearlo.

C:¿Qué acciones  proponen para contrarrestar la falta de participación?

K.C.: El respeto por el espacio. Por ejemplo, en Fonseca se apoya mucho el fútbol en todas sus modalidades, yo jugué baloncesto en mi bachillerato y sólo participaban siete u ocho personas, ¿por qué? Porque no se apoya la variedad de deportes. Hoy hay escuelas de patinaje en Fonseca porque las mismas escuelas se formaron, se apoyaron entre ellas y crecieron. Entonces, ¿qué hace falta? Primero el respeto por el espacio y segundo el apoyo que se le debe dar.

Si los jóvenes ven que se está logrando algo, van a participar; pero si ven que tienen que pasar lucha para poder hacer las cosas, no lo van a hacer ¿Quién va a decir: ‘Ay, voy a pasar esta penuria para poder hacer parte del espacio’? Nadie o muy pocas personas. Todos quieren participar, pertenecer, hacer algo, pero si no se les da el apoyo, no lo van a hacer.

C: ¿Cuáles considera que son los avances más importantes que han tenido los consejeros de juventud en el departamento?

K.C.: Primero quiero aclarar que los espacios de participación son dos: plataformas y consejos, y hacen parte del subsistema de participación juvenil. Acá estamos tratando de llamarnos como subsistema porque debemos unirnos para trabajar de forma conjunta y no dividida. 

Segundo, creo que el mayor logro que hemos tenido es que en el proyecto del Plan de Desarrollo Departamental esté plasmada la formulación e implementación de la política pública Departamental de Juventud.

También ha sido un logro la posibilidad de ir a otros municipios a revivir la participación juvenil. Por ejemplo, en Las Jaguas, hace más o menos un año no hay plataforma de juventud. Nuestro trabajo como Plataforma Departamental es ir hasta allá y buscar la manera de actualizarla. Eso hicimos con Albania, acompañamos su actualización a nivel de Plataforma Municipal. El logro en Fonseca, a nivel de juventud, ha sido no dejar morir los espacios.

C: ¿Cómo ha sido el avance y los logros del subsistema de participación en Fonseca?

K.C.: En Fonseca estamos empezando desde cero otra vez. Aquí no hubo apoyo por parte de la administración. Los consejeros me dijeron que el alcalde pasado llegó a la posesión y no lo vieron más. La administración pasada incumplió la ley porque no hizo la comisión de concertación y decisión que debía realizarse entre 2021 y 2023. En el caso de la Plataforma Municipal tuvimos que pelear casi dos años por su creación. Apenas la pudimos conformar el año pasado por una negligencia por parte de la Personería que pedía un documento que no debía pedir. Sin embargo, con derechos de petición, documentos y luchando, logramos la resolución que legaliza la Plataforma. 

Además, en Fonseca tenemos un gobierno nuevo y la intención es que este sí reconozca la Juventud del Municipio, y sí quiera hablar con la juventud, quiera darle el espacio de participación. Lo que hemos logrado en Fonseca a nivel de juventud es no dejar morir los espacios, porque de parte de la administración no hemos tenido ni apoyo ni reconocimiento.

C: ¿Cómo está la relación con la administración de Micher Pérez y qué esperan de él como alcalde?

K.C.:  La relación está en pinitos, apenas comenzando, pero es un comienzo muy bueno. Esperemos que continúe así estos cuatro años. Claro que esto no es sólo de la Alcaldía, también es un deber del subsistema de participación juvenil estar activos. En el caso del Consejo estamos en el proceso de renovación que no se había hecho, nadie conocía y que tuvimos que iniciar desde cero.

C: ¿Qué expectativas tiene con esta relación con la Alcaldía?

K.C.: Que se pueda mantener, que no entremos en tanta riña, que se reconozca al joven del municipio de Fonseca, que puedan decir: ‘aquí hay jóvenes’, y darle los espacios de participación que creó el Estatuto de Ciudadanía Juvenil que dice que en cada consejo territorial de seguridad, de planeación, en todos, tiene que haber un delegado de juventud obligado.

C: Mencione 3 cosas que necesitan los jóvenes de La Guajira y de Fonseca hoy

K.C.: Si nos vamos a la ley es el cumplimiento de la creación de las políticas públicas. Pero si nos vamos al territorio sería, por ejemplo, la salud mental. El año pasado hubo unos tres suicidios de jóvenes en Hatonuevo, uno tras otro y del mismo colegio. Por eso es una necesidad que se garantice la salud mental de los jóvenes. 

También los espacios deportivos y culturales. Una vez alguien me dijo que el joven sólo es deporte y cultura, pero ni eso han podido darnos. Necesitamos esos espacios, en Fonseca no hay Casa de la Cultura,  el CREM (Centro de Recursos Educativos y Culturales del Municipio de Fonseca) está sin funcionar. En deporte, la Bombonera tiene su problema de electricidad; los espacios deportivos aparentemente se están renovando, pero falta un poco más de inversión. No es mi bandera, pero es la bandera de muchos de mis compañeros. Sería esas tres cosas: salud mental, cultura y deporte.

El ukuku (vocablo quechua) o tremarctos ornatus, comúnmente conocido como oso de anteojos por el pálido pelaje alrededor de sus ojos, es una especie nativa de la Cordillera de los Andes. Además de solitario, es un animal de montaña, bosque, páramo y desierto.

En Colombia hay avistamientos de este mamífero ―casi siempre omnívoro y cada vez más carnívoro― desde los mil metros sobre el nivel del mar. Pero no siempre estos encuentros son amables. En los últimos años, el oso andino ha sido protagonista, como el jaguar, de noticias que dejan en evidencia los desafíos para encontrar su alimento. 

Ambas especies aparecen registradas infraganti, con cámaras trampa o celulares, escapando con terneros en su boca o jalando con ella el intestino del cadáver de una res. Así ha sido presentado el oso andino en los últimos años, como una amenazante presencia en el Quindío, Boyacá, Cundinamarca y frecuentemente en las zonas de ganadería extensiva. 

En San Vicente del Caguán, sin embargo, lo que podía convertirse en una confrontación entre especies por supervivencia o cacería, es desde hace algunos años una oportunidad de cuidado y empleo en el campo.

En el piedemonte andino, donde buscan ser epicentro de ganadería sostenible y ganadería regenerativa para revertir la degradación de fertilidad, energía y nutrientes de la tierra, familias de cuatro veredas (Pueblitos, Toscana, Libertadores y Balsillas) recibieron un estímulo de Amazonia Mía de USAID para crear el corredor biológico del oso andino. 

Pepitas de Roble

“Uno sabe que el oso viene por las pepitas del Roble, entonces, si esa cosecha ocurre en marzo ―depende de cuando lo haya sembrado―, pues lo ideal es que los campesinos sepan que no pueden mandar el ganado para el Roble en esa época”, explica a Consonante Carolina Murcia, joven líder del equipo de monitoreo.

Este proyecto es operado a través de la Cooperativa de Beneficiarios de Reforma Agraria Zona Balsillas (COOPABI) y se espera que 50 campesinas y campesinos protejan más de 12 mil hectáreas de bosque andino

En la vereda Toscana hay 10 integrantes; en la vereda Balsillas hay 20; en Libertadores hay 10 y en Pueblitos hay 10. Alfonso Tovar, campesino de la Inspección de Balsillas, coordinador del proyecto y quien hace parte de COOPABI, explica que cada familia asumió compromisos.

Estos incluyen acciones de planificación predial y delimitación de áreas de conservación, áreas de restauración, áreas de rehabilitación y áreas productivas.

“De esa forma se frena la frontera agrícola y aprendemos sobre la sostenibilidad y la ecoexistencia con las especies silvestres”. Además, dice el campesino, estructuran la restauración del bosque con siembra nativa para el fortalecimiento del ecosistema de la especie, en lugar de tener conflictos con ella.

Pero Robinson Tovar Trujillo, presidente de la Junta de Acción Comunal de Balsillas, señala que todavía hace falta asistencia institucional para la delimitación predial que requiere el proyecto, teniendo en cuenta que hay un impuesto que debe ser cobrado según una caracterización que hoy no existe. “Somos 27 veredas; no las cuatro que participan en el proyecto. Estamos tras el reconocimiento de nuestra Reserva Campesina”, le dice a Consonante. 

Coexistir para ecoexistir 

La dieta del oso andino no solo incluye el fruto de Roble, se alimenta también de sandía, papaya, banano, mango e incluso de bromelias. Y aunque las hierbas y los frutos son predominantes en su gusto, el incremento de consumo de carne, según reportes de las Corporaciones Autónomas y de Desarrollo Sostenible CAR y las Autoridades Ambientales Urba, se debe a la deforestación y la escasez de alimentos producida por la destrucción de su ecosistema. 

En Colombia, desde 2001, existe el Programa Nacional para la Conservación del Oso andino (PNOA) con cuatro acciones para su conservación en todo el país: 1) conservación in situ, 2) conservación ex situ, 3) acción institucional, y 4) educación ambiental. De este deben ocuparse las CAR que, pese a su alcance, no tiene la mayor autoridad en las áreas de reserva, que es el hábitat de esta especie silvestre y que está a cargo de Parques Naturales.

Sobre los esfuerzos actuales y los retos para la implementación del PNOA investigaron las académicas Rhianna R. Hohbein, Rocío Rodríguez Granados y  Nathan P. Nibbelink, quienes corroboran lo anterior y también que la destrucción progresiva del hábitat es el motivo por el que se ven tantos osos en zonas agrícolas y ganaderas.

De hecho, el director del programa Amazonia Mía de USAID, Roberto León Gómez, aseguró a medios que la motivación para emplear a ganaderos en el corredor biológico tiene que ver con el incremento de avistamiento de la especie, con más de 20 encuentros reportados en los últimos meses.

“La sensibilización y capacitación de las comunidades requiere dar a conocer la biología de la especie”, asegura Tovar. “Que los campesinos reconozcan los tiempos en los cuales el oso transita por esta zona, cuál es su desempeño y cómo se alimenta para evitar riesgos. Además, las zonas que hoy rehabilitamos se nutren y se conectan con zonas de amortiguación de parques naturales, y queremos garantizar su tránsito, la fructificación de las especies en estos bosques y nuestra ecoexistencia”.

Para cuidar no hay fronteras

Para compartir armónicamente en el entorno, la inspección rural no solo ha sembrado 25 mil plántulas de Arrayán, Alcaparros, Pino, Arboloco, Granizo, Nacedero, Cedro Negro, Cedro Rosado, Siete Cueros, Guamo, Yarumo, Lacre, Guayabo y Roble. 

También ha procurado hacer otros corredores biológicos para otras especies como los venados, tigrillos o jaguares. “Tenemos que mejorar la relación humano-animal-fauna”, advierte Tovar. Y asegura que para que esto se dé es importante el desarrollo de capacitaciones en todo el país.

Puede continuar leyendo después del artículo relacionado ↓ Artículo relacionado
Jaguar en Tadó: ¿Qué debe hacer si se encuentra con este animal?
Artículo relacionado
Los indígenas fueron despojados hasta de ‘la jaguaridad’
Artículo relacionado
“Tenemos susto, pero también tenemos hambre”: el caso de los indígenas que atacaron a dos jaguares

Según cuentan los campesinos, han hecho asambleas generales buscando que toda la comunidad sepa de los acuerdos de conservación y se incluyan en la gobernanza local, para así medir su alcance e implementarlos en los planes de desarrollo departamentales.

Es importante, explica Tovar, que esto no solo esté liderado por organizaciones internacionales sino también por impulsores de empleo en Colombia. “Aquí se pueden promover iniciativas de emprendimiento social que generen calidad de vida ―a través de la consecución de recursos―, con la sostenibilidad del bosque como fin. Para eso está el senderismo, el avistamiento de aves, etc”, explica.

Hay animales que están regresando a las zonas de invasión, y debemos respetar eso, dice el presidente de la JAC, Tovar Trujillo. “El año pasado en Toscana, Cauca, un oso mató a una novilla, pero la gente no mató al oso. El animal entendió que nosotros somos los invasores pero, como buen inteligente, no ocasiona daños”.

El proyecto del corredor biológico, liderado por la Agencia de Estados Unidos en Colombia (USAID), puede ser promovido por quien reconozca el valor de cuidar, según Tovar. “No se trata de quién lidera cuando el objetivo de salvaguardar la fauna y flora debería ser de todos. Para el propósito de cuidar la Amazonía no debería haber fronteras”.

Hay pueblos que lamentan el terror ejercido a través de las palabras. Otros que han debido callar para evitar su exterminio. Y otros que hablan en su lengua materna como la única promesa de habitar el mundo. Dentro de  los primeros está el dominicano, cuando el dictador Rafael Leónidas Trujillo, en 1937, se paró en la punta de la lengua para cometer un genocidio. 

La académica Áurea Sotomayor-Miletti cuenta en su tesis, Pronunciar “perejil” en el río Masacre, cómo tres novelas (entre ellas Krik? Krak! de Edwidge Danticat -Haití) repasan el episodio en el que militares dominicanos obligaban a decir perejil para determinar el derecho a existir: una erre en lengua creole bastó para matar 20 mil haitianos.

Entre los segundos pueblos, sin ir más lejos, está el caso de la etnia Ette Ennaka (chimilas), quienes ocupaban el departamento colombiano del Magdalena y cuya supervivencia dependía de su silencio. Ahora depende de la prolongación de su idioma. 

Aunque en 2010 la Unesco estableció el 23 de abril como un día para que Hispanoamérica homenajee a Miguel de Cervantes Saavedra, autor de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, escrito en castellano. En Colombia, una nación multilingüe, el español se celebra hace 86 años. 

En 1938, cuando Trujillo terminó su mandato en República Dominicana, el entonces presidente de Colombia Alfonso López Pumarejo decretó que las instituciones educativas de todo el país debían “dictar conferencias sobre el idioma español y leer a trozos escogidos El Quijote o de otras obras célebres de la literatura española”.

Si bien en febrero se celebra el Día Nacional de las Lenguas Nativas, todavía no hay un decreto que abra la ventana hacia la afro-etnoeducación colombiana para garantizar la coexistencia de las 65 lenguas dentro del territorio nacional. Consonante habló con el lingüista Abel Santos Angarita y la historiadora Samia González para comprender la importancia de que ocurra.

Habitar el mundo con la palabra 

Como el Quijote, los pueblos indígenas del sur colombiano tienen su propia literatura de referencia idiomática, en palabras de Abel Santos Angarita, doctor en lenguas y profesor de la Universidad Nacional sede Amazonía. 

“Eso no quiere decir que tengamos la misma historia, pero sí el mismo origen”, explica el profesor. “Es decir: el origen común entre los cocamas, yaguas o magüta (tikuna), por ejemplo, es el agua, pero cada uno, sea pueblo de centro o de los Jaguares del Yuruparí en el Amazonas, tiene su propia historia”.

