Ilustración: Camila Bolívar
La Guajira Reportajes

CUERPOS DE AGUA | En el río Ranchería nadie soñó con carbón

La promulgación de la Ley 2415 el pasado 8 de agosto, que reconoce al río Ranchería como sujeto de derechos, fue una sorpresa para quienes toda la vida lo han protegido. Los líderes ambientales de la región están preocupados por las garantías para una verdadera participación comunitaria y cómo se defenderá el río en medio de una de las operaciones mineras de carbón a cielo abierto más grandes del mundo.

En cada familia wayúu hay por lo menos un soñador. De los sueños depende el futuro, el bienestar, la armonía de las familias y, a través de ellos, se hacen anuncios o premoniciones: son una guía espiritual. Sin embargo, hace 40 años  con el paso del primer tren de Cerrejón los wayúu dejaron de soñar.

En las rancherías de Paradero, 13 kilómetros después de Albania (La Guajira), solo se escucha el paso del viento. En la casa de Aura Robles el silencio normalmente es interrumpido por el balido de los chivos y el piar de los pollitos. Excepto las seis veces, de día o de noche, en las que pasa el tren y el golpe de los metales e interrumpe todo lo demás.

En la vida de Aura los sueños han marcado su destino. Fue en uno de ellos en que se le anunció que iba a ser defensora de su territorio y otro con el que supo que, al menos por ahora, la mina del Cerrejón no iba a desviar el río Ranchería.  En otra noche, de 2015, soñó con un compadre de su mamá que buscaba advertir sobre la muerte de su esposo, pero el pito del tren la despertó antes de escuchar las indicaciones. Seis meses después Armando murió de un infarto.

Los sueños, cuenta Aura, no son lo único que les quitó la llegada de la minería. Una de sus pérdidas más fuertes fue la del arroyo Bruno, el último afluente del río Ranchería que abastece de agua a comunidades en su mayoría afrodescendientes, y por lo menos 34 comunidades wayúu.

Cerrejón desvió este arroyo en 2017, mientras se surtía un proceso judicial en la Corte Constitucional en el que Aura y otros líderes interpusieron una tutela en contra de la desviación. La Corte amparó los derechos fundamentales al agua, a la seguridad alimentaria y a la salud ante la amenaza de vulneración ocasionada por el proyecto y pidió, si era lo mejor, devolver el río a su cauce natural. Sin embargo, una mesa técnica que no incluyó a lideresas como Aura, ni a varias comunidades, tomó la decisión de mantener la desviación bajo supuestos criterios técnicos y económicos. Hoy el arroyo más caudaloso del río Ranchería sigue un cauce artificial de 3.6 kilómetros, con el que ninguna comunidad indígena tiene conexión espiritual.

El 8 de agosto de 2024 el Congreso de la República aprobó la Ley 2415, que reconoce al río Ranchería, su cuenca y afluentes como sujeto de derechos para su conservación, mantenimiento y restauración. Aunque esta noticia fue celebrada en diversos espacios, líderes como Aura Robles, que han dedicado su vida al cuidado del río, expresan su preocupación por el futuro real de este recurso a la luz de la nueva ley. Se preguntan cómo garantizarán una verdadera inclusión de las comunidades ribereñas y quién les va a apoyar en la lucha contra amenazas ambientales tan significativas como la minería.

Hay varios lugares en La Guajira en los que se han vivido eventos que alteraron la manera en que se aprovechaba el agua del río Ranchería; entre esos la represa El Cercado en San Juan del Cesar, la desviación del arroyo Bruno en Albania y la desembocadura del río en Riohacha. 

¿Cómo garantizarán una participación comunitaria ambiental real?

El Arroyo Bruno está protegido por tres instrumentos jurídicos distintos como corredor ecológico y ecosistema estratégico: el Pomca del río Ranchería, el Esquema de Ordenamiento Territorial (EOT) del municipio de Albania, y por la reserva forestal Montes de la Oca parte del Sistema Nacional de Parques Naturales, pues hace parte del único tres por ciento de bosque seco tropical protegido en el país, y uno de los ecosistemas más amenazadas y de importancia ecológica ante fenómenos como el cambio climático. Sin embargo, ni esos instrumentos, ni la sentencia de la Corte que obligaba la participación comunitaria en la decisión de la desviación, logró que el río se mantuviera en su cauce natural.

Aura Robles, líderesa y artesana wayuú. Foto: Natalia Prieto Caballero.

Que pase lo mismo con el río Ranchería es una preocupación latente para todas las comunidades ribereñas. Según la ley, para la toma de decisiones se conformará un comité en el que participarán representantes del Ministerio de Ambiente, Agricultura, Vivienda y Minas; así como de Corpoguajira, la Gobernación, la Cámara de Comercio y los alcaldes de los municipios que integren la cuenca. De los ribereños solamente habrá cuatro representantes por cada uno de los ocho municipios por los que pasa el río: uno de las comunidades indígenas, otro de comunidades afrodescendientes, otro por los campesinos y uno de las juntas de acción comunal.

