Ilustración: Camila Bolívar
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Los niños y niñas que mantienen vivo el legado de los compositores

Mia Valentina González, Andrés Camilo Maestre y seis compañeros de 12 y 15 años fueron los únicos niños que participaron con una canción inédita en la versión 46 del Festival nacional de compositores. A pesar de la falta de espacios para la formación, quieren demostrar que San Juan del Cesar sigue siendo cuna de compositores.

Mia Valentina González empezó a cantar desde los seis años cuando veía a su papá (el compositor Ismael González) escribir y cantar sus canciones. También aprendió a rimar, a pegar las frases, a encontrar una melodía y a inspirarse en lo que tiene alrededor para componer: la naturaleza, su familia, o el colegio. Luego aprendió a tocar guitarra, pasó también por la guacharaca y finalmente encontró su verdadero amor: el acordeón. “El acordeón me da tranquilidad, cuando lo toco puedo expresar mis sentimientos”, dice Valentina, quien tiene 12 años. 

En su colegio hace versos, se anota en las presentaciones y escribe sobre el tema que le pongan: en su graduación de quinto de primaria, por ejemplo, fue la encargada de la presentación final. 

A pesar de esa experiencia, Mia Valentina dice que es la primera vez que “seriamente” se sienta a escribir. Desde hace un mes, junto a su grupo de siete compañeros de la escuela de música a la que asiste, se puso a la tarea de escribir una canción para concursar en la categoría de aficionados de la versión 46 del Festival nacional de compositores de música vallenata. 

“Fuimos a dar una serenata a la familia de un compañero y vimos a la luna, estaba grande y redonda. En ese momento el profe nos dijo que escribiéramos sobre eso. Pensábamos que era mamadera de gallo, pero luego la canción se fue dando, le hicimos la letra, la melodía y ahí fue que nos dijo: “pónganse pilas que esa canción la vamos a presentar en el festival””, cuenta Mia Valentina.

Fotografía: cortesía Fundación Empresarial Desarrollo Social

En el proceso de composición, que duró un mes, participaron seis niñas y dos niños. Entre esos estaba Andrés Camilo Maestre, de 15 años. Por sus venas también corre las letras del vallenato: su padre es cantante y compositor, y se enorgullece en decir que es primo de Rafael Orozco, considerado como uno de los mejores y más completos compositores y cantantes Vallenatos del país.“En un cumpleaños de mi papá, cuando tenía siete años, lo escuché cantar por primera vez. Ahí me sentí muy emocionado y me empecé a motivar para aprender a cantar también”, cuenta.

Andrés Camilo toca la guitarra y canta. Su inspiración más grande es la naturaleza y por eso se le hizo fácil escribir sobre la luna sanjuanera en diciembre. La misma que inspiró en su momento a Roberto Calderón y que terminó convirtiéndolo en el autor del himno del Festival. 

“Cuando escucho la guitarra  siento que es una melodía muy hermosa y así sacó bastante canciones. La guitarra me inspira, también la naturaleza, mi familia y mis amistades”, dice Andrés.

Mia Valentina, Andrés Camilo y sus compañeros presentaron su canción el jueves 7 de diciembre. Y aunque solo pasaron a la primera ronda, haber hecho su primera composición, en sus palabras, marcó un antes y después.

En cuna de compositores hay pocos espacios de formación

Este año el Festival realizó el Concurso 'Las Notas de Juancho', para que jóvenes desde los 14  hasta los 17 años (acordeonero, cajero y guacharaquero) participaran. Sin embargo, Mia Valentina y Andrés Camilo le piden al festival más inclusión para los niños y niñas. Y, en general, más apoyo a procesos de formación en composición y música. 

Aunque el municipio es la sede del Festival, cuna de compositores, y varios de los versos de reconocidas canciones se han vuelto refranes entre sus habitantes, la comunidad dice que su cultura se está perdiendo y que es necesario involucrar a las nuevas generaciones.

Sin embargo, en San Juan del Cesar solo hay dos escuelas musicales, ambas privadas. Una de ellas es la Fundación Empresarial Desarrollo Social, que  tiene el programa de música “Acompáñame a cantar” al que pertenecen Mía Valentina y Andrés Camilo. La Fundación funciona desde hace 10 años y actualmente está formando 86 niños en acordeón, guitarra, percusión y canto. 

“Tenemos un semillero de música para que nuestra cultura no se pierda, ya cuando hay otros ritmos extraños que están metiéndose por todos los rincones de Colombia. Si no hay esto, nuestra cultura se puede perder”, cuenta José Gregorio Argote, director de la fundación.

Adicionalmente, la Casa de la Cultura ofrece algunos cursos ocasionales. Actualmente se están formando 16 guitarristas y 14 acordeoneros. Sin embargo, los cursos son por periodos cortos y la financiación depende de la voluntad del alcalde de turno. “Esos procesos se quedan ahí porque simplemente son convenios y se hacen por cuatro, cinco o seis meses”, cuenta Obdulio Mendoza, director de la casa de la cultura. 

Desde allí también gestionaron para que el Sena abriera el técnico en ejecución musical para los jóvenes que salgan de bachillerato. Sin embargo, todos reconocen la falta de espacios para los niños y niñas. 

“Somos amantes del folklore, de la música, del verso, de la composición, del vallenato, pero hay muy pocas escuelas, pocos espacios. Se necesita mucho apoyo, también del Ministerio, que miren más la formación no como eventos, sino como proceso para darle las herramientas al niño, al joven, y al adulto para que haga las cosas profesionalmente”

Obdulio Mendoza

El nuevo alcalde debe garantizar recursos para la cultura

Antes de las elecciones, el sector cultural del municipio se reunió con los dos candidatos a la alcaldía: Moises Daza y ‘Cubita’ Enrique Urbina. Ambos firmaron el Pacto por la cultura, en el que se comprometieron, entre otras cosas, a seguir y fortalecer los procesos de formación dentro de la Casa de la Cultura durante su periodo de gobierno.

Hasta ahora, a excepción de algunos cursos cortos en la Casa de la Cultura, ninguna escuela ha abierto espacios para enseñar a los niños y niñas sobre la composición. Desde esta primera experiencia en el Festival, la Fundación de Jose Argote seguirá en este camino con los niños del programa.

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“Ellos tenían muchas ganas y emoción por participar en este concurso por primera vez, entonces ya entienden el mensaje de que hay que componer, que esa es otra faceta del músico y entre todos ellos ya tienen su primera canción. Ahora tenemos un taller con ellos que individualmente deben tener una canción y ya con eso le estamos abriendo el camino para que avancen en el cuento de hacer su primeras canciones”, cuenta Jose Gregorio.

Al final, además de fortalecer la cultura, el propósito de fondo es darle a los niños y niñas una nueva opción de vida. “Estamos cambiando la mentalidad de los jóvenes y de los niños. Que no miren hacia la drogadicción, el alcoholismo que lo vemos por todos lados. Con la música se les cambia el hábito de vida, se sienten útiles porque cuando uno los presenta en cualquier evento que hacemos ellos se sienten a gusto y alegres”, puntualiza Obdulio.

Mientras tanto, Mia Valentina y Andrés Camilo están soñando en grande. Quieren ser cantantes de vallenato, escribir más canciones y ser embajadores del folclor de su pueblo. “Para mi fue un reto, con esto ya sé que puedo escribir más canciones que expresen mis sentimientos, que cuenten historias. Yo siento que con la música puedo alegrar los corazones de las demás personas”, dice la ahora compositora, Mia Valentina.

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