Las madres comunitarias de Fonseca siguen en paro: estos son sus reclamos. Foto: cortesía.
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Las madres comunitarias de Fonseca siguen en paro: estos son sus reclamos

Este 6 de febrero las madres comunitarias decretaron un paro nacional para exigir sus derechos laborales y el aumento de la minuta de alimentación para los niños y niñas. En este municipio del sur de La Guajira las 221 mujeres que trabajan cuidando a más de 3.300 menores denuncian que no tienen pensión y que la comida y el dinero que les entregan para su labor no les alcanza.

Desde esta semana más de 69 mil madres comunitarias asociadas en el Sindicato Nacional de Trabajadoras (Es) al Cuidado de la Infancia y Adolescentes del Sistema Nacional de Bienestar Familiar (Sintracihobi) decretaron un paro nacional para exigir derechos laborales básicos, como el derecho a la pensión, disponer de un lugar digno para realizar sus labores, contratación directa con el Estado y aumento de la minuta de alimentación para los niños y niñas que cuidan, pues a principio de año solo la aumentaron un 1.47 por ciento, frente a una inflación del 13.12 por ciento.

En Fonseca, 221 madres se unieron al paro. Las Unidades de Atención Comunitaria (UCA), los Centros de Desarrollo Infantil (CDI) y los hogares comunitarios que cada año reciben a más de 3.300 niños y niñas permanecen cerrados. Durante los últimos cuatros días alrededor de cien madres comunitarias se han reunido en el Parque de La Virgencita a exigir sus derechos laborales con pancartas desde las 7:00 de la mañana hasta las 12:30 del mediodía. Al llegar al lugar de encuentro las madres toman asistencia, hacen una oración, comparten meriendas, conversan y planean las actividades que realizarán cuando termine el paro y vuelvan a atender a los niños y niñas.  

“Apoyo el paro para ver si se compone esto, lo que nosotros estamos exigiendo de la pensión, yo tengo 67 años y a mí todavía no me ha llegado nada y voy a cumplir 34 años de estar trabajando”, lamenta Cleotilde Frías Cataño, madre comunitaria de Centro de Desarrollo Infantil (CDI) San José - San Tropel.

Las madres de familia se han visto afectadas por el paro porque no tienen con quien dejar a sus hijos para realizar sus jornadas laborales. Examary Gómez, madre de familia, reconoce la importancia del trabajo de las madres comunitarias: “Cuando el niño esté en el CAI yo puedo hacer todas mis cosas con más calma y puedo trabajar también (...), ya no tengo con quién dejar al niño. El CAI ha sido una excelente ayuda en ese tema y ahora se me ha hecho difícil buscar quién me pueda cuidar del niño”.

Por su parte, Oscariana Marín, también madre de familia, explica que ha sentido las consecuencias del paro, pues aún no ha encontrado una persona que reemplace el cuidado de las madres comunitarias. Para ella el trabajo de las madres es clave porque “los niños van aprendiendo más, conociendo otros niños y cuando ya entran al colegio están más preparados”.

Después de dos días de paro, ha habido algunos avances en la negociación con el ICBF. A pesar de que la directora de esta entidad, Consuelo Baracaldo, renunció a su cargo en medio de los diálogos con las madres, el presidente Gustavo Petro anunció que ya se aumentó en 14% la minuta de alimentación para los niños y niñas, que ordenó incluir a las madres en la nómina y que el Icbf brindará apoyo para la profesionalización de las trabajadoras. Sin embargo, el paro continúa, pues hay otros puntos por discutir. 

Entre esos, está el lugar de trabajo y la remuneración. Las labores de las madres van desde alimentar a los niños hasta cambiarles los pañales y bañarlos. 

Los centros infantiles permanecen cerrados. /Foto: Aileen Díaz.

¿Qué exigen en Fonseca?

Las madres comunitarias exigen condiciones laborales dignas y que se les reconozca por su labor.

