Habitante de la vereda Sabana del Medio muestra los equipos instalados en su casa. Fotografía: Gabriel Linares.
Habitante de la vereda Sabana del Medio muestra los equipos instalados en su casa. Fotografía: Gabriel Linares.
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Desafío energético en Fonseca: robo de paneles solares sacude a la comunidad

Los robos de paneles solares, que se encargan de suplir la falta de energía en las zonas rurales de Fonseca, afectan el sustento económico de las familias y la percepción de seguridad en esta parte del municipio. Las víctimas de los hurtos dicen no sentir respaldo de las autoridades y están buscando cómo garantizar su seguridad.
¿Cómo se hizo este trabajo?
Hablé con tres víctimas de robos de paneles solares para conocer su caso, las afectaciones y las medidas que han tomado. Busqué al comandante de la Policía de Fonseca, pero hasta el momento de publicar esta historia no contestó los mensajes.

En la zona rural de Fonseca, se ha invertido para que los paneles solares sean una alternativa frente a la falta de energía eléctrica. Sin embargo, esta solución se ha vuelto susceptible a los robos que ocurren en esta parte del municipio. En el último mes Consonante ha conocido al menos cinco casos. Según Ramiro Bravo, un campesino de la vereda de Cañaboba, sólo en la vereda Trigo se han contado al menos seis casos.

Técnicamente, los paneles solares son sistemas fotovoltaicos que transforman la energía solar en eléctrica. La mayoría están compuestos por un regulador, un inversor, una o varias baterías, los módulos que son los que absorben la luz solar y la estructura que los soporta. Su funcionamiento permite el desarrollo de actividades básicas que van desde prender focos o cargar el celular hasta conectar la nevera. 

En La Guajira, los paneles solares se han convertido en un elemento clave para la población porque facilitan el acceso a energía eléctrica en un departamento que tiene el 58,8% de cobertura de este servicio. Incluso el gobierno del presidente Gustavo Petro ha dicho que en la región Caribe cambiará de forma gradual la producción de energía para producirla por medio de paneles solares. Esta iniciativa hace parte de la bandera de transición energética y de producción de energías limpias de este gobierno.

Aunque es una propuesta que ha empezado a andar a paso lento, tiene varios obstáculos. El primero es que los paneles o sistemas fotovoltaicos son costosos: su precio puede ir desde los cinco hasta los ciento cincuenta millones de pesos. Por eso, desde hace años, el mismo Estado ha tratado de financiar esta transición. En Fonseca, fue promovida por las últimas dos alcaldías de Misael Velásquez y Hamilton García bajo los proyectos ‘Fonseca uno’ y ‘Fonseca dos’ que tenían como fin entregar paneles solares para las zonas no interconectadas del municipio. Hasta el año 2023, 551 campesinos se beneficiaron con el proyecto.

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El otro problema es que así la Alcaldía de Fonseca entregue los paneles, y la inversión no la hagan las familias, los productos son muy visibles por la naturaleza de su instalación. Eso los hace atractivos a los robos por su alto valor y por la necesidad que cubren, lo que puede llevar a desincentivar la compra o el uso de los paneles solares. Además de los hurtos, los campesinos aseguran que no tienen respuestas a las denuncias que han puesto en las autoridades. Ese es el caso de Roland Ojeda, Ramiro Bravo y Rosangela Guerra.

¿Qué pasó?

Los robos de paneles solares no son nuevos en La Guajira. En 2021 ya había reportes de hurtos de estos elementos en colegios rurales de municipios como Maicao. En Fonseca se han reactivado estos casos en los últimos meses, como le ocurrió al exalcalde Jaime Alonso Daza, a quien le robaron todo el sistema de paneles solares que tenía en su finca ubicada en la vereda Corea. 

Lo mismo le pasó a Roland Ojeda, un abogado de 45 años que desde 2019 tiene una granja   en el kilómetro 8 en la vía que conduce al corregimiento de Sitio Nuevo, a 12 minutos de Fonseca. Ese predio también era su sustento económico: comercializaba cerdos, gallinas, huevos, vacas, peces y diferentes cultivos a supermercados, pequeños comerciantes y  habitantes del pueblo. A Ojeda lo robaron el 3 de abril cuando unas cinco personas armadas entraron a su finca y atracaron a los que la estaban cuidando: “A mi tío lo desarmaron y luego entraron a la casa a revisar para seguir robando”. 

A Ojeda le robaron cerca de 60 millones de pesos en elementos que iban desde herramientas para el mantenimiento de su finca; como machetes, palas y martillos; hasta una motobomba, una turbina sumergible y dos paneles solares que generaban energía a las dos casas que tiene la finca. Sólo estos dos últimos le habían costado unos 32 millones de pesos. 