Uno de los retos más grandes que tiene es la falta de garantías para la elección de estos representantes: “La preocupación de nosotros es que las personas que queden como guardianes del río Ranchería no sean personas que tengan ese compromiso moral, porque no es fácil luchar contra una multinacional como lo es Cerrejón, que dispone de tantos recursos para hacer lo que  tengan que hacer con tal de lograr sus objetivos”, comenta Aura Robles.

“La preocupación de nosotros es que las personas que queden como guardianes del río Ranchería no sean personas que tengan ese compromiso moral, porque no es fácil luchar contra una multinacional como lo es Cerrejón, que dispone de tantos recursos para hacer lo que  tengan que hacer con tal de lograr sus objetivos”

Aura Robles, lideresa wayuú

La Guajira es uno de los departamentos con más índices de corrupción en el país y en este tipo de procesos las asimetrías de poder frente al acceso a información son muy grandes. Desde el Colectivo de Abogados Jose Alvear Restrepo (Cajar), explican que una verdadera participación ambiental comunitaria no la hace la cantidad de personas a las que se llegue, sino la verdadera pedagogía y consciencia social.  

El pueblo wayúu también ha estado inmerso en lo que es un sistema de captura corporativa, de abusos de poder que justamente no permiten que esas decisiones sean libres e informadas. Entonces hay una gran preocupación de quienes van a ser esos representantes y cómo se van a elegir, si además va en contravía de lo que dicta su misma cultura”, resalta Rosa Mateus, coordinadora del del Eje de Trabajo Defensa del Territorio y Lucha contra la Crisis Climática de Cajar.

A esto se suma la desconfianza. Ninguno de los líderes que consultó Consonante fue informado del proyecto de ley que se estaba llevando en el Congreso desde 2022. Todos coinciden en que la noticia llegó a ellos como al resto del país: por los anuncios de los medios de comunicación. Tienen miedo de que desconozcan a las comunidades ribereñas: “No sabemos nada, si será para bien o para mal, ni cómo va a funcionar, esa es la verdad”, agrega Juan Montaño, líder ambiental wiwa de Caracolí, corregimiento de San Juan del Cesar.

Sostenibilidad y ordenamiento territorial alrededor del agua

En la parte alta del río Ranchería, a dos horas y media de Paradero, vive Juan Montaño. Su casa, en medio de decenas de árboles, queda cerca de la única parte del río que no ha sido intervenida. Tan solo unos kilómetros después está la represa El Cercado, una obra que desvió el río y que embalsa 198 millones de metros cúbicos de agua.

Río Ranchería después de la represa El Cercado. Foto: Natalia Prieto Caballero

El proyecto de la represa se quedó solamente en la primera fase y hoy sigue sin servir para abastecer un distrito de riego y producir electricidad. En contraste, parte del pueblo original de Caracolí quedó en el fondo de agua y  la comunidad se tuvo que desplazar y reorganizar alrededor de la represa, lo que cambió muchos hábitos de vida. Juan cuenta que en el río ya no hay nada que pescar; de las más de 20 especies de peces que había hace 20 años, hoy solo quedan seis. A esto se suma que por lo menos seis sitios sagrados del pueblo wiwa quedaron bajo el agua.

Caracolí es considerado como uno de los abastecedores más importantes del municipio y muchas de las tierras que tuvieron que vender para el proyecto fueron mal pagadas. Todo esto en medio de la violencia de grupos paramilitares y de la intensificación armada del conflicto interno al servicio del destierro y el despojo.

Con este contexto, para el líder wiwa uno de los retos de esta nueva ley será la creación de un sistema sostenible que permita cambiar los hábitos alrededor del río sin dejar a la comunidad sin ingresos. Un ejemplo de esto es la inclusión de pago por servicios ambientales (PSA), lo que les permitiría recibir un incentivo económico, en dinero o especie, que reconozca las acciones y las prácticas asociadas a la preservación y restauración de ecosistema

“Si ahora me dicen que ya no puedo sembrar 10 hectáreas de maíz alrededor del río, sino solo una, yo entiendo porque para poder sembrar son 10 hectáreas de bosques que estoy tirando al suelo y que le estoy echando candela. Puede ser un desastre ecológico. Pero entonces que haya una compensación por las otras nueve hectáreas que dejé de sembrar para mi sostenimiento, el de la familia y el de la comunidad”, explica Juan.

