El evento internacional más importante sobre biodiversidad, que reúne a casi 200 países, empezó el 21 de octubre en Cali para revisar los avances en los compromisos de hace dos años (en la COP15) con miras a 2030, considerado el año decisivo para frenar la pérdida de la biodiversidad a nivel mundial. Pero el evento también tiene voces críticas que consideran que la Conferencia no recoge los intereses de las comunidades; no trata temas claves de la agenda ambiental nacional y tiene una mirada mercantilista sobre la naturaleza.
Críticos de la COP16 se reunieron inicialmente bajo la sombrilla de la COP DiverGente. La iniciativa nació de organizaciones, colectivos e investigadores ambientalistas que propusieron una COP alternativa. Tras diferencias internas y divisiones — porque una parte del movimiento adhirió al gobierno nacional y otra parte insistía en ser independiente y autónoma—, el espacio pasó a llamarse ‘COP Crítica: la biodiversidad en las voces de los pueblos’ y tendrá agenda propia el próximo 24 y 25 de octubre en la Universidad Nacional.
Consonante habló con Alejandro Mesa; licenciado en ciencias sociales e integrante de Acción colombiana por la soberanía ambiental (Acolsam), una organización que promueve la acción ambiental con enfoque soberano por medio de investigaciones, movilizaciones, litigio, entre otros. Mesa hace parte de la COP Crítica y habló sobre la distancia de esta con la COP16; la oposición al gobierno Petro en temas ambientales y el aporte de estos diálogos alternos en la agenda nacional.
Consonante: Varias organizaciones sociales convocaron a la COP DiverGente que ahora es la COP Crítica, ¿cómo nació esta iniciativa?
Alejandro Mesa: Es un evento que nace con el objetivo de construir una alternativa a la COP oficial que se está llevando a cabo en Cali. También parte de unos elementos que se oponen a la política ambiental del actual gobierno e intenta apostar por una mirada a la problemática ambiental de nuestro territorio desde las comunidades, desde la gente y desde la academia.
C.: Y ¿Qué críticas hace a la conferencia oficial?
A.M.: Las Cumbres de las Partes realmente son un encuentro entre los países firmantes (de La Convención Marco de Cambio Climático de las Naciones Unidas que se firmó en 1992). Es un espacio donde, principalmente, se van a poner sobre la mesa las discusiones, los intereses, los objetivos y las tareas de las grandes empresas, de multinacionales, que están detrás de ONGs de carácter verde. Es un espacio que claramente aboga por la protección de la biodiversidad pero con una mirada que no responde a las necesidades de las comunidades y, sobre todo, a las particularidades que tiene cada territorio. Entonces se van a escapar grandes problemáticas que nosotros queremos reunir y discutir en la COP Crítica.
C.: Teniendo en cuenta que una de las novedades de la COP es que la ‘Zona Verde’ tenga una amplia participación ciudadana, ¿por qué dicen que no incluye las necesidades de las comunidades?
A.M.: No es la primera vez que hay espacios abiertos para la sociedad civil en las COPs. La Conferencia incluye a las grandes corporaciones, gremios empresariales, bancos (que no son defensores reales del medio ambiente), entre otras. Lo que sí es cierto es que se ha hecho un gasto público monumental en las llamadas “pre-COP” y en esta ‘Zona Verde’ que preparó el gobierno precisamente para controlar y cooptar a las organizaciones sociales.
Por el enfoque se le dio, sin embargo, parece dispuesto para preparar el camino de las campañas electorales de varios funcionarios del sector ambiental. Porque no hubo un mecanismo claro para tramitar las demandas de las organizaciones sociales populares y ambientalistas.
Esta ‘Zona Verde’ está muy lejos de la ‘Zona Azul’, donde realmente están los tomadores de decisiones. El Gobierno Nacional aisló a los movimientos sociales para limitar su capacidad de incidencia, su denuncia y su visibilización ante el mundo, por eso no confiamos en este espacio. Sin embargo, confiamos en el pensamiento crítico de muchos defensores ambientales que buscarán de esa oportunidad la manera para fortalecer las verdaderas causas ambientales.
C.: ¿Qué razones tiene la oposición ambiental al gobierno de Gustavo Petro?
A.M.: Que hay muchas incoherencias y contradicciones en su apuesta ambiental. Este gobierno ha abanderado a Colombia como “potencia mundial de la vida” pero, en la práctica, encontramos que no hay una política real ni una pauta directa hacia ese objetivo. Incluso, el mismo eslogan de la COP no es claro: “Paz con la naturaleza”, que no tiene nada que ver con lo que viene pasando actualmente.
Un claro ejemplo de esta contradicción e incoherencia es el proyecto militar en la Isla Gorgona. Gorgona es un paraíso de biodiversidad único en el mundo, es nuestra joya del Pacífico. Pero está en riesgo de ser intervenido por un proyecto militar, que no escucha la voz de la ciencia ni de las comunidades y que va a poner en peligro la vida única que hay en este territorio.
Tampoco hay una pauta real para la protección, por ejemplo, de los recursos hídricos. Hay una violación de la soberanía nacional pero en términos de permitir la intromisión de elementos militares extranjeros a nuestro territorio nacional. La tal ‘paz con la naturaleza’ quedaría más bien como pregunta.