  • Acceder a una pensión digna. Consonante habló con cinco madres comunitarias y encontró que, a pesar de que todas exceden la edad de pensión (57 años), ninguna ha podido acceder a este derecho. La razón es que desde hace apenas 12 años las contrataron y afiliaron al sistema de pensiones, por lo que no han cumplido con el requisito de las semanas necesarias de cotización. Es el caso de Cleotilde Frías Cataño. “Nosotros estamos exigiendo la pensión. Yo tengo 67 años y a mí todavía no me ha llegado nada y voy a cumplir 34 años de estar trabajando”, dice. El gobierno afirma que desde 2013 existe un subsidio pensional para 5.298 madres que no se pensionaron, pero las trabajadoras afirman que esto es insuficiente.
  • Dotación para los centros de atención. Las madres se han visto obligadas incluso a fabricar juguetes para los niños y niñas. “Tenemos que hacer los juguetes de trapos viejos o de botellas, pero a veces los niños no les prestan mucha atención,  mientras que si Bienestar Familiar implementa un rompecabezas, una bola, es mejor. Ellos anteriormente lo hacían”, explica Yohelis Medina. Además de esto, según Olinda García, presidenta de Sintracihobi, afirma que la última vez que recibieron dotación completa fue en 2015. Las madres que trabajan en sus casas tienen que seguir poniendo sus enseres. Uno de sus pedidos es que se dote completamente los centros de atención. 
  • Capacitación y reconocimiento de sus estudios. El ICBF informó a través de un comunicado que ha invertido 51 mil millones de pesos en la formación de 16 500 madres y padres comunitarios., sSin embargo, Olinda García afirma que esta es formación no certificada, por lo que no aplica para mejoras salariales. Ante esto, las madres se han capacitado por su cuenta. En Fonseca sufren lo mismo. “No recibimos un salario adecuado. El ICBF ha creado unos perfiles que tienen en cuenta únicamente a las madres que no se han profesionalizado, pero yo soy especialista y hay licenciadas en pedagogía infantil, y nosotras exigimos que también por los años que tenemos de experiencia nos den un salario adecuado”, explica Egleth Parodi, vicepresidente de Sintracihobi en Fonseca. Las madres exigen que se ajusten las escalas salariales. 
  • Aumento de la minuta. La alimentación de los niños y niñas está basada en un esquema diseñado por el ICBF distribuido por proteínas, carbohidratos y legumbres. Sin embargo las madres comunitarias exigen aumento en el gramaje para los niños y niñas tengan el crecimiento adecuado .“Las porciones en gramos, eso es lo que se está buscando que se les incremente un poquito, porque a un niño de cinco o uno de  tres años se le está dando 20 gramos de arroz, 10 gramos de carne y 5 gramos de verduras. Podemos encontrar que hay familias que no le suministran el restante de alimentación para que ese niño tenga un peso adecuado”, reclama Yohelis Medina.
Foto: Cortesía

¿Cómo es el día de una madre comunitaria?

En Fonseca las madres comunitarias cuidan a niños entre sus primeros meses de vida hasta los cinco años de edad en las Unidades Comunitarias de Atención (UCA), Hogares Comunitarios y Centros de Desarrollo Infantil (CDI) durante ocho horas diarias. Además, otras acompañan a madres gestantes mediante dos programas: Afro y Famigestación.

Sus días laborales comienzan desde las 6 de la mañana, o antes, pues a las siete ya deben estar en el centro infantil o dispuestas en su casa para recibir a los niños y niñas. Entre esa hora y las 8:30 se encargan de organizarlos para que jueguen y de verificar que los más pequeños, de entre siete meses y dos años, tengan sus pañales limpios. A las 8:30 de la mañana la manipuladora de alimentos del centro infantil se encarga de servirles el desayuno, pero la madre comunitaria es quien está atenta a que los niños y niñas coman.

Lo que sigue es llevarlos al salón en donde realizan actividades de acuerdo a su edad, ya sea manualidades, rondas, dibujos, pinturas o canciones. Pero a las madres comunitarias se les dificulta realizar bien su trabajo debido a la falta de implementos como juguetería, materiales didácticos, colchonetas, utensilios de cocina  nuevos, elementos para el aseo e incluso la misma infraestructura de los centros. Por ejemplo, Yohelis Medina Amaya dice que hay hogares que tienen el cielo raso a punto de colapsar. “Nos ha tocado tumbar unas partes para evitar un peligro o un riesgo o un accidente con un niño. Hay paredes que se están agrietando y se necesita hacerle mantenimiento a los salones porque hay humedades, se larga polvillo y eso le causa gripa a los niños”, afirma.

El almuerzo se sirve a las 12:00 del mediodía y está basado en el esquema diseñado por el ICBF, que es una minuta por proteína, que puede ser carne o pollo, carbohidratos, que varía entre arroz, yuca o plátano, y verduras. Sin embargo, esto se complica porque no tienen dotación adecuada. “Necesito que manden colchonetas, que redoten el CDI de todo, porque nosotros no tenemos nada ahí. Solo las mesas viejas, las sillas viejas, la cocina, que casi no tenemos chismes (utensilios de cocina)”, exige Cleotilde Povea, madre comunitaria. 

Las madres comunitarias sostienen el paro en el Parque de la Virgencita. / Foto: Aileen Díaz.