Así como el castellano no nació con Cervantes, pues se alimentó del latín, el árabe, voces amerindias y expresiones celtas y griegas; en el caso de las lenguas indígenas no hay tanta distancia, pero las palabras son, a su vez, seres vivos. 

“Lo primero es que nuestra lengua es polisemántica: una sola palabra indica tantos orígenes como explicaciones (Muinane, por ejemplo, significa “hombre de la desembocadura del río”); lo segundo es que es aglutinante: infija, sufija o prefija (numeral, temporal, sujeto, objeto) y lo tercero es que es una lengua inalienable”.

Por ejemplo, detalla el lingüista magüta, “Naane, traducido, podría asumirse como territorio. Está conformado por tres morfemas: una raíz que es Na; un verbo que es a y un sustantivo que es ne”. La raíz Na traduce Ser. “Por eso, decimos que el territorio es un cuerpo viviente. Así lo pensamos cuando lo nombramos. Naane traduce también territorialidad, mi ser inserto en la naturaleza... Pero Na no está solo en lo físico. Es también lo invisible. Naūne es el cuerpo”.

Como en el sur del país, hay en los demás lugares un deseo por ser escuchados con la simbología implícita en sus lenguas. La filosofía Ubuntu y Muntu de los pueblos sudafricanos, por ejemplo, contiene un sentido espiritual que los pueblos afro en Colombia todavía enuncian.

Según la historiadora Samia González, también estudiante de Doctorado en Humanidades y Culturas Afrolatinoamericanas, la palabra usada por la vicepresidenta Francia Márquez en campaña, Ubuntu, que significa “Soy porque somos”, puso en evidencia el desconocimiento sobre cómo habita en la palabra la espiritualidad.

Hay trabajos para evidenciar improntas africanas en la lengua española, según explica la académica, y aclara que además de poco conocimiento sobre la herencia africana del lenguaje, su uso ha derivado en connotaciones racistas a partir de la traducción poscolonial. 

Mandinga sea, por ejemplo, refiere a un pueblo africano que, en el choque de cosmogonías y por la consideración europea de que lo de ellos era superior, implicó un señalamiento con algo de barbarismo”, explica la historiadora. 

“Lo que consideraron pagano lo satanizaron. En esa medida aparecieron otras palabras en América que se fueron resignificando con la herencia europea de forma negativa, como el caso de Candanga (traducido como demonio)”.

Agotar el mundo con la palabra 

Las conversaciones de las etnias indígenas y afrodescendientes con el Ministerio de Educación no pasan del verbo a la acción. La Cátedra de Estudios Afrocolombianos sentó la importancia de incluir la afro-etnoeducación en el Ministerio, pero el diálogo es escaso y lo acordado no ha sido implementado por el Estado. 

“Lo que se ha hecho, son esfuerzos particulares —no desde el movimiento afro coordinado ni de manera sistemática—; han sido líderes que han visto en peligro las lenguas criollas con raíces africanas y, por lo tanto, han buscado formas de interlocución con el Estado. Pero el diálogo ha sido estéril porque no vemos una respuesta acorde a la necesidad”, expresa González.

La académica reconoce que se han dado pasos en regiones, como en San Basilio de Palenque, por recuperar y resignificar lenguas y dialectos; también en San Andrés y Providencia con los raizales y con el creole como lengua nativa, “pero las comunidades están interesadas en rescatar más y todavía faltan esfuerzos institucionales”, añade.

Desde el sur del país es el mismo clamor. La extinción de las lenguas indígenas en Colombia se da, por una parte y según Santos Angarita, por atentados y masacres. “También cuando nos imponen una narrativa que acaba con las creencias, tradiciones y la lengua. Hay muchos ejemplos de eso: las iglesias católicas, las evangélicas, inclusive algunos proyectos estatales -que además suceden de manera silenciosa”.

Por eso, los pueblos  indígenas de Colombia, en sus términos, piden a gritos al resto de la sociedad, a las universidades y los ministerios, implementar una educación bilingüe o multilingüe porque, de alguna manera, “el sistema actual deja ver todo lo que existe desde el lenguaje como un recurso”.

Eso es lo que determina para el profesor indígena ver el bosque como una despensa inagotable para extraer medicina o un recurso maderero, y no como un bosque.

“Naaneküma, en Magüta, podría ser traducido fácilmente como recursos naturales pero, en lengua, no es eso. Naaneküma es agua, árboles, tierra, lagunas, aire y quiere decir que yo soy una extensión de todo eso y que eso es parte integral de mi corporalidad, pensamiento y comportamiento”.

Abel Santos Angarita, indígena magüta

La Mesa Permanente de Concertación con los Pueblos y Organizaciones Indígenas ha insistido en formas de recuperar un plan de vida intercultural para reivindicar lenguas maternas. “Ojalá no muy tarde nos sentemos con el Ministerio del Interior, Educación y de Justicia para que respeten las sentencias que exigen la etnoeducación de nuestros pueblos, con su lengua, y donde el Estado es simplemente un garante, pero no cumple”, agrega el profesor Santos Angarita.

Las lenguas y su carácter simbólico dentro de un sistema educativo más plural, creen ambas fuentes, podrían pacificar el país por lo que traen consigo. “Es necesario y estamos en mora de implementar esa transición y ese diálogo de respeto intercultural”, dice González. 

Para la historiadora, la lengua es el primer vehículo y, por tanto, sobre la lengua se hacen acuerdos. “Es urgente repensarla y repensar las herencias en la lengua para redimensionar el mundo y la cosmogonía tando de los pueblos indígenas y afrodescendientes avasallados en América, y de todos”.

Santos Angarita, por su parte, cree que a través de la lengua viene todo el sistema de conocimiento porque, a partir de ella, “bajan historias, curaciones, elementos para entender”. Para el lingüista, el primer paso para la afro-etnoeducación en Colombia sería el reconocimiento de que decimos lo mismo pero en distintas palabras: “sabemos que existen los Bora, Arhuacos, pero no entendemos qué piensan del mundo como cualquier pueblo y dónde está eso: en la palabra”. 

El decreto vigente de López Pumarejo es para González la muestra de que en Colombia el Estado ha sido construido de forma hegemónica por unas élites europeas que heredaron el poder. “Las mismas que, desde el siglo XIX hasta ahora, han pensado de forma vertical hacia todos los pueblos que componen la nación. Y los letrados colombianos, que se consideran dueños del monopolio de la cultura, que producen, conducen y reproducen las formas hegemónicas de entender el mundo”.

Los departamentos con mayor silencio informativo en Colombia son los que más han padecido la crudeza del conflicto armado. El Chocó es un ejemplo, donde la cifra de confinamiento forzado es la más alta y donde solo en siete de sus 30 municipios hay medios que producen información local.

Pese a las iniciativas del actual gobierno por conectar esta zona con pruebas piloto de internet y televisión satelital, la velocidad de conexión es inferior a la de ciudades centrales y, por eso, el servicio de radiodifusión sigue siendo el capitán.

Puede continuar leyendo después del artículo relacionado ↓ Artículo relacionado
Entre retrasos y silencios: los desafíos para conectar al Chocó

Según cifras del Ministerio de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (MinTIC), en 2023 había un total de 1.705 emisoras en el país entre comunitarias, comerciales y de interés público. El Chocó aporta tan solo 26 emisoras a esa cifra. Y, de esas, diez son comunitarias; cinco son comerciales y once son de interés público. 

En 2024 la cifra crece: Colombia Estéreo 100.3 FM acaba de recibir una donación de 1.500 millones por parte del Comando de Asistencia de Seguridad del Ejército de Estados Unidos para aumentar su cobertura al 90 por ciento del departamento. 

Además, deben entrar a operar las radios que fueron otorgadas en diciembre de 2023 por el MinTIC a 68 comunidades indígenas, negras, afrocolombianas, raizales, palenqueras y Rom. 

En Chocó, para la Prestación del Servicio Público de Radiodifusión Sonora Comunitario Étnico, cómo lo llamó el Gobierno, el Alto Baudó ganó por convocatoria. En esta recibieron 162 solicitudes.

De las once estaciones de interés público mencionadas, las que operan con mejor cobertura en Chocó son las de la fuerza pública, de la Policía y de la Armada Nacional, así como las cuatro emisoras de las alcaldías que hacen parte de este conteo, en el que también se registra una sola emisora de paz, creada a partir de la firma del Acuerdo Final en 2016.

Colombia Estéreo, sin embargo, no es la única frecuencia donde suena el Ejército en el Chocó. El 10 por ciento que no queda cubierto, lo tiene la emisora Colombia Estéreo Carepa, Antioquia, que transmite para Unguía, Riosucio, Acandí y Belén de Bajirá. 

Y, según información de prensa del Comando de Acción Integral del Ejército, esta es la estación número 57 en el Pacífico colombiano.

Infraestructura en la selva

Las redes de telecomunicaciones de alta velocidad en las principales cabeceras municipales del Chocó las terminó de instalar en 2018 el MinTIC, en pleno cierre del Gobierno Santos. 

La promesa de mejorar una tecnología obsoleta no es reciente, pero la ejecución, sí. La geografía, el clima y los altos costos han sido los argumentos clásicos para justificar la desconexión chocoana, como lo manifestó el entonces ministro David Luna al cierre del Proyecto Nacional de Fibra Óptica y la Red de Alta Velocidad en ese departamento.

Pero los desafíos no son visibles ahora que la infraestructura de la emisora Colombia Estéreo los supera con inversión extranjera y la capacidad instalada del Ejército. 

La frecuencia del Ejército alcanza todo el noroeste del país, incluyendo a las selvas del Darién.

Prensa Ejército Nacional de Colombia

Según el historiador y periodista Gonzalo Díaz Cañadas, actual director de la Radio de la Universidad Tecnológica del Chocó, la donación a la emisora del batallón, que hace parte de la Brigada de Quibdó, es bien recibida por una audiencia construida en el tiempo. 

“La emisora Colombia Estéreo aspira dar un viraje en su programación: es un medio de comunicación pública con énfasis en las actividades de carácter militar. Ha sido una emisora que anima la tropa para que permanezca en el frente, acompaña en todas las actividades que le competen en materia de garantizar seguridad ciudadana, entre otras”, anticipa.

Díaz Cañadas, también director del Archivo Fotográfico y Fílmico del Chocó, explica que es importante no solo por lo que significa para su audiencia, también porque demuestra que en el Chocó esa tecnología es posible.

“Hay carencia de medios de comunicación y la radio chocoana se ha ido apagando poco a poco, lo que es muy preocupante para una región que requiere de una comunicación asertiva y de la capacidad de cobertura de todos los 47 mil kilómetros cuadrados que en la actualidad solo la tiene Colombia Estéreo”, dice Díaz Cañadas.

Ahora la emisora cuenta con una cobertura del 90 por ciento  en toda el área, según expresó a medios el coronel Campo Elías López, y está dotada con equipos de 5.000 kilovatios, es decir, un radio de cobertura de 100 kilómetros a la redonda, como informó Presidencia.

La emisora de la Universidad Tecnológica del Chocó, que tiene 42 años de existencia y 5 kilovatios, logra una cobertura de un 40 a 50 por ciento de la geografía departamental. Eso, explica el investigador, limita el alcance de la información que a través de estos medios se proyecta, como pasa con la emisora Ecos del Atrato, que tiene también cerca de 40 años de estar al aire y una cobertura menor.

“Esas emisoras comunitarias y muchas otras han tenido problemas en los últimos años con el MinTIC, que aprieta y ahoga a la radio local con sus exigencias y con los cobros de Sayco Acinpro: eso es un desangre”, añade Díaz Cañadas.

Además, el alcance sigue siendo hiper local o localista, como dice el investigador. En el Chocó, un mensaje que se emite desde Quibdó no llega a Unguía, a Riosucio, tampoco a la Costa Pacífica. “Lo que sale de la sierra difícilmente llega a algunos municipios de la zona del San Juan”. 

En cambio, la frecuencia del Ejército alcanza todo el noroeste del país, incluyendo a las selvas del Darién.

De acuerdo con Mónica Valdés, representante colombiana de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC), en el Chocó también hay emisoras comunitarias que tienen una audiencia ganada, como Cocomacia Stereo o Radio Canalete, que visibilizan a la sociedad civil y agregan valor a la agenda del movimiento social. 

Asimismo, están las emisoras de interés público que funcionan en esta región y en otras zonas periféricas o fronterizas de Colombia con condiciones diferentes a las de las radios comunitarias.

“Obviamente tienen más restricciones en la normativa las emisoras comunitarias cuando la exigencia debería ir orientada a todo el ecosistema de medios. Por eso, hemos exigido que haya una política pública que involucre recursos y que se amplíe esa posibilidad de sostenibilidad y financiamiento”, dice Valdés. 

Para la experta, en algunos casos las emisoras de las fuerzas armadas han sido espacios más para fortalecimiento institucional que social sin una propuesta de comunicación pública, “que deberían tenerla, en tanto tienen recursos de la nación”, dice. 

Por las declaraciones del coronel Campo Elías López, Colombia Estéreo “será la voz del departamento”. Aseguró que la emisora difundirá “mensajes enfocados a combatir la minería ilegal y a impulsar la prevención del reclutamiento de niños, niñas y adolescentes”, así como denuncias de presuntos actos de extorsión y terrorismo.

Pero Díaz Cañadas comenta que, en el relanzamiento de la emisora, aseguraron abrir sus micrófonos a otros sectores de la comunidad por orientación del Gobierno: “Aseguraron que no puede ser una emisora para la guerra o para la comunicación militar, como anteriormente estaba más o menos preconcebida”, dice a Consonante.

La deuda histórica

La participación ciudadana en los medios sigue siendo escasa. Y, como este gobierno habilitó diales para poblaciones étnicas, ahora debe garantizar su funcionamiento. 

“Sin este antecedente”, anticipa Valdés, “diría que cómo van a priorizar una fuerza pública sin antes hacerlo con las organizaciones sociales. Pero ahora que hay una asignación de frecuencias amplia y suficiente en los territorios, estos proyectos necesitan el fortalecimiento técnico a través de una política pública”, reitera.

Los apoyos del gobierno no se ven como el pago de una deuda histórica, explica la experta, sino como una posible pérdida de autonomía editorial de las organizaciones sociales o incluso como ejercicios de comunicación gobiernista. Pero no se trata de una competencia por el espectro. “Porque en el espectro caben todos”, asegura la representante ante la AMARC. 

De hecho, la experta cree que entre más pluralismo mediático haya, más democracia se puede garantizar.

“Entiendo el debate nacional sobre ese tema, pero también hay una gran necesidad de informar sobre la gestión del Gobierno y poner un relato donde el Estado tenga la agenda de la ciudadanía y donde la ciudadanía también interpele a ese Gobierno que, hoy en día, tiene un liderazgo muy significativo en el Chocó”, dice Valdés.

La experta considera que lo importante es reconocer que las emisoras de la sociedad civil llevan años batallando por conseguir equipos, apoyos, por gestionar para cumplir con todo lo que exige el MinTIC, “y en ese sentido, sería mucho mejor que si el Estado va a invertir como prometió en diciembre, apoye a estas emisoras”. 