Ojeda cuenta que ese mismo día, a las 9 de la noche, fue a la estación de Policía para que lo acompañaran hasta la granja y le hicieran seguimiento al robo, pero tuvo que esperar más de tres horas para lograrlo. Al día siguiente puso una denuncia en la Fiscalía, pero hasta ahora no ha tenido respuesta. También dice que, desde entonces, él y sus empleados viven con miedo de sufrir un nuevo atraco. 

Los robos de paneles solares no se limitan sólo a los comerciantes que tienen negocios estables o con una amplia inversión, también a familias y pequeños productores que accedieron a paneles gracias a las ayudas brindadas por gobiernos anteriores. Ese es el caso de Ramiro Bravo Ariza, un campesino de 59 años que tiene una finca en la vereda Cañaboba en la vía que conduce al corregimiento de Sitio Nuevo en Fonseca. 

Hace 10 meses, a Bravo le robaron cerca de 3 millones de pesos en un par de herramientas como palas y carretillas que usaba en su finca y la planta solar que le había entregado  el gobierno municipal al ser beneficiario del programa Fonseca uno y dos. Aunque su funcionamiento era limitado, para Bravo era importante porque la usaba para conectar su nevera y tener luz en la casa. “Casi todas las plantas se las están robando — dice Bravo —. Por (la vereda) Trigo van como seis”.

“Casi todas las plantas se las están robando. Por (la vereda) Trigo van como seis”.

Ramiro Bravo Ariza, campesino víctima de los robos de paneles solares.

Pero no se limita a esa zona. En la vereda La Unión, a Rosangela Guerra también le robaron una parte del sistema de paneles solares que le entregó el gobierno. Guerra tiene 42 años, es ama de casa y pasa el fin de semana en su finca donde vende huevos y siembra para consumo de su familia. Hace 15 días le robaron la batería de los paneles solares que surtían de energía la finca. 

“Llegaron dos tipos encapuchados y armados diciendo que iban por la batería. Forcejearon la puerta con una barra, quitaron la batería y echaron al trabajador al cuarto donde él duerme y le dijeron ‘usted quédese ahí mientras nosotros agarramos lo que vinimos a buscar’”, cuenta Guerra.

"Llegaron dos tipos encapuchados y armados diciendo que iban por la batería"

Rosangela Guerra, víctima de robo de los paneles solares.

Sin la batería de los paneles, Guerra y su familia deben andar con linternas, compran los alimentos que consumen el mismo día porque no hay forma de que la nevera funcione y para cargar los celulares deben ir a una finca cercana.

¿Y las autoridades?

Para Rosangela Guerra, denunciar el robo ha sido un camino largo que aún no termina. Según cuenta, la Fiscalía le dijo que para hacer la denuncia debía adjuntar el serial de la batería, pero en la oficina de técnicos de la garantía  del panel le dijeron que el producto no contaba con este. 

Para otros, como Ramiro Bravo y Roland Ojeda, la denuncia fue fácil, pero aún no tienen respuesta. Bravo, por ejemplo, cree que nunca tendrá una. “Yo puse la denuncia en la Fiscalía, ¿Pero qué hago con ponerla si no resuelven nada?, no hacen nada. (...) Uno se decepciona porque por ahí muy poco va la Policía, no hay acompañamiento con la ley”, asegura el campesino. 

Consonante intentó comunicarse con la Policía de Fonseca, pero hasta el momento de publicar esta historia no obtuvo respuesta.

Lo que sigue

Los robos no sólo han significado pérdidas, también han dificultado contratar trabajadores. Ojeda dice que cada vez es más difícil encontrar a alguien para cuidar la finca, por la percepción de inseguridad que hay en la zona. “Uno pide una carrera en Fonseca y ninguno quiere ir para allá porque lo que piensan las personas es que lo van a robar”, comenta.  

La situación ha prendido las alarmas en la comunidad y ha llevado a que la misma ciudadanía empiece a buscar alternativas para contrarrestar la inseguridad. “En la vereda hicieron una reunión y estaban optando por unas alarmas parecidas a las que colocaron en San Juan que son como una sirena. Cuando una persona necesita ayuda en caso de un robo toca un timbre que activa las alarmas”, cuenta Guerra. Por ahora, ella y su familia optaron por tener una escopeta en la finca y pretenden contratar una pareja que administre la propiedad. 

“Hasta el momento, (las autoridades) no han hecho nada. Creo que tendremos que tomar las cosas por cuenta propia porque el campesinado de Fonseca y los dueños de finca están cansados de que se nos estén llevando lo poquito que tenemos”, comenta Ojeda, quien decidió que tras el robo no aceptará visitas y pondrá un letrero para prohibir la entrada de cualquier persona.

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