El fin de semana pasado, en el marco de los 10 años de la Jotatón, el grupo de danza La Platina marcó el ritmo de la jota chocoana.
De este grupo hacen parte los bailarines Aura María, Jhon Freddy, Keidy Liceth, Edison Alberto, Johanson y Yuliana. Los seis jóvenes hablaron con Consonante sobre cómo empezaron en la danza y lo que significa ahora en sus proyectos de vida.
El grupo es coordinado por Beatriz Garcés Mosquera, conocida como la “seño Male”, quien recalca que a todos los conoce desde que eran unos niños, con 10 y 11 años. Sin embargo, advierte que no tienen recursos para todo lo que necesitan y pide a la Alcaldía y al departamento apoyar la cultura. “El apoyo institucional es poco por no decir nada. La falta de apoyo y de interés a la cultura es evidente, les pedimos más compromiso, que se detengan un poco y miren la cultura como una herramienta de integración social y económica. La Platina ha crecido solo gracias al apoyo de nuestro amigo y padrino José Eddy Torres”.
(La historia de la jota: el baile español que se quedó en Tadó)
La "seño Male" destaca que el pasado viernes, 28 de abril, tuvo la oportunidad de sustentar la importancia de la Jotatón ante la asamblea departamental de Tadó y que esperan con mucha expectativa la ordenanza que declarará a Tadó como sede permanente del evento, y con ello, recibir recursos de la Gobernación. “Fue un festival que generó gran impacto social, cultural y económico. Además, se destaca que fue un evento que dinamizó la economía y que convocó a muchos turistas”, dice sobre la Jotatón.
Aura María de Andrés Mosquera, 20 años
Esta joven de 20 años de edad y madre de una bebé de tres meses ha sido una de las bailarinas representativas del grupo La Platina y participante activa de la Jotatón.
“Nací en Montelíbano, Córdoba, y llegué a los 5 años al municipio de Tadó en compañía de mi madre. Acá logré conocer a un familiar muy especial para mí, quien en ese entonces hacía parte del grupo La Platina. En muchas ocasiones, él me llevaba a sus ensayos y yo observaba lo que hacían, me encantaba ver cómo bailaban con esa alegría y dedicación, me fuí enamorando de cada uno de esos movimientos”, cuenta Aura María.
Agrega que desde la niñez descubrió su gusto por la danza: “Siempre he tenido ese talento y esas ganas de bailar. Yo lo hago con amor, por eso decimos que al son que me toquen bailo”.
Aura María es estudiante de quinto semestre de Trabajo Social, en la Universidad Tecnológica del Chocó. “Pertenecer al grupo La Platina ha significado mucho para mí, gracias a eso he aprendido a ser más sociable, a compartir, a ser mejor persona, a tener empatía y sobre todo amor por los demás”, recalca.
Esta bailarina de ritmos ancestrales del Chocó invita a los jóvenes a unirse a la danza. “Les digo que se den la oportunidad de hacer parte de este proceso tan hermoso que es conocer a fondo nuestras raíces a través de la danza”, puntualiza Aura María.
John Freddy Mosquera, 25 años
“El amor por los ritmos ancestrales corre por mis venas”, dice John Fredy, bachiller técnico de la I.E. Nuestra Señora de la Pobreza. Además de bailarín en el grupo de danza La Platina, John Fredy trabaja como mototaxista.
John Fredy tiene 25 años y apoya a la ‘seño Male’ en la dirección del grupo de danza. “Llegué al grupo de danza hace 12 años con mucha motivación y ganas de bailar los ritmos ancestrales de nuestra comunidad, ya que me dan mucha emoción y alegría”, dice.
“Pertenecer a este grupo de danza ha significado mucho para mí porque he aprendido mucho sobre los bailes ancestrales, y también he conocido muchos lugares”, agrega.
John Fredy cuenta que, en el 2012, mientras hacía parte de La Platina, se impulsó el nacimiento de la Jotatón. “Había muchos bailarines de danza y la Jotatón nació de los ensayos de rutina del grupo. Inicialmente empezó con los mismos bailarines de La Platinan y luego se convirtió en una actividad que resalta a todo el departamento a través de la jota chocoana y en la cual participan distintas agrupaciones de otros lugares”, cuenta.
John Fredy sueña con ser un gran director de danza y enseñar a otros niños sobre los ritmos ancestrales. “Quiero que más niños sientan amor por la danza. Yo no recibo pago por pertenecer a este hermoso grupo, pero me siento muy orgulloso porque en él he aprendido a bailar los ritmos que nos dejaron nuestros ancestros y muy feliz de participar en la Jotatón porque es algo que me gusta hacer. Seguiremos celebrando está actividad tan hermosa que nos llena de orgullo y emoción”, puntualiza.
Keidy Liceth Copete Mosquera, 20 años
Keidy Liceth llegó al grupo de danza La Platina cuando estudiaba su bachillerato en la I.E. Nuestra Señora de la Pobreza. Hoy, a sus 20 años, es bailarina activa de la Jotatón.
Esta joven cuenta que su familia la ha motivado y apoyado para que siga bailando. “Ellos se sienten orgullosos de que haga parte de las jóvenes que bailamos en la Jotatón. Llegué al baile porque en el colegio vi los ensayos y me encantó”.
“No recibo pagos por pertenecer al grupo, pero me siento feliz y orgullosa de bailar los ritmos ancestrales de mi pueblo. Hacer parte de La Platina ha mejorado mi forma de interactuar con las demás personas, y me ha enseñado a valorar más a las personas, a aprender a compartir, a pensar como grupo, a empoderarme de los ritmos de mi cultura”, recalca.
