Ilustración: Camila Bolívar
La Guajira Entrevista

“No es que no haya agua en La Guajira, es que el agua está presa”: Yelenca Sarmiento, lideresa wayúu

Después de que se conociera sobre el escándalo por corrupción en la compra de 40 carrotanques por parte de la Unidad de Gestión del Riesgo, las comunidades étnicas de La Guajira volvieron a quedar sin soluciones ante la falta de agua potable. La lideresa Wayuu, Yelenca Sarmiento, habló con Consonante sobre las dimensiones del problema y la solución que pide su comunidad: liberar el agua de la represa Ranchería.
¿Cómo se hizo este trabajo?
Conversé con la lideresa wayúu, después de investigar sobre el escándalo de los carrotanques en La Guajira por parte de la UNGRD, interesada en conocer la mirada de las comunidades que continúan sin acceso al agua.

Yelenca Sarmiento Romero lleva tres años luchando por tener agua. Su familia, que pertenece al clan Epiayú, lo ha hecho desde siempre. En el resguardo Zaino, ubicado en la zona rural de Barrancas, en La Guajira, hay 1.530 personas que nunca han tenido agua potable. Su única fuente hídrica fija es lo que llaman un “ojo”, un nacimiento que acumula agua subterránea y que solo les sirve cuando el verano da tregua.

Su llamado al liderazgo desde la etnia wayúu fue innegable: su abuela, Mercedes Epiayu, murió en medio de la escasez de agua. Sus últimos momentos los dedicó a pedirle que siguiera luchando por lo que ella había buscado toda su vida, que su familia y su comunidad pudieran tener agua potable. Mercedes murió con varias bacterias en el estómago y piedras en los riñones, murió, aseguran en la familia, por la falta de agua.

Yelenca decidió hace unos años salir de su territorio por la falta del líquido. Se fue a vivir a Barrancas, el pueblo, pero no ha dejado de luchar por ver agua en el Zaino. Su decisión de irse, aunque dolorosa, también es una declaración: “Yo no seré como mi abuela, no seré como mi bisabuela, que tenían que caminar tres cuatro horas de trayecto para buscar un poquito de agua. Yo no podré lograrlo, no podré porque las condiciones ya no me lo permiten”.

En febrero el Gobierno de Gustavo Petro anunció la llegada de 40 carrotanques destinados a proveer agua en La Guajira por la emergencia del fenómeno del Niño. El anuncio le dio a Yelenca, su mamá, y su comunidad, un respiro: por un tiempo tendrían agua asegurada. 

Cuatro meses después el agua nunca llegó y el país se centró en el escándalo de corrupción. Mientras que en el Zaino, y otra decena de lugares de todo el departamento, siguen sin poder acceder a agua potable. La lideresa habló con Consonante sobre sus peticiones al Gobierno: que se vuelvan a poner los ojos en el departamento, y esta vez, con una solución más definitiva.

Consonante: ¿Cuál es la mirada que tienen desde su comunidad de todo lo que ha pasado con los carrotanques?

Yelenca Sarmiento: En septiembre del año pasado hicimos un paro, tomamos la vía y salimos en defensa del territorio. En ese entonces fuimos escuchados por el Ministerio de Vivienda, les pedíamos que nos solucionaran el agua, porque estábamos padeciendo. Allí logramos que nos llevaran agua durante tres meses. Eso nos sirvió mucho porque nos llevaban un carrotanque cada semana y pudimos llenar una alberca, se beneficiaron como cuatro o cinco familias. Pero luego de esos tres meses se perdió el carrotanque, el dueño del carro nos dijo que ya no tenían contrato y nos volvimos a quedar sin agua. 

Desde ese momento me convertí en una pescadora, donde sabía que iba a estar un representante del Gobierno o algún ministro, buscaba la forma y me metía. En una de esas pude entregarle un oficio a la senadora Aida Avella, ella nos respondió que había mandado eso al departamento y a la Alcaldía, que eran ellos quienes tenían que solucionar. Ahí perdimos las esperanzas. 

