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El juego peligroso de colgarse de las tractomulas

Niños, niñas y adolescentes entre los 7 y 15 años de edad arriesgan su vida lanzándose a tractocamiones en movimiento en el sur de La Guajira. Esta práctica peligrosa se ha extendido en otras carreteras del país, por lo que se proponen más programas para el uso adecuado del tiempo libre y campañas de concientización.
¿Cómo se hizo este trabajo?
Este reportaje surgió por mi preocupación frente a esta problemática que aqueja a la niñez y a la juventud sanjuanera. Para su realización, fui hasta la carretera nacional para hablar con vecinos de la zona y preguntarles cómo veían esta situación en el municipio. Además, conversé con la Comisaría de Familia y con la orientadora de un colegio.

En una carretera del sur de La Guajira, una tractomula avanza lento y pesado, mientras un grupo de niños y jóvenes corre tras él, intentando subir a la fuerza. Algunos lo logran. Otros no. En abril de este año, en Barrancas, un joven Wayúu de apenas 14 años cayó y murió en el intento. No fue el primero. Tampoco será el último si nada cambia.

En los últimos dos años, esta práctica extrema —subirse a camiones en movimiento para viajar de un pueblo a otro— ha cobrado varias vidas en municipios como San Juan del Cesar y Fonseca. Aunque los riesgos son evidentes, la escena se repite. Y no solo en La Guajira. Videos recientes muestran a niños de tan solo 7 años y adultos colgados de estos vehículos también en Barranquilla, Antioquia y otras regiones del país. La pregunta que muchos se hacen es: ¿Qué está llevando a estos menores a poner su vida en juego?

En San Juan del Cesar, los niños y jóvenes se ubican en zonas estratégicas de la carretera nacional donde hay reductores de velocidad. Esperan debajo de los árboles y, en cualquier momento, aprovechan para colgarse de los tractocamiones con el fin de llegar a otro municipio.

Lilibeth Medina, residente del barrio Las Delicias, ubicado al costado de la carretera nacional, cuenta que a diario ve grupos de niños y adolescentes, entre los 8 y 16 años de edad, esperando a los tractocamiones. Medina ha presenciado cómo estos menores se lanzan al vehículo aún en movimiento: “Muchos se caen y se golpean al intentar realizar esa acción. Además, algunos conductores se bajan de sus tractocamiones para pegarles. Hace como un mes, un señor se bajó con un machete y persiguió a tres niños. Era un señor mayor, y su reacción fue esa porque pensaba que lo iban a robar”.

"Muchos se caen y se golpean al intentar realizar esa acción. Además, algunos conductores se bajan de sus tractocamiones para pegarles. Hace como un mes, un señor se bajó con un machete y persiguió a tres niños. Era un señor mayor, y su reacción fue esa porque pensaba que lo iban a robar"

Lilibeth Medina, residente del barrio Las Delicias

En ese mismo sector trabaja Cindy Pinto como cajera en una tienda de barrio. Desde su puesto, ve pasar a diario a jóvenes que entran en busca de cigarrillos, agua o algún refresco, antes de seguir su recorrido hacia los tractocamiones. “Por aquí pasan muchos. Se montan y se bajan allá en la esquina. A veces se tiran y se dan unos golpes fuertes. Los muleros ni se enteran de cuándo se suben. Es un problema de todos los días”, cuenta.

Cindy no esconde su frustración. Dice que ni la Policía ni la alcaldía han hecho algo concreto para frenar esta práctica, que poco a poco se ha vuelto paisaje. “No les están prestando atención. Si se hubiera hecho algo en serio, esto no seguiría pasando”, reclama. Aunque intenta advertir a los menores cuando pasan por su negocio, la respuesta que recibe suele ser hostil. “Se molestan. Nos dicen que no nos metamos en su vida, que si la mamá no les dice nada, menos uno. Y hasta nos insultan”.

