Alrededor de 100 personas se sumaron a una velatón para rechazar la muerte de Leidy Yojana. / Foto: Vivianey Balvin.
El Carmen de Atrato Reportajes

El asesinato de Leidy Restrepo pone sobre la mesa la violencia de género en su pueblo

La muerte de esta mujer de 32 años llevó a que un grupo de mujeres carmeleñas se unieran para rechazar el hecho, exigir justicia y conformar redes de cuidado.Hasta el año pasado, cuando se aprobó la política pública de género, la violencia contra las mujeres era un tema del que poco se hablaba públicamente en este municipio chocoano.

Leidy Yojana Restrepo disfrutaba montar a caballo. Para quienes la conocieron y la amaron era un disfrute verla recorrer las calles de El Carmen de Atrato (Chocó) o de su vereda, La Sierra, montando uno de estos animales. Lo hacía con gracia y riéndose. Esa era otra característica por la que la recuerdan sus amistades y familiares. “Ella irradiaba alegría”, cuenta Marisbey Correa Muñoz, su prima. “Era una mujer muy trabajadora, llena de virtudes y de deseos de sacar adelante a sus dos hijos”, añade.

El recuerdo de la vida de Leidy Yohana, de 31 años, estuvo presente en la velatón que cuatro lideresas de El Carmen de Atrato convocaron el 26 de abril a las siete de la noche para protestar por su muerte, ofrecer apoyo a su familia y exigir que cese la violencia contra las mujeres en el pueblo. 

Leidy Yojana trabajó desde muy joven en lo que pudo: recogió café, trabajó en una fábrica de arepas y, durante los últimos ocho años, se desempeñó en servicios generales de la Minera El Roble. Su búsqueda siempre fue ser independiente y proveer de lo necesario a sus hijos de 10 y 4 años, pues soñaba con que ellos fueran a la universidad.

El cuerpo de Leidy apareció el domingo 23 de abril hacia las 10 y media de la mañana en el río Atrato, a la altura de la vereda La Mariela parte baja, en un sector conocido como el “Arenero”. Ese día, el río estaba caudaloso, y la Policía municipal recibió un reporte ciudadano sobre la presencia de un cuerpo en ese sector. El cuerpo de bomberos voluntario lo rescató y lo trasladó a la morgue.

Un día antes, el sábado 22 de abril, Leidy Yojana Restrepo había decidido ir a bailar a la discoteca La Palma después del trabajo, pues el domingo descansaba. Ahí estuvo con algunas primas y amigos hasta la madrugada del domingo. Según Marisbey Correa, hacia las 3 am algunas primas que debían trabajar al día siguiente decidieron irse, pero Leidy quiso quedarse otro rato. “Decidieron que ella se iba a quedar con unos amigos y (las primas) se fueron porque ya no querían estar más y alrededor de las cuatro de la mañana fue que pasó lo sucedido”, dice. 

El sueño más grande de Leidy Yojana era que sus hijos fueran a la universidad. /Foto: tomada de Facebook.

Lo que sucedió después no está claro. Leidy Yojana desapareció y su familia no supo nada más de ella esa noche. Al siguiente día, el padre del hijo menor de Leidy fue quien alertó a su familia sobre su desaparición. Después del mediodía, el hombre fue a buscarla a su casa pues se le hizo raro que Leidy no hubiera pasado por el bebé. Como no la encontró, lanzó la alerta. 

Solo después de varias horas de incertidumbre y búsqueda, la hermana de Leidy constató que el cuerpo encontrado por la policía era el de su hermana. Inclusive ese día alcanzó a circular una publicación de Facebook de Publinoticias, basada en información preliminar entregada por la policía, en la que se decía que el cuerpo encontrado correspondía al de una mujer indígena. Un rumor que fue desmentido por su propia familia poco después de que funcionarios del hospital la contactaron para que una persona se acercara a la morgue a revisar si el cuerpo que había llegado esa mañana era el de Leidy. Aunque fue difícil hacerlo, la hermana de Leidy que acudió a la morgue no tuvo dudas de que lo era pues vio un tatuaje y una tobillera que portaba siempre.

Velatón por la vida de Leidy Yojana Restrepo Muñoz. /Foto: Vivianey Balvin.

Seis días después de su muerte en El Carmen todavía no hay certezas sobre la causa o los hechos que llevaron a su muerte. Su familia todavía no ha recibido el informe de Medicina Legal y la investigación de la Fiscalía tampoco ha arrojado ninguna orden de captura. Tal vez por este motivo han rondado rumores sobre lo que sucedió en las últimas horas de Leidy y sobre la persona responsable de su muerte. Pero lo cierto es que las autoridades aún no han confirmado si se trató de un asesinato o un feminicidio. Aún así, la familia de Leidy afirma que sí se trata de un feminicidio. “Fue una muerte violenta, demasiado violenta. A la niña le desfiguraron la carita”, afirma Marisbey. En medio del dolor, la familia Muñoz continuó el proceso con Medicina Legal y luego le dio cristiana sepultura a Leidy Yojana. Ahora esperan conocer la verdad y que se haga justicia.