Para Díaz Cañadas, en cambio, sería propicia y muy bien llegada la ayuda de la cooperación internacional, como sucedió con Colombia Estéreo. “Ojalá se mire hacia los medios de comunicación alternativos, que cumplen un rol informativo muy importante”, asegura. 

"Las emisoras reciben apoyos gubernamentales sin ánimo de lucro pero con ánimo de quiebra".

Neliño Rentería Ramírez

La emisora de la Universidad de Chocó fue, de hecho, una donación que en su momento hizo el gobierno de los Países Bajos con la embajada holandesa y con apoyo de Radio Nederland, que apadrinó los primeros 10 años de funcionamiento, “pero la cooperación es asistencialista porque se va de los territorios cuando cumple un ciclo y allí vienen la dificultades en materia de sostenibilidad de estas empresas de comunicación”, dice el investigador.

El director de la emisora comunitaria Cocomacia Stereo, con alcance en cinco municipios del Chocó y tres de Antioquia, dice también que esta funciona gracias a la inversión extranjera. “Alabamos que Colombia Estéreo pueda lograr una cobertura significativa y lamentamos no tenerla. Contamos con 26 kilovatios y emitimos para una población significativa, que son los 124 consejos comunitarios afro. La cobertura es muy corta para que el mensaje llegue a las personas que están en los lugares más lejanos”, dice Neliño Rentería Ramírez.

Para el periodista es preocupante que el MinTIC todavía no garantice ese robustecimiento para las emisoras comunitarias. “Cocomacia Stereo es la voz de las comunidades, pero si no podemos hacer que llegue a ellas, la tarea no está hecha”, repara. 

Rentería Ramírez cree, como el historiador Díaz Cañadas, que la cooperación extranjera juega un papel fundamental. “Cocomacia Stereo nace también con el apoyo de la inversión extranjera y con el mismo apoyo se sostiene. Pero hemos estado en riesgo de sostenimiento por las mismas limitaciones en el tema de la pauta para medios comunitarios”. 

El apoyo público no es desinteresado, según dice Rentería. Las emisoras están en detrimento económico desde hace años y las comunitarias tienen a la comunidad como única fuente de sostenimiento, explica. 

“Las emisoras reciben apoyos gubernamentales sin ánimo de lucro pero con ánimo de quiebra. Porque los medios comunitarios no tienen cómo cumplir con los requerimientos institucionales, ni el Estado ofrece una alternativa para garantizar la permanencia en el tiempo mediante una política pública sólida”, concluye el periodista.

Nunca ha existido en Colombia la voluntad política que ofrezca ambientes de financiación al pluralismo mediático. Esa es la conclusión de Valdés, para quien el ecosistema de medios diverso ha sido una gran conquista de los movimientos sociales. Por eso, dice, sin la Constitución del 91, cuando por legislación se asignaron espacios de participación, no se habría garantizado la libertad de prensa en Colombia. 

“Pero sigue haciendo falta que se garantice la libertad de recursos y también entender que el escenario de la participación ciudadana abarca los medios pero no se restringe a estos; entonces no puede haber una buena apropiación sin un fortalecimiento de la relación de las organizaciones sociales con el Estado”, explica la experta. 

En esta medida, el debate es mucho más amplio sobre qué pasa si se abre un nuevo medio de comunicación, según Valdés, porque aunque el derecho a emitir y recibir información es de toda la ciudadanía, “todavía hay que trasladar la pregunta a los medios comerciales, que se llevan la mayor parte de la tajada de la publicidad y de los fondos privados, inclusive de los públicos, ¿qué pasa con la ciudadanía para que la respeten, respeten a los territorios y le den un lugar a la palabra de la gente?”. 

Uno de los grandes desafíos al trabajar con derechos humanos es la restauración, dice la escritora afrocolombiana Velia Vidal. Por eso, que la gente del Chocó lea, es importante.

“La literatura permite imaginar o reconocer que otros mundos son posibles”, anticipa la autora. “Nosotros no creemos que haya una única forma de desarrollo, una única forma de vida, un único tipo de oficios o una sola manera de cumplir los sueños; pero sí creemos en que cada ciudadano debe tener la autonomía y la posibilidad de imaginarse”.

Vidal está a cargo de la consolidación de la Fiesta de la Lectura y Escritura del Chocó - FLECHO desde sus inicios, en 2018, como precursora de la idea desde la dirección de la Corporación Educativa y Cultural Motete.

Hace siete años, cuando se realizó en Quibdó la primera edición, el entonces presidente prometió la creación de una biblioteca pública en cada municipio del Chocó, un territorio con necesidades básicas insatisfechas y un alto índice de analfabetismo (DANE).

Hoy, en cada cabecera municipal, hay al menos una casa adecuada para garantizar el acceso al conocimiento y a la información gracias a esfuerzos institucionales pero, principalmente, a la iniciativa ciudadana. 

Y hay también un evento literario que celebra la lectura, la escritura, las artes y la cultura durante un mes entre su gente.

FLECHO rodó desde el 24 de febrero hasta el 28 de marzo de 2024. La primera semana inauguró una estación más en su ruta habitual: Turbo, zona del Urabá antioqueño. Y así, con el siguiente encuentro en Bahía Solano, el tercero en Istmina y, finalmente, en Quibdó, cerró su itinerancia con una participación estimada de 12.943 personas entre aprendices, asistentes a talleres, procesos de formación y charlas (sin tener en cuenta el personal contratado).

“Hay pescadoras y pescadores sin doctorado pero que son claramente expertos en la navegación del Pacífico Colombiano; que estuvieran ahí, hablando al mismo nivel, es lo que permite escucharnos para narrar nuestra propia experiencia”.

Velia Vidal, escritora y directora de FLECHO
Fotos de FLECHO tomadas del Ministerio de las Culturas de Colombia.

Historias aterrizadas al contexto

El Chocó es riquísimo en recursos naturales pero víctima de la pobreza extrema a causa de una inversión ineficiente, un fenómeno asociado, según Velia Vidal, al racismo estructural.

“Históricamente hemos sido narrados no solamente por otros, hemos sido narrados a través de los estereotipos y reproducimos también, inconscientemente, mucho de eso”. En comunicación con Consonante, la autora destaca que ha sido fundamental otorgar una relevancia a las historias locales.

“No queríamos hacer un evento que se tratara de traer a ‘grandes voces’ a darnos lecciones, y ese fue nuestro punto de partida”. 

Para la elaboración de la programación académica, que incluyó conversaciones acerca de la pesca, el mar y las embarcaciones, entre otras, tuvieron en cuenta su contexto. “Hay pescadoras y pescadores sin doctorado pero que son claramente expertos en la navegación del Pacífico Colombiano”, anticipa Vidal, “que estuvieran ahí, hablando al mismo nivel, es lo que permite escucharnos para narrar nuestra propia experiencia”. 

Ana Zita Pérez Serna fue una de las invitadas. Una mujer nacida y criada en Bahía Solano y tecnóloga pesquera de la Universidad Tecnológica del Chocó, uno de los escenarios de FLECHO. Ahora es la presidenta del Grupo Interinstitucional y Comunitario de Pesca Artesanal del Pacífico Chocoano. 

“Compartí el escenario con dos pescadores artesanales de la comunidad y con el escritor Antonio Jaramillo Arango, a quien no conocía, y fue interesante porque últimamente venimos hablando de rescatar prácticas ancestrales e integrarlas a nuevas tecnologías. Una canoita y el canalete siguen siendo lo que hemos desarrollado nosotros en el tiempo. Poder sacar a la luz conversaciones que han estado guardadas, es importante”, dice Ana Zita a Consonante.

Para la pescadora, son reservados los pocos espacios donde se puede dialogar para beneficio de las comunidades sobre las áreas marinas protegidas, la pesca del tiburón, la conservación del Pacíficio norte o la delimitación de nuevas áreas junto a las cuatro vigentes. 

“Hay personas en el país y en estos territorios que desconocen esas áreas protegidas que, además, han sido solicitadas y tramitadas por las mismas comunidades para defensa de la pesca ilegal”, complementa la tecnóloga. 

Se refiere al margen costero de La Zeta en los municipios de Bahía Solano y Juradó; al Distrito Nacional de Manejo Integrado (DNMI) en Nuquí; a Cabo Corrientes en el Golfo de Tribugá y en el municipio de Bajo Baudó al Encanto de los Manglares.

“FLECHO fue un escenario para hablar de la defensa de esos recursos, así como de la solicitud de proteger el área del Litoral, porque esos temas no se discuten en el resto del país”, dice la pescadora.

Así como tuvo lugar un diálogo sobre las tensiones territoriales entre la pesca ancestral e ilegal, también el referente a la minería artesanal e industrial. 

“Es el segundo año en el que volvimos a habilitar el contraste entre la minería. Y de todos esos temas complejos como el del ordenamiento territorial o los derechos del Río Atrato, que tienen que estar en la agenda”, confirma la autora Vidal. “Porque son temas que están en la vida”.

Para 2025 proyectan trabajar alrededor de la Rana Roja o incluir charlas sobre aves, ya que el Chocó es una región rica en avifauna y óptima para su avistamiento. Así, FLECHO se imagina como un escenario donde las investigaciones ambientales del Pacífico sean tan relevantes como la literatura para comprender la relación con el entorno.

Defender la dignidad 

Estos eventos son una manera de reivindicar la dignidad, según la pescadora artesanal, porque intentan responder a preguntas que a casi nadie desvelan. 

“Tantas cosas quedan atrapadas detrás de los enfrentamientos de grupos armados que no dejan los espacio siquiera para hablar de las necesidades básicas”.

Velia Vidal, escritora colombiana

“El norte del Chocó es de una sola abundancia y a pesar de que está lleno de tiburón, no es un animal de nuestra gastronomía: usted no lo ve en ningún plato nuestro... Por eso, contestar a la pregunta de por qué se está desapareciendo a nosotros sí nos interesa, y hacerla unidos, porque unidos hemos llamado al gobierno para que nos mire”, agrega Ana Zita Pérez.

La tecnóloga considera que la lectura, como la pesca, es un refugio para prevenir en niños y jóvenes la captura de grupos ilegales. “Ambas actividades enriquecen, en lugar de estar al garete”, dice.

Ella misma trabaja con la juventud de Bahía Solano buscando que las familias pesqueras encuentren la manera de vivir dignamente de este oficio. Promueve la pedagogía de las ciencias del mar para que niños y niñas tengan desde temprana edad herramientas de conservación, así como caminos de vocación temprana.

“La dignidad está presente de muchas formas”, advierte Christian Vásquez, el responsable de la programación. “Rubiela Cuesta es una lideresa social y una mujer dedicada a la minería artesanal que encontró en este oficio una manera de emanciparse del maltrato de género y de eso estuvo hablando en Istmina. O Bernardino Mosquera, en Quibdó, que hace parte del Consejo Comunitario Mayor de la Asociación Campesina Integral del Atrato - COCOMACIA, y habló de la dignidad en el ejercicio de la defensa ambiental”, dice Vásquez a Consonante.

Otros dos espacios que vale la pena entender en la misma perspectiva, según el programador, fueron el del ekobio Neil Alfonso Quejada Mena, sacerdote de la Diócesis de Apartadó y de la Pastoral Afro Nacional, que ha vivido y trabajado en Turbo y tiene un reconocimiento por su gestión comunitaria y, en palabras de Vásquez, inauguró el evento con una cátedra tremenda sobre teoría decolonial, con un lenguaje accesible para cualquier asistente. 

“Otra conversación que ocurrió en Turbo y es relevante a propósito de la dignidad fue la que tuvo que ver con etnoeducación, con Tomasa Medrano y Glenis Gómez”, dice Vásquez. Medrano es líder social y maestra en ciencias sociales con una trayectoria de investigación sobre el área y fue también directora de la Red Nacional de Mujeres Afrocolombianas Kambirí. Gómez ha coordinado el movimiento Cimarrón Nacional en la región de Urabá y el énfasis de su pedagogía defiende la reivindicación política de la etnia afro. Ambas son lideresas con trayectoria en el departamento.

Vidal, por su parte, está de acuerdo con que la dignidad debe ser un principio en todo lo que hagan. “Este año el tema de convocatoria fue ‘Dignificar la vida, la escuela y los maestros’, porque particularmente en el Chocó lo merece su labor y que cuenten con espacios seguros y cómodos de formación, espacios que estén a la altura de lo que hacen por la gente”.

También fue un encuentro para destacar el liderazgo en otros ámbitos, no solo académicos. Según la directora de Motete, no podían pasar por alto a líderes sociales o hablar del valor de la vida, si están en un lugar con el índice de confinamiento más alto del planeta. “Tantas cosas quedan atrapadas detrás de los enfrentamientos de grupos armados que no dejan los espacio siquiera para hablar de las necesidades básicas”. 

Abandonar la lógica de la caridad

Esta fiesta literaria costó, aproximadamente, 600 millones de pesos y fue concertada con el Ministerio de Culturas, que por primera vez otorgó recursos extra, y con el apoyo del Ministerio de Educación Nacional, a través del Plan Nacional de Lectura, Escritura y Oralidad (PNLEO). Además de incentivos públicos, contó con el patrocinio de organizaciones privadas y de la perseverancia de voluntarias y voluntarios en el tiempo. 

“Hace siete años no había en el departamento eventos del libro de alto impacto; había una organización haciendo promoción de lectura con ejercicios tímidos y sin apoyo de la institucionalidad”, dice a Consonante la escritora Vidal, para quien el aporte revelación de esta edición viene de ambos sectores: el público y el privado.

Según sus organizadores, se buscó priorizar en el pago a los proveedores, animadores y promotores de lectura locales con todas las condiciones de legalidad. Esto enfrentado a algo que muchas veces es aparentemente simple; en Chocó el principal método de empleo funciona bajo la informalidad. Por eso, todos los convenios establecidos con la ciudadanía e instituciones municipales buscaron promover el cambio cultural de las condiciones contractuales habituales. 

De hecho, una de las gestiones de las que más orgullosa se siente la directora de la Corporación Motete tiene que ver con el recaudo obtenido de las organizaciones privadas. Aún reconociendo esto, dice también que ese ejercicio está cundido de un ánimo casi misericordioso.

“Muchas instituciones creen que nos están haciendo un favor y esa mirada, desde la lógica de la caridad, ha llevado a que se basten con cualquier cosa; no importa el tipo de refrigerio, no importan las condiciones técnicas destinadas para lugares remotos. Entonces terminamos ofertando servicios y programas con condiciones inadecuadas no solamente en el Chocó, sino en casi todos los territorios que no sean capitales. Nosotros lo hicimos diferente y seguiremos defendiendo nuestra dignidad”, concluye la escritora y gestora chocoana.