Foto: Jorge  Molina Blanco.
Foto: Jorge Molina Blanco.

¿Por qué lo hacen?

En Consonante intentamos acercarnos a los menores, en varias oportunidades, para entender por qué realizan estas prácticas, pero no fue posible. Vecinos de la zona aseguran que la respuesta que reciben es: “Sentimos una adrenalina sabrosa, bacana”. 

Mildred Manjarrez, comisaria de familia de San Juan del Cesar, indica que los jóvenes siguen viendo esta práctica como un juego. “A los muchachos les gusta tomarse la fotico y hacer un video y subirlo a TikTok. Hay muchos que lo hacen como una medida de escape, ante tantas situaciones de violencia que viven en el entorno familiar, pero la mayoría dice que es por placer, por gusto y por adrenalina. Eso es lo que han manifestado”, cuenta.

"A los muchachos les gusta tomarse la fotico y hacer un video y subirlo a TikTok. Hay muchos que lo hacen como una medida de escape, ante tantas situaciones de violencia que viven en el entorno familiar, pero la mayoría dice que es por placer, por gusto y por adrenalina. Eso es lo que han manifestado"

Mildred Manjarrez, comisaria de familia de San Juan del Cesar

Algis Rincón, conductor del municipio, asegura que los jóvenes hacen estas maniobras como un juego. “Para ellos, colgarse en un camión de estos es como montarse en un aparato de una ciudad de hierro. Andan de dos, seis, siete, ocho, nueve hasta diez, y no son solo niños; también hay niñas y jovencitas de 13 años. Ellos mismos han visto a muchos morir bajo las llantas de las mulas y no cogen escarmiento. Es como si les fascinara el peligro. Yo les grito: ‘Están buscando el cajón’, es como si desafiaran la muerte”, cuenta.

Para Carolina Pérez, orientadora de la Institución Educativa José Eduardo Guerra, esta problemática ocurre por diversos factores: “No sabemos si son problemas familiares, factores individuales y psicológicos. La falta de actividades para el uso del tiempo libre o si ellos solo quieren vivir la adrenalina”.

"Ellos mismos han visto a muchos morir bajo las llantas de las mulas y no cogen escarmiento. Es como si les fascinara el peligro. Yo les grito: ‘Están buscando el cajón’, es como si desafiaran la muerte"

Algis Rincón, conductor del municipio

¿Qué dicen las autoridades locales? 

Mildred Manjarrez, comisaria de familia en San Juan del Cesar, explica que desde su despacho han venido abordando esta problemática en articulación con otras entidades locales, como la Alcaldía, la Policía de Infancia y Adolescencia, la ludoteca municipal y el ICBF. El trabajo, dice, se ha concentrado principalmente en el barrio El Forero, donde han adelantado procesos de acompañamiento y prevención con los menores y sus familias.

Manjarrez asegura que se han adelantado charlas de orientación, promoción y prevención dirigida a los menores y sus familias. “No es una tarea fácil. Algunos han sido muy receptivos en los abordajes que hemos realizado desde la Comisaría, mientras que otros se muestran reacios. Es ahí donde debemos implementar más estrategias de fortalecimiento a la familia. Les informamos cuáles son las consecuencias de este acto. Hace unos meses, un niño se cayó de un tractocamión y estuvo hospitalizado”, relata.

“Esto es algo que nos toca a todos: instituciones, autoridades y el acompañamiento de la familia. Parte de un trabajo de concientización, porque pensamos que, desde la formación en casa con los padres, podemos obtener resultados”, señala.

Esta problemática ya está llegando a los colegios. En la Institución Educativa José Eduardo Guerra los compañeros de clase alertaron a la orientadora y los docentes sobre un menor de 15 años que estaba realizando estas prácticas en horas de la tarde. “El niño va muy mal académicamente y está teniendo comportamientos muy agresivos. El joven anda con otros chicos que están consumiendo, entonces es un factor de riesgo adicional para él”, dice la orientadora Carolina Pérez.