Juan Montaño, comisario mayor de la comunidad Wiwa Piñoncito, en San Juan del Cesar. Foto: Natalia Prieto Caballero

Desde Cajar aseguran que para lograr este equilibrio es necesario también un cambio en la concepción del ordenamiento territorial. “Para cumplir con los derechos de un río se necesita un nuevo ordenamiento territorial de toda su cuenca, desde su nacimiento hasta su desembocadura, con la participación efectiva de las comunidades que también tienen planes de vida alrededor de estos ríos”, puntualiza Rosa Mateus.

“Para cumplir con los derechos de un río se necesita un nuevo ordenamiento territorial de toda su cuenca, desde su nacimiento hasta su desembocadura, con participación efectiva de las comunidades que también tienen planes de vida alrededor de estos ríos”

Rosa Mateus, coordinadora del del Eje de Trabajo Defensa del Territorio y Lucha contra la Crisis Climática de Cajar

¿Y la contaminación?

Para los wayúu el río nació cuando la serpiente Jerakanawa, que posee largos cuernos e imita el balido de las ovejas para devorarlas, empezó a bajar desde la laguna chirigua en la Sierra Nevada de Santa Marta, buscando la salida al mar. Jerakanawa es la gran vigilante del afluente en su paso por los ocho municipios del departamento y también es anunciadora de sus crecientes.

Hoy los 248 kilómetros que recorrió Jerakanawa, y que son el cauce del río, están contaminados. Se ha comprobado que el afluente tiene coliformes fecales producto de descargas de materia orgánica. En Caracolí, y muchos de los municipios por los que pasa el Ranchería, no hay manejo de residuos sólidos, ni un buen alcantarillado, por lo que los desechos se van directamente al río. 

Foto: Natalia Prieto Caballero.

La situación general es tan delicada que Riohacha, donde desemboca el río, es la ciudad capital del país con menor cobertura del servicio de acueducto y alcantarillado. Además, según explica Miguel Gutiérrez, biólogo egresado de la Universidad de La Guajira y líder ambiental del Comité Cívico por la Defensa del río Ranchería, hay un pobre manejo de los desechos sólidos en la región. “Hemos hecho muchas campañas de limpieza, de recolección de residuos sólidos en el río, y hemos sacado realmente toneladas de basura,   muchade los negocios que hacen parte  del área circundante del río acá de Riohacha, que es la zona de la Circunvalar”, comenta.

El río Ranchería se divide en tres brazos antes de encontrarse con el mar. El principal es “El Riito”, luego está el “Valle de los cangrejos” del brazo del Calancala (ambos en Riohacha) y el “Santa Rita”, que queda hacia Manaure. Esta parte es de gran valor para el ecosistema, pues propicia el crecimiento de los manglares, que son claves para el desarrollo de la fauna que habita las zonas costeras, pues sirven de alimento, anidación y refugio para diferentes especies

Sin embargo, en el municipio las obras de infraestructura también han impactado estos ecosistemas. “El río también estaba conectado con  acuíferos,  humedales urbanos que hay en Riohacha, un ejemplo eran la laguna salada y el jagüey de la 36, pero gran parte de esos humedales ahora están secos debido a que se perdió la conexión entre el río Ranchería por la construcción de la Troncal del Caribe. Eso perjudicó mucho la fauna y la flora”, explica Miguel. 

Además de los humedales, a lo largo de todo el cauce del río hay por lo menos ocho tipos diferentes de ecosistemas. En la parta alta y media hay bosques secos tropicales, ecosistema de pastoral espinoso, ecosistemas xerofítico y bosques caducifolios. En la parte más alta hay bosques húmedos y bosques de niebla. “Desviar el río Ranchería, desviar uno de sus arroyos, uno de sus afluentes o simplemente no protegerlo, no rehabilitarlo, obstruir su cauce natural, no daña solamente al río, sino todos los ecosistemas que dependen de él”, puntualiza el biólogo.

“Desviar el río Ranchería, desviar uno de sus arroyos, uno de sus afluentes o simplemente no protegerlo, no rehabilitarlo, obstruir su cauce natural, no daña solamente al río, sino todos los ecosistemas que dependen de él”

Miguel Gutiérrez, biólogo egresado de la Universidad de La Guajira y líder ambiental del Comité Cívico por la Defensa del río Ranchería

El reto, a la luz de la nueva ley, es encontrar un verdadero equilibrio: “Hay que lograr ese balance entre los intereses económicos del país y la protección del medio ambiente, aunque parezca que van en contravía”, agrega.

Miguel Gutiérrez, biólogo y líder ambiental del Comité Cívico por la Defensa del río Ranchería. Foto: Natalia Prieto Caballero.

Aura, Juan y Miguel concuerdan en algo: el río Ranchería está herido y su futuro y el de las comunidades que dependen de él están en una encrucijada. La preservación, más allá de la declaración de la ley, requiere un enfoque integral y colaborativo. No se trata solo de legislar, sino de escuchar y empoderar a quienes han sido durante toda su vida los verdaderos guardianes del agua.


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