Pasadas las tres de la tarde del domingo 29 de octubre, casi una hora antes de que cerraran las urnas en todo el país, decenas de personas entraron al puesto de votación del colegio Ernesto Parodi, en la sede Calixto Maestre. La turba arrasó con varias mesas, tumbó sillas, rasgó tarjetones y, en últimas, destruyó parte del material electoral. Al poco tiempo, esta misma escena se repitió en la Institución Educativa Agropecuaria del corregimiento de Conejo.
Ese mismo día circularon por WhatsApp videos y fotografías de personas destruyendo el material electoral en estos puntos y tarjetones electorales en el piso de los puestos de votación. En total, 43 de las 98 mesas de votación instaladas en el municipio fueron violentadas, según le dijo a El Tiempo José Fernando Mejía Castaño, delegado del Registrador en La Guajira. Tras los hechos, el alcalde Hamilton García declaró un toque de queda hasta las 9:00 am del día siguiente, y señaló como responsables de los disturbios a los excombatientes de las Farc, a pesar de que la mayoría de las personas que participó de los actos violentos no eran excombatientes.
Desde entonces, los funcionarios de la Registraduría han intentado continuar con la revisión de los resultados de unas elecciones que debieron suspenderse. Según varios expertos consultados por Consonante, la pérdida de la cadena de custodia de varias urnas, los disturbios y la destrucción del material electoral eran argumento suficiente para declarar nulas las elecciones y repetir la jornada electoral. Sin embargo, ni el alcalde Hamilton García ni la gobernadora Diala Wilches tomaron esta decisión.
Por eso, a cinco días del cierre de las elecciones, en Fonseca aún no se sabe quién será el próximo alcalde. De acuerdo con la página de la Registraduría, solo el 58% de las mesas de Fonseca han sido informadas. Aún así, el escrutinio aparece en el 100%, con 98 mesas escrutadas. Los resultados parciales dan como ganador a Enrique Luis Fonseca con 4.715 votos. Pero estos no son oficiales y la comisión escrutadora municipal trasladó este viernes los escrutinios a la comisión departamental.
Para aclarar los hechos que llevaron al municipio a esta situación Consonante reconstruyó lo sucedido en la sede Calixto Maestre. Esta institución educativa fue el punto inicial de los disturbios que se presentaron el domingo de elecciones. La información recopilada demuestra que fue la indignación de las personas por las irregularidades y la compra de votos que denunciaban y la inacción que sintieron por parte de la Policía, la que los impulsó a entrar al puesto de votación. La arremetida fue coordinada por varias personas que se pusieron de acuerdo para entrar de forma masiva al colegio y destruir tarjetones. El plan incluía trasladarse a otros puestos de votación, pero no lo lograron.
También queda claro que la cadena de custodia de votos se perdió, que por al menos dos horas no hubo jurados ni claveros que cuidaran lo que no se destruyó y que, aún con urnas que parecen no haber sido violentadas, cabe la posibilidad de que se haya alterado el número de tarjetones al interior de varias de estas. Sin embargo, quedan varias dudas sobre cómo se coordinó la acción, quién dirigió la operación.
Siga a continuación la cronología de los hechos sucedidos el domingo 29 de octubre en la sede Calixto Maestre de la Institución Educativa Ernesto Parodi.
La apertura del puesto de votación ocurre con normalidad. La sede Calixto Maestre es uno de los 12 puestos de votación instalados en el municipio. De los cuatro de la zona urbana, este es el segundo con mayor número de mesas: 18 en total. Siete policías que custodian las dos puertas habilitadas están encargados de garantizar la seguridad durante la jornada electoral. Cinco están ubicados en la entrada principal, un portón grande que tiene el nombre del colegio, y los otros dos, en una puerta destinada para la salida de los votantes.
La mayoría de las personas que se acercan al puesto de votación en la mañana son adultos de la tercera edad.
Al poco tiempo del inicio de la jornada electoral se empiezan a presentar irregularidades. “A una de las mesas llegó un señor y ya venía con el tarjetón firmado por los jurados, pero se lo alcanzaron a quitar y una funcionaria de la Registraduría lo destruyó”, contó una testigo. El tarjetón era pedagógico, pero el hecho despierta preocupación y rumores de irregularidades entre los asistentes al puesto de votación.
Según los testimonios, integrantes de la campaña o simpatizantes de Enrique Luis Fonseca, conocido como Kike Fonseca, buscaban alterar los resultados a su favor en este y otros puestos de votación del municipio. Fonseca es considerado el candidato de la administración para estas elecciones pues se presentó por el partido ¡Sí Podemos!, al que pertenece Hamilton García, actual alcalde.
“Por mi casa estaban comprando votos, así descaradamente, para Eliza Álvarez (candidata al Concejo por Alianza Verde) y Kike Fonseca. — cuenta una habitante del barrio 1 de julio —. También llegó un muchacho comprando votos para la señora Eredys Brito (candidata al Concejo por Cambio Radical) y Kike Fonseca. Yo llamaba y reportaba y les decía que estaban en la calle tal con tal y no hacían nada. La Policía custodiaba, yo lo sé porque cuando llegaban no les decían que pararan ni se llevaban a nadie preso”.
