Delia Bolaño tiene una cosa clara: no está dispuesta a enterrar sus historias y personajes en una libreta así todos a su alrededor prefieran escucharlas antes que leerlas. Bolaño, de 42 años, nació en Barrancas (La Guajira), pero ha vivido la mayoría de su vida adulta en San Juan del Cesar, donde –afirma– “hay muchos escritores y poetas que están frustrados y tristes” por falta de reconocimiento y apoyo económico.
La escritora y gestora cultural, autora dos novelas y varios libros de cuentos y poemas, decidió empezar a publicar sus propias obras hace 20 años y, de paso, utilizar sus textos para decir todo lo que le indignaba de su departamento; a denunciar el abandono a los escritores y el saqueo de los recursos públicos.
Hoy coordina el Festival Literatura Al Mar, un evento que reúne todos los años a escritores del municipio y de otros países con el fin de que recorran el departamento y lleguen hasta el Cabo de la Vela, en el extremo norte del país, para recitar poesías al mar. Su misión, dice, es devolverles la dignidad a los escritores guajiros.
Consonante: Hablemos de su última obra titulada El Lápiz Rosado. ¿Por qué decidió abordar la pandemia?
Delia Bolaño: El lápiz rosado es un cuento que hice como maestra antes de la pandemia, estaba precisamente para lanzar en 2020. Pero se atravesó la historia de Un médico en tiempo de pandemia y Covid al caer la pandemia y las añadí. La escritura en ese momento fue un momento de escape. Entonces quise encontrarme con esas familias directamente afectadas por el virus, con esos dolores, con el miedo, la ansiedad, el salir a la calle y no encontrar respuestas.
En este caso con Covid, que es mi protagonista, hago referencia a que hubo muchos niños que perdieron sus familias y que se vieron afectados emocionalmente. Tanto El regreso de Covid como Un médico en tiempo de pandemia fue la posibilidad de explorar un poco esos sentimientos por los que atravesaron muchas familias. Fue una forma de poder jugar con la imaginación en ese momento.
C: En su escritura ha estado presente la unión entre pedagogía y literatura. En El Lápiz Rosado, ¿cuál es la lección que usted espera que la gente tenga al terminar la lectura del libro?
DB: Lo que yo espero es que las emociones que tuve al encontrarme con estos personajes y la combinación que hice entre la imaginación y la realidad, logren de alguna manera llevar a reflexionar a quien lee. Que no solo lo mire como un libro que voy a leer porque si no que encuentre ese lado pedagógico. Gracias a la vida tuve la fortuna de ser maestra activa hace ya 20 años y poder haber articulado esas dos vocaciones: maestra y escritora, para poder inyectarle un toque literario e informativo. Inyectar esa energía mágica de la emoción.
La idea es que también este en las bibliotecas de los colegios de San Juan, de La Guajira. Quiero hacer un recorrido por La Guajira. He sido invitada por el departamento a la Feria del Libro de Honduras, donde mis libros estarán navegando por Centroamérica.
C: Esta mezcla entre la experiencia pedagógica y la literatura también está presente en otras de sus obras como Teichon y Lágrimas de abril y El lápiz rosado. ¿Cómo ha sido esa construcción de su estilo propio?
DB: Siempre le inyecto algo pedagógico a lo que a lo que escribo. Tu estilo va de acuerdo a lo que tú eres. Si de pronto me hubiese gustado la música, hubiera metido la rítmica, pero como lo mío es enseñar y, a través de la escritura, el objetivo del que escribe es enseñar, es pintar, es transmitir emociones. De alguna manera el escritor es un maestro porque escribe para proyectar o enseñar algo. Cuando tienes la academia y la base innata, entonces puedes llenar de placer todo eso que escribes. No vas a escribir por escribir o vas a de pronto en algunos recursos que también deben jugar dentro de tu escritura.
C: Entonces, ¿la literatura siempre debe tener un rol pedagógico?
