Escucha esta carta aquí:
Soy Maira Fragozo, periodista local de Consonante en San Juan del Cesar, al sur del departamento de La Guajira. Tuve la dicha de haber nacido y crecido en el municipio conocido como ‘la tierra de compositores’. Me llena de orgullo decir que soy de un pueblo que ha sido la cuna de grandes artistas y en el que cada esquina cuenta la historia de una canción que ha sido inspirada por la naturaleza, el amor, las mujeres y la luna… La luna, ese satélite que se ha convertido en un ícono de San Juan.
Basta con entrar al municipio y encontrarse con la primera glorieta en donde hay un monumento con una luna y un acordeón. La infraestructura no fue muy bien recibida por los residentes que esperaban un mirador en lugar de esta. Pero el monumento deja en evidencia que hablar de la luna es trasladarte o sentirte en San Juan. Solo con poner en Google “Luna sanjuanera” encontrarás la canción del reconocido compositor Roberto Calderón. La escribió en 1978 y, aunque no era explícitamente para la luna, en una de sus estrofas el compositor le pide a esta que le diga a su amada que regrese:
“Luna de diciembre, Luna sanjuanera
Dile que regrese, Porque no aguanto, ay, porque no aguanto, vuelve, mi negra”.
Calderón tuvo la intención de componer una canción que representara a su pueblo y recordará todos los momentos que vivió en este. También quería que en el mundo conocieran a San Juan y a sus composiciones. Y lo logró: la canción se convirtió en un himno del municipio y del Festival Nacional de Compositores que se celebra cada año. Así mismo ha hecho que quienes vivimos en San Juan veamos la luna de manera diferente en las épocas decembrinas. Pero en cualquier época del año, la canción que se escribió hace más de cuatro décadas, se escucha con la misma emoción.
Te preguntarás: ¿Qué tiene de especial la luna sanjuanera para nosotros? Por lo menos yo soy fan de verla. Aprecio mucho el sentarme enfrente de mi casa por las noches con mi hermana y mis primas. A veces, una de ellas interrumpe la conversación para decir: “Ya vieron lo hermosa que se ve la luna hoy”, y de una quedamos perplejas. No importa en donde estés en el municipio, porque desde cualquier lugar la puedes ver. No sé si a otros sanjuaneros les pase, pero yo siento que la luna de aquí es diferente, más en diciembre. Las calles se iluminan, y solo basta con verla para saber que estamos en fiestas navideñas.
Para Yanexis Patricia Serpa, una joven sanjuanera, la luna representa espiritualidad. “San Juan es un municipio espiritual y la luna marca los tiempos espirituales: marca un nuevo comienzo, es renovación. La luna sanjuanera es mágica, hermosa e imponente. Parece que estuviera tan cerca”.
Yo también considero que la luna tiene magia, porque ha sido la musa que inspiró a compositores y a escritores. Cuentan mis mayores que antes caminaban por las noches hasta la orilla del río Cesar para cantarle a la luna e inspirarse en ella para componer grandes melodías.
A propósito de todo lo que les cuento y retomando el motivo de esta carta, quisiera invitarles a dar un paseo por este pueblo acogedor, lleno de verseadores, cantantes, vendedores ambulantes y mucha gente amable y parrandera a la que le corre por sus venas la música. Este es el pueblo en donde es costumbre entregar el corazón y todo el que llega aquí se va con las ganas de volver.
Foto tomada de la página de Facebook de la Alcaldía.
Antes de iniciar nuestra ruta comeremos una buena iguana con yuca en el restaurante de La Negrona, diagonal a la Estación de Policía. De allí, cerca de la papelería central, buscaremos un carro en el paradero que lleva el mismo nombre del corregimiento que visitaremos: Guayacanal. Pero antes, en el centro, compraremos mecato y gaseosas. Camino a Guayacanal disfrutarán de las buenas montañas y hermosos paisajes. Espero que tomen buenas fotos porque esto no se ve en todos lados.
En la entrada del corregimiento encontraremos el cementerio donde reposan mis ancestros. Llegaremos a la casa de la prima Liona y del señor Miguel Maure a saludar y a comprar boli de cola para comer en el camino. De allí, bajaremos a darnos un chapuzón en el “Chorrito”, por donde pasa el río Cesar. Desde que soy niña me gusta este plan de ir al pueblo que vio crecer a mi mamá y a mis tíos, aunque mis abuelos ya no están, no he perdido la tradición de ir con mis primos y hermanos. No me van a creer, pero no sé nadar, así que no se alteren si no paso de la orilla. Báñense con libertad, disfruten de la tranquilidad de la naturaleza, no teman por su seguridad, aquí todos somos familia y nos cuidamos los unos a los otros.
Iglesia San Juan Bautista ubicada en la plaza Simón Bolívar. Foto: Gabriel Linares.
En la tarde retornaremos a San Juan para ir a conversar en el parque Simón Bolívar donde disfrutaremos de esa Luna, de la que en un inicio les conté. En medio de conversaciones, es posible que pasemos gran parte de la noche allí, contando vivencias y apreciando su majestuosidad; mientras alguien, desde otro lado del municipio, sigue otra tradición sanjuanera: demostrar su cariño regalando esa luna a un ser querido.