Alcides Manjarrez camina lento, tranquilo, pero habla con fluidez. Es un hombre que, a sus 66 años, vive sin afanes. Todos los días son iguales para él: prende su radio donde escucha las noticias de la mañana en Fonseca Stereo, la emisora local, hasta el mediodía cuando enciende el televisor. Para él es importante mantenerse informado, dice que es la fuente principal para subirse a una tarima e improvisar. Y aunque ha crecido en un ambiente rodeado por el Vallenato, en su casa no se escucha ningún género musical, solo suenan las noticias, tanto que para muchos podría ser una casa común en el municipio y no donde vive el principal verseador del país. Este fonsequero suma 248 coronas en la piqueria y hoy sigue compitiendo, pese a que está cansado.
“Yo me entretengo con las noticias, no hago otra cosa porque yo no soy de los verseadores que se dedican a escuchar piqueria, para mí esto está en un segundo plano. Tengo mi canal de YouTube y muy poco entro”, dice.
Tiene una memoria prodigiosa, recuerda cada fecha y momento con exactitud, la misma destreza que domina para moverse con facilidad por su casa y ubicar lo que necesita a diario. Dice que sus manos se han convertido en sus ojos tras nacer con una catarata congénita que no pudo ser operada.
Pero para este verseador fonsequero su talento no es suficiente para sostenerse. El dinero que recibe en los festivales que gana es ocasional y por parte de la Alcaldía recibe cada dos meses el 30 por ciento de un salario mínimo. Por ello, desde su casa vende bolsas de hielo que le sirve para sostenerse, a 300 pesos cada cubeta. “Estoy en la casa cuando no hay festivales, ahorita mismo tengo una venta de hielo a $ 300 cada cubeta, en promedio semanal vendo 30 unidades, pero me toca suspender porque la empresa prestadora de servicios públicos, Air-e, me está cobrando muy caro la energía, pasó trabajo porque como no tengo otra entrada se me dificulta para la alimentación, pero eso no me acompleja, yo sigo para adelante”, puntualiza.
En su casa también dicta clases para niños repentistas o verseadores. En su sala, junto a los trofeos que ha ganado, tiene un parlante desde donde reproduce las pistas para el proceso de formación.
Actualmente tiene cuatro estudiantes a quienes enseña a versear, pero Alcides es profesor desde los años 80. “Tuve la escuela de piqueria donde enseñé a José Ortiz, Jaime Rosado, el Bolo, Yeiner Tarifa, Alexis Amaya, Alexis Solano, Luis Fermín, el difunto José Luis Fontalvo, entre otros. Todos ellos fueron de mi escuela y aprendieron, pero yo me decepcioné una vez que estábamos en Maicao y José Ortiz fue a concursar y a él le preguntaron que quién te enseñó a ti a versear y dijo que había sido Luis Mario Oñate. Eso fue un golpe bajo para mí, me dio muy duro y me decepcioné tanto que dejé de enseñar”, cuenta.
En la pandemia lo llamaron de la Radiodifusora Nacional para hacer un vídeo tutorial, unos programas con unos trovadores de Medellín y un programa en vallenato y en ese momento se incentivó a volver a enseñar.
Vive con una sobrina en una casa ubicada en el barrio El Retorno, en Fonseca. Hace 37 años la compró por 85.000 pesos, para ese entonces estaba construida en bahareque y la fue pagando y remodelando con los festivales que iba ganando. Alcides dice que su situación económica tampoco le permite tener muchos lujos y lo que se gana no le alcanza para la manutención de él y de su casa ya que el cobro de los servicios públicos es muy costoso.
‘El premio más importante fue en El Hatico’
Aunque ha ganado 248 coronas, para él los más representativos son las 13 coronas que ganó en el festival del Retorno en Fonseca, 13 en el Festival de Arroceros del Hatico y los 3 que se llevó en el Festival de la Leyenda Vallenata (1983,1984 y 1993).
“Para mí el premio más importante en la piqueria y en el que sentí más alegría fue en el Festival de El Hatico en 1986, sentí más felicidad que cuando gané el Festival Vallenato porque había ganado en el pueblo donde yo nací, crecí, donde dí mis primeros pasos, fue el premio que más satisfacción me dio. Dicen que nadie es profeta en su tierra, pero este caso no se cumple porque yo sí he sido profeta en mi tierra”, resalta.