DB: Sería importante pero cada quien tiene su estilo, cada lector tiene su estilo de leer y de interpretar. Ese es mi estilo y respeto el de mis compañeros. Pienso que ellos no lo dicen, pero de alguna manera enseñan algo con lo que escriben. Eso también se va adquiriendo en la medida en que vamos explorando ese campo de la literatura, de la poesía.
C: ¿Por qué decidió empezar a escribir?
DB: Pienso que escribo desde muy pequeña. Eso se lo hacen ver a uno los mayores. Pienso que la palabra, la expresión, viene también desde esa oralidad innata que de pronto tengo como mujer wayuu, pues nuestras abuelas nos enseñaron a contar a través de las palabras. Vengo explorando el mundo de las letras, del lenguaje y la palabra y creo que eso nace con uno. Pero en el 2000 o 2003 dije ‘voy a publicar’, y en ese momento también comencé a ejercer mi profesión. Luego hice un libro con esas experiencias que tuve. Mis primeros dos libros fueron didácticos y, precisamente, parten de esa experiencia en las aulas con mis estudiantes. El primero, Recreando con los sueños de los niños y el segundo, Estrategia metodológica del sueño. Luego vinieron las novelas, empecé a hacer Teichon, que tenían que ver con mi cultura. Igualmente, Lágrimas de abril también nació de la experiencia como maestra.
C: ¿Qué autoras o autores le han servido de referentes?
DB: Pienso que si quieres ser original, no tienes que imitar a nadie. Sí he leído libros que me han marcado. Por ejemplo, he leído libros de Gabo y me parecen extraordinarios. Otro autor que me marcó y ya murió es Fernando Soto Aparicio, que me regaló dos de sus libros: El hombre creó a Dios y Mientras llueve. Soy muy selectiva para leer y pienso que hay un lector y hay un escritor, y yo me dedico a escribir. He leído libros pero no soy una lectora, porque soy una lectora de mi contexto y me gusta escribirlo.
C: ¿Sus raíces wayuu han tenido alguna influencia en su escritura?
DB: Siempre digo a mí no me presenten como wayuu, ni si fuera negra como negra. Preséntame como mujer. Hago parte de un contexto cultural porque mi madre fue wayuu y jamás he querido utilizar el ser wayuu para lograr algo. Lo logro porque soy una mujer capaz como cualquier mujer en el mundo porque tenemos esas capacidades. He visto que han utilizado los elementos culturales para poder beneficiarse y es allí donde uno hace lecturas también de esas producciones y uno dice bueno y así que dice así que aquí hubo ahí es donde uno, se da cuenta que hay intereses particulares a lo que realmente el interés que debe tener un escritor cuando escribe. Soy enemiga de aquel dicho que dice “porque soy wayuu no puedo hablar español”. Eso sí me patea cuando escucho que soy wayuu.
C: Cuando habla de ser una lectora y escritora del contexto, ¿a qué se refiere?
DB: Me refiero a que mi lectura la hago a todas las situaciones que observo en mi entorno. Esas son las lecturas que hago. Por ejemplo, cómo se comportan mis estudiantes y compañeros de trabajo, cómo se comportan las personas, la situación socioeconómica, sociopolítica, sociocultural de mi entorno y de lo que también ocurre alrededor de mi entorno a nivel nacional.
C: En ese sentido, ¿qué ha contado de La Guajira?
DB: Mi tarea es leer el contexto. Me gusta resaltar lo positivo y lo negativo. Claro, aquí en el contexto guajiro ha sido más lo negativo que lo positivo, entonces me genera más emociones negativas. De allí parte uno de los poemas que más amo, que me ha hecho llorar cada vez que lo leo a donde voy, porque es el dolor frente a La Guajira. Se llamaba Despierta mi Guajira y hoy se llama Flor de Cactus. En él hablo de lo que siento por este departamento que tiene muchas riquezas, pero lamentablemente le falta la principal riqueza que es el conocimiento. Tanta riqueza y tanta pobreza es producto también de un interés político. Entre menos conocimiento tengan [las personas], y [los dirigentes] les mandemos subsidios y los tengamos como mendigos, pues podemos controlar la riqueza.