Fonseca es un territorio principalmente agrícola en el que incursionar en proyectos que potencien las cosechas, como los de apicultura, tiene mucho sentido. Sin embargo, esta es una práctica poco común que no cuenta con el apoyo suficiente, lo que hace muy difícil emprender un apiario.

A 14 kilómetros del casco urbano, en el corregimiento de Conejo, existen tres iniciativas de apiarios que, entre otras, fertilizan y estimulan los cultivos mediante la polinización: Colmenas del Perijá, Abejas del Perijá y el Jornalero. 

El primero es un emprendimiento apícola ubicado en la vereda las Marimondas de la Serranía del Perijá que trabaja, como todas, con un doble propósito: mejorar los cultivos y el aprovechamiento de la miel. Este emprendimiento es el más grande y cuenta con 47 colmenas de abejas africanizadas que han venido desplegando por toda la montaña, entre la parte baja y alta de la zona.

La idea de este apiario surgió cuando Carlos Osorio, excombatiente y campesino de la localidad, pensó en incrementar la producción de los cultivos de café de su finca y, a medida que la colmena creciera, beneficiara a toda su vereda. 

“El proyecto apícola fue una idea individual que tuve por el tema del mejoramiento de la cosecha de café y, escuchando que las abejas eran las responsables de polinizar, supe que la diferencia de producción de un cultivo con abejas es de casi un 30% mayor que sin abejas. Fue ahí cuando arranqué con la iniciativa de invertir en abejas para mejorar la producción en la finca”, dijo Osorio a Consonante.

Su apiario lleva funcionando poco más de dos años y, al principio, solo tenía las abejas en su finca. A medida que fue obteniendo más colmenas y no contaba con suficiente terreno, las fue desplegando por la vereda para captar la acción de polinización por clasificación de los cultivos y según las diferentes temperaturas de la montaña.

Ángel Navarro por Betsabé Molero.

“Las colmenas las tenemos divididas desde la parte alta de la montaña, a más de 1200 metros de altura por el tema del café, y en la parte media, para el tema de los cultivos de maíz y otros, para captar así la polinización. Tenemos la otra parte en la tierra más caliente, a 100 a 120 MSNM para el resto de cultivos”, agregó el campesino.

El segundo proyecto apícola, Abejas del Perijá, nació de la idea de trabajar con un Antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (AETCR), a partir de un proyecto financiado por el Programa Mundial de Alimento (PMA) dirigido a las Juntas de Acción Comunal JAC de las veredas de Conejo.

Estos emprendimientos han generado nuevos aprendizajes en la zona sobre la importancia de las abejas en el medio ambiente y, asimismo, han generado empleos en el territorio, sobre todo para jóvenes que se han interesado en el área, según corroboró Osorio a Consonante. “Hay cuatro aprendices que nos acompañan y, sin embargo, cada vez que hay trabajo de exprimir miel pues se le paga sus días de trabajo”.

“Desafortunadamente en el departamento la apicultura es incipiente y en algunos municipios inexistente”.

Germán Sánchez, responsable de fauna silvestre en la Corporación Autónoma Regional de La Guajira (CORPOGUAJIRA)

Uno de esos jóvenes ha encontrado en la apicultura una oportunidad de emprender, Miguel Ángel Navarro, habitante de la vereda Lourdes, que comenzó con la tercera iniciativa apícola desde hace 5 meses y que surgió después de ser aprendiz en el apiario de Carlos Osorio. “En Pueblo Paz estuve de aprendiz en el proyecto de los excombatientes y fue donde tuve la oportunidad de trabajar como gestor apícola por ocho meses y donde me volví más práctico hasta que decidí montar mi propio apiario”. 

Este último apiario es un pequeño emprendimiento familiar que cuenta solo con 12 colmenas pero, como todas las iniciativas, tiene la esperanza de seguir creciendo en la región. La miel que produce es conocida como El Jornalero.

Ángel Navarro por Betsabé Molero.

Lo que no ha sido tan dulce

A pesar de que estas iniciativas llevan un tiempo funcionando y se les reconoce con el nombre de la miel que obtienen y comercializan, aún no se encuentran registradas legalmente. Siguen siendo los promotores de apicultura quienes, aunque carecen de implementos necesarios para el correcto funcionamiento de un apiario, quisieran más fortalecimiento en sus emprendimientos.

Germán Sánchez, responsable de fauna silvestre en la Corporación Autónoma Regional de La Guajira (CORPOGUAJIRA) resaltó la importancia de estas iniciativas en territorios donde poco se sabe sobre prácticas de enjambres. “Desafortunadamente en el departamento la apicultura es incipiente y en algunos municipios inexistente. Entonces son muy importantes los proyectos apícolas particulares, pues generan empleos y promueven servicios ecosistémicos”, dijo.

Dentro de los aspectos en común de los tres emprendimientos está el escaso apoyo de la institucionalidad. Para Ángel Navarro, que apenas está comenzando su apiario, conseguir los materiales para organizar las colmenas es muy difícil. “La cera, los marcos y otras cosas, uno no los encuentra en el municipio sino que tiene que encargarse de lejos y por eso todo sale más caro”, dijo. Esto ha dificultado el trabajo sobre todo de quienes quieren empezar.

"Falta mayor interés de las entidades y de las instituciones para generar más apoyos económicos en logística y difusión".

Albeiro Muñoz, apicultor profesional

No tener la materia prima necesaria para trabajar también ha limitado el crecimiento de la actividad productiva de los apiarios evitando que estos emprendimientos tengan un desarrollo sostenible en el territorio. Además, aún no tienen cómo sostener el costo de la unidad productiva de miel.

Albeiro Muñoz, profesional en el área de la apicultura que apoya las iniciativas más grandes en el territorio, explicó que los retos tienen que ver con generar una sensibilización sobre la importancia de las abejas para la producción agropecuaria, como también para el sostenimiento y equilibrio de los ecosistemas nativos de los territorios. Conducir a que las personas sepan que es una línea productiva que se tiene que armonizar con el resto de explotaciones agropecuarias, pues esta genera un doble beneficio, es urgente.

Además, Muñoz lamentó que en el territorio estas actividades no tengan más relevancia. “Falta mayor interés de las entidades y de las instituciones para generar más apoyos económicos en logística y difusión para que estas iniciativas se sigan desarrollando, pues esta actividad puede relacionarse perfectamente con el resto de las diferentes áreas de producción que se dan en el territorio”, declaró.

Mientras tanto, apiarios como el de Carlos Osorio siguen trabajando con recursos propios, de una manera casi anónima y con escaso acompañamiento. Sus prácticas empíricas siguen aportando al medio ambiente con capturas de colmenas en peligro de ser exterminadas. “Es un sistema casi aprendido en la cotidianidad que hacemos cuando sabemos que quieren quitar las colmenas silvestres para hacer algún trabajo y, si no las capturamos, las terminan matando”, comentó.

Colombia, de hecho, tiene tanto potencial para crecer con abejas que existe una ley que ampara la actividad apícola. El experto en el área de la Universidad Nacional de Colombia (GAUN), Giovanny Andrés Vargas, dijo a Consonante que “la Ley de fomento y desarrollo de la apicultura, establecida el 6 de enero del 2022, con la que se empezarían a regular todas las actividades que estén inmersas, aún no cuenta con reglamentación”, expresó.

La actividad de apicultura lleva más de 20 años en el país, según el especialista, y aún no se ha podido hacer una buena implementación en los territorios. “Todavía no hemos podido aterrizar, tampoco en el tema de organización y agremiación para que todos podamos salir adelante”. Por eso, ahora mismo avanzan en una solicitud desde los diferentes eslabones de la práctica apícola para exigir la reglamentación de la Ley.

De reglamentarse, por ejemplo, habría cuidado cuando debido a incendios o talas, los enjambres de abejas situados en fincas, viviendas y hasta colegios de la zona rural, como del casco urbano de Fonseca, se dispersen. Por no saber a quién acudir para el control de insectos, las personas queman o envenenan directamente a las abejas. En esos casos, han sido los apicultores rurales quienes evitan el daño al  ecosistema y a la ciudadanía.

Nota: si ha visto un panal cerca que cree que pone en riesgo a la comunidad, comuníquese a los números de los apicultores rurales: 
Ángel Navarro (+57 321 8853728) | Carlos Osorio (+57 350 6514112).

El celular de Anairis Loperena notificó varias llamadas perdidas cuando se acercó a una antena con señal en la noche del 26 de diciembre. El número registrado era de Edilma Loperena, la coordinadora de la Comisión de Mujeres Wiwa, a quien buscaba la Guardia Indígena del Resguardo Kogui Malayo Arhuaco en El Barcino, a diez horas en mula desde el corregimiento La Junta de San Juan del Cesar hasta la Sierra Nevada de Santa Marta.

La integrante de la Comisión de Mujeres Wiwa, al comunicarse de vuelta desde El Encanto, Magdalena, escuchó a Edilma Loperena decir que subirían las dos al Resguardo. Llegaron la noche del 28 de diciembre, cuando la comunidad se disponía a sepultar el cuerpo de una niña vendada con una hamaca en una fosa natural.

La más conmocionada después de la población del Resguardo Kogui Malayo Arhuaco pareció ser la de Atshintujkua, la capital indígena entre los departamentos del Magdalena, Cesar y Bolívar, donde se asienta el pueblo Wiwa.

“Él y su pareja llevaban aproximadamente tres meses de estar viviendo juntos y tenían problemas”, cuenta Anairis Loperena, quien llegó también junto a José Malo y Consuelo Carrascal, otra integrante de la Comisión que comprende trabajo articulado entre la Organización Wiwa Golkushe Tayrona (OWGT), la Organización Wiwa Yugumaiun Bunkuanarrua Tayrona (OWYBT) y la Organización de Campo Alegre. 

“Esa noche, cuando lo vieron llegar en semejante estado de alicoramiento, las mujeres escondieron a su pareja para que no la maltratara porque había indicios. Pero él se fue a buscarla a su casa”, complementa la líder. 

Las hermanas de la niña fueron testigos del feminicidio. Por entre los matorrales vieron sigilosamente todo lo que más tarde contarían a las autoridades. “Lo comenzaron a seguir desde que la sacó de la vivienda por la fuerza, haciendo el recorrido por donde la arrastró”, dice Loperena.

Puede continuar leyendo después del artículo relacionado ↓ Artículo relacionado
“Las wiwa estamos en proceso de no permitir más violencia contra las mujeres”

Las comisionadas pidieron llevarse el cuerpo de la niña porque querían saber si también tenía rastros de violencia sexual. Por eso, hablaron con la autoridad espiritual y el comisionado de derechos humanos y acordaron bajarlo hasta Medicina Legal. “Pese a que el día anterior pedimos apoyo a la Fiscalía y a la Policía para que se ocuparan del levantamiento de cadáver”, agrega Loperena.

Desde la vocería de la Comisión hablaron con contundencia para que las autoridades entendieran que este caso no cabía en la justicia especial indígena, como asegura Loperena. Así, el primer interesado en cooperar fue el padre del joven, quien lo entregó a la justicia ordinaria por temor a las represalias de su pueblo. 

La impunidad pende entre dos justicias

Yony Loperena está siendo procesado por feminicidio, una condena que, sin rebajas, sería aproximadamente de 20 años de cárcel. 

Su padre lo entregó a la Guardia del Resguardo Kogui Malayo Arhuaco por temor a lo que hiciera la comunidad. La más conmocionada después de esta pareció ser Atshintujkua, la capital indígena entre los departamentos del Magdalena, Cesar y Bolívar, donde se asienta el pueblo Wiwa.

En Atshintujkua lo recibió la Fiscalía y la Policía, junto a la Comisión de Mujeres y junto al cuerpo inerte de la niña y de allí hasta el casco urbano del sur de la Guajira. En el descenso, Edilma se fracturó dos costillas; Ana se lesionó una pierna y a Consuelo casi la tira una mula por un abismo. Según Loperena, no se le dijo a nadie que el joven era el responsable del feminicidio porque había gente demasiado brava que, en sus palabras, quería matarlo.

“En la Ley de Origen no están estipulados asesinatos, feminicidios ni violaciones porque nosotros profesamos paz y somos pacíficos”.

Edilma Loperena Plata, coordinadora Comisión de Mujeres Wiwa

La misma sed de reprensión hubo en San Juan del Cesar, donde las mujeres querían hacerse cargo. “Ellas sí sabían que nosotros íbamos a traer al joven, entonces se puso pero bien caliente”, agrega la comisionada. “Cuando llegamos con el capturado a la estación de policía, hubo mujeres que trataron de quitarnos al muchacho para hacer justicia por sus propias manos”.

Este caso es excepcional, según Pedro Manuel Loperena, coordinador de la Comisión de Derechos Humanos Organización Wiwa Yugumaiun Bunkuanarrua Tayrona (OWYBT). En su criterio, debió quedarse en la jurisdicción especial indígena aunque reconoce que no cuentan con las estructuras de juzgamiento necesarias. “Se requiere revisar cómo se juzgan estos actos dentro del pueblo Wiwa, para entender cuándo las autoridades deciden que no se puede administrar su propia justicia, y qué se lleva a las autoridades no indígenas para que apliquen las respectivas acciones de ley”.

Lo que ocurre dentro de las comunidades son de resorte propio de las autoridades tradicionales indígenas, reitera Pedro Manuel Loperena, por eso, son estas las que deciden qué es lo que pasa a la justicia ordinaria. Pero según explica el comisionado de derechos humanos en este caso no hubo consenso. Hubo un reconocimiento de que existe el machismo y prevalece la violencia asociada al consumo de licor, algo que no han podido contener por su cuenta hasta ahora.

“Por ejemplo un caso como el enfrentamiento por tierra con un campesino o un colono, hay veces que se ha tomado cartas en el asunto y hemos puesto el conocimiento eso tanto de las autoridades indígenas como las autoridades no indígenas. Pero otras veces, no se hace ni de un lado ni del otro”, asegura Pedro Manuel Loperena.

Puede continuar leyendo después del artículo relacionado ↓ Artículo relacionado
Cuatro relatos de lideresas que luchan por los derechos de las mujeres

Edilma Loperena, coordinadora de mujeres del pueblo Wiwa, explica que es importante que este delito haya salido de su comunidad porque, en sus palabras, marca un precedente y hace notar algo que no está en su ley de origen. “No están estipulados asesinatos, feminicidios ni violaciones porque nosotros profesamos paz y somos pacíficos”, anticipa.

Según ella, quien estuvo con Anairis en El Barcino, las autoridades tradicionales dijeron que no tenían cómo sostener al joven que asesinó a la niña, “porque este delito no estaba dentro de su poder de juzgamiento ni hay garantías para que esa persona pague dentro del territorio lo que tiene que pagar”, explica Edilma Loperena.

