Plaza Simón Bolívar. Foto: Nicole Bravo
Plaza Simón Bolívar. Foto: Nicole Bravo
San Juan del Cesar Reportajes

Plazas principales de San Juan del Cesar llevan un año cerradas y afecta a comerciantes

Las plazas Santander y Simón Bolívar y el parque Las Tunas llevan un año cerrados por remodelaciones de la Alcaldía. Además de las críticas por los retrasos y los altos costos (más de 10 mil millones de pesos), las obras también han afectado la economía de los comerciantes.

Las únicas dos plazas que tiene San Juan del Cesar en la zona urbana y que eran el punto de encuentro para los habitantes, llevan un año cerradas por el proyecto de construcción y mejoramiento que la Alcaldía contrató y que incluye un parque en la periferia del municipio. Las obras que debían entregarse este mes fueron pensadas por la administración para mejorar el espacio público, la recreación e incentivar el turismo. Pero, en un municipio con pocos espacios públicos, cierres tan prolongados suelen afectar de forma más directa a los ciudadanos. Por ahora, son más los perjuicios que cuentan algunos habitantes, que los beneficios que ven en una obra que ha tenido varias críticas y tropiezos.

La propuesta inicial de la Alcaldía a finales de julio del 2021 fue la de construir, adecuar y mejorar la Plaza Simón Bolívar por más de 11 mil millones de pesos. De esos, el municipio pondría 4 mil millones y el resto sería asumido por el departamento. Los cuestionamientos empezaron por parte de los habitantes que consideraban que San Juan tenía necesidades más urgentes, como mejorar el acueducto o terminar de construir la plaza de mercado. El anuncio de la obra llegó hasta la periodista Salud Hernández que lo incluyó en una serie llamada “La ruta de la corrupción” y lo catalogó como un despilfarro.

Al final, las condiciones cambiaron y la Alcaldía anunció que el presupuesto sería de 10.500 millones de pesos y que los invertiría en tres obras: La Plaza Simón Bolívar, La Plaza Santander y el parque de Las Tunas, uno de los cuatro parques que tiene el municipio en el casco urbano. El contrato se hizo por licitación pública, eso quiere decir que fue una convocatoria abierta en la que los postulantes debían cumplir con requisitos mínimos que determinaba la administración.

Pero un ciudadano pidió la nulidad de esa convocatoria porque, según decía, la administración no había sido específica con un punto de la experiencia técnica que le pedía a los contratistas y eso ponía en riesgo la objetividad del proceso. En agosto del año pasado, la Alcaldía argumentó que anularía la convocatoria, no porque considerara que el ciudadano tenía razón sino para “garantizar el principio de controversia”. 

Un mes después y tras un año de haber anunciado el proyecto sin poderlo poner en marcha, la administración volvió a abrir el proceso de contratación. Ese diciembre la Alcaldía firmó el contrato por un año con el Consorcio Espacio Público 2023, representado por Jhon Erick Gámez. Hasta el momento la obra ha parado y reiniciado en dos ocasiones; según el último informe del consorcio, en julio el avance era de un 60%; y la entrega que debía ser este mes se aplazó hasta enero.

Valla que anuncia la obra en la Plaza Simón Bolívar. Foto: Nicole Bravo.

Aunque las demoras en las obras públicas son comunes y un mes de retraso no parece mucho, para los comerciantes que están en el área de influencia del proyecto, implica un mes más de una situación que para ellos es insostenible. Lo plantean así porque dicen que desde hace un año, cuando empezaron las obras, están trabajando a pérdidas o con pocas ganancias porque eran espacios como las plazas y parques los que llamaban la clientela. Además, dicen que pasa justo cuando se estaban recuperando de la crisis económica que generó la pandemia del covid-19.

Las obras dejaron sin clientes a los comerciantes

“Este negocio está tan caído que no tengo ni recibos”, dice Jorge Iván Osorio a una clienta que le pidió factura de la compra. Osorio es el dueño de La Fogata un comercio ubicado frente a la Plaza Santander que lleva 20 años en San Juan, abría desde las 7 de la mañana hasta cerca de las 11 de la noche, tenía tres empleados y ofrecía almuerzos, asados, helados, licores y bebidas no alcohólicas. Pero desde diciembre del año pasado las ventas cayeron tanto que ahora abre del mediodía hasta, máximo, las 7 de la noche, tuvo que despedir a sus empleados, pasó de gerenciar el negocio a atenderlo y sólo ofrece helados y bebidas.

Osorio cuenta que la socialización de la obra de la Plaza Santander se hizo un día antes de que la cerraran y que los mismos comerciantes propusieron que la obra se hiciera por partes,  previendo que podía ser contraproducente. “Nosotros le dijimos a la Alcaldía que, como el área era de unos 1.800 metros cuadrados, fueran interviniendo de a 600 metros para que no se cerrara del todo. Pero no nos escucharon”, asegura.

