Cada vez que Avelina Jiménez tiene que ir al médico, se despierta a las tres de la madrugada. Solo si se levanta a esa hora puede llegar a tiempo para esperar por horas hasta conseguir un turno en el hospital San Agustín de Fonseca.
Jiménez es una madre comunitaria del hogar Saltarines de Conejo, corregimiento ubicado a 14 kilómetros del casco urbano. Sufre de hipertensión y, hace dos años, fue diagnosticada con cáncer de mama, una enfermedad que a pesar de que esté superada, requiere de controles constantes en el área de oncología. Pero este servicio no se presta ni en el puesto de salud de Conejo ni en Fonseca, razón por la que conseguir un turno es apenas el primer paso para llegar al hospital en Valledupar.
El camino que debe recorrer Avelina Jiménez es el mismo para todos los habitantes de la zona rural con enfermedades que requieren una atención de tercer nivel. Pero incluso para quienes necesitan servicios básicos como medicina general, se enfrentan a odiseas como la de Jiménez.
“Para mí es pésimo el servicio. A veces tengo que autorizar a mis hijas, y ellas deben madrugar y exponer la vida por ahí para poder conseguirme un ficho”, cuenta Jiménez.
En la zona rural de Fonseca hay cuatro puestos de salud: El Hatico, Conejo, Sitio Nuevo y Mayabangloma. Estos ofrecen únicamente servicios de enfermería, medicina general, odontología y toma de muestras de cuello uterino y ginecológicas. Pero solo atienden una vez a la semana y no cuentan con personal médico permanente. El único que presta atención cuatro días a la semana es el del resguardo indígena de Mayabangloma.
Por eso, una de las principales peticiones de los veedores ciudadanos y presidentes de las Juntas de Acción Comunal en Fonseca es acondicionar los puestos de salud rurales, para que las personas que habitan en las zonas más alejadas al casco urbano cuenten con una prestación de servicios digna.
En La Guajira, el 96,5 por ciento de la población rural hace parte del régimen subsidiado en salud, según la Encuesta Nacional de Calidad de Vida (ECV) del Dane en 2023. Sin embargo, las personas que viven en la zona rural son las que menos acceden a los servicios de salud. Solo el 3,7 por ciento de quienes registraron afectaciones de salud y se dirigieron a los centros médicos viven en la zona rural, de acuerdo con cifras del Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública, Sivigila.
Según ese sistema, los eventos registrados que más afectan la salud de la población en La Guajira son las agresiones por animales potencialmente transmisores de rabia, las infecciones respiratorias agudas graves, el dengue y la morbilidad materna. Pero ninguno de los centros de salud rurales tiene la capacidad para atender estos eventos.
Consonante hizo un recorrido por los corregimientos de El Hatico, Conejo y Sitio Nuevo, el resguardo Mayabangloma, y las veredas Pondores, Las Colonias y Las Marimondas, para conocer la calidad del servicio de salud y las principales necesidades de la población rural.
Pondores: la vida sin un centro de salud
Las veredas más alejadas del casco urbano de Fonseca están en la serranía del Perijá. Allí, los habitantes se ven obligados a caminar por más de una hora para encontrar un transporte que los lleve hasta el puesto de salud de Conejo o hasta el hospital San Agustín de Fonseca.
El trayecto es largo y agotador para las personas. Carlos García tiene 63 años y vive en la vereda Pondores, dice que solo hace ese recorrido por necesidad, porque “conseguir transporte es lo más difícil a la hora de salir de la finca”.
Para llegar a tiempo a sus citas médicas, García debe caminar durante una hora y media. En varias ocasiones, su hipertensión lo obliga a buscar una moto que lo traslade desde su finca hasta el hospital. Pero este es un servicio poco común en la vereda, porque la vía está en pésimas condiciones. “Yo tengo mi control de hipertensión en Fonseca y la mayoría de las veces me toca irme caminando porque ninguna moto se quiere meter por acá”, cuenta García.
Pero su travesía no termina allí. En el hospital, García debe esperar dos horas aproximadamente para ser atendido. “Yo no sé por qué los que vivimos en la zona rural no tenemos prioridad en el hospital. Uno llega tarde y enseguida pierde la cita”, lamenta.
"Yo no sé por qué los que vivimos en la zona rural no tenemos prioridad en el hospital. Uno llega tarde y enseguida pierde la cita".