La coordinadora de la Comisión de Mujeres asegura que dentro del territorio esas leyes no están claras para poder hacer un tipo de juzgamiento especial. “Y lo que queda es mucha impunidad así como niñas y familias revictimizadas, porque se tienen que encontrar con el agresor y tienen que compartir espacios con ellos”. Para ella, sí hace falta fortalecer su justicia interna y aplicarla en todo el sentido de la palabra en actos de violencia contra la mujer. “Nosotros no estamos en contra de la justicia propia sino pidiendo que se cumpla”, concluye.

Tres habitaciones para el restablecimiento de derechos

Para tener una cifra exacta de casos de violencia contra la mujer y contra niños y niñas, la Comisión de Mujeres Wiwa necesita compilar el registro hecho por cada organización que, a su vez, atiende a diferentes comunidades. 

El número de casos está diseminado. La Comisión atiende a 37 comunidades de la Organización Wiwa Yugumaiun Bunkuanarrua Tayrona (OWYVT); 12 comunidades de la Organización Golkushe Tayrona (OWGW) y nueve del lado de Campo Alegre. De esta manera, se requiere que cada una de las organizaciones tenga un juicioso registro en el tiempo de las casi 60 comunidades que se asientan entre los departamentos de Guajira, Cesar y Magdalena.

También se requiere trabajar de manera articulada con las instituciones que tienen incidencia en estos temas, como es el caso del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar ICBF que, según Anairis Loperena, presenta muchas falencias para prevenir y acompañar. 

“Nosotras llevamos los casos de nuestras comunidades al ICBF y no prestan la atención necesaria a nuestras víctimas”. Además de ese racismo estructural, dice la comisionada, sus hogares se han vuelto centros de restablecimiento de derechos, incluso para recibir niñas y mujeres que han sido violadas. Por eso piden como mínimo tres salas del Instituto que se puedan adecuar para atención a población indígena.  

Según un funcionario del ICBF consultado por Consonante, la poca atención prestada responde al cumplimiento de la Ley 2126 que dicta disposiciones a las Comisarías de Familia de facilitar, ampliar y garantizar el acceso a la justicia por medio de la atención especializada e interdisciplinaria, así como para prevenir, proteger, restablecer, reparar y garantizar los derechos de quienes estén en riesgo, sean o hayan sido víctimas de violencia por razones de género en el contexto familiar.

La comisaria de familia seccional Mildred Yulitza Manjarrés dijo a Consonante que no tenía conocimiento sobre este caso y que era más probable que la policía municipal estuviera al tanto. 

Para las mujeres que descendieron con el cuerpo de la niña, el papel de la policía desde Atshintujkua hasta San Juan del Cesar fue salvaguardar la vida del asesino, “porque era obvio que lo iban a matar; él mató a una niña indefensa”, dice Edilma Loperena. 

Hay unos valores, sin embargo, que el Estado no va a poder inculcar como el de volver a sentir amor, eso concluye Pedro Manuel desde la Comisión de DDHH. “Eso hace falta ahora y será competencia de las autoridades indígenas, de los abuelos, sabios y sabias: enseñar a querer, que ha sido algo natural”.

Pedro Manuel Loperena, comisionado de DDHH de la Organización Wiwa Yugumaiun Bunkuanarrua Tayrona (OWYBT).

Pese a que dentro de la adopción de medidas para la protección a mujeres está el auto 092 de 2008, emitido por la Corte Constitucional, y en este se apoyaron las del pueblo Wiwa para hacer pedagogía en contra de la violencia hacia las mujeres, la comisionada Anairis Loperena cree que es insuficiente para garantizar lo que las comunidades llaman ‘el buen vivir’.

Para las y los afrodescendientes del pacífico colombiano, así como para los pueblos indígenas, el concepto del ‘buen vivir’ implica imaginar otras formas de convivencia política que impliquen el respeto por los ecosistemas y los territorios ancestrales y que promuevan la dignidad de las comunidades para que un futuro plural tenga cabida.

Puede continuar leyendo después del artículo relacionado ↓ Artículo relacionado
El aborto para las indígenas: entre el estigma en sus pueblos y la autonomía del cuerpo

La Comisión de Mujeres Wiwa viene trabajando en la instalación de una ruta de atención que funcione de la misma manera en todos los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta. “Porque muchas veces cuando suceden estas cosas en el pueblo Arhuaco, esa persona que comete un delito viene para el pueblo Wiwa y viceversa. Lo mismo pasa con el pueblo Wiwa, que se va para el pueblo Kankuamo. Por eso estamos trabajando en una sola ruta en cabeza del Cabildo”, concluye Anairis Loperena.

Hoy admiten desde la Comisión que aun con la ausencia de cifras es posible decir que la violencia contra la niñez alcanzó los mismos índices de la violencia contra la mujer e insisten, Anairis y Edilma Loperena, en que el pueblo Wiwa necesita generar conversaciones importantes al interior.

Por su parte, el comisionado de derechos humanos reconoce la importancia de revisarse hacia dentro pero añade que hay unos valores que el Estado no va a poder inculcar como el de volver a sentir amor. “Eso hace falta ahora y será competencia de sabios y sabias: volver a enseñar a querer, que ha sido algo natural”.

La vereda Guaduas conecta al Chocó con el suroeste de Antioquia y Risaralda, además algunas de sus trochas conducen al departamento de Caldas. Este ha sido un punto estratégico altamente afectado por el conflicto armado entre 1996 y 2008 (en el año 1998 se recrudeció por acciones por parte del Ejército Revolucionario Guevarista y grupos paramilitares, y la vereda quedó desolada). 

Ha sido un lugar en el que sus pobladores han sido víctimas de desplazamientos forzados masivos, despojo y abandono, lo que se tradujo en ausencia de políticas sociales del Estado y en deterioro de la infraestructura comunitaria. Por eso, entre las necesidades de la gente, siempre ha estado una vía de acceso.

Las familias que han retornado a la vereda, sin ningún acompañamiento, emprendieron la misión de seguir exigiendo las condiciones adecuadas que permitan no solo su movilidad, también la de su producción agropecuaria y forestal y, con ello, avanzar en propuestas de turismo comunitario y en el repoblamiento de lo rural. 

María Fernanda Vélez, lideresa de Guaduas y delegada de la Junta de Acción Comunal (JAC) ante Asocomunal, cuenta que una de las problemáticas que les motivó a luchar por mejorar su vía de acceso fue la dificultad para sacar sus productos para la venta: “una vez, en la vuelta del muñeco, el carro de don Héctor se quedó sin frenos y casi nos matamos con el cargado. Además hemos perdido negocios porque los carros grandes de las empresas no entran a la vereda por las malas condiciones de la vía y algunos puntos muy estrechos”.

La lideresa explica que el proceso comenzó desde el periodo 2014 - 2018 cuando Liliana Montoya era presidenta de la JAC. Con el apoyo de Agroecotur —la asociación agropecuaria y turística, creada a través del proceso de reparación colectiva y acompañado por la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas (UARIV)—, radicaron un oficio en nueve instituciones estatales, entre ellas el Ministerio de Transporte.

Las respuestas a dicha petición corroboraron que la vía era y sigue siendo responsabilidad de INVIAS y que, por tanto, la Administración Municipal debe informar a la comunidad sobre su comisión y la posibilidad de cofinanciar las obras. Pero esa socialización es escasa.

Las estaciones de esta lucha 

Dice Marcela Sánchez, exsecretaria de Agroecotur y una de las coordinadoras de la plataforma del campesinado, que la motivación para que la comunidad contactara directamente a INVÍAS nació por un episodio crítico: “las quebradas La Cristalina y La Babosa presentaban muchos problemas más o menos desde 2019. Un día se crecieron, hubo varios accidentes de personas en motos, los carros no pasaban, hubo derrumbes y hasta una avalancha”.   

Como resultado de ese primer oficio, y ante la constante presión de la comunidad para que la Alcaldía cumpliera su papel, se reunieron por primera vez INVÍAS, Planeación Municipal y delegados de la vereda. En esa ocasión, el ingeniero Janier Salas manifestó que a pesar de que la carretera contaba con 26 kilómetros en total —desde el puente de Los Sánchez—, solo se había contratado 15 kilómetros con INVÍAS.

Aunque la comunidad de Guaduas logró exponer los puntos críticos, según información de María Fernanda Vélez, ni INVÍAS ni la Administración Municipal levantaron un acta oficial de esa reunión. En su lugar, la Junta de Acción Comunal levantó el documento a mano alzada pero sin la firma de los funcionarios.

“Ese día tanto los presentes de la Alcaldía como el ingeniero de INVÍAS iban sin un solo papel en qué anotar. Únicamente tomaron algunas fotos y si la JAC no insiste en la construcción del acta, no hubiera quedado evidencia alguna de la visita, porque después tampoco entregaron nada”, dice a Consonante María Fernanda Vélez y agrega que este tipo de acciones generan desconfianza hacia el Estado, además de esperar su inoperancia a la hora de brindar soluciones reales a las comunidades.

En 2021 la comunidad sostuvo otra reunión con la Alcaldía, algunos miembros del Concejo y la Gobernación en Quibdó. Esta tuvo el propósito de avanzar en la obtención de recursos para la adecuación de la vía, exponer los pocos avances de INVÍAS y radicar un oficio más en el que se solicitó a la Gobernación la adecuación del tractor de la comunidad, con el propósito de que la JAC y la asociación hicieran los arreglos de cunetas y otras adecuaciones. De esta solicitud hubo respuesta oficial en la que indicaron que no son responsables de brindar esa atención.

Durante la presidencia de Ángel José Rentería en la JAC y con el apoyo de Agroecotur la comunidad logró que fueran destinados unos recursos que serían operados por la Organización Alianza para el Clima. Esta, junto a la Alcaldía y sumado al trabajo colectivo, cooperó a construir el puente en la Quebrada de La Cristalina, uno de los puntos más complejos de la vía y el que permite el acceso al centro poblado de la comunidad. Además, recibieron la donación de un puente metálico que antes estaba en la vereda La Arboleda.  

En este mismo año INVÍAS realizó una nueva visita: “La hizo Janier Salas, en donde elaboró los documentos de planeación de lo que sería toda la intervención de la carretera y, después de la visita, envió los documentos a la JAC”, indica Marcela Sánchez.

También hubo plantones

En el año 2022 la comunidad hizo una movilización sobre el puente de Los Sánchez, durante tres días, después de un derrumbe que dejó incomunicada a la comunidad durante dos semanas. Días después, el INVÍAS realizó una nueva visita que generó expectativas positivas en la comunidad.

Para la lideresa Marcela Sánchez lo que detonó el primer plantón fue el desastre natural por el sector de La Leona sumado al  silencio institucional. “Llevábamos dos semanas y no había solución porque la Alcaldía decía que la mina iba a prestar  una máquina de oruga, pero que no tenían cómo moverla. El consorcio que estaba tenía cama baja para moverla pero diariamente decía que no la tenían disponible hasta que, a lo último, tomamos la decisión de salir a un plantón”, dice Sánchez. “Ahí fue donde logramos que INVÍAS se comunicara vía telefónica y, después de que levantamos el plantón, a la semana siguiente INVÍAS hizo otra visita en la que pensamos que iba a intervenir”, agrega.

Puede continuar leyendo después del artículo relacionado ↓ Artículo relacionado
“La mina no se va, hay que sostenerla y tratarla como familia”: alcalde de El Carmen de Atrato

El 20 de septiembre del mismo año la Secretaría de Planeación Departamental ofició a INVIAS solicitando la inclusión de los 25 kilómetros de la vía de Guaduas en el programa de actualización de los planes viales propuestos por el Ministerio de Transporte. 

Sin embargo, en la última visita realizada por INVÍAS, el 25 de enero de 2024, nuevamente necesitaba revisar los puntos a intervenir e indicó que solo reconoce 15.5 kilómetros en su red vial.

El segundo plantón llegó en mayo de 2023, en el mismo punto, pero esta vez reclamando la intervención con obras como box culvert (una estructura subterránea de concreto que permite la canalización y el paso de agua de lluvia o de ríos pequeños por debajo de vías de tráfico, carreteras o cualquier otra superficie) y algunos muros de contención en puntos críticos, teniendo en cuenta que el tema de los puentes se había logrado subsanar.

Ese mes la comunidad recibió el certificado de disponibilidad presupuestal de 1.500 millones, además de recursos para la intervención y la interventoría. Fue informada, también, de que el convenio debía salir a licitación para encontrar el contratista.

Solo hasta el 24 de enero de 2024 INVÍAS se comunicó con Asocomunal para informar que realizaría una visita con el propósito de dar inicio al convenio. Esa visita ocurrió al día siguiente, el 25 de enero, con el acompañamiento del presidente de la JAC y un maestro de obra para verificar nuevamente los puntos críticos de intervención. 

A pesar de que el ingeniero dijo a la comunidad que podía hacer una priorización sobre cuáles eran los puntos donde se debía intervenir primero, a través de un listado, aún no se tiene claridad acerca de los alcances del convenio y la comunidad envió un oficio a la Dirección Territorial de Chocó indicando los puntos que INVÍAS no destacó.

La comunidad de Guaduas también afirmó que no está de acuerdo con la construcción de placa huella por los altos costos y a través de un comunicado expresó su preocupación: “Nos permitimos dirigirnos a ustedes con el fin de hacer respetar la voluntad de la comunidad, manifestada en reunión el día sábado 3 del presente mes, donde se llegó al acuerdo: debido a que la comunidad ya construyó los puentes, el dinero que invias tenía para estos debe ser utilizado en las obras de drenaje y box culvert. Solo aceptaremos las obras que la comunidad le exigió a INVÍAS para que sean ejecutadas. Rechazamos rotundamente que nuestro dinero sea utilizado en placas huellas”.

El 3 de febrero de 2024 la JAC de Guaduas se reunió para llegar a acuerdos de revisión en la intervención y se acordó inscribir la veeduría ciudadana con cinco miembros de la comunidad en la personería municipal. El 5 de febrero tuvo lugar una reunión con el alcalde Jaime Arturo Herreray el 10 de febrero acordaron que las obras iniciarán en la parte más alejada de la vía de acceso inmediata. La comunidad espera que así sea.

Puede continuar leyendo después del artículo relacionado ↓ Artículo relacionado
"El puente está quebrado": la comunidad de Guaduas sigue esperando un paso digno para su vereda
Artículo relacionado
“Ambientalmente la mina no va a pasar como Pedro por su casa”: alcalde de El Carmen de Atrato
Artículo relacionado
Habitantes de Guaduas denuncian mal estado de la vía de acceso a la vereda
Artículo relacionado
La vía a Guaduas, un problema de nunca acabar
Artículo relacionado
Jaūriperabu: la enfermedad del susto

El personero es el funcionario público que vela por la protección de los derechos de una comunidad y vigila a la administración local. Es, también, quien debe promover la transparencia de la ejecución del presupuesto público y la creación de las veedurías ciudadanas. Su elección es una tarea del Concejo municipal y debe hacerse de forma pública a través de un concurso en el que, se supone, debe ganar el mejor calificado.