Keidy invita a los jóvenes a que se empoderen bailando: “Mi mensaje es que disfruten de los ritmos ancestrales y que valoren lo propio. La Jotatón es de suma importancia para nosotros como chocoanos, ya que la danza tradicional es identidad y es una de las maravillosas cosas que culturalmente nos representa”. Además de bailar, Keidy es estudiante de Trabajo Social.
Édison Alberto Perea Copete, 20 años
Édison Alberto llegó al grupo de danza La Platina hace diez años. Se vinculó a él a través de su prima, quien era integrante y lo llevaba a sus ensayos todos los días, eso hizo que se fuera enamorando de los bailes ancestrales.
“Estoy en el grupo hace 10 años y pertenecer a La Platina me hace sentir muy especial y ha cambiado mi vida para bien. Antes me la pasaba metido en problemas y desperdiciaba mi tiempo libre haciendo cosas que no debía”, recalca.
Edison tiene 20 años y es estudiante de Trabajo Social en la Universidad Tecnológica del Chocó. Y su principal sueño es terminar su carrera universitaria.
Al igual que sus demás compañeros inició a participar de la Jotatón desde hace más de 12 años. “Para mí la Jotatón es un evento muy bonito porque lo llena a uno de emoción y permite compartir el escenario con otras personas”, agrega.
Jhojanson Mosquera Andrade, 30 años
Este joven de 30 años de edad inició a bailar con el grupo La Platina desde el grado quinto. Para esa época la agrupación folclórica era solo de mujeres y él tuvo el privilegio de ser el primer integrante hombre.
“La vena artística la heredé de mi tío que es paz descanse. A él le gustaba bailar todos los ritmos ancestrales. Yo lo veía de muchacho y eso despertó en mí la curiosidad por aprender y de saber por qué era tan distinto cada tipo de baile. Con el tiempo me fui dando cuenta que es algo tradicional de acá y le fui tomando cada vez más gusto. Desde ahí nació mi gusto por la música y los bailes de nuestros ancestros”, cuenta Jhojanson Mosquera.
Este joven cuenta que siempre ha tenido el apoyo de su familia para seguir bailando y destaca que la danza lo ha ayudado a tener buenos hábitos. “En mi casa son felices y están de acuerdo porque ellos saben que el baile me hace feliz y a mí me gusta muchísimo. Sé que estoy haciendo las cosas bien porque es algo sano y estoy contribuyendo para que otras personas también se inclinen por hacer algo sano. La danza ha cambiado en mí el temperamento me ha enseñado a tener más tolerancia y empatía”.
Entre sus sueños está seguir como coreógrafo, instructor de danza y formador del semillero. “Yo sueño con dejar un legado, quiero que la gente me recuerde como una de las personas que difundió la danza y que contribuí al crecimiento de estas costumbres y tradiciones ancestrales que tenemos en el Chocó”.
“Compartir y estar en constante diálogo con los compañeros hace que uno vaya aprendiendo a comunicarse de manera de más asertiva y hablar sobre los inconvenientes”, agrega.
Para Jhojanson, la Jotatón es un intercambio de saberes en medio del baile y rescata la participación de grupos de otros municipios y departamentos.
“A los jóvenes les diría que debemos conocer nuestras costumbres, no está mal que nos gusten otros géneros, pero no debemos dejar de lado lo propio. Que se detengan a empoderarse de nuestros ritmos ancestrales, ya que también con nuestra cultura y nuestras tradiciones se puede ser feliz”, resalta Jhojanson.
“No recibo ninguna remuneración por participar o estar en el grupo, pero uno hace esto de corazón, ya son varios años y cada vez que podamos contribuir en el empoderamiento de nuestra cultura y tradiciones, lo vamos a continuar haciendo de la mejor manera”, puntualiza.
Yuliana Agualimpia, 26 años
Yuliana dice que llegó al grupo de danza La Platina en el año 2010 “por pura casualidad y curiosidad”. Un día estaba paseando por el parque, en compañía de su mamá, cuando vio al grupo haciendo una presentación el atrio de la iglesia.
“Le dije a mi mamá que quería meterme a ese grupo porque quería aprender a bailar como ellos. Mi mamá me envió a los ensayos, pero fue muy difícil para mí porque no lograba llevarle el ritmo a la danza”, cuenta.
“Yo no perdí la fe e inicié a practicar cada que tenía la oportunidad en mi casa y me fui aprendiendo las coreografías. Yo pensaba que, por el hecho de no saber bailar, no me iban a aceptar en el grupo”, recuerda.
La primera vez que se realizó la Jotatón, Yuliana no era parte de la coreografía, pero tuvo que apoyar al grupo porque una de sus compañeras se accidentó. “Yo solo estaba acompañando con la hidratación, pero la seño Male me dijo: ‘Le toca a usted cubrir a su compañera porque no hay alguien más y no podemos salir incompletos’. Recuerdo que salí con muchos nervios, pero con el apoyo de mis compañeros quienes me dieron mucha seguridad, brillamos en ese increíble evento. Desde ahí se inició mi amor más profundo por la danza”, resalta.
“Para mí este grupo de danza es una familia, donde hay mucho amor y respeto. Bailar al ritmo de nuestros ancestros para mi es muy importante ya que genera una vibra hermosa en mi corazón”, dice.
Yuliana sueña con tener una empresa en la que pueda apoyar el talento local y a los jóvenes del departamento. Por ahora, sigue llevando un mensaje positivo a sus amigos y familia a través de la danza.