Ilustración: Camila Bolívar
Amazonas Entrevista

Marco Tobón: “Detrás de todo genocidio y de toda masacre hay una narrativa que construye al otro”

La historia de la botánica en América Latina no se entiende sin los conocimientos ancestrales de los pueblos indígenas, asegura el antropólogo Marco Tobón. Desde la conquista hasta la actualidad, en la Amazonía y otras regiones, la selva ha sido representada con imágenes contradictorias que van desde un infierno inhóspito hasta un paraíso verde. Estas representaciones influyen en cómo se entiende, se protege y se vive este territorio clave para la biodiversidad y la cultura.

Un sueño del que es mejor despertar. Un lugar donde se alojan los deseos de poder y riqueza, pero que para alcanzarlos es necesario pasar penurias, llevar el cuerpo hasta el límite, balancearse en la cornisa de la locura. 

En los relatos de los viajeros que llegaron a la Amazonía desde el siglo XVIII persiste una mezcla de asombro y desesperación. En no pocas ocasiones, la curiosidad científica y el anhelo de entender la selva y a quienes la habitan fueron más poderosos que los sacrificios y las dificultades que implicaba adentrarse en ella. También influyó el deseo de obtener riquezas, como ocurrió durante la fiebre del caucho a finales del siglo XIX y comienzos del XX. La selva se presenta como un lugar inabarcable e incomprensible; sin embargo, quien se detiene a observar con atención descubre que opera bajo su propia lógica. Así lo reflejan los diarios de viaje de J.B. Eberhard, un explorador contratado por una petrolera que, a mediados de la década de 1950, recorrió la región del Vaupés, específicamente los alrededores del río Pirá Paraná, afluente del río Apaporis. Aunque su nombre no figura en las principales bibliografías sobre exploradores de la Amazonía, sus relatos —según el historiador Gabriel Cabrera— fueron valiosos para ubicar ciertos asentamientos indígenas y comprender aspectos de sus prácticas culturales.

En uno de sus pasajes, Eberhard describe su travesía por la selva:

“(...) Lleno de toda clase de obstáculos como árboles y troncos caídos, caños, raíces enormes, bejucos y partes pantanosas.  Muchas  veces  tropecé  con  raíces  escondidas  o  troncos caídos para caer en el lodo o las aguas sucias de la jungla. La camisa y el pantalón de kaki se rompieron y parecían pedazos de trapos. Sin embargo, el deseo de salir lo más pronto posible de este infierno verde nos impulsaba a avanzar en un ritmo regular, en dirección al Taraída. La  selva  nos vigiló constantemente con sus sombras oscuras y deprimentes”. 

El fragmento anterior corresponde a una entrada de su diario titulada “Por Tierras Anfibias”. En otras anotaciones hace referencia a los peligros de las trochas por las que caminaron, a los “venenos” que consumían los indígenas refiriéndose a la hoja y al polvo de la coca, también al uso de plantas tanto para curar enfermedades como para hacer brujería. Sin embargo, sus relatos se concentran en descripciones amplias sobre la crudeza de la selva, una selva, sobre todo, vaciada de humanidad. 

Los relatos de Eberhard así como los de muchos otros exploradores, dibujantes y fotógrafos se alimentan de un relato construido por siglos sobre la región de la Amazonía. Visiones que se encuentran continuamente en choque, en disputa, pero que también se entrelazan.

La selva no está deshabitada, nunca lo ha estado. En esta entrevista con Marco Tobón, antropólogo de la Universidad de Caldas y profesor en el departamento de Educación, Lenguaje y Arte de la Facultad de Educación de la UNICAMP en São Paulo, se exploran las visiones que se han construido de la región desde la llegada de los europeos, cómo repercutieron en el imaginario de la nación durante los años del conflicto armado en Colombia y sobre todo cómo los pueblos indígenas buscan construir con sus propias voces y expresiones nuevas visiones de la región.

Imagen tomada de: América pintoresca. Descripción de viajes al Nuevo Continente por los más modernos exploradores. Carlos Wiener, Doctor (Jules) Crevaux, D.Charnay. Barcelona, Montaner y Simon Editores, 1884. Intervención por Camila Bolívar.