El proceso comienza a partir de una convocatoria en la que se presentan universidades de todo país. La institución que cumpla con todos los requisitos exigidos por la ley es la contratada para realizar el concurso de méritos. De ese concurso, se elige una terna sobre la que el Concejo decide quién será el personero.

A más tardar el 10 de enero del mismo año en el que empiezan los períodos de Concejo y Alcaldía tiene lugar ese mecanismo pero en San Juan del Cesar hay irregularidades.

El retraso en la elección

En 2023, el entonces presidente del Concejo, Eduardo Mendoza,  firmó un contrato con vigencia de cinco meses por un monto de 4,2 millones de pesos con Orlando Gregorio Seoanes, representante legal de la Universidad Popular del Cesar (UPC) y quien se desempeñó como vicerrector administrativo de esa institución.

El cronograma propuesto por la universidad, que iba desde el 17 de julio hasta el 10 de enero, estaba marchando y los avances eran públicos en la página web del Concejo. Pero, el 23 de diciembre, el contrato fue revocado por medio de la resolución 077.

Según el exconcejal Leonardo Gamez, la UPC se declaró impedida. “El proceso se cae, la mesa directiva del Concejo nos notifica que la universidad, en cierto punto, se declara impedida por problemas internos. Es por esto que el Concejo da por terminado de manera bilateral el contrato que se había realizado”.

Según un reportaje de Caracol Radio que retrata lo sucedido en el municipio de Corozal, Sucre, el vicerrector Orlando Gregorio Seoanes firmó contratos con más de 30 municipios para apoyar el proceso de escogencia de personeros sin contar con la autorización del rector, Rober Romero Ramírez. 

En un comunicado del 9 de enero de 2024, la universidad asegura que no ha autorizado la ejecución de contratos ni convenios relacionados con el concurso público de méritos para la selección de personeros. “Por lo tanto, no se validará ningún proceso que se haya adelantado utilizando el nombre de la Universidad Popular del Cesar”, dice la publicación formalmente. 

Aunque desde Consonante intentamos comunicarnos con el rector de la universidad, Romero Ramirez, para conocer más detalles sobre este caso, al momento de publicar la historia no contestó llamadas ni mensajes. 

El exconcejal Gámez, por su parte, asegura que no hubo pérdida de dinero público (detrimento patrimonial) porque no hubo anticipos y el cobro total del dinero estaba pactado para girarse cuando finalizara el proceso.

Empezar desde cero

Al Concejo entrante le corresponde iniciar de nuevo el proceso de elección. Lo está haciendo mediante una resolución emitida el 19 de enero con la que invita a las universidades e instituciones de educación superior, públicas o privadas, y a entidades especializadas en procesos de selección laboral, a presentar propuesta para el concurso de méritos de escogencia del personero. 

Pese a que el cronograma de la resolución indica que desde el 22 de enero se publicó la invitación y que a partir del 8 de febrero se daría a conocer la entidad a la que se le adjudicaba; no ha sido así. El cronograma ha empezado a correrse. Por ejemplo, la adjudicación del contrato quedó para el 12 de febrero porque la mesa directiva del Concejo argumentó que, por “fuerza mayor”, tuvo retrasos

Ricardo Zuluaga Gil, experto en división Político-Administrativa de Colombia, explicó que ese proceso puede tardar entre dos y cuatro meses: “Como es un concurso abierto, se pueden presentar muchos candidatos. Hay municipios en los que hay hasta 700 aspirantes, y luego viene el proceso de impugnaciones y revisiones. Por bien que les vaya, son dos meses”.

Lo que sigue

La actual personera va hasta el último día del mes de febrero. A partir de entonces, al Concejo le corresponde nombrar un personero encargado porque la Personería no se puede quedar sin el funcionario que la encabeza. 

El Concejo ha dicho que la única institución que se postuló a la convocatoria fue el Instituto Nacional de Formación Técnica Profesional (Infotep) de La Guajira. Aunque el proceso de elegir personero se ha planteado como un concurso de méritos en el que las instituciones de educación superior tienen un papel importante, sigue siendo un proceso que tiene los ojos encima y que, en ocasiones, es cuestionado.

“Se supone que se trata de un concurso de méritos para que sea un proceso más transparente pero, muchas veces, quien termina elegido es el candidato cercano al alcalde, el que le conviene o por el que hizo lobby y le interesa que no le pise los talones en su gestión”, dice Zuluaga a consonante, refiriéndose a que el control disciplinario o la vigilancia del funcionario sea más suave con el alcalde de turno.

Zuluaga agrega que los cuestionamientos son de lado y lado. Por ejemplo, dice que hay Concejos que ponen requisitos amañados para beneficiar a determinado candidato, así como universidades que también juegan en esos espacios políticos. 

“Las universidades tienen cierto margen de maniobra para calificar, entonces, lo que hacen algunas, es que entran en contacto con el político que está manejando el proceso y quitan, suman o asignan determinados puntajes o no validan ciertas credenciales para beneficiar o perjudicar a un aspirante. Eso lo hacen, por ejemplo, a cambio de dinero”, explica.

Por eso la elección del personero es un proceso largo y lleno de suspicacias que, al menos en San Juan, inquieta a la ciudadanía. 

A inicios de febrero empleados del Hospital San Agustín de Fonseca protestaron frente a la sede del Banco de Bogotá para exigir respuestas sobre las cuentas del centro de salud. La movilización fue la respuesta de los trabajadores al retraso del pago del salario del mes de diciembre.

Este es un capítulo más de la confrontación por el liderazgo del hospital entre el asignado por la alcaldía anterior y el nombramiento del actual alcalde, Micher Pérez. La disputa ha generado preocupación entre los empleados de la entidad frente a sus salarios, contratos y la sostenibilidad financiera del hospital. 

“Soy madre cabeza de hogar y no he podido matricular a mi hija en el colegio — dijo Eyelis Barrera, una de las enfermeras que protestaba frente al banco —. No es sólo la matrícula, hay que comprar listas, uniforme, zapatos. Las neveras de las casas están vacías y varios no tenemos ni para pagar la seguridad social”. 

La enfermera asegura que junto con sus compañeros han exigido respuestas para saber qué pasa con el pago de sus salarios porque, hasta el momento, no entienden si las cuentas están bloqueadas o no, y quién fue el responsable de esto. “Pero todo el mundo se lava las manos”, agrega.

Al retraso de los pagos de los salarios y a la inestabilidad que genera la pelea por la gerencia se suma la renuncia de cuatro de los ocho médicos de urgencia. La noticia llevó a especulaciones sobre una posible crisis que, aunque parece cercana, aún no se materializa en falta de insumos ni en la interrupción del servicio de salud.

Consonante visitó la entidad y habló con personal asistencial y administrativo. 

De puertas para dentro

La coordinadora del área de Urgencias, Arlettis Gómez, asegura que de los cuatro médicos que renunciaron lograron convencer a dos para que, en sus palabras, continúen en la batalla por unos días. “En ningún momento ha faltado la atención. Incluso, cuando el hospital sólo contaba con cuatro médicos para esta área, el servicio fue continúo”, anticipa.

Consonante visitó el área y constató que el servicio se estaba prestando con un sólo médico, cuando normalmente hay dos. Debido a esto, el tiempo de espera entre los pacientes que requieren atención ha incrementado. Para los ocho que estaban en sala, la espera fue de entre 15 y 20 minutos. Aunque funcionó con normalidad, esa es la capacidad de respuesta de la entidad ante un número moderado que solicita atención. Pero no siempre el panorama es ese. 

“Nos preocupa lo que viene —dice Gómez—. En el momento sólo tenemos tres balas de oxígeno que alcanzan para una o dos semanas. Una de esas balas se usa en la ambulancia y, por el momento, de las tres ambulancias que tenemos sólo una está funcionando por el tema del combustible; las otras dos están detenidas por falta de mantenimiento”. 

El oxígeno es clave, por ejemplo, al momento de atender un paciente con covid, un infarto u otra afección respiratoria que haga indispensable el suministro de este producto. También lo es al momento de trasladarlo a otra entidad, ya que las ambulancias deben contar con, mínimo, una bala de oxigeno. 

Frente a los insumos médicos el hospital tiene capacidad para surtir al personal asistencial por los próximos dos meses sin necesidad de comprar a proveedores. Así lo contó un funcionario administrativo que lleva varios años trabajando en la entidad y la conoce al detalle, pero que prefiere no ser nombrado para evitar tensiones. Lo que dijo fue corroborado por Consonante que visitó las bodegas de la entidad.

El mismo funcionario declaró que los pagos de los trabajadores no están bloqueados, sólo que no ha llegado la fecha en que normalmente se cancelan. Y Arlettis Gómez, quien lleva ocho años vinculada, confirmó que los pagos del mes de diciembre se efectúan entre el 10 y el 19 de enero, por lo que hasta el momento hay un retraso real de 11 días hábiles. Aseguró, sin embargo, que es la primera vez que se presenta un evento así. 

El funcionario también afirmó que el hospital está al día con los servicios públicos, desmintiendo un posible corte de la energía o del internet. Y, frente a los rumores de que la empresa Coovig —que prestaba servicios de vigilancia en el hospital— se retiró por falta de pago del último mes, dijo: “Le adeudan cinco meses de la administración anterior y con el retraso de enero son seis. Debido a esto, no renovaron el contrato”. 

Consonante intentó comunicarse con Coovig para conocer su versión pero al cierre de este artículo no brindó una respuesta. También consultamos al Banco de Bogotá para entender lo que está pasando con las cuentas del hospital. 

Aunque empleados aseguran que las estarían bloqueadas, la entidad financiera explicó que desde el 11 de enero el tesorero del hospital solicitó desactivar el usuario mientras se aclara el tema de la gerencia. “Esto debe ser analizado jurídicamente para establecer el paso a seguir”, dijo el banco.

Gómez, por su parte, sigue a la espera de su pago: “Sé que mi derecho es recibir un salario pero también sé que los más afectados sin el servicio son los pacientes, que muchas veces no tienen las condiciones para ir a otro hospital u otro nivel de atención”. Por eso insistió en que quienes están involucrados en la problemática que tiene en aprietos al hospital deben sentarse y buscar la mejor salida posible. “Hay que humanizar esta situación”, dice Gómez. 

Lo que sigue

En esta disputa por la gerencia del hospital San Agustín de Fonseca, considerado por la gente como la “segunda alcaldía” por su presupuesto elevado y el poder político que representa, ya entró el Concejo Municipal.

En la sesión del jueves 1 de febrero, el concejal Rogelio Amaya Flores del partido En Marcha, propuso citar a la gerente encargada del hospital, Kaila Amaya, para que explique lo que está pasando y responda a las preguntas de los concejales en una declaración abierta. A la sesión asistió el alcalde Micher Pérez quien se pronunció frente al caso: “Estoy dispuesto a abrir los espacios necesarios para terminar con esta situación”, dijo.

Hasta ahora el alcalde no ha dado muchas declaraciones sobre lo que sucede en el hospital. Sin embargo, en entrevista con Consonante, dijo que lo que está ocurriendo es una completa violación a los estatutos y leyes que rigen el funcionamiento del hospital. “Ya se instauraron las denuncias ante la Fiscalía, Procuraduría, Supersalud para que intervengan y den claridad”. 

Mientras el alcalde está a la espera de que los entes de control tomen las medidas correspondientes; la esperanza de los trabajadores y usuarios del hospital es que las cuentas puedan moverse antes de que una crisis, funcional y administrativa, toque las puertas y colapsen los servicios que presta.

Fonseca se dispone desde del mes de enero a recibir precarnavales y carnavales por decreto municipal. Con desfiles, comparsas, trajes llamativos y cantos cada año se concentra en la plaza principal el pueblo para hacer honor a lo mejor de sus tradiciones.

En los barrios la época festiva se recibe con equipos de sonido a todo volumen que repiten, año tras año, canciones en las que se puede conocer la historia de un pueblo que ha ido evolucionando pero, en su esencia, quiere conservar su arraigo. 

Los sones Fonseca, Hermosos tiempos, El cantor de Fonseca, Tierra de cantores y Así es Fonseca son una manifestación de eso. Hace más de 50 años estas canciones en las voces de Los Hermanos Zuleta, Carlos Vives, Jorge Oñate y Alfredo Gutiérrez, respectivamente, suenan en cada parranda fonsequera en la que, aunque se oyen varios ritmos musicales, el vallenato es el dominante.

Por el gran reconocimiento que tuvieron y tienen, y por su peso comercial, se volvieron temas musicales emblemáticos en cada temporada de celebración popular y se posicionaron en Fonseca tanto como posicionaron a Fonseca en el panorama nacional. El municipio, además, ha sido fuente de inspiración para muchos y muchas que le han compuesto canciones y las han inmortalizado en escenarios como el del Festival del Retorno y en esta época carnavalera que se avecina. 

En Fonseca hay composiciones que han quedado en el anonimato para el mundo pero no en el imaginario local. El docente Teddy Pérez manifiesta que esto se debe a que en ellas “está reflejada la idiosincrasia de lo que es ser fonsequero y es una demostración clara y precisa de lo que significa el pueblo en su hacer cotidiano”. 

El académico declara que estas canciones no han perdido vigencia, en especial El cantor de Fonseca, del que dice “es un poema épico reconocido por la crítica no solamente por su carácter folclórico vallenato, también literario”, agrega Pérez.

El investigador Abel Medina, por su parte, dice que “cuando Carlos Huertas compone El cantor de Fonseca, este se vuelve un clásico y un modelo para los demás compositores de la región y fue de este que comenzó a surgir El cantor de Valencia, El cantor del Valle, El cantor de Villanueva y así de muchas partes”. Y añade el investigador que los compositores entendieron, a través de esta canción, que había la necesidad de refrendar un pacto de arraigo con su pueblo, en sus palabras, y que estaban en la necesidad de promocionar esos valores agregados del territorio.

Según el médico y compositor Adrián Villamizar, los autores que evocan su terruño lo hacen como una declaración de principios. En otras palabras, expresan con sus letras ‘esto es lo que soy, este es el material del que estoy hecho, esta es la gente a la que pertenezco y me siento orgulloso’. Y es una herramienta cultural que refuerza la identidad. “Lo es porque adondequiera que vaya, siempre verán en mí esto que represento: una bandera, un escudo, no solamente es emblemático para el autor, sino también emblemático para la gente”.

Dice el docente y gestor cultural David Hernández, para introducir las canciones, que “estas cuentan el modus vivendi del Fonseca de ayer, que pertenecen al vallenato tradicional, y que lo ayudaron a que fuese declarado por la UNESCO Patrimonio Material e Inmaterial de la Humanidad”. Son las siguientes: 

Fonseca

Este vallenato inicia diciendo: Allá en Fonseca / donde brilla la luna / entre cardón y tunas / suena un acordeón. Esta canción en ritmo de paseo fue grabada en el álbum Río seco, interpretada por los Hermanos Zuleta en el año de 1974 y es del compositor José María (Chema) Gómez.

