Ilustración: Camila Bolívar
Fonseca La Guajira Entrevista | Especial

ESPECIAL DEL RETORNO | El Festival se desliga de lo social y se vuelca a lo político

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Un encuentro que surgió con fines solidarios, para fomentar el folclor y rescatar a quienes salieron de Fonseca, ha perdido su razón de ser. Los fundadores lo atribuyen a los políticos que, durante los últimos años, se adueñaron del evento.
¿Cómo se hizo este trabajo?
Para la realización de esta nota se entrevistaron a dos fuentes: al profesor y folclorista José Manuel “Changa” Romero, quien fue miembro de la Fundación Festival del Retorno, y a Manuel Escalante García, quien es el único con vida de cinco fundadores del Festival tradicional de Fonseca. La entrega de este especial se concibió primero como una entrevista pero, en el progreso de la reportería, encontramos información complementaria para presentar una entrevista doble.

“No sé por qué hay personas que se han proclamado fundadoras del Festival del Retorno. Solo fuimos cinco, de los cuales soy el único que hoy puede contar la historia”, dice Manuel de Jesús Escalante García, quien cumplirá 90 años. “Los otros cuatro fundadores me tomaron la delantera”. 

Junto a Escalante, Narciso Velásquez, Manuel Esteban Cuello, Marina Cerchar y Nicolás de Luque buscaron que la celebración de las fiestas del Santo patrono San Agustín sirvieran para algo más: traer de vuelta al municipio a los fonsequeros que habían partido a otras ciudades —por toda Colombia y fuera de ella— . Y es cuando, en 1972, aparece la frase emblemática: Fonseca, volver a ti es repetir la dicha de nacer.

Esta proclama es de autoría de Efraín Medina “Fracho”, a quien falsamente se le atribuye ser fundador del Festival del Retorno pero fue en realidad el precursor de la “Bula del Retorno” y un contribuyente activo en el tiempo. 

La bula del Retorno es un decreto alegórico donde, de manera jocosa, se invita a propios y foráneos a desarmar los corazones, entrelazarse en un lazo de hermandad y dar rienda suelta al disfrute tomando chirrinchi, comiendo iguana con coco y bailando al son de caja, guacharaca y acordeón hasta que raye el sol después de cuatro días de festejo. 

Consonante entrevistó al fundador Escalante García para conocer los orígenes del Retorno y al profesor José Manuel Romero Orozco, conocido como “Changa”, y quien hizo parte de la corporación del Festival. Ambos evidencian cómo el evento ahora deja más gastos que lo que contribuye a fortalecer la cultura de Fonseca y cómo se convirtió, paulatinamente, en un fortín político.

¿Por qué hay confusión con los fundadores del Retorno?

Manuel de Jesús Escalante García (EG): Efraín Medina “Fracho” fue un invitado en el segundo festival, en 1973, y nos trajo dos grandes aportes y sus inquietudes para enriquecerlo. Por lo que hubo confusión, como también la hubo con Fermín ‘El Taco’ Peralta, Francisco ‘Kiko’ Toncel y Tomás ‘Tomacho’ Enrique Peralta.

Ellos se vinculan al Festival desde sus inicios puesto que eran pudientes y personas muy bien vistas en Fonseca. Fue en el patio de Kiko Toncel, en una reunión festiva, donde nació la idea de crear el certamen. Tomás Enrique Peralta, por su parte, fue propietario de una de las más antiguas estaciones de gasolina y se convirtió en Alcalde. Y Fermín Peralta ‘El Taco’, gran jugador de billar, como agricultor y ganadero se convirtió en el hombre más rico de la región.

¿Cómo se dio esta iniciativa?

EG: Mis compañeros fundadores y yo fuimos invitados al distrito de Mara, cuya capital es Moján, en Venezuela, por el señor Ciro Bermúdez, quien era el cónsul de Venezuela en Maicao. La invitación llegó directamente a Narciso Velásquez, presidente del Concejo Municipal y a mí, que era presidente del Club de Leones, en el año 1959. Conformamos una comisión y fuimos a la celebración del Retorno en Venezuela, es decir, de allí nació la idea y claro que realizamos algunos cambios para adaptarlo a nuestra idiosincrasia.

¿Cómo fue ese proceso?

EG: Al comienzo nadie creía en nosotros. Organizamos el primer Festival contra viento y marea, como decía Winston Churchill, con lágrimas, sudor y llanto. Tanto así, que cuando organizamos el segundo, en 1973, fue tremendo y la gente voluntariamente quería venir a vincularse con aportes económicos y en especie. En los primeros festivales, los premios no fueron en efectivo sino en artículos significativos como grabadoras, que llamaban mucho la atención en esa época. Además, nosotros nos dimos a la brega de nombrar capitanas y capitanes en todas las ciudades de Colombia y Venezuela, las más cercanas, para que nos hicieran un censo y nos pasaran la lista de los fonsequeros que estaban por allá para invitarlos oficialmente. 