Consonante: ¿Cómo se ha ido configurando la mirada y las imágenes sobre el Amazonas? 

Marco Tobón: Se trata de múltiples imágenes construidas históricamente, que se remontan incluso a los primeros momentos de la conquista de América. Un ejemplo es el del ilustrador alemán Theodor de Bry, quien, a partir de relatos de terceros, produjo una serie de escenas que representaban a los pueblos indígenas como caníbales. Estas imágenes, repetidas y difundidas ampliamente en Europa, contribuyeron a fijar una percepción de las selvas americanas como espacios salvajes, violentos y ajenos a toda forma de civilización.

Entonces, hay una primera visión construida por Europa, que es de seres extraños, inhóspitos, pero también con una narrativa que es la que justifica la conquista de seres primitivos, salvajes. Porque detrás de todo genocidio y de toda masacre hay una narrativa que construye al otro. Esa visión se va a extender durante mucho tiempo, incluso con la formación de la República, que es comandada por élites blancas recluidas en las cumbres andinas o recluidas en ciudades lejanas a la Amazonía.

Con la llegada de la empresa extractiva del caucho, se reforzaron y diversificaron las imágenes construidas sobre la Amazonía. Nuevos relatos se sumaron a los antiguos, entrecruzándose y consolidando la idea de la selva como un espacio extremo, peligroso y fuera del control del Estado. La antropóloga Margarita Serje ha señalado que las selvas fueron construidas simbólicamente como los lugares donde habitan las pesadillas de la nación. Esta representación se intensificó aún más durante el conflicto armado, cuando muchos de los secuestrados fueron llevados a campamentos ocultos en lo profundo de la selva, reforzando su asociación con lo impenetrable, lo incontrolable y lo amenazante.

También se va consolidando la narrativa mediática de los años ochenta y noventa de la idea de la selva como refugio de terroristas, como el lugar de los secuestrados, el escondite de los secuestradores. 

La elaboración de una imagen no está exenta de cargas ideológicas, desde su encuadre ya hay una mirada  y esto es un criterio importante a tener en cuenta. Por eso, resulta fundamental preguntarse: ¿qué imágenes se producen?, ¿cuándo?, ¿quién las produce?, ¿y con qué intención? Estas preguntas permiten desentrañar las narrativas visuales que moldean nuestra comprensión de territorios como la selva amazónica.

C.: ¿Cuándo comienza a cambiar este imaginario, o mejor, a transformarse? ¿Cómo es hoy en día?

M.T.: Hacia finales del siglo XX comienza a darse un cambio en la percepción de la selva: deja de ser vista únicamente como un infierno verde y empieza a construirse como un paraíso verde. Este giro es impulsado por los acuerdos ambientales, los debates sobre biodiversidad, la Cumbre de Río en 2002, y el trabajo de ONG ambientalistas, así como de investigadores e investigadoras comprometidos con la defensa del patrimonio biológico. En ese contexto, la Amazonía empieza a representarse como el último refugio, como la última frontera de la biodiversidad. Y con ello, surge una nueva construcción de imágenes y visiones que se articulan con las políticas globales de protección ambiental, defensa de los territorios y conservación de las reservas naturales.

Hay gente que dice que debe ser una naturaleza intocada, otros que debe preservarse con las personas, con las comunidades. Hay trabajos recientes de arqueología amazónica que muestran que uno de los grandes resultados de la actividad humana en la región, en los ecosistemas, es justamente la complejidad ecosistémica de la selva. Es decir, la selva es el resultado de la actividad humana. A algunos ambientalistas les cuesta mucho aceptar esto, pero diversos trabajos en arqueología la respaldan, mostrando que la diversidad de plantas y árboles es producto de interacciones prolongadas entre humanos y no humanos. Los modos de vida indígenas lo confirman, por ejemplo, a través de prácticas como el intercambio de semillas.

Creo que es un panorama complejo donde hay visiones entrecruzadas, que hunden sus raíces en la conquista, donde se establece una relación de conflicto, de dominio, de disputa con esos ecosistemas.