El autor de esta canción fue un odontólogo Fonsequero radicado en esos tiempos  en Santa Marta. Con este canto, según las fuentes consultadas, relata la falta que le hace su patria chica y la tristeza que le causa estar lejos de ella enviando ese mensaje a todo el que está lejos de su tierra.

En otro de sus fragmentos dice: Canta la vida / de un pueblo y sus montañas / llanuras y mujeres / de noble corazón. / Cuando estés triste / cántale a tu tierra / así darás a ella / grata contribución.

Hermosos tiempos 

Yo me crié en una región / de verdes cañaverales / de gemido de trapiches / y relinchos de caballos. /  Y de muchachas bonitas / cual tardes primaverales, / tierra alegre, acordeón de fiesta y riñas de gallos. 

Con letras melancólicas y una melodía cautivadora, la canción evoca recuerdos de momentos felices ahora lejanos. Su compositor es Carlos Huertas Gómez y con la letra expresa la esperanza de volver a esos tiempos dorados, pero también la resignación ante la realidad actual.  La melodía fue grabada en 1972 en ritmo de paseo y suele ser emotiva transportando a quien la escucha a esos "hermosos tiempos"que ya pasaron.

Hay otro fragmento que dice: En el Fonseca de ayer yo me veo lleno de contento / cantando sus lindas mujeres / sus canciones provincianas. / Es difícil olvidar aquellos hermosos tiempos, / cuando suelo recordarlos / me duele y suspira el alma.

El cantor de Fonseca

Esta canción inicia diciendo: Alguien me dijo de dónde es usted / Que canta tan bonito esa parranda / Si es tan amable tóquela otra vez / Quiero escuchar de nuevo su guitarra.

Es una canción que nace en Santa Marta en el barrio Maria Eugenia después de que a su autor le preguntaran de donde era. La letra exalta la tierra como semillero de grandes cantores y embajadores de este género.

El siguiente fragmento dice: Yo vi tocar a Santander Martinez / ha Bolañito a Francisco El Hombre / ha Lole Brito al señor Luis Pitre / los acordeones de más renombre. 

Soy de una tierra grata y honesta / la que su historia lleva su nombre / yo soy aquel cantor de Fonseca / la patria hermosa de Chema Gomez

La canción es un homenaje a la rica tradición musical de la región, conectando con la identidad cultural y la pasión por el vallenato, generando un himno que trasciende. Grabada por Jorge Oñate y Miguel Lopez en el año 1973 en el álbum cantor de Fonseca pero también grabada por Carlos Vives en 1993.

Tierra de cantores 

Esta canción inicia diciendo: Hoy se nota en la floresta / un ambiente de alegría / y el rumor del Ranchería / es más dulce y sabe a fiesta. / Claro que sí está en Fonseca / el pueblo y San Agustín / conmemorando el festín / de esta tierra de cantores.

Es una canción popular de la música vallenata, interpretada por los Hermanos Zuleta, es un homenaje a Fonseca Guajira, conocida por su rica tradición musical y por ser cuna de reconocidos cantantes y compositores. La letra destaca la pasión y el talento de los habitantes de esta tierra, resaltando su amor por la música y su contribución al folclor colombiano.

La siguiente estrofa cuenta: Hoy se encuentran los retoños / de viejos compositores / surgirán composiciones / como frutos en otoño. / Y en este nuevo retorno / por lo que se trata y dice / el recuerdo de Luis Pitre / enmarcado en lontananza / crecerán con la esperanza / de un pueblo que lucha y vive.

Esta canción transporta a quienes la escuchan a la influencia de aquellos juglares  provincianos de renombre y sus festivales.

Así es Fonseca 

Carlos Huerta, conocido como el original cantor de Fonseca, es el compositor de esta canción que fue grabada por Alfredo Gutiérrez en 1974 para el álbum Dina Luz. Es un vallenato que relata las vivencias y experiencias donde se cuenta la esencia de la cultura transmitiendo un mensaje. Huertas creó esta pieza musical que ha resonado en el público y se ha convertido en éxito dentro del género vallenato.

Inicia diciendo: Soy tan fonsequero / como cualquiera / que así se sienta / porque llevo dentro / de mis entrañas sabor a tierra. / A esa tierra hermosa / donde nacieron mis ilusiones / inspiradas todas / por sus ideales y sus pasiones. 

Transmite un profundo sentido de arraigo y pertenencia a la tierra de origen. Expresa el orgullo y la conexión con las raíces, las ilusiones, los ideales y las pasiones que nacen de esa tierra hermosa. Es un canto a la identidad y al amor por la tierra que nos vio crecer.

Se mencionan nombres de músicos, musas de inspiración y lugares que evocan recuerdos y momentos especiales. La canción parece celebrar la riqueza cultural y musical de esa región, invitando a quienes escuchan a recordar y apreciar todo lo que representa Fonseca en su música, bailes, festividades y vivencias. Es un homenaje a la identidad y a las experiencias compartidas en ese lugar.

Con otro fragmento la canción lo refuerza: Aquel que no recuerde a Fonseca / no ha escuchado en sus acordeones  / el bello son de Carmen Gómez / y el paseo de Bertha Caldera. / No ha bailado con sus morenas / ni ha amanecido en el Hatico / ni ha parrandea’o con tabaquito / en carnaval o en nochebuena.

​​¿Qué crees tú que estos compositores estaban impulsando con sus letras?

Contesta en los comentarios

Más cobertura para la educación superior; proyectos de salud mental; protección de los recursos hídricos y la no explotación minera en Cañaverales son algunas de las peticiones que resultaron de la primera Asamblea Departamental de Juventud. Esta ocurrió en diciembre de 2023 por iniciativa del Consejo y la Plataforma Municipal de Juventud, no del alcalde.

Aunque la Ley 1885 de 2018 contiene el Estatuto de Ciudadanía Juvenil que estipula que las administraciones locales deben celebrar la Semana de la Juventud en el mes de agosto; en San Juan del Cesar se realizó luego de que representantes del Consejo y Plataforma Juvenil se comunicaran con la Secretaría de Gobierno.

Con un documento público que demostraba que había sido aprobado por la administración pasada un presupuesto de $32.431.000, las y los jóvenes del municipio se congregaron a celebrar sus días desde el 13 hasta el 17 de diciembre de 2023 con una serie de actividades: ciclorutas, murales contemporáneos, cuadrangulares de fútbol y vóleibol, fogata por la salud mental y el taller de arteterapia, entre otros, promovieron una agenda para llevar a cabo la Asamblea Departamental de Juventud que rescató sus prioridades.

Tras buscar a la Secretaría de Gobierno insistentemente y exigir la ejecución del presupuesto asignado, cuenta la consejera Sarit Benjumea que hubo silencio institucional. Díaz, por su parte, asegura que tuvieron que meter presión, “recurrimos a la Defensoría del Pueblo pero lo único que se cumplió el año pasado de la agenda juvenil anual fue celebrar nuestra semana”.

“El principal obstáculo siempre ha sido la falta de apoyo de la administración”, corrobora Elías Jiménez, presidente del Consejo, para quien todo lo que se dio en los últimos días de gobierno de Álvaro Díaz demostró, entre otras, las dificultades para cumplir con las agendas como con los roles que voluntariamente asumen. 

“En comparación con otros municipios, nosotros seguíamos en pañales; no teníamos garantías ni un lugar dónde seccionar, siempre dependíamos de la sala de juntas de la Alcaldía Municipal o de la casa del presidente del Consejo”, agrega Izamar Díaz, consejera por la curul de víctimas y actual presidenta de la Plataforma de Juventud.

Así fue como la falta de atención y escucha ocasionaron, en palabras de los consejeros, que tanto la Plataforma como el Consejo se fueran debilitando y no funcionaran como la ley lo establece. De hecho, de quince consejeros que iniciaron, solo permanecían cuatro activos.

La Plataforma, además, estuvo inactiva hasta que a finales de diciembre sus integrantes la reactivaron. Hoy está revitalizada con 13 organizaciones que trabajan activamente por la juventud en el municipio.

La falta de garantías para el buen funcionamiento de estas instancias no solo ha ocurrido en San Juan del Cesar y no es un problema de ahora, esta misma situación pasó en gran parte del país como lo demostró Consonante en una investigación.

Otro posible panorama

Tras 4 años complicados, el panorama parece cambiar este 2024 para el Consejo Municipal de Juventud y la Plataforma. A mediados de enero se reunieron para llevar a cabo la primera Comisión de Concertación y Decisión con el nuevo alcalde, Enrique Camilo Urbina, y representantes de  algunas de las Secretarías. 

De esa reunión, dice Izamar Díaz, hoy presidente de la Plataforma y consejera, que obtuvieron varios logros: “Avanzamos en conseguir un lugar donde podemos reunirnos y seccionar, es decir, tenemos una casa de la juventud”.

Urbina les entregó un lugar para operar donde antes funcionaba el Concejo Municipal de San Juan del Cesar, pero desde hace varios años estaba abandonado. Recibirlo implicó una remodelación y adecuación que fue prometida por parte de la Alcaldía. Sin embargo, también han sido los mismos jóvenes quienes han asumido esa tarea con donaciones de la comunidad en general. 

“Estaba en las peores fachas, pero cada uno lo está levantando, barriendo, lavando y poniéndolo en óptimas condiciones, hemos recibido aportes de mucha gente”, dijo Díaz a Consonante. 

Sarit Benjumea, por su parte, reconoce que el tener una casa ha sido un avance significativo, pero pide que la Administración les brinde un apoyo más consolidado: “Si bien nos entregaron un sitio que está en malas condiciones y que puede restaurarse; para nadie es un secreto que todo necesita recursos y nosotros no tenemos presupuesto para poder sacarlo adelante por nuestra cuenta”.

Los jóvenes  han recibido acompañamiento en la limpieza del lugar con la empresa Interaseo y los bomberos, por gestión de la Alcaldía. Por medio de redes, además, realizan una campaña para recoger insumos que permitan el mejoramiento y adecuación de su nueva sede.

Además de un lugar para seccionar, la juventud logró presentar en esa Comisión a la administración actual su cronograma de actividades y  Enrique Camilo Urbina hizo un compromiso que, según Izamar Díaz, esperan sea cumplido: “Necesitamos un capítulo diferencial y el Alcalde quedó comprometido en asignarlo, pero antes vamos a tener una mesa de trabajo solo para sacar adelante la Política Pública Municipal de Juventud, que es lo más urgente”.

Otro compromiso acordado en la reunión con el Alcalde tiene que ver con elegir un enlace de juventud idóneo. “El año pasado asumí este cargo pero sin recibir un salario y no quiero volver a pasar otro año más ayudando a una persona que ni siquiera leyó el Estatuto”, concluye Díaz.

El alcalde de El Carmen de Atrato, Jaime Arturo Herrera, abre las puertas de su despacho a Consonante después de atender una emergencia en la que cerca de 40 personas perdieron la vida. Toda su atención se volcó al caso, del que afirmaron tuvo que ver la falta de adecuación oportuna de taludes en la vía que conduce de Quibdó a Medellín, a la altura del municipio que hoy gobierna.

“Venimos de una tragedia en la que hemos estado muy ocupados”, corrobora el Alcalde. “Apenas el lunes cerramos operaciones y hemos estado reunidos con ministerios y con la vicepresidencia”. Entre sus prioridades están atender y adecuar con condiciones óptimas vías que lo necesitan y, por otro lado, sacar adelante el hospital municipal. Para el primer proyecto, que ya está aprobado, la Alcaldía destinará 16.000 millones de pesos en pavimentación en el tramo de El Siete a El Carmen. Y para el hospital destinará cerca de 35.000 millones de pesos.

Herrera asegura que el accidente evidenció cómo el hospital de El Carmen de Atrato no cuenta con las capacidades de atención deseables. “Tuvimos que sacar a la gente hacia Antioquia porque no había espacio, no teníamos camillas”, agrega y señala que es preocupante, porque la maqueta del hospital se hizo hace 12 años. 

“Eso tiene que ser ya y hay que decirle al ministro de Salud: mire, tengo fotos de heridos acostados en el suelo porque no teníamos dónde recibirlos. Venga y denos la plata para el municipio porque puede haber otras emergencias en la vía, en el casco urbano, en las veredas…”, relata el funcionario.

El próximo 5 de febrero Herrera promete reunirse con instituciones nacionales facultadas para aprobar proyectos y destinar recursos. Mientras su agenda avanza, dice a Consonante cómo encontró el municipio al que sedujo con sus propuestas en las pasadas elecciones. 

Consonante: ¿Cuál será la prioridad de su gobierno en el primer año y qué resultados espera?

Jaime Arturo Herrera:
Recuperar a la juventud porque hoy el 40 o el 50 por ciento de la juventud en la cabecera municipal se está yendo por el camino de las drogas y el del alcoholismo. Pero la culpa no es de ellos, es de los padres de familia, de los mandatarios y de la autoridad competente. El artículo del menor de edad no sé está aplicando porque si fuera así, no veríamos niños en la calle a las 12 de la noche. 

C.: ¿En qué estado general encontró El Carmen de Atrato?

J.A.H.: Veo un municipio confundido. El parque está lleno de basura. Los ambientalistas parece que sólo tocaran la puerta cuando necesitan un proyecto. Me tocó llegar a lavar el parque, organizarlo, mejorarlo. Pero lo que más me preocupa es el desorden administrativo que encontré y el desorden en tema vial. Tendré una reunión con el Ministerio de Transporte porque vamos a buscar que el tránsito nacional llegue al municipio para organizarlo. Aquí los jóvenes andan como por su casa, tiene más seguro un aguacate hass que una moto. Acá en la cabecera municipal parquean una moto donde se les da la gana. En El Siete ve una mula a la derecha, otra a la izquierda, camiones por todo lado y uno no sabe por dónde pasar. Pero deme una espera y le organizo esto como organicé El Siete, que quité la maleza que ya estaba llegando a la vía. Vamos lento pero vamos.

C.: ¿Cómo lo va a lograr?

J.A.H.: Dándole oportunidades a los jóvenes que nos están pidiendo a gritos escenarios deportivos. Ni en la vereda La Argelia ni en el pueblo de la Memoria Histórica hay escenarios deportivos. En la cabecera municipal está el espacio del Seminario que es puro pasto, como si fuera un potrero. Por eso, como alcalde, he estado hablando con la Diócesis de Chocó para hacer un convenio de transformación para esa cancha. De esa forma vamos a cambiar a los jóvenes el chip del consumo por el de la cultura. 

C.: Además de escenarios deportivos, en el municipio piden atención en salud mental. ¿Qué acciones realizará para cumplir con las necesidades de la gente?

J.A.H.: A La Puria también le estoy proponiendo que en El Seminario se pueda montar un centro de rehabilitación donde hoy hay un espacio que usan para reuniones. Como líder social me gusta ayudar al prójimo, lo hice con tres jóvenes que estaban cansados de las drogas para que se rehabilitarán, pero en Medellín. Por eso pienso que es mejor montar un centro local, con los psicólogos y profesionales de aquí y que quienes ingresen puedan también estar cerca a su familia.

