La alcaldía municipal no tiene un plan para mejorar el servicio a largo plazo. / Ilustración: Camila Bolívar.
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En el barrio 21 de enero de San Diego se cansaron de no tener agua

Cerca de 40 familias del barrio 21 de enero de San Diego (Cesar) permanecieron más de 30 días sin agua. Al no recibir una solución por parte de la empresa de acueducto, bloquearon la carretera nacional, que conduce a Agustín Codazzi, para exigir el restablecimiento del servicio.

Por qué es importante: En San Diego están acostumbrados a pasar varios días sin el servicio de agua en sus casas desde hace más de 15 años. En 2019 pensaron que su situación mejoraría: ese año la Alcaldía contrató una obra para optimizar el acueducto municipal. Irónicamente, desde entonces empeoró el servicio.  Tuvieron que conformarse con tener agua solo dos veces a la semana, además tienen que extraerla con turbinas y recogerla en canecas.

Qué pasó: en dos días se organizó todo.

  • Los y las vecinas del barrio se acercaron a Rita Bermúdez, líder de la comunidad, para ver qué podían hacer pues ya llevaban casi un mes sin agua. Semanas antes, algunas personas habían ido a Emposandiego - la empresa de servicios públicos-  a reclamar el restablecimiento del servicio, pero no pasó nada.
  • El jueves 20 de mayo  un grupo de 15 personas se reunió y luego Rita invitó a otras personas del sector. “Nos vimos en la obligación de buscar las vías de hecho. La luz puede faltar, pero el agua, es imposible”, dice Bermúdez.
  • El viernes 21, sobre las 8 de la mañana, bloquearon la vía nacional con palos. “Al cerrarla podríamos llamar la atención del alcalde y el personero”, cuenta Rita.
  • Una hora después llegaron el personero Rafael Araújo y el alcalde Carlos Mario Calderón. Escucharon los reclamos de la comunidad y organizaron una mesa de trabajo para solucionar el problema. Se firmó un compromiso entre la administración y los habitantes del barrio con el fin de normalizar el suministro de agua.
  • Al final, acordaron: llevar un carrotanque ese mismo día para surtir el sector afectado; suministrar agua dos días y dos noches a la semana; y por parte de Emposandiego se comprometieron a mantener este servicio siempre y cuando no se presente una creciente en el río o llegue agua turbia a la bocatoma.

Resulta muy extraño para la comunidad  que justo el día que se hizo el bloqueo regresó el agua. Algunos, como Eduin Guerra, piensan que la intermitencia en el servicio es un asunto de voluntad. “Se da uno cuenta que no es un problema del agua, de deficiencia, atmósfera, tiempo, geología, etcétera. No, es en Emposandiego, en la administración que quieren ‘mamarle gallo’ a uno”.

Rafael Arzuaga, funcionario administrativo de Emposandiego, afirma que el 13 de mayo se presentó una explosión en la tubería que surte las últimas calles del 21 de enero y que estuvieron trabajando para arreglarla. “Ese día (el viernes 21) estaba presupuestado colocarles el servicio de noche. La situación del suministro ya estaba normalizada”, asegura. Sin embargo, en esa zona afirman que el barrio ya estaba sin servicio desde inicios de mayo.

El contexto:

El problema de fondo en el municipio parece ser la obra de optimización del sistema de acueducto que se ejecutó en 2019 durante la administración de Elvia Milena Sanjuan a través de un contrato con el Consorcio Hidráulico San Diego por $5.797.593.373. La obra se ejecutó en un plazo de 10 meses, pero de acuerdo a los funcionarios de Emposandiego y los habitantes nunca funcionó. La actual alcaldía no ha recibido formalmente la obra.

Arzuaga, funcionario administrativo de Emposandiego y quien lleva 28 años en la empresa, dice que desde entonces les ha tocado sectorizar aún más el servicio: los lunes llega a unos barrios, los martes a otros y así se va turnando el servicio de agua. En unos barrios puede llegar en la mañana pero a otros, como es el caso del 21 de enero, puede llegar solo entre la medianoche y las tres de la mañana. 

Mientras tanto, los habitantes del barrio 21 de enero aplican distintas estrategias para tener agua. “La gente aquí tiene unas canecas plásticas de seis galones y se va para otros barrios o un parque cercano donde hay cuatro llaves, llena uno sus canecas y las trae al hombro, en bicicleta, en moto, en lo que cada quien pueda”, comenta Guerra.

También usan turbinas o motobombas para extraer el agua de la tubería, que cuando llega a estas calles  (las últimas del barrio) no cuenta con la suficiente presión. Una turbina cuesta $110.000 pesos y si un vecino no tiene, se la prestan porque sin ésta, según cuenta Guerra, simplemente no puede recoger agua.  

Lo que sigue:

Desde la personería municipal aseguran que continuarán con el seguimiento semanal a Emposandiego para garantizar el suministro en la frecuencia acordada. Además le pedirán un informe a la empresa. “ Lo haremos cada 8 días y luego lo vamos postergando para hacerlo mensual, hasta tanto la empresa preste este servicio sin la necesidad de un ente de control detrás de ellos”, dice Rafael Araújo, personero. 

Si el servicio de agua vuelve a fallar, la comunidad está dispuesta a volver a tomarse las calles. “El pueblo no puede seguir soportando que le roben de frente. Ya estamos soportando que nos llegue dos veces por semana, cuando la ley dice que el suministro debe ser 24/7”, concluye Rita. 

La alcaldía municipal no tiene un plan para mejorar el servicio a largo plazo.

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