Ilustración: Camila Bolívar
Chocó Entrevista

“¿Es mejor ser invisible o un objetivo militar?”, se pregunta una lideresa chocoana

En el 25N, Día internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres, y en medio de una creciente violencia de género en el departamento del Chocó, Consonante entrevistó a la lideresa Sharon Ochoa, quien está convencida de que en las mesas de diálogo entre actores armados hacen falta mujeres.
¿Cómo se hizo este trabajo?
La Ruta Pacífica de las Mujeres es un movimiento feminista que trabaja por la tramitación negociada del conflicto armado en Colombia. A este pertenecen varias iniciativas que activan diálogos vigentes de género en los diferentes contextos del país. La Organizacion De Barrios Populares Del Choco - Obapo es una de ellas y hablamos con su representante legal.

Las mujeres de Quibdó sobreviven entre denuncias diarias de violencia doméstica, aumento de feminicidios, circulares con amenazas de muerte, desplazamiento forzado y males colaterales de la guerra territorial. Tan solo hoy, en la conmemoración del día internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres, asesinaron a Ingrid Yulieth Palacios en el sector La Playita. 

El panorama, sin embargo, es menos grave que el de hace dos meses cuando circuló un panfleto que amenazaba de muerte a más de 27 mujeres de la capital chocoana. La lista, conocida como el ‘plan feminicidio’, fue enviada por paramilitares y produjo un éxodo silencioso de lideresas.

La Defensoría del Pueblo emitió una alerta temprana de inminencia N° 024-24 en la que advirtió que la situación de violencia es crítica y que la vulneración de derechos humanos, en especial contra las mujeres, va en aumento.

Proponer otros caminos diferentes a la confrontación armada en Quibdó se ha convertido para las defensoras de derechos humanos en un peligroso riesgo de persecución y autoimposición de mordazas. 

Según Sharon Ochoa, representante de la Organización de Barrios Populares de Chocó - OBAPO, la pobreza extrema en mujeres del departamento está asociada a su alto índice de desempleo y el volumen de violencia al que están siendo sometidas, dice, es proporcional a la tensión que hay entre organizaciones al margen. Consonante la entrevistó.

Consonante (C.): ¿Qué ocurrió después de que Quibdó ocupara las primeras planas por el ‘plan feminicida’?

Sharon Ochoa (S.O.): Tengo entendido que lo que se ha propuesto viene de las organizaciones de mujeres gracias a lo que conversaron de manera interna. No he visto acciones institucionales. Los que accionaron fueron los familiares de muchas mujeres mencionadas en esa lista, ayudando a sacar a estas chicas de Quibdó[…] Y las que pudieron, porque aquí es “sálvese quien pueda”. Quien no puede, se esconde por un tiempo para evitar el peligro. 

Hubo manifestaciones después de esas amenazas y cada quien tiene un motivo qué defender: yo, por ejemplo, también hago parte de la Mesa de cultura de los acuerdos del paro cívico por la dignidad y salvación del Chocó, del 2017, y es desde donde he insistido que la violencia contra las mujeres es un tema que tienen que tocar en las mesas de paz, porque las mujeres están siendo objetivo de guerra.

C.: La oficina del Alto Comisionado para la Paz tiene a Quibdó entre sus prioridades para llegar a acuerdos entre las bandas criminales, ¿cree que ampliar la participación a las mujeres en las mesas de diálogo contribuiría a diezmar el conflicto? 

S.O.: Hay una violencia bastante desmesurada en Quibdó pero es un hecho que quienes están más involucrados en producir esa violencia son los hombres. Y si son los hombres los que toman las decisiones de ingresar a estos grupos al margen, ¿por qué las mujeres están padeciendo las consecuencias? 

Cada hombre que entra a esas filas está obedeciendo a otro hombre y, además, están negociando entre ellos. Entonces claro que tiene que haber una paridad en esas mesas de diálogo, incluso un poco más de mujeres, ya que hemos sido llamadas tantas veces a pacificar y sabemos hacerlo por naturaleza. Entre más hombres lideren estos temas delincuenciales, más violencia habrá contra nosotras.

