Desde hace siete meses la comunidad de la vereda Charco Negro, en el municipio de Tadó, vive en medio de los malos olores, plagas de animales, contaminación y enfermedades provocadas por un botadero de basura en el que los desechos no cuentan con un tratamiento adecuado para minimizar los impactos en el entorno. Por esta razón, las personas han exigido una solución a la Alcaldía de Tadó.
La alcaldía intervino recientemente este lugar y realizó trabajos en la celda transitoria, donde actualmente se depositan las basuras. Según Lina Marcela Mosquera, secretaria de Planeación municipal, las acciones llevadas a cabo extendieron su capacidad a tres años y, de manera posterior, podría ampliarse hasta cinco años. “La alcaldía está buscando un lote que permita construir la celda definitiva que cumpla con todas las características jurídicas en materia ambiental”, señala Mosquera.
Según Francisco Valderrama Moreno, gerente de la Empresa de Servicios Públicos Aguas de Tadó S.A. (Espat), hay varios sitios en los que se puede construir una celda definitiva para el depósito de residuos sólidos y se espera que esto ocurra antes de que la actual llegue a su tope máximo, sin embargo, es necesario que la Corporación Autónoma Regional para el Desarrollo Sostenible del Chocó (Codechocó) haga la revisión y dé la autorización para llevar a cabo este proyecto.
Como se había anunciado desde julio, se tenía la expectativa de contar con los servicios de la fundación de reciclaje Asoculde, con el fin de realizar separación y aprovechamiento de residuos. Según la secretaria Mosquera esto se logró de manera reciente con la vinculación de la fundación durante nueve meses, lo que permitió recoger “más de tres toneladas de residuos plásticos, vidrios y otros que se tiraban a los ríos San Juan y Mungarrá”, afirma.
Francisco Valderrama señala que con la vinculación de Asoculde, se aporta a la descontaminación ambiental del municipio, porque transforman materiales como plásticos y vidrios, además, evitan que estos lleguen al botadero, lo que permite aumentar la capacidad de almacenamiento de la celda transitoria.
Valderrama dice que esta intervención del botadero de basuras dejó el sitio en buenas condiciones para su operación. “Esta cumple las condiciones ambientales para que no afecte al Instituto Técnico Agroambiental ni a los vecinos del sector, porque cuenta con todas las chimeneas y los olores que produce son pocos”, afirma. Como lo registramos en el mes de julio, este instituto es uno de los lugares más afectados por el manejo de residuos en esta zona, ya que se encuentra tan solo a 200 metros de la celda transitoria.
La espera no ha terminado
Mientras que el gerente de la Espat asegura que ya empezaron a hacer fumigaciones en el sector para reducir la proliferación de moscas y zancudos, la comunidad de Charco Negro y el rector del Instituto Técnico Agroambiental dicen lo contrario.
Luis Alberto Perea, habitante del sector, dice que los trabajos que realizaron en el botadero lograron reducir los malos olores, pero todavía persiste la presencia de zancudos, moscas, serpientes y ratas. “Para nosotros poder comer prendemos un ventilador, para que espante las moscas con el viento. Yo solo pido a la alcaldía que organice ese botadero mejor”, afirma.
La misma percepción comparte Mirian Murillo Palacios quien, además, señala que nadie les ha dado información clara sobre el botadero de basuras ni los riesgos que este implica para la comunidad, a sus 92 años siente temor de un posible accidente por la proliferación de animales que llegan hasta su casa, “yo no veo bien y siento miedo de pisar una serpiente”, dice.
La comunidad educativa del Instituto Técnico Agroambiental (ITA) enfrenta una situación similar, aunque se redujeron los malos olores, la tranquilidad de los estudiantes se interrumpe de manera constante por las serpientes y las moscas que se concentran de manera particular en el comedor escolar.
Como lo señala el rector Noé Mosquera Flores “somos una institución agroambiental que nos proyectamos a dar una educación en el cuidado del medio ambiente a nuestros estudiantes y esto resulta contradictorio, nosotros trabajando esa parte de protección ambiental, que es tan importante no solo para Tadó sino también para el mundo, y que a la par tengamos esa situación de la celda transitoria ubicada a pocos metros de nuestra institución”, afirma.
¿Qué sigue?
La comunidad de Charco Negro y el ITA esperan que se avance de manera rápida para dar soluciones definitivas, y que se pueda ubicar el botadero en un lugar permanente alejado de sus casas y de la institución educativa, que cumpla con todas las exigencias para evitar la contaminación ambiental.
Según la secretaria de Planeación, Lina Mosquera, la alcaldía busca continuar labores que permitan mitigar el impacto ambiental y mejorar las condiciones del botadero. Una de las estrategias es generar un nuevo convenio con Asoculde para continuar con el aprovechamiento de residuos reciclables en zona rural y urbana de Tadó.
No obstante, para la comunidad esto no es suficiente, pues lo que se espera es una solución definitiva con el cierre de la actual celda y su instalación en otro sitio. Así lo indica el rector Noé Mosquera: “desde la institución daría la recomendación a la alcaldía de que busque un espacio que sea más distante a la institución y a la comunidad en general, o buscar la forma técnica de darle un manejo adecuado a esos depósitos para que el impacto al medio ambiente sea minimizado”, afirma.