La plaza fue cerrada, los vendedores ambulantes se trasladaron a la calle principal y ahora ocupan parte de los dos carriles que tiene la vía. “Aparte del desorden, es un riesgo. Si pasa una persona alcoholizada o a una velocidad muy alta puede causar una tragedia”, dice Osorio. Con el cierre también se perdieron los clientes que habían convertido el lugar en un sitio familiar obligado por tener juegos infantiles y estar rodeado de negocios que iban desde envíos nacionales hasta una droguería: “Bajito, estoy teniendo pérdidas de 3 millones de pesos por mes y las ventas se han reducido en un 90 por ciento. Ya cerré una vez, pero volví a abrir porque tengo la esperanza de que la temporada decembrina mueva un poco el negocio”, dice Osorio.

Diciembre siempre ha sido un mes bueno para el comercio porque los colegios están de vacaciones, quienes se fueron del municipio por razones laborales o de estudio regresan a pasar en familia y la gente está dispuesta a gastar dinero. En la plaza Santander esa posibilidad de tener más ingresos se duplicaba porque el lugar era el escenario tradicional del Festival Nacional de Compositores de Música Vallenata que impulsa el turismo y la economía. Este año esperaban la llegada de entre 10 mil y 12 mil turistas al municipio. Pero es la segunda vez que se rompe la tradición y el festival se traslada al estadio. 

“Uno anhelaba esos cuatro días del Festival de Compositores — cuenta Cristian Medardo, dueño de una distribuidora de bebidas alcohólicas y no alcohólicas que también ofrece servicios de corresponsal bancario y que funciona desde 1980—. La última vez que hicieron el festival acá pasamos de ser un equipo de cinco personas a ser uno de 10 para responder a la demanda. Se movía tanto el comercio que un día amanecimos vendiendo y no hubo forma de cerrar el negocio”. Para dar un ejemplo, Medardo dice que en el festival podían comprar unas 250 pacas de agua (24 unidades por cada paca) y las vendía todas. Esta vez sólo tenía 100 y le sobraron 30.

Medardo afirma que en días normales tiene pérdidas de entre el 20 y el 35 por ciento, una cifra que representa gran parte de las ganancias que tenía antes del cierre de la plaza. Recuerda que en 2021 podía vender al menudeo 20 de las 24 Coca-Colas familiares que compraba semanalmente, ahora no logra vender la mitad. “Afortunadamente me han salido contratos con empresas por las novenas y las fiestas de fin de año y eso es lo que me ha permitido tener el negocio a flote”, dice. 

Pero no todos tienen para sostenerse. Zullyma López tiene 60 años y hace dos puso una heladería frente a la Plaza Santander. No había completado el año de inaugurada cuando cerraron la plaza y sintió el golpe de la decisión: pasó de pedir 30 cajas de helado cada semana a comparar entre 10 y 12.

Dice que prácticamente trabaja para pagar la luz y el agua, que ha tenido que reducir los turnos de las dos ayudantes que tenía y cierra la heladería tres horas antes de lo que acostumbraba porque, además de la falta de clientes, la zona queda muy oscura y teme por su seguridad. “Si el negocio lo hubiera levantado con un préstamo de un banco estaría en la olla de las deudas”, asegura. Hasta el momento, los comerciantes entrevistados dicen que la Alcaldía no les ha brindado apoyos ni ha buscado soluciones para su situación.

A Zullyma López, sus mismos clientes le reconocen que no van a la heladería por el cierre de la plaza: “Acá compraba el helado y se lo llevaban para la plaza. Pero ya no se puede, mis clientes me han dicho de frente que no vienen a la heladería porque la plaza está cerrada. Es que esa era el lugar para que los niños se recrearan y para que uno de adulto saliera. Sin la plaza uno se siente encerrado”

Sin espacios para recrearse 

A la Plaza Santander, que es la más conocida y visitada, llegaban personas de todas las edades a conversar, caminar, recrear a los niños o jugar dominó o parqués. En diciembre era común que la tarima Juancho Rois recibiera algún cantante de vallenato reconocido que la mina del Cerrejón suele pagar para entretener a los ciudadanos, como recuerdan varios que conocen el funcionamiento de la plaza.

Ese era un punto de encuentro clave que desapareció en el último año y que no se ha podido reemplazar porque la Plaza Simón Bolívar, que podría suplir ese espacio, está en las mismas condiciones. La lona verde impide la vista completa y el cerramiento ha impedido que se repitan las fotos de bautizos y primeras comuniones que, tras la respectiva misa en la iglesia San Juan Bautista, tenían de fondo la plaza que queda al frente. 