C.: En cuanto a la generación de oportunidades en educación y empleo, ¿qué hará?

J.A.H.: Como concejal, durante dos años, gestioné la universidad que hay en El Carmen. Me daba tristeza ver cómo el señor Jaime Roble se sentaba en esta silla y no ayudaba a los jóvenes ni con lo que costaba la inscripción a la universidad. Nosotros empezamos con cuatro carreras habilitadas y después de que la ministra de Educación vino al municipio, ya se nos aprobó otras dos más. Eso es una muestra de que estoy comprometido. 

También estoy comprometido con el turismo. Muchos carmeleños se van para Bolívar, pero acá hay veredas como Guaduas, La Argelia, La Clara, que se pueden visitar. Un turismo al que le hace falta que el gobierno municipal, departamental y nacional le preste atención.

C.: Su propuesta principal ha sido impulsar el campo y que la economía gire en torno a la agricultura, ¿qué hará para cumplir con esta propuesta y la de turismo, si las vías tanto internas como externas están en mal estado?

J.A.H.: Si en seis meses no pasa nada con la UMATA, la liquido. No vamos a tener cuatro funcionarios sentados que no van a visitar las veredas. En ese caso propongo montar una Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural que nos permita que el presidente Gustavo Petro le invierta al campo Carmeleño. Hoy está totalmente descuidado. Con el gerente de la UMATA estoy planteando montar algo ambicioso; llevo 20 días en el cargo y ya estoy formulando un proyecto de café por 7.000 millones de pesos. Petro y la ministra de Agricultura han dicho que sí hay plata para el tema rural, pero que necesitan proyectos. El mío es el campo porque yo nací ahí, soy campesino. Y cuando miras a la derecha, a la izquierda o al frente ves campo o encuentras caña, café, ganado o truchas.

"Si en seis meses no pasa nada con la UMATA, la liquido. No vamos a tener cuatro funcionarios sentados que no van a visitar las veredas. En ese caso propongo montar una Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural que nos permita que el presidente Gustavo Petro le invierta al campo Carmeleño"

Jaime Arturo Herrera

C.: ¿Cómo va a trabajar con la mesa triétnica que está en el sector de la trocha?

J.A.H.: No conozco el proceso de fondo. Sé que en el restaurante de El 18, que ha sido de los afros, los paramilitares hicieron una masacre y varias personas tuvieron que desplazarse. Ahí el Estado tiene la responsabilidad de indemnizarlos. Estoy esperando que el Ministerio de Interior me convoque a una reunión para conocer en qué va el proceso. Eso lo tendrá que definir un juez de reposición de tierras, yo no tengo nada que ver; lo único que puedo hacer es rodear y querer a los afros como lo hago con los indígenas y los mestizos. 

C.: ¿Cómo va el inicio del PAE y cuál es el estado del inicio de clases en las zonas rural y urbana?

J.A.H.: El pueblo carmeleño debe sentirse muy orgulloso porque el 14 de enero comenzó el PAE. Ese día teníamos la plata e hizo presencia la Ministra de Educación, la vicepresidenta Francia Márquez; la Secretaria de Educación Departamental, la Coordinadora de Educación Municipal. También hay que decir que hace 20 años veredas como La Argelia están pidiendo transporte escolar para los niños. Esa fue una de las cosas que me contaron y pidieron en campaña. Acá decían que no había presupuesto, pero el gobierno enviaba la plata, si la querían embolatar es otra cosa.

 C.: ¿Cuáles son sus propuestas para las mujeres del municipio? ¿Qué pasó con la política pública de mujeres, la casa de la mujer, entre otras?

J.A.H.: Le puedo abrir todas las oficinas y va a encontrar más mujeres que hombres. Eso es una muestra de que estoy comprometido con las mujeres porque ellas sufren mucho. Con respecto a la Casa de la Mujer, el contrato va avanzando y ayer hubo una reunión técnica con los contratistas, pero las cuentas no me dan para lo que se invirtió. Por ahora no puedo asegurar nada porque estoy esperando el informe de ingenieros, técnicos y el jefe de planeación para saber cómo está la obra.

C.: Más allá de la infraestructura de la Casa de la Mujer, ¿qué tipo de espacios o capacitaciones se van a dar en este lugar?

J.A.H.: El primer piso ya viene funcionando. En el segundo piso habrá un auditorio que, tengo entendido, ya está en avances. Ese auditorio no será de la administración, será público, para la comunidad porque acá no hay espacio para reunirnos. Vamos paso a paso, apenas llevo 20 días, déjenme avanzar. De a poco las mujeres me van a invitar, vamos a decir quién es la que va a seguir de presidente este año o los dos años siguientes. Aquí van a tener un alcalde que quiere a sus mujeres, que no las va a vetar porque yo si las veto, veto hasta a la mujer mía. Y entonces, ¿en qué estamos?

C.: Los principales empleadores en el municipio son la mina y la Alcaldía, ¿Cuál es su propuesta para generar más opciones de trabajo en el municipio?

J.A.H.: Administrando uno encuentra que todo lo dejaron amarrado, porque aquí hay mucha gente que está por concurso. Los que yo nombre fueron jefes de Gabinete, no más fueron seis, y la persona representante de víctimas. De resto, ayuda del gobierno departamental pidiéndole a la gobernadora Nubia Carolina Córdoba abrir las puertas para generar empleo. Acá la gente decía que iba a traer a todos los negros de Quibdó y aquí está toda la nomina carmeleña. ¿Cómo iba a traer una nómina de otros municipios? Primero hay que darle posibilidades a los de la casa porque si yo no comienzo con la casa, entonces, ¿en qué estamos?, ¿cuál es mi esperanza?, ¿para quién es la esperanza?, ¿para la gente de afuera o para la gente del pueblo?

C.: ¿Cómo es su relación con la gobernadora Córdoba Curi?

J.A.H.: Tenemos la mejor relación… tanto que impulsamos el trabajo de la tragedia del sector del 17 y lo enfrentamos los dos. Creo que la comunidad carmeleña y chocoana se siente orgullosa de las 300 personas que trabajamos ahí. ¿Sabes cuánto costó para mí? Para mí no fue plata, para mí fueron 40 muertos; la tragedia más grande que ha habido en El Carmen de Atrato y en el Chocó. Volviendo a la Gobernadora, estamos trabajando unidos para el desarrollo. Estoy esperando que ella me dé un espacio en su agenda para llevar unas inquietudes e ir definiendo. 

C.: Miner S.A tiene una deuda con la nación y funciona con la licencia de explotación vencida, pero también es una empresa poderosa en el municipio, los últimos tres alcaldes han trabajado ahí y tiene una amplia influencia social. ¿Cómo será la relación de su gobierno con esta empresa?

J.A.H.: A la mina hay que tenerla porque es la fuente de empleo del pueblo. Genera 1350 empleos entre directos e indirectos, pero no voy a recibir migajas. A la mina hay que tratarla con seda, hay que dialogar y decirle: ‘aquí hay una deuda con El Carmen, con los niños, con el pueblo’. Voy por cosas grandes, no para mí sino para el municipio que lo necesita. Hay que hacer algo macro para que cuando esto se acabe (la mina o los recursos) no vaya a quedar un pueblo fantasma. No es una hoja de zinc o 10 varillas de hierro, no, este es el proyecto que necesita el pueblo. La mina no se va, hay que sostenerla y hay que tratarla como familia. Como empresario que soy no voy a acabar la mina, tenemos es que ponernos de acuerdo en que las utilidades queden en El Carmen y hagan cosas por el pueblo. Lo que hay que preguntarle al último mandatario es: ¿y dónde quedó la plata?

"Como empresario que soy no voy a acabar la mina, tenemos es que ponernos de acuerdo en que las utilidades queden en El Carmen y hagan cosas por el pueblo"

Jaime Arturo Herrera

C.: ¿La licencia se va a renovar?, ¿qué hará su administración?

J.A.H.: Ese tema tampoco lo conozco, pero allá está pegado el que dice si la puede renovar o no. Eso le corresponde al presidente Petro, el jefe máximo. Yo solo soy un carmeleño más. Es el ministerio de Minas y Energías el que da el aval.

C.: En su programa de gobierno habla de fortalecer las organizaciones de base en el municipio. ¿Cómo piensa hacerlo?

J.A.H.: Primero tenemos que reunirnos con las Juntas de Acción Comunal para que me cuenten cómo va el proceso y en qué los puedo apoyar. Como ellos están comenzando apenas, no tienen plata y entonces, ¿de quién se pegan?, de la Administración. Nos dicen que necesitan ir a Bogotá a poner un proyecto, los apoyo. Si como Asocomunal consiguen un proyecto de 4.000 millones que necesitamos para una placa huella en La Argelia, yo los felicito porque eso trae progreso, viene más turismo y la comunidad se va a sentir más segura. Me he retratasado para ir a visitarlos por la tragedia del kilómetro 15, pero tengo que ir a todas las veredas con el secretario de Planeación para preguntarles cómo va el proyecto, qué les hace falta, en qué ayudo. 

C.: ¿Cuál es el presupuesto de la alcaldía y en qué se va a destinar?

J.A.H.: Tenemos 19.000 millones de pesos y la mitad se la llevan las EPS. Nos quedan unos 10.000 millones. ¿Qué hago con 10.000 millones de pesos? Lo que le he propuesto a los carmeleños es que recen mucho por mí a ver si consigo dos o tres proyectos para el municipio para traer plata y progreso.

C.: Nos dijo que hay contratos amarrados, cuéntenos…

J.A.H.: Hasta el 31 de diciembre, no dejaron contratos amarrados, pero sí las cuentas vacías. No he firmado contratos, apenas los de los jefes de Gabinete porque es una orden. No me he robado una sola puntilla y el Personero ya me ha mandado unos 50 requerimientos. Pero pa’ eso le pagan, pa’ que vigile al alcalde. Voy a seguir trabajando honradamente por el pueblo. Del presupuesto queda lo que llega cada mes. Este mes llegaron 700 millones de pesos y hay que repartirlos con los pueblos indígenas, las veredas, la educación, el deporte. Díganme, ¿cuánto me queda para el funcionamiento? No encontré ni cafetera. El alcalde anterior no me pudo entregar el documento del empalme, apenas lo recibí ayer. Hay cosas que me entregaron, pero también muchas cosas que borraron los funcionarios públicos. Puedo decir que la señora Greicy, que era la jurídica, borró todo. Ahí no encontramos nada. Encontramos una administración muy desordenada y con los funcionarios que tenemos vamos a tratar de organizar estos seis meses que no es fácil.

Desde la firma del Acuerdo de Paz los Antiguos Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (AETCR) han recibido capacitaciones en diferentes áreas. Muchas de estas relacionadas con trabajos audiovisuales ya que excombatientes, principalmente mujeres, se inclinan por la realización documental desde las filas guerrilleras. 

Después de siete años de reincorporación y procesos formativos, el equipo de comunicaciones de Pondores en Coompazcol, la cooperativa de los firmantes de paz, fundó una productora de cine comunitario bautizada Cañahuate producciones.

Conformada por excombatientes, personas de la comunidad de acogida y migrantes venezolanos, esta productora se lanzó el pasado 16 de enero en el corregimiento de Conejo y reunió alrededor de 300 personas, tanto del territorio como de distintas partes de La Guajira.

Aunque empezó dedicada a la gestión audiovisual exclusivamente, Cañahuate producciones es el resultado de un año de formación con la escuela y productora audiovisual, Historias en Kilómetros, un laboratorio de la industria del cine alternativo que forma a equipos en regiones apartadas de Colombia y el mundo.

Esta es una oportunidad que le aporta a la reincorporación social y económica de los excombatientes ya que, a partir de la capacidad instalada, el equipo toma decisiones creativas y editoriales.

El evento contó con la presencia de la primera dama del municipio, Yenis Gamez Molina, quien se puso a disposición para apoyar las actividades culturales que aporten a la reconciliación en el territorio, además resaltó la importancia de las actividades culturales en el municipio: “Esto es interesante porque refleja algo importante de la cultura y el acercamiento a las comunidades con alegría, dejando una enseñanza”, dijo Gamez Molina a Consonante. 

La función comenzó en voz de Alcides Manjarrez y su escuela de piquería y continuó con la proyección de cuatro cortometrajes. Los tres primeros fueron documentales sobre las madres comunitarias de Conejo; los siete años del Acuerdo de Paz y un homenaje en vida al exponente y gestor Manjarrez.

El cuarto producto fue un cortometraje de ficción basado en la resistencia de los pueblos en contra de los proyectos de multinacionales mineras. Todas las exhibiciones resaltan las problemáticas del territorio y cada comunidad protagonista estuvo presente para verse en la pantalla gigante.

Daniela Uriana, una joven migrante que vive hace cuatro años en el AETCR de Pondores, cuenta que ha venido trabajando con excombatientes en los distintos proyectos de la comunidad y asegura que hacer parte de Cañahuate producciones ha sido fundamental para su integración en el extranjero: “el cine comunitario es muy hermoso. Con él puedes dar a conocer todas esas historias que están pasando en tu territorio y cumplir un sueño, a pesar de las dificultades de ser migrante”.

Durante la ceremonia la recién inaugurada productora hizo la invitación a los jóvenes de Conejo y de las comunidades visitantes a vincularse con la iniciativa de contar historias. Además, Historias en Kilómetros anunció que, luego de la presentación de los cortometrajes a las comunidades protagonistas de las grabaciones, los proyectos audiovisuales concursarán durante un año en festivales de cine comunitario nacionales e internacionales para luego ser públicos por redes sociales.

“También estoy muy contenta con que la mayoría de asistentes fueran niños y jóvenes, porque nos da la esperanza de que las futuras generaciones no dejarán morir el cine”.

Daniela Uriana

Uno de los asociados de Coompazcol e integrante de la nueva productora, Diego Gutiérrez, expresó que decidieron incursionar en el mundo del cine porque es una actividad que está relacionada directa o indirectamente con la construcción de paz y considera exitoso el proceso, ya que tuvieron buena recepción: “La aceptación en el territorio ha sido excelente; nos apoyaron y dejaron que nosotros contáramos sus historias porque saben por qué lo hacemos”.

Además, Gutiérrez cree que esta es una oportunidad que le aporta a la reincorporación social y económica de los excombatientes ya que, a partir de la capacidad instalada, el equipo toma decisiones creativas y editoriales y difunde los intereses comunitarios que muchas veces los medios tradicionales no evidencian. En ese orden, el realizador agrega que lo más valioso del ejercicio formativo fue la horizontalidad con que fueron instruidos para continuar con un camino que ya han andado.

“Para la construcción de paz tenemos diversas acciones que adelantamos individualmente pero esta es una forma de trabajar en un nodo articulado y sabemos que a través del cine hay cómo evidenciar lo que hacemos territorialmente”, dijo Gutiérrez.

cross