A medida que transcurre el tiempo, se empiezan a conocer más denuncias. En las redes sociales y Whatsapp circulan mensajes, audios, fotografías y videos con denuncias ciudadanas de irregularidades en los puestos de votación y compra de votos. En uno de estos videos la Policía aparece registrando a una mujer que tiene varios tarjetones marcados a favor de Enrique Fonseca.
Los votantes se quejan de la inacción de la Policía. “Hubo 60 puestos de compra de votos en Fonseca y no llegaba un Policía. Si llegaban no se bajaban del carro. En Conejo un muchacho con una mochila pagaba los votos. En la esquina de los Chinchilla pagaban el voto a 150 mil pesos, fue un descaro y una corrupción total. Todo eso fue el detonante de esta situación”, cuenta un habitante de Fonseca.
Pasado el mediodía, la afluencia de jóvenes y adultos que llegan a votar a la sede educativa aumenta. A esa hora se percibe tensión en el ambiente por el incremento de la compra de votos cercana a este y otros puestos de votación.
Los mismos candidatos hablan de estos hechos en sus redes sociales. Benedicto de Jesús González, candidato a la Alcaldía del movimiento Avanzar, publica en su cuenta de Facebook: En Fonseca, La Guajira, hay una descarada compra de votos frente a una pasividad y complicidad de la Policía y demás instituciones.
Por Whatsapp empieza a moverse un video grabado en la carrera 14, entre la calle 16 y la 17, en donde una multitud rodea un bus en el que, supuestamente, están comprando votos: “Alteración del orden público por compra de votos y la Policía no hace un carajo”, dice quien graba el video y cuenta que, supuestamente, el bus “transportaba dinero y votantes”.
Al puesto de votación Calixto Maestre, llegan cinco personas que empiezan a presentarse como claveros. Es decir, los encargados de custodiar los votos. “Todos eran de apellido García, no sé si tenían relación con la administración (del alcalde Hamilton García), pero era sospechoso”, dice una persona que fue testigo en el puesto de votación.
Un funcionario de la Registraduría le llama la atención a los claveros diciéndoles que la presentación de ellos debe hacerse en conjunto con funcionarios de la Registraduría. A pesar de eso, los supuestos claveros continúan con su recorrido y salen del puesto de votación.
A unas cuadras del colegio, el candidato Micher Pérez sale de ‘La casa de la paz’, sede de la campaña de Benedicto González; según una persona que lo vio llegar y salir de la sede. El encuentro, minutos antes de que pasaran los desmanes, ha llevado a que crezca la idea de que lo sucedido en el puesto de votación estuvo relacionado con la reunión entre los dos candidatos. Ni Pérez ni González contestaron las llamadas y mensajes de Consonante para conocer su versión, pero ambos han rechazado los disturbios públicamente y han pedido la nulidad de las elecciones.
Sólo una persona que conoció los hechos dijo que, de forma espontánea, la gente se organizó para entrar al puesto de votación: “No sé en dónde fue, pero la gente se reunió, hablaron y se pusieron de acuerdo para ir al Calixto Maestre. Ya estaban cansados de la compra de votos y decidieron unirse. La idea era destruir ese material electoral para que las elecciones se repitieran”.
Entre 20 y 30 personas llegan a la puerta del Calixto Maestre: “Vamos, vamos que vamos para adentro”, dice uno de ellos como tratando de animar a la multitud.
“Ahí vienen”, gritan dentro del puesto de votación. Los votantes que se dirigen a la salida regresan corriendo al ver a la multitud. Quienes ingresan al puesto corren a las mesas de votación que están en los salones mientras gritan indignados: “Hay fraude”, “nos robaron las elecciones”, “¿por qué la Alcaldía no puede jugar limpio?”.
“Nosotros venimos de parte de Micher Perez y vamos a meterle candela a toda esta mierda”, dice una de las personas. “Cálmese, así no es, no vinimos a hacerle daño a la gente, vinimos a quemar los tarjetones porque los están metiendo marcados”, responde una mujer que lo escucha.
En la mesa 2, una mujer encargada de hacer la biometría a los votantes se lanza hacia la puerta del salón para intentar cerrarla. Tres hombres forcejean con ella y logran entrar, los siguen otras tres personas. El primero que entra patea la urna de los votos, mientras otros impiden que jurados y testigos salgan del salón. En la mesa 1, 3 y 6 ya estaban rasgando tarjetones.
“En medio de los disturbios, noté que uno de los jurados de la mesa 10 cogió unos tarjetones, los marcó y los metió en la urna. No sé cuántos tarjetones, pero varios”, dice un testigo.
Algunas personas lanzan las urnas y los cubículos de votación de cartón al piso. Otras las patean o las arrojan al aire. Una mujer se acerca a la urna 7 que aún no ha sido dañada: “Dos familiares y yo habíamos votado ahí por el concejal al que apoyamos, así que me pongo a buscar esos votos y nada. Lo que encontramos fue que los tarjetones que estaban marcados por el concejal tenían tachones”, cuenta la mujer que revisó la urna.