Alcides dice que de los festivales solo le gustan los concursos, pero que no le gusta ir de fiesta o de parranda. “No soy de los de los verseadores que están en los festivales y se va a parrandear. Cuando yo estoy concursando me gusta dormir temprano y estar en un sitio tranquilo”, agrega.
“El dinero que gano es para financiar mis viajes a representar a mi pueblo en otros festivales. Cuando gano en un festival guardo la plata para poder ir a otro y cuando pierdo me toca pedir prestado o donaciones para poder ir”, sostiene.
Alcides resalta que ya está cansado y quisiera retirarse de las tarimas, pero que sigue participando por el dinero: “Si yo tuviera una fuente de ingreso de qué vivir, yo no iría al festival ya. Yo estoy cansado, lo he dicho bastante en el Festival Vallenato que quiero retirarme y me dicen: “No maestro, usted todavía tiene mucho para dar, deje la locura de irse a retirar de esto porque de qué va a vivir”. Si hacen un festival yo hago todo lo posible para ir, pero no porque quiera sino por obligación porque es un trabajo”.
De cantante a verseador
Tanto Alcides como su hermano, Luis Manjarrez, nacieron con una catarata congénita que les impedía ver. Luis, quien falleció el 29 de mayo de 2021, le llevaba tan solo tres años de diferencia. Ambos han hecho historia en Fonseca en la piqueria. “Él fue quien me insistió, peleaba conmigo por dejarlo tirado y me dijo por aquí es que te vas a meter porque ese es tu medio de vida y así fue que llegué a la piqueria. Luis era una señal de Dios, fue ese motor que me impulsó”
“10 años después mi hermano consiguió una violina y comenzó a tocar y a componer. Yo empecé a componer, pero había un defecto y es que a mí me gustaba más la música romántica, la balada, la ranchera, solamente cantaba una canción de vallenato que era de César Castro y se llamaba José Aragón”, agrega.
Alcides cuenta que su hermano fue el promotor de incentivarse por la piqueria. Cuando niños usaban elementos caseros para tocar: “El primer acordeón que yo tuve era una lata de aceite, yo cogía una lata y supuestamente era mi acordeón. Yo recuerdo que me encontraba a un señor llamado Segundo Mendoza, quien siempre estaba tomando y me decía: “Ven a cantarme una canción” y yo salía a buscar el acordeón”.
“Mi hermano y yo buscamos una peinilla y le poníamos papel brillante. Mi hermano era el acordeonero y yo tocaba con las ollas de mi abuela, ella tenía muchas ollas de peltre y se la escarchábamos, los platos de peltre mi hermano los cogía de guacharaca con un tenedor ya los teníamos dañados y mi abuela nos pegaba por eso”, agrega.
Alcides solo compuso una canción y fue una ranchera que dice: “Es la tercera vez que burlas mi cariño. Yo siempre pensativo hasta llegué a ignorar y no podía creer que yo por ser sencillo tal vez igual que un niño me tocaría llorar. Y me voy a inspirar, pero que les parece es que el amor crece y trae desilusiones y ella no se merece ni una de mis canciones…”
Su vida transcurrió entre la casa de su mamá, Edita Manjarrez, y su abuela, Felicia Manjarrez. “Cuando veía la vaina mala, yo agarraba mi saco y echaba la ropa y me iba. Fui un niño muy travieso”, rememora.
“En una ocasión recuerdo que me puse a pelear con mi hermano porque íbamos en una carretera destapada y se me manchó el pantalón en una camioneta llena de guineo. Él me decía quédate tranquilo que yo voy a ganar para que compres ese pantalón y otros más. Yo no le creía, pero esa vez hizo cinco empates con el mono Fragoso (Luis José Fragoso) y fue la primera vez que mi hermano ganó un festival. Se ganó 10.000 mil pesos y compartió la mitad conmigo para que comprara pantalones y dejara de pelear”, cuenta.
Luis Manjarrez, su hermano, fue el primero que saltó con la piquerIa y la improvisación cuando tenía 17 años y Alcides tenía 14. Dando sus primeros pasos como verseador, Alcides participó en el pueblo San Pablo Bolívar. “Yo decía bueno esta gente aquí no aplaude a nadie, pero cuando dieron los fallos que me dieron ganador, la gente estalló en aplausos y hasta me alzaron y pasearon en hombros”.
“Una vez estuve en un festival en Mahates, Bolívar, y un señor me pidió un verso. Y el presidente del festival me dijo ‘No Alcides no cantes nada porque tu no eres verseador de calle, tu eres un verseador de tarima y si te pones a cantar versos por la calle no te traigo más por acá”, resalta entre sus anécdotas.
