El río Cauca atraviesa montañas, valles y llanuras como una columna vertebral que se desplaza por Colombia. Pero no es solamente eso. En sus márgenes, este río también se ha convertido en un escenario de disputa que no se mide solo en toneladas de cobre, hectáreas de monocultivos o gramos de oro, sino en voces se abren paso entre el ruido de helicópteros, motosierras y discursos oficiales.
En Jericó, los pueblos campesinos resisten a la minería de AngloGold Ashanti y su filial Quebradona, enfrentando procesos judiciales y la amenaza de perder sus acuíferos. En el Bajo Cauca, comunidades como Palomar, ven cómo la fiebre del oro, impulsada por Mineros S.A. y actores armados, deja tras de sí mercurio en los ríos y silencios en los medios locales. En Cajibío, mientras tanto, los pinares y eucaliptos de Smurfit Westrock se extienden como un desierto verde que erosiona suelos y desplaza cultivos, mientras campesinos e indígenas Misak y Nasa recuperan tierras y palabras frente a la narrativa corporativa de la “reforestación responsable”.
Este mosaico de historias, que combina la mirada panorámica de la libertad de expresión con la textura íntima de las historias de quienes viven en estos territorios, revela que el extractivismo no solo transforma el paisaje físico, sino también el simbólico: extrae minerales y madera, pero también relatos, libertades y derechos. La crisis climática y la transición energética aparecen como telones de fondo que, lejos de ofrecer soluciones, se convierten en nuevos campos de disputa donde las empresas transnacionales legitiman su presencia con discursos de sostenibilidad y progreso. En paralelo, la contaminación informativa y el cierre del espacio cívico limitan la circulación de voces críticas, moldeando un debate público donde la libertad de expresión se vuelve un recurso vital en disputa.
El conjunto de estos textos muestra que la defensa del territorio y de la palabra son inseparables. Allí donde se restringe el disenso, se impone un modelo que no admite preguntas; allí donde se recupera la tierra, también existe un esfuerzo por recuperar la voz. En la cuenca del Cauca, la lucha por el agua, la tierra y la información se entrelaza en un mismo cauce: el de comunidades que, entre la memoria y la resistencia, reclaman el derecho a definir su futuro.
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