¿En donde se realizaba el Festival?

EG: Se realizaba en la carretera, hoy avenida principal. La primera tarima fue un planchón o remolque de arrear madera de propiedad de Oscar Parodi y lo colocamos diagonal a la casa de Berta Caldera. Así fue en los primeros años, luego comprometimos a la familia Vélez, que era propietaria de un aserradero, a que nos donara la primera tarima en madera, así fue, la construyeron frente —y no diagonal— a la casa de mi comadre Berta Caldera. Algo curioso, como anécdota, el primer jurado para concurso lo escogimos al azar, iba pasando el Dr. Adelso Gámez (Q.E.P.D), quien iba a atender a un niño y le dijimos: vaya y lo esperamos que usted va hacer jurado, y con decisión aceptó la invitación. 

¿Había otros festivales en la zona?

EG: No, no existía ninguno. Los pueblos festejaban la parte religiosa: Barrancas lo hacía con su Virgen del Pilar y San Juan del César con San Pedro y San Pablo y así cada municipio hacía su fiesta patronal pero no eran festivales. 

Esas fiestas dieron origen a las dos kazetas (KZ) más célebres de Fonseca: La Estrella y El Diamante. Cuando hicimos el Festival del Retorno, vino una vez como invitada Consuelo Araújo —quien era en ese momento Directora de la Fundación Festival Vallenato de Valledupar y sería más tarde Ministra de Cultura—, y me dijo, detrás de la tarima:. “¡Carajo!, tenemos que pararle bolas al festival de nosotros porque este festival está muy bueno”. Por eso, es mentira que el del Retorno era competencia del Festival Vallenato.

¿Para qué le servía a Fonseca el Festival además de hacer retornar a sus hijos?

EG: Para muchas cosas. Por ejemplo: recuerdo que en Fonseca no había teléfonos y decidimos invitar al Ministro de Comunicaciones que, para ese entonces, era el señor Juan Fernández, dueño del periódico El Heraldo de Barranquilla. Se le hizo la solicitud, el quedó comprometido, y antes de un mes ya estaban haciendo las mediciones para instalar los teléfonos fijos. 

¿En qué momento se comienza a perder el objetivo social del Festival?

EG: Eso se lo debemos a un señor alcalde, cuyo nombre no quiero decir porque fue un juramento con los otros cuatro fundadores de llevarnos ese secreto hasta la tumba. Ellos cumplieron y de igual manera lo haré yo. Ese alcalde, en algún momento nos abordó y nos dijo: “si no me dan la dirección del Festival, no los ayudo y no doy permiso”. Ahí comenzó la decadencia porque el alcalde era quien mandaba, quien nombraba y fue cuando dije: yo no me meto más en esto, y me retiré. 

¿Qué se buscaba con el retorno de los hijos fonsequeros?

José Manuel Romero Orozco (RO): La idea primordial era que los fonsequeros, desde los puestos que ocupaban como profesionales o a aquellos a los que les había ido bien económicamente afuera, regresaran a su tierra y ayudaran al pueblo a salir adelante.

¿Y funcionó?

RO: Incluso con quienes no eran fonsequeros. En una ocasión invitamos al expresidente Ernesto Samper a quien se declaró ‘hijo adoptivo’ de Fonseca y quien, en agradecimiento, donó decenas de instrumentos musicales al municipio como acordeones, trompetas, trombones, flautas, clarinetes, saxofones e instrumentos de percusión. Sin embargo, todo desapareció.

¿Qué se hacía en Fonseca con los recursos que dejaba el Festival?

RO: Lo poco que se recaudaba, servía para ayudar a las escuelas y colegios con necesidades. Por ejemplo, antes se les entregaba la realización del Festival a esas instituciones e iba rotando entre el hoy Juan Jacobo Aragón, el Roig y Villalba o la Institución Técnica Agropecuaria. Cada una invertía las ganancias que obtenía en lo que era más apremiante: cerramientos, consecución de pupitres, construcción de aulas múltiples, etc. 

¿Y qué pasó?

RO:  Al comienzo todo iba bien. Luego empezaron a llegar personas que no trabajaban previamente por el Festival, pero sí aparecían los cuatro días de fiesta a mandar, figurar y parrandear. Por esa razón, yo también renuncié de la corporación, que hoy se encuentra endeudada y que ya no tiene un rol protagónico. Ese rol lo asume el mandatario de turno y quien hoy dice: yo pongo el recurso, entonces yo mando. Ahí se fregó todo, porque no sabemos dónde están los diez pesos que el Festival deja y esa es ahora una fiesta privada.

Las fuentes consultadas por Consonante añoran que se le devuelva el Festival a la Villa de San Agustín, como originariamente los fonsequeros llaman a su pueblo. Consideran que hay una deuda que saldar para que el Festival del Retorno recupere su esencia en lo folclórico y en lo social, los dos estandartes que en otrora lo hicieron grande. 

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