Su primera batalla en tarima
“A pesar de que yo con mi hermano peleaba y lo insultaba, eso a él no le importaba. Por el contrario, él me motivaba con el pago y me decía que era la oportunidad para tener la buena ropa que me gustaba”, recuerda.
Una de las primeras batallas fue en un festival en Distracción. “Mi hermano me explicó cómo era todo. Él fue mi impulsor para que yo hoy en día esté en este lugar y luego reconocer que lo había superado”. En este festival quedó en el tercer puesto y su hermano, en segundo lugar.
“Después fuimos a San Juan y allí sí gané. Mi hermano me decía que no me dejara ganar y cuando lo entrevistaban decía: ‘No, Alcides no se metió a la piquería porque le gustara, se metió fue por la plata’. Y en verdad fue así, a él sí le gustaba y le emocionaba, brincaba, bailaba y todo eso y yo no. Para mí ser verseador es la forma de ganarme un sustento”, puntualiza.
Para el verseador Sandro Argote, Alcides es uno de los mejores improvisadores que ha tenido la piqueria vallenata. “Para mí Alcides Manjarrez es un maestro de la piqueria vallenata, es una persona humilde y que valora y reconoce el talento de los demás. Toda la vida ha sido un gran juglar porque son pocas las personas que salen a representar el nombre de Fonseca y el Hatico a cualquier parte de Colombia y Alcides lo ha hecho”.
Argote cuenta que ha acompañado a Alcides a varios festivales donde “nos ha tocado pasar trabajo porque no hemos ganado nada y nos ha tocado hasta pedir chance para podernos venir a Fonseca. Es lamentable que un artista como él no tenga ni para transportarse”.
Su familia
Alcides es el segundo de trece hermanos. Nunca fue al colegio, pero se expresa con total certeza y puede abordar cualquier tema. Vive con una sobrina, hija de Luis Manjarrez, de 17 años. No tiene hijos y sus sobrinos son quienes lo han acompañado por temporadas.
Cuenta que entre los momentos más difíciles están la pérdida de su mamá Edita Manjarrez, el 5 de octubre del 2017; y la de su hermano Luis Manjarrez, el 29 de mayo del 2021, víctima de covid-19. “Para mí han sido golpes duros, porque en cuanto a lo artístico que yo no vaya a un festival sino tengo los recursos de alguna forma se soluciona, pero los golpes que da la vida son dificiles porque eso nunca se recupera”, dice.
“La lección más grande me la dio mi madre, cuando me metí a la piqueria (1979) solo quería estar bebiendo y me dediqué a beber. En un festival de Arjona, Bolívar, me había ganado 30 mil pesos en esa época (1981) y llegué a la casa solo con 6.000 pesos. Me había bebido todo por allá. Mi mamá me hizo recapacitar y desde ahí dejé la bebida y me hizo reconocer que no podía seguir perdiendo la plata así”, cuenta.
María Auxiliadora Molina Manjarres, hermana de Alcides, hace una sentencia: “Ni se molesten en pedirle verso, porque él a nadie le hace verso”.
”Mi hermano fue prácticamente quien me crió, me ayudó en mis estudios, es mi segundo papá. Tengo mucho agradecimiento con él porque en momentos difíciles de mi vida él me ha sabido ayudar y me da buenos consejos. Lo que más admiro de él es que es muy unido con su familia”, dice.
“Lo que más admiro es su tenacidad y como se sabe defender a pesar de las dificultades que se han presentado en la vida”, agrega.
Alcides le ha pedido a su familia que cuando muera no quiere ninguna clase de homenajes porque siente que todos los honores y ayudas los necesita ahora que está vivo. No comparte que las administraciones se esmeren por hacer actos protocolarios y hasta novelas cuando los representantes culturales mueren.
“Quiero ser recordado no por mis logros, yo quiero ser recordado humildemente como lo que soy: una persona sencilla y que a todo el mundo trata bien. Sé que va a ser difícil porque muchos se acordarán de Alcides Manjarrez por los logros en la piqueria, pero yo no quiero que me recuerden por eso, yo quiero que me recuerde más bien como un buen hijo, buen hermano y buen amigo. Mis deseos son de seguir enseñando para que cuando ya no esté, haya bastante representante de Fonseca en la piqueria”, recalca.