C.: ¿Cómo promover el cuidado colectivo en cabeza de las mujeres cuando, además de no ser remunerado, se ha convertido en un oficio de alto riesgo?

S.O.: No importa si nos pagan o no, al final siempre somos cuidadoras. A veces ni siquiera llega el agradecimiento, pero de eso no se trata: sabemos proteger. Pero cómo es que en medio de la violencia, cuidar la vida se vuelve un motivo de violencia. Ahí es cuando uno siente que hemos llegado a un punto crítico, en el que uno se pregunta si es mejor ser invisible o un objetivo militar.

C.: Además del conflicto entre grupos armados, ¿qué otros fenómenos considera violentos para las mujeres en Chocó?

S.O.: Desempleo. Es un hecho que si una mujer depende económicamente de un hombre se va a someter a violencia económica, violencia sexual, violencia física y violencia emocional. Eso lo digo con fundamento. 

Hace poco conocí el caso de una chica que tiene sus cuatro hijos y está con una persona que ella sabe que pertenece a un grupo al margen de la ley. Le pregunté por qué, y me dijo: no tengo empleo, nadie me da nada y necesito darle de comer a mis hijos. Ese es un factor estudiado en la Ley 1259 de 2008 (para garantizar  a las mujeres una vida libre de violencia) que demuestra cómo el desempleo, sumado al abandono de hogar por parte del padre, empeora todo. Somos en este momento la ciudad con la mayor tasa de desempleo en el país, somos la número uno en Colombia, y lo peor es que venimos encabezando la lista desde hace más de seis años.

La tasa de desempleo es más alta para las mujeres y, por eso, también lo es la tasa de pobreza extrema para las chocoanas. Nuestros trabajos son remunerados por debajo de la media de los hombres y eso hace que muchas mujeres tomen decisiones extremas. Pero aunque muchos casos se muestran como suicidios, acá en el territorio decimos: pero cómo […] No, pero es que ella no era capaz y después sabemos que fue asesinada. Hoy, nada más hoy, me contaron del caso de una chica que mataron en medio de una balacera. En Quibdó ser mujer es ser un blanco de guerra. 

C.: Además del desempleo, ¿qué otro tipo de violencia cree que hace a las mujeres más vulnerables?

S. O.: La inseguridad. En Quibdó nos roban más fácil a las mujeres y creo que en todo el mundo. Como nos ven débiles, frágiles, eso se vuelve un camino fácil para perder cualquier cosa, desde el bolso hasta que nos quiten en cualquier lado la moto. 

Pienso que hay tantas causas con la violencia desmesurada. Pongo también sobre la mesa los derechos de las mujeres que quieren acceder a un empleo y no pueden porque los empleadores no quieren otorgar permisos para madres que tienen que llevar al niño al grado; permisos porque tienen que ir o llevar a alguien a una cita médica; permisos porque el hijo está enfermo, igual; prefieren no hacerse cargo de las licencias de embarazo; licencias por el período de menstruación (para aquellas que tienen cambios hormonales), en fin, todos son factores para que las mujeres sean excluidas o vulneradas. 

C.: Las mujeres amenazadas que salieron de Quibdó, ¿se desplazaron con algún tipo de garantía del Estado?

S. O.: Protección ninguna. También la sociedad es indolente y hay quienes dicen: "Ah, no, pero es que quién la mandó a meterse con ese tipo o que con ese ese grupo o esa muchacha está con eso, porque también anda en lo mismo". Entonces otra vez es como el sálvese quien pueda. Yo no vi que se hiciera nada desde la institucionalidad. Es que si no hay un seguimiento oportuno cuando maltratan a una mujer para realmente cumplirle todas las condiciones que dice el Estado que debe tener; si no hay las garantías cuando llega a un hospital por parte del personal médico; ¿qué van a haber garantías cuando ya las mujeres se desplazan del territorio?

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