Durante la época más intensa del conflicto armado en Colombia, regiones como Leticia fueron percibidas como territorios de paz. De hecho, Leticia fue llamada la "capital de paz de Colombia", ya que parecía mantenerse al margen de los grandes acontecimientos del conflicto. Sin embargo, esa imagen ocultaba una realidad más compleja: el narcotráfico, la delincuencia organizada, el lavado de dinero, la prostitución y numerosos problemas sociales estuvieron siempre presentes, aunque frecuentemente se ignoraban o se dejaban debajo del tapete para sostener y privilegiar esa percepción de refugio ambiental.

La Amazonía se ha convertido en un escenario donde se concentran altos índices de violencia y delitos. Esto genera presiones sobre la vida de los pobladores amazónicos. La inseguridad,  la explotación de oro legal e ilegal, los madereros, los narcotraficantes que desde los años ochenta han usado las rutas fluviales como rutas de comercio, de transporte de cocaína y de armas.

Esto refuerza la idea de la región atrasada, donde no hay presencia posible del Estado, donde sólo prosperan las pesadillas de la nación, donde solo existen zonas en conflicto. 

C.: Las colecciones biológicas son el reflejo del mundo occidental de entender y organizar el mundo de una manera específica, alimentando el imaginario sobre la región. ¿De qué forma los pueblos indígenas han interpelado esta visión?

M.T.: En el siglo XVIII germinaba la curiosidad por entender el planeta en el que vivíamos y eso explica las expediciones de europeos a la región, guiados por una curiosidad científica, seguramente, pero acompañada también de algunas visiones coloniales de superioridad.

Las colecciones tienen un valor científico incuestionable. Pero, sean de imágenes o archivos botánicos, deben ser leídas, interpretadas y entendidas dependiendo de los conceptos históricos que se tienen para verlas. No es lo mismo el tratamiento que recibieron en los años setenta, antes de que se instalaran con fuerza debates sobre la alteridad, la decolonialidad, la inclusión de mujeres en la ciencia, los derechos de las mujeres, los derechos indígenas y los derechos étnico-raciales.

Son un testimonio de la historia de la investigación, sí, pero esa historia se realizó por unas personas específicas que tenían una serie de posiciones de poder, de privilegios raciales, de género, y de alguna forma también impregnan esa colección de su lugar en el mundo. ¿Cuántas de esas colecciones fueron elaboradas por mujeres? o ¿cuántas de esas colecciones fueron elaboradas por indígenas? Sin los saberes indígenas —incluidos los conocimientos de fitoterapia, botánica y las formas de interacción con las plantas—, el conocimiento que hoy tenemos sobre botánica sería profundamente limitado. Durante mucho tiempo, estos saberes fueron ignorados o deslegitimados, pero actualmente comienzan a ser reconocidos e incorporados como conocimientos válidos dentro de espacios académicos, museos y universidades.

Esto también sucede con la ictiología, el estudio de los ecosistemas acuáticos, ya que en muchos casos son los indígenas quienes les explican a los biólogos la dieta de los peces, los ciclos de reproducción, la interacción con plantas, con insectos, detalles morfológicos. Sin pescadores indígenas de la Amazonia no existiría tampoco la ictiología amazónica. Los ictiólogos dirán que eso no es posible, pero lo que vemos es que esos conocimientos se han construido sin reconocer la legitimidad de las ciencias indígenas.

Es esencial transformar esas formas de entender la investigación, la relación con los interlocutores, porque no son simples ayudantes en campo, tienen conocimientos propios. 

C.: ¿Y esto está cambiando? No solo desde la participación de los pueblos indígenas en la construcción de conocimiento científico sino en la misma representación que históricamente se ha hecho de ellos y de su territorio. 