“Se activó una ruta con la Comisaría de Familia para que intervenga desde su equipo psicosocial con psicólogos y trabajadores sociales. La familia ya está enterada y se comprometió a fortalecer esos vínculos”, agregó.

Consultamos a la Alcaldía de San Juan del Cesar y aunque informaron que sí se está trabajando en el tema, desde hace dos semanas se solicitó una entrevista para detallar los programas que adelanta la administración y no fue otorgada.  

Por su parte, desde el Icbf informaron que se estaban adelantando unas visitas en los barrios a través de unas aulas móviles para abordar este tipo de problemáticas. Desde el instituto indicaron que entregarían una respuesta escrita y a la fecha no ha sido enviada.

¿Qué piensa la gente?

Cindy Martínez, vecina del barrio Las Delicias, sector dónde los jóvenes se lanzan a los tractocamiones, expresa su preocupación por los riesgos que enfrentan los niños y adolescentes que se involucran en estas prácticas peligrosas en las carreteras. “Es como si desafiaran a la muerte todos los días”, señala. Para ella, esta situación no solo pone en riesgo la vida de los menores, sino que también afecta profundamente a sus familias. “Como madre, me dolería ver a un hijo mío en esa situación, sabiendo que en cualquier momento podría perder la vida. Es triste y a mí me duele. No los conozco, pero me duele que realmente ocurra esto a diario”, indica.

"Como madre, me dolería ver a un hijo mío en esa situación, sabiendo que en cualquier momento podría perder la vida. Es triste y a mí me duele. No los conozco, pero me duele que realmente ocurra esto a diario"

Cindy Martínez, habitante del barrio Las Delicias

Algis Rincón, conductor del municipio, considera que la problemática podría venir desde el hogar de cada niño y adolescente. “Ellos están abandonados de su hogar. Y cogen la calle porque, de pronto, en la casa a lo mejor los tratan mal y salen a entretenerse. Puede que el papá y la mamá no se preocupen por meterlos a una escuela, a un colegio. Entonces, lo toman deportivamente, para entretenerse, van y vienen de pueblo en pueblo”, recalca.

Faltan programas para el tiempo libre

Mientras que algunos mencionan que hacen estas prácticas peligrosas por diversión, en el municipio la comunidad afirma que se deben impulsar más estrategias para el uso adecuado del tiempo libre. En San Juan del Cesar hay seis canchas de fútbol, una pista de patinaje y algunos parques para recrearse. Sin embargo, las escuelas de fútbol, voleibol, básquet, patinaje, música y natación son iniciativas netamente privadas, lo que significa que muchos niños y jóvenes no pueden acceder a ellas por falta de recursos.

“Hubo una mamá que se me acercó con la intención de buscar alguna actividad en la que su hijo ocupara el tiempo libre, porque era un joven que estaba presentando comportamientos con tendencia suicida y me puse en la tarea de ayudarle. Pero lo que encontramos es que en el municipio los espacios que hay de deporte son privados”, cuestiona Carolina Pérez, orientadora de la I.E. José Eduardo Guerra.

Algis Rincón, vecino del sector, coincide en que la solución no pasa solo por prohibir, sino por ofrecer alternativas reales. “Faltan más espacios de recreación para los jóvenes, que les den charlas, los motiven al deporte. Sí hay canchas, pero no tienen implementos. Podrían animarlos con uniformes, guayos, torneos”, propone.

Desde la Comisaría de Familia, Mildred Manjarrez insiste en que ningún esfuerzo institucional será suficiente sin el involucramiento activo de los hogares. “Hemos notado mucho desinterés por parte de los padres. Algunos nos dicen que ya no aguantan al niño, que no saben qué hacer. Nosotros les damos pautas de crianza, pero esto también exige compromiso de su parte. Son ellos los primeros llamados a responder por lo que hacen sus hijos”, concluye.

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