Los productores del chontaduro, el fruto insignia, apenas se están recuperando de una plaga que azotó sus cultivos. Leonardo Mosquera es tadoseño de la zona rural, específicamente del corregimiento El Carmelo. Es un ingeniero industrial y tecnólogo acuícola de 33 años, integra la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (Anuc) y trabaja hace ocho años asesorando campesinos y familias del municipio para mejorar sus técnicas de producción a nivel agropecuario. Desde hace seis lo hace también a través de diversos cursos que ofrece el Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena), del que es instructor.
Mosquera analiza la situación actual del campo en el municipio, que no produce ningún producto a gran escala. En Tadó los campesinos siembran yuca, diferentes tipos de musácesas (plátano, banano, primitivo), lulo, cacao y ñame. Y a nivel pecuario, trabajan criando cerdos, pollos y peces, que lo alcanzan a vender en el mercado local. Para que esto cambie y mejoren las condiciones de vida de los campesinos, Mosquera cree que se debe impulsar la renovación generacional, los procesos de tecnificación y establecer una política integral clara.
Consonante: ¿Qué está pasando con el campo en Tadó?
Leonardo Mosquera: El campo se está quedando viejo porque no hay políticas desde el nivel académico que permitan incentivar a las juventudes a seguir con los cultivos y con la actividad tradicional. En este momento no estamos ni bien ni mal. No existe una política trazada donde se le pueda hacer una asistencia integral a los campesinos, donde les demos las herramientas útiles para ejercer de forma óptima la actividad.
C: ¿El campesino hoy en día solo produce lo necesario para sobrevivir?
L.M. Para el autoconsumo, sí. La gente produce lo necesario para el autoconsumo y para abastecer una parte del mercado local. Por varias razones. Uno, no tienen capacidades de producción para establecer canales de comercialización con otros municipios. Y, dos, porque su método de cultivo no les permite acceder a ese canal.
C: ¿Cómo es el método de cultivo?
L.M. La costumbre, el mito. Por ejemplo, que si yo siembro en tal luna no me produce. Si rozo en tal luna, se me va a crecer muy rápido el monte. Entonces esperan un mes o dos meses para hacerle limpieza al cultivo.
C: Usted ha intentado impulsar la idea de tecnificar el campo en Tadó. ¿Cuáles han sido los principales obstáculos que ha encontrado en ese camino?
L.M. Primero, la manera tradicional de producción. Ancestralmente se viene realizando así y la producción no es sostenible, no es tan rentable como el productor la quiere. Empíricamente un productor no sabe qué correctivos aplicar cuando tiene un problema con el cultivo. Eso se va obteniendo con las prácticas de tecnificación. En los cultivos agrícolas, cuando se tecnifica, el objetivo principal es aumentar la producción y facilitar el manejo de los cultivos.
C: ¿Cree que es posible tecnificar el campo?
L.M. Sí.
C: ¿Cómo?
L.M. Primero, la accesibilidad es muy buena. Segundo, concientizando a nuestros productores. Que ellos entiendan que si yo tecnifico es para aumentar la producción y hacerla rentable. Tercero, una política seria, integral, porque a nuestros productores les da miedo ir al banco a que le presten para comprar una motosierra, porque si esa motosierra se pierde, se dañó, ya se enredó en el banco. Entonces se necesitan unas políticas integrales que permitan que desde lo local ese productor se sienta acogido y pueda acceder a eso.
C: ¿Qué estrategias de tecnificación se podrían aplicar?
L.M. Yo he pedido la zonificación. Nuestros productores dicen: este terreno es bueno para el plátano. Pero la tecnificación del cultivo permite que yo antes de sembrar haga un estudio del suelo para saber si me sirve o no me sirve, y eso nos permite zonificar los predios, de modo que el productor sepa qué puede cultivar en cada sector.
También hay que darle las herramientas al productor para que él sepa cuánto le cuesta producir cada producto. Y eso le va a permitir graduar sus actividades, porque ir a alimentar los pollos media hora no equivale a un día de trabajo. Ese es el cuello de botella.
C: ¿Cree que es posible hacer ese cambio cultural con campesinos que llevan toda la vida sembrando con prácticas tradicionales?
L.M. Sí, claro que es posible. Siempre y cuando se tengan políticas claras y esa tecnificación sea asequible, que el productor la pueda hacer, que no sea de tan alto nivel. Usted sin leer ni escribir sabe injertar. Hay que darles todas las herramientas para que puedan aplicar la tecnificación.
C: ¿Qué rol pueden cumplir los jóvenes en ese proceso?
L.M. Si los jóvenes se vinculan, eso permite que el campo crezca y se sostenga en el tiempo. También con los jóvenes es más fácil hacer la tecnificación. Por ejemplo, en la piscicultura, es más fácil hoy que un joven, bachiller agropecuario, te aprenda a manejar un multiparámetros a que lo haga un productor que toda la vida ha medido la temperatura del agua con la mano. Y que el joven pueda transmitir el conocimiento al productor ancestral.
C: Cuando usted era más joven, ¿qué te movió para decidir ser ingeniero agropecuario? ¿Por qué si el campo en Tadó está como está?
L.M. Yo toda la vida he vivido en el campo y me gusta ese quehacer con los animales, con los cultivos, con el campo, entonces desde ahí me fui proyectando. Y entendí que si estudié en un colegio agropecuario, mi vocación debería ser esa. Eso me motivó al objetivo de cambiar las técnicas de cultivo, pero no ha sido tan fácil porque para eso se necesita el apoyo institucional comprometido.
C: ¿Cómo se puede lograr que los jóvenes se enamoren del campo?
L.M. El trabajo inicia desde el ámbito académico. El docente encargado tiene que lograr que el joven se enamore de esa mata de plátano, de ese pollo, pero no porque se lo va a comer, que se enamore de eso y se case con el campo. Eso depende de que los colegios tracen una ruta y que tengan las herramientas. Porque al colegio le nombramos al docente que sabe hacer todo, pero no hay dónde hacer las cosas. Si hay todas las herramientas, podemos ir enamorando a los jóvenes.
Les diría a los jóvenes que primero exploren el campo, enamórense del campo. Cuando yo terminé el colegio dije: no voy a trabajar madera ni con mina. Y me dediqué a hacer otras cosas. Porque cosa mamona es que a los jóvenes los obliguen a hacer algo que no quieren.