Carlos García, habitante de Pondores
Esa es la situación de todos en Pondores, donde no hay ningún puesto de salud en funcionamiento. El módulo de atención más cercano es un pequeño local improvisado para las jornadas médicas, que se encuentra en el AETCR de la vereda, pero que dejó de funcionar en 2019.
“Antes [el módulo] contaba con un médico, una enfermera y una ambulancia. Con los años ese esquema se fue deteriorando. Ahora solo tenemos cuatro jornadas extramurales al año y un doctor que solo viene para eso”, cuenta Heiner Arrieta, reincorporado del AETCR.
Las Colonias y Las Marimondas: centros de salud en abandono
En las veredas Las Colonias y Las Marimondas, hay dos centros de atención que están abandonados, sin personal médico ni equipos básicos. Esto obliga a los residentes a viajar al centro urbano en busca de atención.
Los residentes de Las Colonias, por ejemplo, tienen que recorrer 34 kilómetros hasta el hospital San Agustín en Fonseca, una travesía que toma tres horas debido al mal estado de la carretera. En situaciones críticas, algunos deben caminar hasta 15 kilómetros en terreno montañoso para llegar a Conejo, donde pueden encontrar transporte.
Esta es la opción más viable para los habitantes, pues viajar en camión desde Las Colonias puede costar entre 150 y 180 mil pesos, mientras que en motocicleta cuesta entre 30 y 40 mil pesos.
“La atención en salud en Las Colonias es nula. Cuando tenemos emergencias médicas solo contamos con la colaboración de algún vecino con vehículo que nos brinda el auxilio para ir hasta Fonseca. El puesto de Conejo no tiene atención permanente y por eso vamos derecho hasta Fonseca”, cuenta Esneider Torres, habitante de la vereda.
"La atención en salud en Las Colonias es nula. Cuando tenemos emergencias médicas solo contamos con la colaboración de algún vecino con vehículo que nos brinda el auxilio para ir hasta Fonseca".
Esneider Torres, habirante de Las Colonias
Mayabangloma: atención diaria y especializada
El resguardo indígena Mayabangloma tiene un puesto de salud que atiende a 1.300 familias. Es el único centro médico en la zona rural que ofrece atención casi todos los días y recibe visitas regulares de la unidad odontológica. Además, cada dos o cuatro meses se realizan jornadas de citologías y vacunación.
Aunque no hay una enfermera fija, una promotora de salud wayuu se encarga del puesto médico. Ella es el apoyo del médico de turno, que visita el lugar cuatro días por semana. Durante cada jornada, se atienden alrededor de 15 personas
“Acá se prestan servicios de consulta externa, control de enfermería, odontología, control prenatal, crecimiento y desarrollo, control de la juventud, de la primera infancia y de la vejez, hipertensión y diabetes. Estamos abiertos lunes, martes, miércoles y viernes”, cuenta Aurora Solano, promotora de salud wayúu.
Estos servicios se ofrecen gracias a un convenio entre el cabildo y el Hospital San Agustín de Fonseca. Este acuerdo fue establecido entre el gobernador del cabildo, Oscar Uriana, y la administración del exalcalde Pedro Manjarrez Fragoso. El objetivo es mejorar la atención a la comunidad wayúu, afiliada a la E.P.S Dusakawi, que cuenta con más de 5.000 miembros. A pesar de los cambios en la administración municipal, este acuerdo se mantiene y respeta.
La principal queja de la población es la falta de infraestructura adecuada en el centro de salud. No hay equipos médicos ni de oficina disponibles. El lugar se reduce a una casa con una terraza grande que funciona como sala de espera, un corredor angosto y dos habitaciones utilizadas como consultorios.
“Me atienden bien, pero me gustaría que hubiera más privacidad. Uno entra y las otra personas entran cuando lo están revisando a uno, eso no me gusta. Necesitamos algo más grande, más presentable y con más gente que nos atienda. No hay sillas para sentarse y estar de pie o sentada en el sardinel cansa”, expresa Landis Patricia Ramírez, habitante de La Loma.
Sitio Nuevo: buena infraestructura pero sin personal médico
El corregimiento de Sitio Nuevo, con una población de 610 habitantes, tiene la mejor infraestructura en salud de la zona rural de Fonseca. El centro de atención cuenta con una sala, dos consultorios, dotación de equipos médicos y de oficina.