Plaza Simón Bolívar. Foto: Nicole Bravo

“Ahí era donde los niños salían a estrenar sus regalos el 25 de diciembre, ahora no hay dónde”, dice un padre de familia que trabaja cerca a la Plaza Bolívar. Ese es el mismo sentir que hay en los barrios que rodean el parque de Las Tunas que también era un punto de encuentro para la comunidad. Al principio, la idea que fue socializada por la Alcaldía y que tuvo cambios a petición de los ciudadanos, como el de sumar una cancha de fútbol dentro de la pista de patinaje que se va a construir, llenó de ilusión a algunas personas. 

Una de las que más se emocionó con la noticia fue Kelis Salazar, dueña de la escuela de patinaje Guajiros Skate que entrena 39 niños del municipio. Aunque asegura que la pista no cumple con los requisitos de la Federación de Patinaje para que sea de alto rendimiento, ha aplaudido la iniciativa del alcalde de construir un espacio con un nivel más técnico para este deporte. “La pista nos va a ayudar muchísimo y va a impulsar el patinaje en San Juan, un deporte que aún es nuevo en el municipio”, afirma Salazar. También dice que espera que la Alcaldía asigne horarios diferenciados para practicar Patinaje y Fútbol, porque sería riesgoso que ambos deportes se crucen en un mismo espacio.

Para otros, la idea que socializó la administración era buena, pero ahora la ponen en duda. “Cuando presentaron la propuesta me pareció fantástica, pensé que por fin iban a cambiar las cosas en Las Tunas e íbamos a tener algo muy bueno, pero no estamos viendo nada de lo que nos prometieron”, cuenta Johana Álvarez, una mujer de 44 años que ha vivido en el barrio y se ha visto afectada por las obras. Primero fue por el lado económico: tuvo que dejar de vender chorizos en el parque, que era lo que garantizaba el estudio de su hija, porque la vida nocturna que giraba en torno al parque desapareció. Y luego, fue un golpe a sus tradiciones. 

Álvarez cuenta que los habitantes de Las Tunas II llevan décadas celebrando por lo alto el día de la Virgen de la Medalla Milagrosa, que es la fiesta patronal del barrio que se realiza cada 27 de noviembre. La tradición era celebrar todo el día, desde las 10 de la mañana hasta cerca de las 10 de la noche, con bailes, grupos musicales, concursos, actividades recreativas, una misa y un recorrido por el barrio en honor a la Virgen. El lugar para hacerlo era el parque de Las Tunas que tenía una pequeña tarima que facilitaba la coordinación de las actividades de ese día. Por segundo año consecutivo, las fiestas patronales se limitaron al recorrido por el barrio porque el parque sigue cerrado.

Carlos Soler, bombero de 34 años, dice que el parque también era el espacio en el que varios vecinos aprovechaban para integrarse a través de partidos de fútbol. Pero reconoce que los más afectados son los niños: “Ellos se tomaron un lote que hay a la vuelta, lo limpiaron, pusieron piedras para delimitarlo como si fuera una cancha y ahí les toca jugar. De lo contrario les toca en la calle”. 

“El único parque de San Juan que se llenaba, y eso que sólo tenía la cancha, era este”, cuenta Edgardo Cuello, líder comunitario y concejal electo. Aunque está el parque de La Normal que hace poco fue remodelado, para algunos sectores del municipio, el lugar es muy alejado, lo que implica un gasto mínimo de 4 mil pesos. Para Johana Álvarez también es un espacio oscuro en el que siente que no puede permanecer hasta pasadas las 6 de la tarde. Y, en su opinión: “el otro parque, el de Las Delicias, está muy mal, eso ni es un parque”.

El cerramiento del parque también ha generado desconfianza en temas de seguridad porque, según Cuello, puede convertirse en “una guarida” a la que pueden llegar, por ejemplo, objetos robados. Incluso dice que la misma comunidad tuvo la intención de retirar la malla verde que rodea el parque con el fin de sentirse más seguros. 

Parque Las Tunas. Foto: Nicole Bravo

Johana Álvarez, quien conoce cómo era la vida nocturna en el parque antes de la obra, dice que el ambiente familiar permanecía hasta casi la media noche. “Ahora a las 7 p.m te vas entrando por la inseguridad. No ha pasado nada aún, pero uno ve gente rara, da miedo y el lugar se vuelve muy oscuro”, comenta.

La expectativa por ahora es que el alcalde electo, Enrique Camilo Urbina, termine los parques y los pueda inaugurar lo antes posible. En entrevista con Consonante, Urbina dijo que garantizará la entrega de las obras y será exigente con los contratistas. 

*Consonante intentó comunicarse con el secretario de planeación, Rafael Humberto Frías, pero hasta el momento no contestó llamadas ni mensajes.

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  • Alvaro peralta
    Dic 19, 2023
    Triste ver este que esta pasando el secretário de planeacion fue citado por el concejo pero ojala ustedes ubieran escuchado en altavoz en una llamada su respuesta

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