Después del almuerzo las madres deben encargarse de que los niños y niñas reposen y duerman la siesta hasta la 1:30 de la tarde. Esta actividad también se ve afectada por la falta de implementos. “Hay veces que (a los niños) los encuentro dormidos en el suelo porque no hay una colchoneta donde dormir. Tengo que coger una de mis sábanas o una toalla y acostarlos en el piso limpio, porque me da dolor, son niños de dos años”, dice Josefina Lacoture Mejia, del Hogar Comunitario Mi Pequeñin.

Después, las madres continúan sus labores de enseñanza hasta las 2:15 de la tarde, cuando es hora de una merienda. “A esa hora se les está limpiando la carita, las manitos, el que lleve ropita se cambia y se espera a los padres a las 3:00 de la tarde”, explica Marlenis Solano, madre comunitaria de CDI San Jose. 

En medio de su jornada deben hacer rendir el mercado que les envía el operador para que los niños y niñas coman suficiente. Además de esto, si los niños y niñas ensucian jugando, vomitan o se riegan comida en la ropa, las madres también los bañan y cambian, para esto tampoco hay garantías. 

Algunas madres comunitarias les piden a las madres de familia dinero para comprar juguetes y adecuar el salón. “Doy 10 mil pesos mensuales para que les compren más juguetes y para arreglar el salón”,  dice Ariannis Bracho, madre de familia. Otras madres comunitarias piden implementos en especie para el aseo personal de los niños. “En algunas ocasiones, más que todo cuando empieza otra vez la temporada del CAI, nos piden las cosas de uso personal, como papel higiénico,  crema dental, cepillo dental, jabón, líquido antibacterial”, dice Examary Gómez.

“Ellos (operador e ICBF) quieren que un niño salga bien de peso, pero ¿cómo va a salir bien de peso con esa comidita que les están mandando? Es muy poquito y cuando los niños están bajando de peso, entonces vienen y se la montan a uno. Toca investigar qué pasa en las casas”, criticó Josefina Lacoutire Mejía. “Si hay un yogur, hay que compartirlo para dos niños. Eso es injusto, debe haber un yogur para cada niño”, añade Lacoutire.

“El operador no da un papel higiénico, lo que da son 50 mil pesos para el gas y el gas está carísimo, así que para lo demás uno tiene que meterse la mano al bolsillo a comprar un limpión o una toallita para que los niños se sequen las manos”, comenta Josefina Lacoture Mejía, madre comunitaria del Hogar Comunitario Mi Pequeñín.

¿Qué dice este paro sobre el trabajo del cuidado en Colombia?

El trabajo que realizan las madres comunitarias es trabajo de cuidado, es decir, un trabajo que implica cuidar a niños, niñas o adultos mayores. Estas labores históricamente se les han asignado a las mujeres y, casi nunca, son remuneradas. Además, se les resta importancia. Natalia Chávez Monroy, coordinadora del área de Mujeres, Paz y Seguridad de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (Limpal), explica que el movimiento de mujeres ha promovido tres pilares fundamentales para mejorar las condiciones de las cuidadoras: reconocer, reducir y redistribuir.  Para ella, el país ha avanzado en la materia, pero hay retos. Por ejemplo, pensar el cuidado como un derecho. 

Iimplica una corresponsabilidad con otros actores por esa labor de reconocimiento, de reducción y de redistribución, que no puede recaer solamente en un proceso transformativo por parte de las mujeres, sino que implica otros actores también, como los hombres y las instituciones”, puntualiza Chávez. Este paro revela que hace falta un camino por recorrer, pues el trabajo de cuidado de las madres comunitarias no se ha dignificado desde el Estado. “Se trataría por supuesto de hacer un proceso de exigibilidad en términos de mejoramiento de las condiciones laborales de las mujeres cuidadoras, al mismo tiempo que se hace un trabajo de transformación cultural en clave también de desnaturalizar el rol del cuidado hacia las mujeres solamente”, agrega Chávez.

Lo que sigue

Van cuatro días de paro y, hasta ahora, el único acuerdo es el aumento de la minuta en un 14%. El presidente Petro dio la orden de incluir paulatinamente a las madres en la nómina del ICBF, pero en la mesa aún están discutiendo cómo se va a hacer. 

Olinda García, presidenta del sindicato, afirma que no aceptarán que las madres sean sometidas a un concurso, pues muchas quedarían por fuera por no ser profesionales. “Continuaremos en paro hasta que no se firmen los compromisos con el gobierno”, le dijo García a Consonante.  

El Sindicato está reunido en Bogotá con los entes estatales encargados para concertar un documento con los compromisos para los problemas de las trabajadoras. Las madres de Fonseca, por lo pronto, continúan en el Parque de la Virgencita a la espera del acuerdo. 

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  • Luz eledis Duarte
    Feb 10, 2023
    Las evidencias fotográficas pertenecen al paro de madres comunitarias de Barrancas

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