C: Y en el escenario literario, ¿qué está pasando en el departamento?
DB: Los que manejan la plata de la cultura no son gestores culturales, no han escrito ni una carta ni una composición. Eso le baja los ánimos a muchos escritores en La Guajira porque los que llegan [a publicar], lo hacen por un favor político que les deben. Al que les dé la gana medio lo apoyan. El año pasado me apoyaron con 500 mil pesos. He tenido casi que mendigar con las empresas para transporte, hospedaje y así. Realmente no ha llegado alguien que recoja ese sentir de los escritores.
El segundo motivo de frustración es que hay escritores que no se han atrevido a invertir en su trabajo. Me preguntan: ‘Delia, ¿cómo haces para publicar tus libros?’ Mis libros no los regalo, porque son mi trabajo. Invierto seis millones de pesos, que no tengo, para no matar a mis historias. Esperan que el Fondo Mixto les publique el libro y tienen muchas historias guardadas escondidas. Están matando eso que tienen adentro, a unos personajes que crearon para sepultarlos.
C: ¿Y en San Juan?
DB: No soy de San Juan del Cesar pero vivo acá hace 20 años y tengo genes de acá porque mi padre biológico es sanjuanero. Él hace parte de la riqueza y el folclor de la música vallenata. Fue uno de los grandes. Pero te cuento que en San Juan, en La Guajira, muchísimos están frustrados, tristes, y otros no se atreven. A través de Literatura al Mar y del concurso de poesía Guajira Mágica, intentamos darle un poquito de solución a eso… pero realmente no tenemos la plata. Los recursos los manejan otros y ellos tienen sus propios proyectos.
C: ¿Ve alguna solución?
DB: Lo primero es hacer como verdaderas capacitaciones reflexivas intensivas porque tiene que ser en cuidados intensivos. La idea sería capacitar y aparte de eso, publicar a quienes tienen muy buena producción. Los recursos también tienen que ser alimentación para los maestros que no leen, no escriben. Las clases de lectura tienen que ir de la mano de la cultura, donde los maestros tenemos que explorar esas habilidades y capacidades. Hay que capacitar también a los maestros porque son los encargados de enamorar a los muchachos de la lectura. Cuando tú empiezas a capacitar al maestro en cuanto a la orientación que tiene que darle a los niños y que empiece a leer los libros de los autores propios de cada municipio, y que esos autores también sean invitados y que sean resaltados en sus municipios, eso va a ir despertando escritores sobresalientes y capaces de poder publicar un libro.
C: ¿Qué papel juega el festival Literatura al Mar?
DB: Aparte de ser maestra y escritora también tuve la necesidad de convertirme en gestora cultural al ver que en La Guajira, hace diez años atrás, un escritor no valía un peso. Aquí valían los compositores, el que cantaba… todo eran los cantantes y todavía lo es. Aquí en La Guajira cualquiera abre la boca para cantar cualquier cosa, porque ya hasta las composiciones han cambiado, y todo el mundo lo sigue. Pero a alguien que escribe una historia nadie le presta atención.
Literatura al Mar en estos diez años viene siendo un recorrido. Iniciamos aquí en San Juan del Cesar y terminamos en el Cabo de la Vela. Es itinerante y permite que el escritor de cada municipio tenga contacto y se estimule al encontrarse con otro escritor de otro departamento, de otro país. También, que los niños y los jóvenes sepan que hay escritores en el mundo, que hay escritores en Colombia y que tiene escritores propios. Eso ha permitido que de alguna manera los que administran los recursos estén resaltando a los escritores, los poetas de La Guajira. Es uno de los objetivos que hemos buscado a través de estos años de lucha con alcaldías que nos dicen que sí y que nos dicen que no para la logística. Ha sido un trabajo titánico pero maravilloso.