Algunas personas intentan refugiarse en salones de clases y cierran las puertas, pero quienes estaban detrás de los disturbios las intentan abrir. Tres policías que estaban cerca de la mesa 15, alejan a uno de los dos hombres que golpea una de las puertas y lo empujan hacia la multitud. Otros hombres se enfrentan con los policías que intentan defenderse con sus bolillos. Varias fuentes coinciden en que los policías que estaban en el puesto de votación no mediaron ni trataron de frenar los hechos.
De a poco, sin organización ni liderazgo, las personas empiezan a salir del puesto de votación. “No había nadie que los guiara, pero sí se hablaban entre ellos y decían ‘de aquí vamos pa’ tal lado’”, asegura una persona que estuvo en el lugar y conoció más versiones sobre lo sucedido.
El grupo de personas que inició los disturbios sale del colegio. Todo vuelve a la calma en pocos minutos. “En algunos momentos se oía a la Policía que estaba en el puesto de votación diciéndole a los jurados que salieran, que se fueran ya”, recuerda un ciudadano.
Una de las personas que estuvo en la mesa 17 dice que protegió la urna y que antes de salir del colegio la entregó a uno de los policías. Cuenta, y su versión coincide con el testimonio de otras personas consultadas, que a esa hora no encontró ningún funcionario de la Registraduría en el colegio Calixto Maestre.
Las personas que salen del Calixto Mestre llegan a la institución Juan Jacobo Aragón, ubicada a unos cinco minutos de distancia caminando. La intención era la misma: destruir el material electoral. Pero para ese momento, la Policía y el Grupo de Operativos Especiales de Seguridad (Goes) ya rodeaban la entrada del colegio. Los uniformados impiden que los ciudadanos entren al puesto de votación.
Al menos tres personas coinciden en que, antes de las 4 de la tarde, la Policía les pidió desalojar todos los puestos de votación. “También nos pidieron no tocar nada porque decían que hacía parte de la evidencia, pero había gente que entraba a grabar, periodistas que llegaron al puesto de votación”, cuenta un testigo.
Llegan más integrantes de la Policía y ordenan cerrar la puerta y proteger el material destruido para utilizarlo como evidencia. Un funcionario de la Registraduría cierra con candados las puertas de varios salones, mientras espera la llegada del fiscal y el registrador para hacerse cargo del caso.
“Ya cuando estaba el registrador, empezamos a discutir qué hacer con los votos que estaban en el piso. Según el registrador, eso ya era basura, entonces empezamos a recogerlos”, dice una persona que permaneció en el puesto de votación todo el día.
“Hubo funcionarios de la Registraduría y Policías que metían votos que estaban en el piso en las cajas. Ahí dos testigos que estaban en el lugar pidieron que dejaran de hacerlo”, cuenta una persona enterada de lo que sucedía.
En este lapso de tiempo, el alcalde Hamilton García se presenta en el puesto de votación acompañado de otras personas. La fiscal Sofía Gómez es una de las últimas en llegar y solicita que, para legalizar todo, los jurados entreguen formalmente las urnas. Un hombre asegura que tiene una lista con contactos de los jurados y se ofrece a convocarlos de nuevo.
Un poco más de 30 personas están en el Calixto Maestre junto con el alcalde Hamilton García y el registrador José Basilio Rodríguez, y se levanta un acta, escrita a mano, para dejar constancia de lo sucedido. En el documento queda establecido que pasadas las 3 de la tarde un grupo de ciudadanos entró y destruyó material electoral. También deja constancia de que las urnas de seis mesas (de la 1 a la 5 y la 16) quedaron destruidas y que otras 12 se mantienen en buen estado.
Una de las personas que estuvo presente durante la realización del acta asegura que las urnas 17 y 18, que estaban en buen estado, aparecieron casi dos horas después de que se hiciera el inventario de lo que había sido destruido. Sin embargo, esto no quedó consignado en el documento oficial. El “material electoral que no fue vandalizado, fue custodiado por miembros de la Policía, jurados y testigos hasta el lugar en el que se realizarán los escrutinios”, se lee en el texto. El acta también establece que los formularios E-14, donde se deben consignar los votos de cada mesa, no fueron firmados por los jurados. No se cuentan los votos de este puesto de votación.
Una persona que estuvo en el lugar, cuenta que el material electoral fue entregado alrededor de las ocho de la noche: “El señor alcalde dijo ‘ahí tengo el carro’ y salió una camioneta 350 en la que montaron las urnas no vandalizadas, pero no sé si el carro era de él”, dice.
Consonante consultó al alcalde Hamilton García para conocer su versión sobre este y otros hechos ocurridos el día de las elecciones, pero hasta el momento de esta publicación no ha contestado nuestras preguntas.
Los votos rasgados y que quedaron en el piso fueron incinerados en una pequeña fogata que se hizo en el patio de la institución y que fue acompañada la Registraduría y algunos testigos electorales.