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EN FOTOS | Viaje al interior de la resistencia campesina en Arauca

Los Territorios Campesinos Agroalimentarios son el símbolo de la resistencia de miles de familias campesinas que decidieron reclamar su derecho a la tierra. En Arauca, unas 12 mil familias viven bajo sus propias condiciones en estos lugares.
El río Arauca, con casi 1.100 kilómetros, es frontera de agua con Venezuela. Esa tarde, cuando lo vimos, flotaba sobre él una espuma blanca rarísima, granulada, espesa. En la esquina, al borde de la carretera, había una fonda de metal rojo de donde salía un revuelto de voces tremendo y música de Uriel Henao.

Un caimán en Arauquita. De regreso paramos allí, cerca de Caño Limón, a comprar chocolate. Lo venden en diferentes presentaciones: en nibs, para beber en taza y estilo chocolatina.

Almorzamos empanadas de pollo y carne, hechas con mucho amor, en un puestito de madera que estaba al lado de una cancha de fútbol. Hacía mucho calor esa tarde en Puerto Contreras, un centro poblado a 30 minutos de Saravena donde viven cerca de 3.000 personas.

Unos muchachos venezolanos enjuagaban y cargaban plátano al mediodía en El Botalón, un centro poblado a 20 minutos de Tame. Cortaban la fruta muy rápido, la empacaban y la montaban en un camión vinotinto. La Asociación de Plataneros Tame Arauca (A.p.t.a) se encarga de distribuir el plátano que se
produce en este territorio.

El cacao producido en esta zona fue reconocido este año en París como uno de los 20 mejores del mundo.

Abdías Leal, un campesino que vive en El Botalón, me enseñó junto a otras personas las plantaciones de plátano. Llevaba en el cinto un cuchillo. Cuando le pregunté de qué material estaba cubierta la cacha me dijo que “de piel de serpiente”.

Llegaban paujiles de todas partes. Se pararon en mi maletín mientras entrevistaba a Miriam Ramos. Ella vive en la finca la Ermita, en la hacienda El Peligro (El Botalón). Allí se cultiva plátano, maíz y tiene varias reces. Además, cuida a varios cajuches (cerdos salvajes) para preservar la especie. En la foto sostiene la imagen del toro “Guadalupe”.

El maíz invade, como fogonazos, los paisajes a pesar de que el protagonismo se lo lleva el cacao.

El árnica o “botón de oro” es una especie de planta forraje que sirve para alimentar al ganado.

Alexander Villamizar es el presidente del Territorio campesino agroalimentario del piedemonte araucano y es, también, concejal del municipio de Fortul. En 2015, lideró debates en las diez veredas de la zona para llegar a un acuerdo y consolidarse como TCA en noviembre de 2016.

Este es el bastón de mando del guardia campesino Ángel Mora. Un agricultor que hace parte del TCA Laguna del Lipa Soberanía y Resistencia Popular (Arauquita).

Vicky González es la cocinera de la finca la Ermita, en la hacienda El Peligro (El Botalón). En la mañana del 30 de octubre estaba revolviendo, en silencio, una sopa hecha con vísceras de pollo. Nos sirvió tinto oscuro dulce.

Vladimir González es líder campesino del TCA Defensores de la vida y la agricultura. Esa mañana del 30 de octubre nos vimos en la caseta comunal de El Botalón.  Allí recibió 200 regalos para los niños y niñas del centro poblado.

Yurany Vargas, habitante de Puerto Contreras (Saravena), nos dijo que quisieran que esta zona deje de ser considerada “zona roja”, refiriéndose a Arauca.

Eva Sánchez (Puerto Contreras) es integrante de la Asociación de Amanecer de Mujeres por Arauca (Amar). Ella, junto con otras 80 mujeres, se unieron para formar este grupo que lucha por sus derechos.
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