Hace cinco meses Lucila Itriago, de 67 años, ocupa como vivienda un espacio de 4 metros cuadrados en el espacio con la obra abandonada que pretendía convertirse en el mercado y, al tiempo, la terminal de transporte de San Juan del Cesar. Allí vive con su esposo, un hijo y un hermano luego de quedar sin dinero para pagar arriendo.
“Teníamos dos meses atrasados y al ver que no nos íbamos, la dueña de la casa decidió quitar el techo y dejarnos a la intemperie. Buscando y durmiendo de aquí para allá, encontramos que este lugar estaba solo y nos metimos”, cuenta Itriago. Ella es de Venezuela y llegó con su familia hace cuatro años a Colombia.
En esta obra, la Gobernación de La Guajira destinó $ 1.778.919.563. El contrato se firmó en julio de 2009 entre el exgobernador Jorge Pérez Bernier con la Unión Temporal Cerco, la cual se identificó con el Nit. 900.294.458-5. En respuesta a un derecho de petición, la Secretaría de Obras Públicas y Vías Departamentales del departamento de La Guajira informa que la obra “fue terminada satisfactoriamente, pero no fueron entregadas formalmente al municipio de San Juan, beneficiaria con la infraestructura, ni mucho menos fueron recibidas por este”.
En todo el municipio se conoce que esta obra es un “elefante blanco” (obras que nunca terminaron o no están en funcionamiento). 15 años después de ejecutarse el contrato, a la fecha no hay quién rinda cuentas del dinero que allí se perdió. El contrato fue firmado por el exgobernador Jorge Pérez Bernier y el representante legal de la Unión Temporal Cerco, José Consuegra Cerpa. La unión temporal además la conforman la Compañía de Ingeniería, Negocios y Servicios S.A. y Jairo Efraín Ceron Martínez. (Ver abajo el contrato)
Itriago y su familia viven en este lugar, pero las condiciones no son las mejores. En el espacio solo hay un techo y paredes; no hay puertas, ni ventanas, no tiene baño y es inseguro. Se ha convertido en un botadero de basura y algunos jóvenes se reúnen para tener encuentros sexuales y consumir sustancias psicoactivas. “Estamos acá por la necesidad y porque no tenemos cómo pagar un arriendo. Nadie quiere vivir en un lugar como este”, asegura Itriago.
Cuando llueve se les inunda todo. “Ponemos plásticos para no mojarnos, pero no es suficiente. Nos ha dado gripa y fiebre”, asegura José Luis Rodríguez, esposo de Lucila.
Rodríguez sale todos los días en su carrito en busca de alguna oportunidad para trabajar en cualquier oficio, ya sea limpiando patios, arreglando cosas o reciclando. De él depende que su familia se alimente. Sin embargo, Rodríguez dice que en ocasiones no encuentra nada y regresa con los bolsillos vacíos. “No sabemos a dónde iríamos si se llega a recuperar este espacio, dónde Dios nos lleve”, recalca.
A un costado de la entrada de la terminal, funciona la llantera de Óscar Orozco, de 49 años de edad. Luego de sufrir un desalojo, Orozco vio la oportunidad de poder trabajar en esa obra abandonada. “Ahí tengo mi llantería. Si no trabajo no tengo qué comer y mucho menos qué darle a mis hijos”, relata.
Para Orozco la construcción de esta obra significaba progreso para San Juan. En ese tiempo aún estudiaba y vivía en el barrio El Carmen, al norte del municipio, y tenía que ir hasta el centro a buscar el transporte o hacer las compras. “En ese tiempo pensaba que ya no tenía que coger para el centro porque el mercado y el transporte iba a estar más cerca. Esas eran mis expectativas de que la terminal funcionará, nunca imaginé que terminaría así”, cuenta.
Actualmente, el municipio no cuenta con un terminal de transporte. Los carros que transportan a las personas en las diferentes rutas del departamento están ubicados a un costado de la avenida Manuel Antonio Dávila, y las empresas de transporte que se encargan de las rutas fuera del departamento están dispersas por todo San Juan. Entre las más importantes están Cootrasan, Brasilia, Copetran, Cootracosta y Costaline.
El abandono estatal en el que quedó está obra fue aprovechado por los dueños de lo ajeno. Según Orozco, poco a poco lo fueron desvalijando. Se llevaron los baños, los cables, las luces, los portones, las puertas. Solo quedaron las paredes y unas estructuras en el techo.
Del otro lado de la infraestructura, en condiciones similares, están las instalaciones de lo que sería el mercado municipal. Allí también habitan algunas personas que no tienen un techo. Una de ellas es Julio Vega, de 66 años, quien vive ahí desde hace más de 15 años.
Antes de que se construyera esta obra, Vega tenía un negocio de bebidas frías al frente de dónde quedaría la terminal. “Yo tenía un quiosco de lata en la carretera y quedaron de darme un local a los 8 meses en el mercado nuevo”, cuenta. Luego de esto, se vio obligado a trasladar su quiosco a varios lugares del municipio, y poco a poco se fue deteriorando, hasta que no quedó nada. Sin empleo y al ver que no se hizo efectiva la promesa, decidió ocupar uno de los locales que están en el mercado. Allí vive y funciona su negocio. Es un pequeño cuarto donde tiene un carro colchón, escoba, un enfriador, canastas de cerveza y mesas para jugar dominó, cartas y siglo.
