Leída Rodriguez vive con picazón en la piel por la calidad del agua que consume. Ella es habitante del barrio San Francisco y no entiende por qué tiene que pagar por un agua que no es potable y que sabe que la enferma.
“Cuando crece el río, el agua viene con mugre. A veces, viene verde- amarilla y hace un fondo a las vasijas como baboso”, dice a Consonante y es una de las razones por las que optó por hervir el agua. “También para no tener que comprarla en la tienda, porque eso me llevaba arriada”.
Rodríguez recibe un salario mínimo y es quien vela por la economía de su casa, en la que vive con una de sus hijas. Diariamente hierve el agua en el fogón pero, explica, aparece en la superficie una nata brillante. Esto tiene que hacerlo a pesar de que llega una factura que ante la ley garantiza que la prestación de este servicio es óptima y, además, paga el gas con el que la potabiliza.
“Si no es con turbina, no nos llega agua. Pero cómo voy a pagar un servicio que me está generando más gasto. Yo debo millones de facturas de agua y, supuestamente, voy por más de cinco... Pero no voy a pagar esa plata”, declara la sanjuanera.
Según la empresa Veolia, la captación se encuentra ubicada en el corregimiento de Corral de Piedra. Allí tienen una bocatoma con capacidad aproximada para captar un caudal de 400 litros y con una filtración de sólidos que funciona para la empresa pero no para la ciudadanía.
¿Qué está pasando?
Al empezar el día, mientras se toman un pocillo de café por la mañana, como Leida Rodríguez muchos sanjuaneros se preguntan “¿dónde toca el agua hoy? ¿Será que si alcanzo a recoger? ¿Por qué en aquel barrio hay agua?”.
Desde hace más de 20 años hay una constante preocupación por la prestación ineficiente de este servicio que expone a la ciudadanía a enfermedades, a no tener cómo cocinar, a no poder bañarse o a depender de la voluntad de la empresa prestadora del servicio.
“En San Juan del César el acceso al agua es lo más desigual”, recalca Rodríguez. “Otra hija que no vive conmigo me cuenta, y sabemos que cuando hay agua aquí, en su casa no hay (y viceversa) y así vivimos”.
De los treinta días del mes, en el municipio el agua solo se presta con calidad durante quince días, eso sin contar que a veces una gota de agua se demora en caer hasta siete días a causa de lluvias que hacen crecer los ríos y colapsar el acueducto.
El agua es suministrada por un sistema de sectorización con un cronograma de servicio estipulado por la parte administrativa de Veolia. Para ese suministro de agua hay barrios que son informales y, en este momento, no cuentan con un servicio legalmente establecido.
¿Qué dicen en otros sectores?
En el barrio Las Tunas se presta el servicio de agua también un día de por medio. “Algunas veces han durado tres, cuatro o cinco días en que el agua no llega (actualmente es así) y nos dicen que el río está crecido”. Eso, según María Isabel Rodríguez, ha hecho que recojan agua en tanques, tazas, ollas y canecas para evitar comprar en bolsa.
“A veces uno ni siquiera tiene agua para bajar los baños o para bañarse”, agrega Rubí Hernández, otra habitante del sector. Las vecinas tienen conocimiento de todas las veces que la administración pública ha prometido mejorar la prestación del servicio pero, por la falta de cumplimiento, las expectativas son menores.
“Es que nunca ejecutan […] Es algo que siempre ha estado latente y que no se ha dado, y eso viene más que todo de la alcaldía o del candidato de turno que nunca ha tenido la iniciativa de ejecutar, entonces nosotros decimos que como no viene potable y es inestable cuando se presta, no vamos a pagar”, repite Maria Isabel Rodríguez.
En San Juan se afirma que mientras lo público no le cumpla a la ciudadanía; esta tampoco está dispuesta a cumplir con su deber. Al panorama se suman los riesgos asociados a la salud pública que han sido denunciados e ignorados por la administración local.
Una habitante asegura que ha tenido dos hijos con dengue hemorrágico por estar guardando agua y que tuvo una hija en UCI por agua contaminada que se almacenó en un tanque. Quienes no tienen el servicio garantizado dicen que debieron acostumbrarse a la falta de cumplimiento y doblar medidas de cuidado.
¿Qué dicen los funcionarios?
Según Fidel Pitre, inspector de servicios públicos, “San Juan del Cesar creció exponencialmente en número de barrios y habitantes; eso aumentó la demanda del servicio y por eso el alcalde Enrique Camilo Urbina está generando proyectos para mejorar la infraestructura”.
Pitre dice a Consonante que la zona rural tiene prioridad y que Urbina actualmente prioriza los corregimientos La Junta, La Peña y Villa del Río. “Entre la represa del río Ranchería y el acueducto que tenemos ahora, tendremos un acueducto regional y eso quiere decir que nosotros vamos a tener la capacidad, así por cauce natural, de tener una bocatoma del río César —como viene pasando, pero con lo que quedamos sin agua muchos— y tomar el agua directamente de la represa”.
Para el inspector “hace falta una mayor disciplina por parte de la comunidad”. Él cree que eso serviría para tener un mejor servicio de acueducto en San Juan. En eso coincide Esteban Rodríguez, gerente de Veolia, quien cree que los habitantes de sectores sin conexión no están haciendo un buen uso del servicio. “En esos barrios subnormales, no solo toman agua sino que la desperdician, la utilizan como moneda de cambio, la venden, hacen cualquier cantidad de cosas”, dice a Consonante.
Para el gerente la desigualdad que la ciudadanía asocia con el servicio tiene que ver con la manera en que ha hecho conexiones al acueducto de forma irregular y por cuenta propia. “En estos tres años largos de operación hemos ido corrigiendo todas esas situaciones que no permiten un servicio 24/7. No es desigual, lo que pasa es que hoy hay que hacer unos ajustes en el sistema ya que, por el desorden urbanístico, hubo barrios donde primero se construyeron las casas y después se preguntó dónde estaban las redes de agua”.
San Juan del Cesar tiene 49.584 habitantes según el censo del DANE de 2020. Esto sin contar la entrada de la diáspora venezolana. De estos, según aseguró Esteban Rodríguez de Veolia, solo mil reciben agua potable (en barrios como El Prado, Enrique Brito, en Las Delicias, El Carmen y Chapinero); es decir, solo el 2.02% de la población tiene un acceso digno al servicio público.