Por eso después, el momento en que anunciaron el envío de los carrotanques fue de mucha alegría. Todavía me acuerdo y se me eriza el cuerpo, cuando entraron en caravanas, fue una satisfacción porque dijimos “ya se va a aplacar un poco la sed”. Pensábamos que nos iban a mandar por lo menos uno o dos para el sur de La Guajira, pero mira la triste y lamentable situación. Siento que caímos aún más bajo, porque lo que creíamos que era nuestra esperanza terminó siendo una desgracia.

Es la hora y nada más escuchamos el tema de la corrupción, pero no vemos cuál es la solución, los carrotanques están ahí y ¿qué se va a hacer con eso?, aquí seguimos con la misma problemática, seguimos con la misma necesidad.

C.: ¿Usted considera que los carrotanques eran la solución?

Y.S.: No eran realmente la solución, como dice uno por acá, esos eran pañitos de agua tibia. Porque llega un carrotanque al territorio con 9.000 o 10.000 litros y tiene que repartir 1.000 litros a cada vivienda.

Aquí en una misma casa vivimos: mamá, papá, hermanos, cuñados, primos. Por cultura hay hasta cuatro y cinco familias en una casa. ¿Qué pueden alcanzar 1.000 litros de agua donde hay cinco familias?. Para mí no era la solución, pero como dice por ahí el dicho: a caballo regalado no se le miran colmillos.

Nos toca pelear esos 1.000 litros de agua, que además nos dicen que es solo para consumo, no es para bañarse, ni para los animales. Pero yo viendo las gallinas, viendo a las cabras, viendo al burro pasar sed ¿En qué cabeza cabe que vamos a tomarnos el agua y vamos a dejar los animales sin agua?.

Nosotros seguimos con esperanza de que esos carrotanques los pongan en funcionamiento y nos den un poquito de agua. Y por ahora nos toca seguir recibiendo la del cielo y almacenando ese poquito de agua que nos regala papá dios.

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C: Entonces, ¿cuál es la solución de fondo?

Y.S: Yo soy del sur de La Guajira y estoy cerca a la represa, me duele ver cómo está esa agua ahí. No es que no haya agua en La Guajira, es que el agua está presa. Acá no es como dicen: “un pedazo de tierra desértica”, que no hay agua. Sí hay, el río Ranchería tiene agua para darnos. Y mi abuela que se murió decía “¿por qué si el agua está ahí no nos dan un poquito?”. Esa es la pregunta que nos hacemos todos los días de nuestras vidas.

" Y mi abuela que se murió decía “¿por qué si el agua está ahí no nos dan un poquito?”. Esa es la pregunta que nos hacemos todos los días de nuestras vidas"

Lo que le hemos preguntado al Estado es: ¿qué tan complicado es que nos den agua de la represa?. Por mi territorio pasa la línea de conducción que hicieron cuando el proyecto supuestamente iba a llevar agua de la ranchería a Hatonuevo, nosotros miramos ese tubo y guardamos la esperanza de que hay agua ahí.

Yo he dicho muchas veces que el problema de la desnutrición en La Guajira no solamente es la falta de comida, dennos un poquito de agua y nosotros volvemos a cultivar nuestros propios alimentos: el maíz, la ahuyama, el frijol. Dennos un poquito de agua y nosotros volveremos a sembrar las tierras. La solución está en la represa, por más de que digan que van a traer carrotanques, no, el agua está ahí, el agua está presa.

C.: Hay comunidades de La Guajira advirtiendo que algunos políticos ofrecieron agua a cambio de votos en las elecciones del año pasado. ¿Cómo es la relación entre la corrupción y el agua?