En el municipio siempre se ha rumorado que la obra no se entregó. Pero Vega asegura que se entregó en el año 2010 al entonces alcalde Jesús Lamus Rodríguez (2009-2011): “Yo fui testigo, aquí vinieron y el doctor Lamus cortó el listón, pusieron una placa, tomaron fotos y se fueron”. “De la noche a la mañana lo dejaron abandonado. Y los rateros lo desvalijaron”, agrega.
Vega considera que la construcción de esta obra y su abandono sólo han significado para el municipio un atraso. No hay por dónde caminar y el sitio con el tiempo se ha deteriorado. “Aquí hay un chiquero de puerco”, dice.
El exalcalde Álvaro Díaz (2020-2023) tuvo como objetivo recuperar el espacio público y trasladar el mercado viejo a esta infraestructura y no lo logró. Su último intento fue el año pasado cuando convocó a vendedores ambulantes para hacerle limpieza al lugar. “Lavaron esto, pusieron el agua porque no se puede hacer más. Todos los alcaldes dicen que le van a meter pecho y no pasa nada”, agrega Vega.
Para Fredy Mendoza, de 73 años y también residente del mercado, esta acción del exalcalde fue un engaño para los vendedores. “En campaña dijo que iba a arreglar esto, engañó a la gente y luego como ya tenía que entregar resultados mandó a meter a la gente aquí, aun con el mal estado en el que se encuentra”, asegura.
Mendoza nació en San Juan del Cesar, pero fue criado en Venezuela, allí se desempeñó como monitor deportivo y practicó varios deportes como boxeo, béisbol y atletismo. Retornó a su natal San Juan con la intención de impulsar esos deportes. Al llegar se acercó a la alcaldía municipal, pero no le dieron la oportunidad porque en ese entonces solo apoyaban al fútbol. “Vi que el mercado estaba solo y me metí a vivir en esos cuartos”, relata.
Mendoza vive solo en un cuarto donde antes quedaba un expendio, allí se dedica al arreglo de estufas y demás electrodomésticos. Cuenta que los delincuentes se han llevado portones, ventanas, las láminas del techo y rollos de alambre.
“Yo no iba a dejar acabar esta obra porque el pueblo la necesitaba, iba donde el alcalde Lamus (Jesús Lamus Rodríguez) a ponerle la queja, me faltó arrodillarme para que no lo dejaran acabar. Le quitaba a los ladrones los rollos de alambre y los llevaba a la Policía, pero allá se perdían y no hacían nada”, agrega Mendoza.
Sus esfuerzos no fueron suficientes. El lugar está totalmente perdido: hay basura, monte y malos olores que imposibilitan la entrada. “A los que vivimos en el barrio nos da pena y vergüenza caminar y asomarse ahí en esos locales. Aquí no llega ni siquiera sanidad”, relata.
“Vivo aquí porque no tengo donde meterme. No voy a aceptar, que me tiren como un perro a la calle después de cuidar tanto tiempo”, reclama.
Una promesa más de recuperar el espacio
La administración del actual alcalde Cubita Enrique Camilo Urbina ha fijado como uno de sus principales objetivos la recuperación de algunos de los sitios denominados “elefantes blancos”. Para esto, solicitaron a la Gobernación y a la Contraloría una aclaración del estado en el que se encuentran las obras. “Pensamos rescatarlas, ya se hizo la inspección y visita a los lugares. Se está formulando nuevamente el proyecto para hacer una inversión, pero buscamos que nos definan la situación jurídica”, cuenta Urbina.
“Esa es una obra que quedó como un elefante blanco y sería de mucha importancia para el pueblo sanjuanero, nos permite desarrollarnos económicamente y sacar la plaza del mercado actual del mal llamado hoyito”, agrega.
Según el alcalde Urbina, la obra nunca fue entregada al municipio y por esa razón no se hizo una inversión desde las pasadas administraciones. “Hubo problemas con la contratista, dejaron hasta vencer las pólizas. En general eso fue un robo”, asegura Urbina. A pesar de todo lo sucedido con la obra y de tantos años que han pasado, hasta el momento no hay ninguna investigación judicial.
“El inmueble se encuentra libre de acciones judiciales o algún tipo de gravamen. Al momento de dar esta respuesta, es necesario señalar que a la fecha no se existen acciones de naturaleza fiscal por el órgano de control”, respondió la Gobernación en respuesta al derecho de petición el 1 de agosto.
La administración actual del gobernador Jairo Aguilar informa que tiene como objetivo recuperar algunas obras inconclusas a nivel departamental. En San Juan se destaca el coliseo cubierto, el estadio Enrique Brito y la plaza de mercado y terminal de paso.
“Para lograr tal cometido entre la administración departamental y la administración municipal de San Juan, se han adelantado una serie de reuniones. incluyendo visitas al sitio de las obras, con miras a desarrollar un proyecto que permita adelantar tareas constructivas de recuperación de las obras y dar, definitivamente, funcionalidad a las mismas”, dice la Gobernación en el derecho de petición. Sin embargo, aclara que no se tiene claro de cuánto será ese presupuesto y que para esto se adelanta un inventario de lo que se necesita.
La recuperación de esta obra hace parte de una iniciativa de la Contraloría denominada “compromiso Colombia” que busca rescatar los “elefantes blancos”. En La Guajira la Contraloría ha identificado 70 proyectos de este tipo y que suman 828. 804 millones de pesos. Según información del Departamento Nacional de Planeación, durante el 2023 se financiaron 67 proyectos por un valor de 510 millones de pesos, de estos 446 corresponden a los recursos del Sistema General de Regalías.
Desde Consonante enviamos un derecho de petición a la Contraloría para obtener más información sobre los hallazgos en esta obra, pero no se obtuvo respuesta.