Fotografía: Gabriel Linares
Chocó El Carmen de Atrato

“Algunas familias han decidido no continuar”: las dificultades de la búsqueda de personas desaparecidas en El Carmen de Atrato

Según la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD), 79 personas desaparecieron en este municipio chocoano entre 1982 y 2015. En el Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas, el padre Yeison Palacios, de la parroquia Nuestra Señora del Carmen, cuenta cuáles son los obstáculos para encontrarlas y sanar las heridas de sus familiares después de tantos años.


¿Por qué es importante?

Según los datos de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD), en este municipio chocoano hay 79 personas desaparecidas. Aunque desde hace un año la diócesis ha trabajado con la UBPD en el rastreo e identificación de nuevos casos, sólo 30 familias se han acercado para iniciar los procesos.

Esto, según Palacios, se da por cuatro factores: el largo tiempo que toma esclarecer estos casos, la poca información que se tiene de las víctimas, la desconfianza en la institucionalidad y el esfuerzo que implica la construcción de confianza con las familias.“El hecho de poder llegar a ellas, para que nos den una foto o al menos que nos cuenten cómo era la persona o de poder hablar con las personas abiertamente, es un trabajo de confianza, de cercanía. Entonces yo creo que la dificultad es que es una cuestión de tiempo”, dice. 

Las víctimas

Del total de personas registradas en la UBPD, 62 llevan como mínimo, 20 años desaparecidas. Entre los años 1982 y 2015, se identificaron cuatro picos entre los que sucedieron el mayor número de desapariciones. En 1989 se registraron nueve; en 1997, 14; y en 1998 y 2002, se tiene registro de nueve desapariciones en cada año. Sólo entre 1997 y 1998 desaparecieron 23 personas.

Pero, aunque el trabajo de más de 30 años de la diócesis a través de la Comisión Vida, Justicia y Paz les ha permitido cultivar la confianza en las familias de las personas desaparecidas, todavía hay muy poca información que permita dar con su paradero. De hecho, aún no se sabe con certeza cuáles fueron los actores armados que perpetraron las desapariciones. “Cada actor armado tuvo su punto álgido en el tiempo. Hay algunas familias que hasta hoy no tienen la certeza del actor ni de las circunstancias de la desaparición de las víctimas. No tienen nada, simplemente saben que desaparecieron”, cuenta el párroco.

A finales de los 80, durante la década de los 90 y a principios de los 2000, hubo presencia de cuatro grupos armados ilegales en El Carmen de Atrato: El ELN, el Ejército Revolucionario Guevarista (ERG), las FARC y el Bloque Élmer Cárdenas de las AUC. Dejaron a su paso asesinatos selectivos, una toma guerrillera y al menos cuatro masacres. Todos estos grupos ya se han desmovilizado, pero los y las carmeleñas no han visto ni esclarecimiento de los hechos, ni reparaciones, que incluye saber el paradero de las personas desaparecidas, como contamos en este artículo

¿Y las familias?

La labor de la parroquia en la asistencia a las familias ha estado enfocada en dos frentes. Por un lado, le proveen un acompañamiento espiritual y psicológico y también ayudan con el proceso de búsqueda de sus familiares. Para el padre Yeison, un proceso complementa al otro. “Lo que se busca es sanar. Y sanar para las familias implica también avanzar en el proceso de búsqueda, de poder tener algo de su ser querido, que es un aporte importante”, dice. Este acompañamiento social revela las similitudes de los procesos de búsqueda en las familias y les permite conocerse entre ellas.

Como parte de este acompañamiento, la parroquia también ha trabajado con las familias en proyectos de memoria: han hecho recuentos narrativos y fotográficos de las víctimas, “tanto de los que pudieron encontrar y sepultar a sus familiares como los que hasta hoy no han podido tener ese proceso de duelo”. 

La búsqueda

El trabajo adelantado por la diócesis, la Mesa de Víctimas y la organización de víctimas Pueblo de la Memoria Histórica en estos años, ha sido clave para que la Unidad de Personas dadas por Desaparecidas pueda entrar a la comunidad y adelantar los procesos de búsqueda. Para Sonia Rodríguez, asesora de la Unidad Especial, la UBPD, al ser un mecanismo humanitario extrajudicial, el trabajo se inicia desde la información que entregan los familiares, organizaciones, colectivos u otros individuos en los territorios, para luego poder estructurar la información recibida, crear planes regionales de búsqueda y finalmente desarrollar acciones humanitarias de búsqueda, recuperaciones, entregas dignas y reencuentros. “Es importantísimo tener ese diálogo directo permanente, continuo con las organizaciones, con las plataformas, con las víctimas”, asegura.

Este trabajo conjunto, según el padre Yeison, lleva un año y está en una fase inicial. “Ahorita estamos más que todo en un proceso de localización: hemos hecho varias caminatas, mirando sitios de ubicación de fosas comunes, hemos hecho el trámite de órdenes judiciales que le permita a la Unidad llegar allá y esto ha exigido mucho trabajo y ha sido desgastante”, dice. Estos procesos también desgastan a las familias, y algunas de ellas han decidido no continuar. “Uno entiende que hablar de su ser querido y la forma como desapareció puede ser muy difícil”, agrega el padre. 

Sin embargo, Palacios piensa que el avance de estos casos, aunque sean pocos, genera confianza y credibilidad en la institucionalidad. “En este momento hay mucho escepticismo en cuanto a las víctimas, en cuanto a las desapariciones. Yo creo que en la medida en que se logren dar pasos y se logren esclarecer situaciones concretas, así sea de una, dos o tres familias, eso va a generar confianza y también al mismo tiempo va a darles tranquilidad y paz a las familias que sufren hoy”, puntualiza.

Lo que sigue

Este 9 de abril la diócesis, con el apoyo de la Mesa de Víctimas y el Pueblo de la Memoria Histórica, realizará un acto público en la plaza principal de El Carmen de Atrato que busca generar reflexión alrededor de cuatro temas: la fe, la memoria, la resiliencia y la esperanza. “A pesar de todas las situaciones que se han vivido, pienso que todavía podemos mirar la realidad con esperanza”, concluye. 

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