C.: ¿Cómo ven la relación entre la violación de la soberanía nacional y la conservación del medio ambiente?
A.M.: Hemos señalado dos elementos concretos: el primero es el de la Isla Gorgona, un proyecto financiado por Estados Unidos que pretende construir una subestación de Guardacostas en la isla. Esto es clave porque el proyecto responde a uno más grande en todas las zonas del Pacífico tropical: un corredor biológico marino que incluye a las islas de Panamá, Costa Rica, Ecuador y Colombia. Gorgona, entonces, sería un entramado más de este proyecto geopolítico por parte de los Estados Unidos.
Hay un elemento muy importante y es la propuesta insistente de Petro y el Gobierno de llevar o construir una OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) propia del Amazonas. En este momento hay una base transnacional de la Policía operando en Leticia, recogida dentro de este marco de generar un proyecto para salvaguardar la naturaleza o la biodiversidad con militarización extranjera.
La semana pasada fue noticia que el gobierno recibió otra flota de helicópteros de Estados Unidos, Helicópteros Black Hawk que, para hacer un ‘lavado verde’, el Gobierno lo llamó “Guacamayas”. Esto no tiene presentación. Es, en pocas palabras, lavado verde a la militarización de territorios.
C.: Desde la COP Crítica se han opuesto a la “mercantilización y privatización de la biodiversidad”, ¿qué quieren decir con esto?
A.M.: Estas cumbres se traman dentro de un nuevo paradigma que tiene una mirada mercantilista de la naturaleza, como un mercado global detrás de apuestas por la conservación y la protección de la biodiversidad. También hay ciertos intereses de empresas; sobre todo en sectores farmacéuticos, agroalimentarios, de empresas mineras extractivas, entre otras,que están detrás de esta ‘protección’.
Un caso concreto que se va a discutir en la COP Crítica va a ser el problema que atraviesan las semillas y la soberanía alimentaria en el territorio nacional. Vamos a escuchar discursos de respeto a las comunidades y de protección de su legado ancestral en términos de los cultivos y semillas. Nuestro país atraviesa un gran problema con los Tratados de Libre Comercio (TLC) que inundan el mercado nacional de productos extranjeros y no tiene como prioridad el mercado local, nacional o los productos trabajados por las comunidades en nuestro territorio.
El Amazonas concretamente es una zona de interés de las empresas farmacéuticas por toda la riqueza y biodiversidad que tiene, no solo en nuestro país, sino en todo el continente. Estamos ante un gran peligro, estamos alzando la voz y, sobre todo, organizándonos para oponernos a esta mirada mercantilista y privatizadora de la naturaleza.
C.: También son críticos con la propuesta reiterada del gobierno Petro de cambiar deuda por acción climática, ¿cuáles son los inconvenientes que ven a esta propuesta?
A.M.: El presidente Petro ha abogado ante el mundo por esta bandera, bastante cuestionable, que es deuda por naturaleza o deuda por Acción Climática. A primera vista puede llegar a sonar muy progresista y alternativo. Sin embargo hay que ponerle la mirada y la lupa a este elemento porque no ataca el problema de raíz que es el tema de la deuda externa.
El tema de la deuda de los países como Colombia, es decir, del sur global, es que ante este mecanismo no pueden lograr una ruta soberana a su desarrollo. Básicamente no se excluye la deuda sino que se le apuesta por unos intercambios por medio del control de zonas vastas de territorios a costa de las poblaciones locales. Es como ceder algunos recursos que se destinan al pago de la deuda para orientarla a la conservación y protección de estos territorios claves en biodiversidad.
Sin embargo, esta protección y manejo de los recursos muchas veces no es de una manera soberana sino condicionada a ser manejada por empresas u ONGs extranjeras con intereses. Hay falta de transparencia porque muchas veces no se conoce cómo son estos intercambios. También hay pérdida de soberanía y sobreendeudamiento.
C.: ¿Cuál considera que es el aporte más importante de la COP Crítica a la COP16?
A.M.: Que los protagonistas sean las personas que viven en carne propia los temas aquí mencionados. El Gobierno dice que la COP16 es la COP de la gente: vamos a ver si los protagonistas van a ser las comunidades o los grandes magnates y empresarios que se enriquecen de la protección de la biodiversidad.
La COP Crítica le apuesta a ser un espacio alternativo, independiente y autónomo del gobierno nacional y de esa mirada mercantilista y privatizadora de la naturaleza. Pero la crítica a la COP no se va a quedar ahí, también debe marcar una pauta, una ruta de acción y de movilización ante las comunidades, que logre aglutinar una mirada amplia, participativa y muy rigurosa de los problemas ambientales que atraviesa el país.
Sobre todo de lo que podemos hacer ante esos problemas: qué hacer para frenar de una vez por todas, aunque esté suspendido, el proyecto militar en la Isla Gorgona; qué hacer para frenar la militarización en el Amazonas; qué hacer para que la transición energética sea realmente con las comunidades; qué hacer para que sean los campesinos quienes puedan tener garantías para producir sus cultivos con una soberanía alimentaria real. Esa respuesta deberá salir de ese espacio alterno.