“No es un virus que invade los cuerpos, sino que quita, que despoja del espíritu, somete al miedo y no permite vivir en paz”, dice el investigador Camilo Villamizar sobre el informe "Jaūriperabu: la enfermedad del susto", que emplea una palabra embera para hablar de las secuelas causadas por la violencia en Colombia.
El informe fue presentado el 27 de noviembre en El Carmen de Atrato. Cerca de 25 personas, incluyendo víctimas y victimarios, participaron en un taller de apropiación para difundir el extenso documento de 560 páginas. Lo mismo ocurrió al otro día, el 28 de noviembre, cuando se socializó con la comunidad indígena de Sabaleta.
Jaūriperabu: la enfermedad del susto, una investigación liderada por Camilo Villamizar y su equipo, recoge las voces de las víctimas y la resistencia de quienes han vivido toda una vida enfrentando el conflicto armado en Colombia. Específicamente, del Ejército Revolucionario Guevarista (ERG) —una disidencia del ELN que operó entre 1993 y 2008 en seis departamentos del país—. El estudio comenzó en 2021, se fundamentó en el trabajo de campo, entrevistas individuales y la contrastación con fuentes documentales como sentencias e informes.
Desde agosto de 2021 inició la investigación específicamente del Ejército Revolucionario Guevarista (ERG). En septiembre se establecieron contactos y se llevaron a cabo entrevistas con ex miembros del ERG, lo que permitió obtener información relevante sobre las motivaciones y acciones de este grupo guerrillero en El Carmen de Atrato.
Se entrevistaron a 125 víctimas y testigos, así como a 22 ex integrantes del ERG procedentes de diversas comunidades, incluyendo Chocó, El Carmen de Atrato, Tadó, Bagadó, Lloró, Pereira-Risaralda, Mistrató, Apía, Belén de Umbría, Pueblo Rico, Andes, Ciudad Bolívar, así como en Medellín y Bogotá.
Camilo Villamizar enfatiza en la resistencia de las comunidades, uno de tantos sustratos que ofrece el informe: "Más que un punto final, es un punto de partida para que se puedan escuchar las otras voces que de pronto no quedaron aquí plasmadas", advierte.
El informe comprende seis capítulos:
Guerrilla: Este presenta la historia cronológica del ERG, desde su creación en 1993 hasta su desmovilización en 2008. Examina los hitos más destacados, la caracterización del grupo según las fuentes de la Fiscalía, las razones detrás de su vinculación a un grupo armado ilegal (ya sea por motivos ideológicos o forzados), y relatos sobre la violencia, incluyendo eventos específicos como el asesinato de líderes en la vereda Guaduas y EL Carmen de Atrato.
Las Víctimas: se enfoca en los diferentes tipos de delitos cometidos por el ERG, clasificándolos en categorías como secuestro, atentados, violaciones a los derechos humanos, homicidios y desapariciones. Se estudia la distinción entre las víctimas civiles, supuestos enemigos e integrantes del propio grupo. Según el investigador Camilo Villamizar el ERG fue víctima de su propio invento: “el ERG cabó su propia tumba porque gran parte de esas victimizaciones eran a sus propios integrantes”, dice el experto. Además en este capítulo se conoce que hay hallazgos que relevaron variedad de delitos cometidos contra una única víctima, donde una niña reclutada podría ser victima de reclutamiento forzado, víctima de violencia sexual, víctima de violencia obstétrica, asesinatos y desaparición.
Los Territorios: este es un capítulo que cuenta las violaciones a los derechos humanos causadas por los grupos armados en el territorio, incluyendo policías y ejército y que es organizado por municipios, iniciando cómo ocurrió en cada uno y en El Carmen de Atrato, con datos generales, líneas de tiempo y mapas para ilustrar la distribución de los delitos.
Los Daños e Impactos: este aparte analiza los efectos individuales y colectivos en la población, tanto en términos económicos como productivos. También examina el impacto de la guerra en la participación social y en las organizaciones, propiciando estigmas y debilitando comunidades. Es donde se presenta el concepto de "Jaūriperabu" como la enfermedad del susto que afecta no solo a las personas sino también al territorio y a la naturaleza.
Como ejemplo de este capítulo, Villamizar explica que la gente dejó de ser menos participativa. “Antes las personas nos contaban pero ahora no porque el que se mete a una junta de acción comunal cree que lo van a matar o el que se mete a la organización de víctimas entonces cree que le va a ocurrir algo o tendrá una consecuencia negativa”, agrega el investigador.
José Jesús Sánchez, más conocido como ‘el profesor Jota’, escritor y poeta, dio clases en la vereda Guaduas por más de 20 años y fue estigmatizado y amenazado, dijo entre lágrimas en el evento del lanzamiento del informe: “a mí me cogió el ELN porque supuestamente todos los de Guaduas, mi vereda, eran guerrilleros… Y me hicieron ir de El Carmen de Atrato. Mejor dicho: me cambiaron el tiro de gracia por el destierro”, contó públicamente.
Las Resistencias: este capítulo rinde homenaje a las comunidades que resistieron de diferentes maneras. El Carmen de Atrato conoce de muchos tipos de resistencia y en cada corregimiento se logra a su manera: no hicieron lo mismo las comunidades afro del Dieciocho que lo que hicieron las personas indígenas de Sabeleta, el Doce y la Puria. A pesar de ser el mismo territorio, no pasó en términos de violencia lo mismo en la cabecera municipal a lo que pasó en zona rural de Guaduas. Este aparte demuestra que las poblaciones que expusieron su vida sufrieron volúmenes de crueldad diferentes y que quienes lograron sobrevivir rechazan civilmente la violencia honrando su memoria.
Los Resguardos Indígenas: el último capítulo cuenta las situaciones específicas de los resguardos indígenas y se enfoca en cómo la presencia de actores armados afectó a Sabaleta, el Doce y la Piuria.
El investigador Villamizar cuenta, además, que este último capítulo se traducirá a lengua indígena: “a emberá chamí y a emberá katio será traducido y sí es un pendiente que tenemos”.