“Nosotros tenemos un centro de salud que cuenta con una buena infraestructura, dotación y toda la logística necesaria para su buen funcionamiento, pero falta el recurso humano. Queremos que la atención sea permanente o al menos tres veces por semana”, cuenta Wilfredis Villalobos, presidente de la JAC de Sitio Nuevo.
"Nosotros tenemos un centro de salud que cuenta con una buena infraestructura, dotación y toda la logística necesaria para su buen funcionamiento, pero falta el recurso humano".
Wilfredis Villalobos, presidente de la JAC de Sitio Nuevo
Ese fue uno de los compromisos que asumió el gerente del hospital San Agustín de Fonseca quien visitó el mes pasado a la comunidad para hacer un diagnóstico del servicio que reciben en salud. “El jueves 16 de mayo tuvimos un fortalecimiento en materia de atención personalizada con la unidad móvil médico- odontológica en nuestro puesto de salud. Así esperamos que se cumpla todo lo dicho”, afirma Villalobos.
El Hatico: servicios de salud una vez a la semana
En El Hatico, un corregimiento con alrededor de 3.800 habitantes, los servicios de salud son limitados. Solo una vez a la semana, los lunes, una empleada del Hospital San Agustín abre el centro de salud y entrega 15 fichas a pacientes. Estos serán atendidos al día siguiente, el martes, cuando llega el médico de turno para realizar servicios básicos como medir la presión arterial, talla y peso, monitoreo fetal y vacunación.
El puesto de salud está compuesto únicamente por dos habitaciones y un corredor pequeño. En el corredor hay nueve sillas que funcionan como sala de espera. Al fondo, un escritorio de madera donde permanece la secretaria. Las habitaciones funcionan como consultorios, pero solo hay un médico de turno. No hay enfermeras ni equipos médicos ni tecnológicos.
“Me atienden bien, pero me gustaría que brindaran otros servicios para no tener que ir tanto a Fonseca, porque yo vivo en La Laguna y a veces me ha tocado por emergencias ir al hospital de Fonseca sin importar la hora”, cuenta Dina Luz Cabana, habitante de El Hatico, quien puede gastarse hasta 30.000 pesos en transporte.
Para Luz Cabana, es necesario contar con una enfermera permanente, una unidad odontológica, jornadas de citologías y computadores para una atención más ágil y efectiva. “O que al menos las jornadas de salud fueran continuas y con especialistas, no solo medicina general”, dice.
Por su parte, a los habitantes de la vereda de Guamachal del corregimiento de El Hatico, a 15 minutos de la cabecera municipal, se les facilita acudir al hospital Nuestra Señora del Pilar del municipio de Barrancas, a solo cinco minutos de distancia.
“Nosotros no tenemos centro de salud acá en Guamachal, por eso al momento de una urgencia nos toca acudir a Fonseca o a Barrancas, que nos queda más cerca. Para ir a Fonseca tenemos que recorrer 14 kilómetros hasta llegar al hospital, mientras que a Barracas solo son cuatro kilómetros”, cuenta Jimmy Redondo, habitante de la vereda de Guamachal.
“El mes pasado realizaron una brigada de salud y prestaron los servicios básicos, algo que hace más de cuatro años no pasaba", recuerda Redondo. “Nosotros merecemos un puesto de salud y somos los únicos que no tenemos”, lamenta.
Un proyecto de adecuación para los puestos de salud rurales
El 9 de mayo, la empresa nacional promotora de desarrollo territorial ENterritorio S.A y el Ministerio de Salud anunciaron la puesta en marcha de un convenio para construir y mejorar los Centros de Atención Primaria de Salud (CAPS) en 44 corregimientos de 11 municipios de La Guajira, incluyendo Fonseca.
El convenio está valorado en $82.029 millones de pesos y prioriza a las poblaciones de Riohacha, Albania, Barrancas, Dibulla, Fonseca, Maicao, Manaure, San Juan del Cesar, Uribia, Urumita y Villanueva. Con su ejecución se espera “beneficiar a 7.200 personas con acceso oportuno y de calidad al sistema de salud a través de los CAPS", dice Lina Barrera, presidenta de ENterritorio.
“Se hará en algunos una reposición, en otros ampliación y en otros unas adecuaciones para mejorar los servicios, con alta calidad y sobre todo, con un enfoque en la prevención y promoción de la salud”, explica Barrera.