M.T.: Sin duda, este reconocimiento se ha venido dando desde varias disciplinas. En el campo de las artes, por ejemplo, destacan pintores como Confucio Hernández, Fabián Moreno y el recientemente fallecido Abel Hernández, quienes dedicaron su obra a representar la selva y son considerados verdaderos guardianes de la memoria vegetal. Sus pinturas no son solo expresiones estéticas, sino reconstrucciones detalladas de la morfología de las plantas y de las interacciones ecológicas entre aves, árboles y otros elementos del entorno. En ellas se manifiesta un conocimiento profundo que merece ser incluido y valorado, y que desafía directamente las formas de racismo epistemológico aún presentes en muchos espacios del saber.

Anastasia Candré Yamacuri fue una poeta y una lingüista investigadora de su propio pueblo, divulgadora de la lengua Okaina-Uitoto, e hizo aportes imprescindibles en el área de la oralectura y de las artes verbales.

Actualmente hay muchas películas de documentalistas indígenas, hombres y mujeres, que retratan y cuentan otras historias sobre la selva, sobre sus habitantes. Hay algunos trabajos de María Kuiro, cineasta Murui, de La Chorrera, que muestran eso. 

Desde el área de las ciencias también se han hecho cosas. Por ejemplo, el ornitólogo Esteban Carrillo ha tenido la sensibilidad y el cuidado de escuchar a los ornitólogos Muinane, principalmente a Aniceto Negedeka (fallecido en 2020), quien con sus hijos formaron todo un grupo de estudio sobre las aves. El grupo de ecosistemas acuáticos de la Universidad Nacional también ha contribuido con algunas publicaciones con pescadores Ticunas.

La inclusión de cupos para estudiantes indígenas en las universidades públicas y la creación de universidades indígenas  ha sido fundamental. En la Universidad Nacional Sede Amazonía, la presencia de estudiantes indígenas justamente es una forma de incluir otras formas de pensar, de explicar y otras metodologías que reconocen esos conocimientos.

C.: ¿Cómo se están haciendo estos cambios desde la organización política?

M.T.: Los pueblos indígenas durante mucho tiempo, a partir de sus luchas, han logrado una serie de habilidades políticas, de defensa de derechos. Sin embargo, las representaciones sobre esas regiones mostrándolas como “atrasadas” o “abandonadas” terminan orientando la actuación de las instituciones y las políticas públicas hacia un paternalismo insoportable. En algunas oenegés e  instituciones se pierde  de vista el protagonismo político de los pueblos indígenas.

C.: ¿Cuál es la relación que tiene el turismo con este imaginario que se ha construido sobre la Amazonía? 

M.T.: El turismo nace como la opción menos dañina que puede beneficiar a la gente de la región, y es un hecho:  genera algunos ingresos, garantiza la educación de sus hijos, les permite comprar herramientas y medicamentos. Crea opciones sin acabar con la selva. Dentro de todos los males posibles se percibe como el menos destructivo. Lo que el turismo vende es la experiencia de la naturaleza. Pero se ha convertido en un turismo consumista y voraz porque quienes más se benefician son las aerolíneas y las empresas que venden paquetes turísticos. 

El turismo está respaldado por la narrativa de garantizar derechos y mejorar la vida de la gente, pero también genera contaminación y violencia. Además, es recurrente que las personas del norte busquen la experiencia de la fuga curativa para evadir la sociedad decadente e irracional en la que viven y la encuentran el turismo ayahuasquero que puede ayudarles a encontrar un camino a su extravío existencial.  

Hay personas que llegan con respeto, con sensibilidad y construyen relaciones, pero la gran mayoría busca su goce egoísta. La única manera de revertir esto es crear economías diferentes, dejar a un lado la idea de que la única manera de garantizar derechos es generando riqueza. 


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  • Diana Manzano
    Oct 14, 2025
    Me encantó.
  • Ignacio Bolívar Blanco
    Oct 13, 2025
    Excelente entrevista, pues a través de unas buenas , acertadas y oportunas preguntas se obtienen unas respuestas estupendas e ilustrativas de alguien que se nota que es profundo conocedor de toda la temática de la Amazonia Ojalá sea sigan divulgando temas como éste que contribuyen al real conocimiento de nuestras regiones, sus culturas e idiosincrasias y podamos encontrar políticas que permitan proteger y valorar estas comunidades Felicitaciones 👏

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