El grito en contra de la violencia machista

“Por nuestras mujeres asesinadas, ni un minuto más de silencio”, gritaron alrededor de 100 personas que acudieron al llamado de encender velas en el parque principal de El Carmen de Atrato por la memoria de Leidy Yojana. 

Antes de las siete de la noche, algunas personas empezaron a acercarse al punto de encuentro, donde había una tela blanca y pintura roja. Decenas de mujeres y niñas decidieron dejar pintada su mano ahí, como una forma de sumarse al rechazo de la muerte de Leidy. Algunas más llevaron sus propios carteles. A las siete, con velas encendidas, la gente le dio la vuelta, en silencio, al parque de el Carmen, y luego algunas amigas, familiares y líderes carmeleñas tomaron la palabra.

Una de ellas fue Rosa Ortega, una ama de casa carmeleña que exigió justicia y protección para las mujeres, pues considera que nunca se ha tratado con seriedad la violencia contra las mujeres. “Aquí dejamos crecer esta bola de nieve a tal punto que nos está comenzando a aplastar. Es muy lamentable que solo nos convoque y nos pellizque la tragedia, porque lo demás se va a ir en pañitos de agua tibia, en un evento con bombas y rosas, poesía y música, pero nadie toma acciones de fondo que impacten y se queden en el tiempo”, le dijo a Consonante. Rosa recordó en ese espacio a Luisa Zapata, a Luz Bertha y a Lidia Marín, tres mujeres asesinadas a quienes pocos recuerdan.

Para Ortega, además, esto se junta con el crecimiento de consumo de alcohol y sustancias psicoactivas, y con que todo permanece oculto. “Todo eso se ha maquillado en un municipio donde ha sido la doble moral la que ha predominado, un municipio que se dice de costumbres religiosas, cristianas, católicas y conservadoras, pero que si usted levanta la tapa, es un sepulcro blanqueado. Una cantidad de cosas que están pasando a puerta cerrada dentro de los hogares de El Carmen, pero que nadie denuncia para que no hablen”. dice. 

Carol Rojas, analista del Observatorio Colombiano de Feminicidios, de la Red Feminista Antimilitarista, afirma que si bien no tienen registro de feminicidios (su base de datos comenzó en 2018), la muerte de Leidy evidencia que es un tema que las instituciones deben afrontar. “Nosotras pensamos que la violencia feminicida crece porque no hay institucionalidad que la enfrente. Hay un Estado, unos funcionarios, unas municipalidades que o no tienen las herramientas para enfrentarla o también hay prácticas patriarcales que la invisibilizan”, dice. 

“Nosotras pensamos que la violencia feminicida crece porque no hay institucionalidad que la enfrente. Hay un Estado, unos funcionarios, unas municipalidades que o no tienen las herramientas para enfrentarla o también hay prácticas patriarcales que la invisibilizan”

Carol Rojas, analista del Observatorio Colombiano de Feminicidios

Además, Rojas afirma que la falta de denuncia no evidencia que las mujeres deseen quedarse calladas, sino que puede hablar de un problema estructural, “de cómo una sociedad ha invisibilizado estas violencias y las justifican y eso cómo ha calado en los sentidos comunes en el mundo cultural. Además, el componente paisa es importante, porque culturalmente se encubre bastante desde este lugar ciertas violencias”. 

Un primer paso para romper ese pacto de silencio, para Rojas, es la unión de las mujeres y el rechazo de la violencia. Es decir, la velatón, que significó un grito colectivo: no vamos a permitir que muera ninguna más. 

Un llamado al cuidado y a la justicia

La familia de Leidy Yojana no pierde la esperanza de que en los próximos días se empiece a hacer justicia para Leidy. Para ellas se podría hablar de justicia en la medida en que se sepa qué pasó y quién lo hizo.

“Mi familia no pierde la esperanza de que den con el presunto responsable, de que verdaderamente nosotros sepamos que este crimen no va a quedar impune, que por lo menos nosotros como familia perdimos a mi prima, a una hija, a una madre, a una sobrina, a una nieta, pero que hubo justicia y esa persona no va a volver a cometer un crimen así”, afirma Marisbey Correa.

Además, hace un llamado a que las carmeleñas se unan. “Tenemos que implementar muchos métodos de seguridad para las mujeres para que nos cuidemos una a la otra. Puede que sea una familiar o una amiga la que esté viviendo violencias, podemos ser todas las mujeres y nos debemos apoyar mutuamente”. Para Carol Rojas, un primer camino es tumbar la idea de la violencia es privada. “Esto es un asunto estructural, es un asunto profundamente político y debemos movernos desde la exigencia al Estado por la protección de las mujeres y las niñas”.

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