Y.S.: No solamente es en tiempo de política. Mi mamá hace dos meses me ha venido diciendo: "hija, está entrando un carrotanque y yo le hablo al hombre que maneja, le pregunto por qué no me echa el agua y dice “no es que para usted no hay agua, aquí nada más me mandan a echarle agua a cinco casas". Y esta queja se la puse a la Secretaría de Gobierno aquí en Barrancas.

Pero sí interfiere el tema político, si tú eres de un color y ese color es el que está en el poder, tú tienes beneficios, si no eres del color, no los tienes. Y esto ha sido una plaga que no solamente la vemos en La Guajira, vemos que cada día crece, se engorda y se reproduce en toda Colombia.

C.: ¿Por qué cree que el agua se convierte en un negocio?

Y.S.: Se ha convertido en un negocio porque después del oro lo que dará plata será el agua. Y me preocupa, me pongo mal, se me quebranta la voz, porque yo tengo tres hijos y ver la problemática y la escasez de agua en la que vivimos me hace pensar ¿qué futuro les espera? Si el agua nos la van a medir, si el agua nos toca comprarla, ¿qué va a ser del futuro de mis hijos, de mis nietos?, ¿lograrán sobrevivir?

Y que cada vez es menos el agua que se logra ver. Tener cosechas en nuestro patio es un lujo, un lujo que nosotros los de abajo no podemos darnos. Si tienes plata, tienes agua, si no tienes plata no tienes agua. Y es preocupante la situación, porque el agua está privatizada.

Por ejemplo, lo que creímos que iba a ser el auxilio mira en lo que se convirtió. El tema de los carrotanques es deprimente, fue una ilusión. Creemos que lo soñamos, vimos los carros llenos de agua pero el agua nunca llegó, fue un espejismo. Fue un engaño.

C.: ¿Cómo sortean la falta de agua potable en su resguardo?

Y.S.: En el día a día se va al ojo, al nacedero. Tipo cinco o seis de la tarde se ven los burros ahí, porque a esa hora ya está más cargado, y se cogen dos o tres tintinas para el sustento. 

El que tiene cómo se da el lujo de comprar el agua, porque un viaje de agua a territorio sale por muy bajito en 150.000 pesos, y ahí poniendo la llorona, como dice uno también, por ahí las amistades lo dejan en 130.000 pesos. Y para sacar ese dinero con la falta de empleo es complicado. Entonces a veces nos reunimos dos o tres familias y compramos un viaje y nos repartimos un poquito de agua. Compramos un carrotanque de 9.000 a 10.000 litros.

C.: De acuerdo con un informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicado en 2022, la crisis del agua y el saneamiento agrava especialmente la situación de las mujeres y las niñas. ¿Cómo es ser mujer en un pueblo sin agua?

Y.S.: Es terrible. Una vez hubo un fenómeno tan fuerte, creo que un fenómeno del Niño y recuerdo que me estaba volviendo loca en mi casa. Tenía a los niños pequeños y recuerdo que no había una gota de agua para bañarlos. Tenía un cultivo de guineo en mi patio y ver que se me acabó todo por falta de agua, ver mi ropa sucia, ver los tanques vacíos, entré en crisis y le dije a mi esposo "vámonos, vamos a vender esto, ya aquí no hay vida. Ya se acabó mi existencia". 

Porque el agua en nosotras las mujeres es la que nos impulsa a levantarnos con alegría. Porque el hombre se dedica al pastoreo, él se va con sus animales, pero la mujer es la que queda pendiente de mantener la casa en orden. Una es la que tiene que administrar la casa y si no hay agua ¿cómo hace uno?. Toca entonces salir, porque son tus hijos los que te piden agua, son tus animales los que te obligan. Por eso muchas veces no es que uno quiera ser líder, sino que la situación en la que vivimos nos obliga a salir a pedir la gota de agua.

"Toca entonces salir, porque son tus hijos los que te piden agua, son tus animales los que te obligan. Por eso muchas veces no es que uno quiera ser líder, sino que la situación en la que vivimos nos obliga a salir a pedir la gota de agua"

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