La Serranía del Perijá es una de las cordilleras menos exploradas de Colombia, está ubicada entre los departamentos de La Guajira y el Cesar, en la frontera con Venezuela. Es un destino único que guarda en secreto cascadas, fauna y flora exuberante. A pesar de su belleza natural este rincón del país es un misterio para muchas personas.
Con la ilusión de compartir su riqueza cultural y natural con el mundo, sus habitantes han emprendido iniciativas turísticas para dar a conocer sus bosques secos tropicales y montañas selváticas, y mostrar que esta zona es mucho más que desiertos y minería.
Hace ocho años se firmó el Acuerdo de Paz entre el Gobierno Nacional y la desmovilizada guerrilla de las Farc, las condiciones de seguridad en el territorio mejoraron significativamente y este espacio natural comenzó a ser conocido. A partir de ese momento la población local ha trabajado para promocionarlo a través de proyectos turísticos.
A pesar de la pasión y dedicación de los habitantes de estas montañas, algunas de estas iniciativas enfrentan desafíos para consolidarse y sostenerse en el tiempo.
En veredas como Las Colonias, Las Marimondas, Puerto López y Las Bendiciones, en el municipio de Fonseca en La Guajira, existen proyectos que llevan más de seis años trabajando, pero que no han logrado ser sostenibles en el tiempo.
Uno de ellos es Ecoturismo y Café, una asociación que une cuatro iniciativas de la zona y que durante cinco años ha promovido la cultura de la región. Desde esta se ofrecen experiencias únicas como artesanía local, gastronomía tradicional, recorridos por cafetales, visitas a cascadas, miradores panorámicos y avistamiento de aves.
Sin embargo, hace un año y medio que no reciben turistas. La falta de recursos, la débil infraestructura y la limitada accesibilidad de los caminos son algunos de los obstáculos que impiden que estos proyectos alcancen su máximo potencial.
Para el líder comunitario José Mendoza, Ecoturismo y Café no se ha logrado desarrollar por las dificultades para coordinar y llegar a acuerdos entre los miembros. También considera que la falta de recursos y apoyos hacia este tipo de proyectos es un factor determinante.
“Siempre vemos por la televisión, por los medios, que hay ayudas, pero nunca llegan a las comunidades para que estos emprendimientos sigan adelante. Y no queremos que siempre nos estén ayudando, queremos ser empresas que generen empleo”, afirma Mendoza.
La apuesta por un turismo alternativo
Toda esta situación ha llevado a que este proyecto se replantee y adopte un enfoque alternativo, con lo que por el momento pueden atender pequeñas cantidades de visitantes y mantener viva la idea del turismo en la región.
Consonante realizó un recorrido por la Serranía del Perijá para explorar este modelo y entender cómo se desarrolla. Lo que se identificó es que en lugares donde las iniciativas locales se han debilitado o desaparecido, las personas han adoptado un modelo familiar.
Actualmente esta forma de turismo es implementada por algunas familias en Las Colonias y Puerto López, en estas veredas le brindan a los visitantes experiencias únicas y personalizadas en sus hogares. Esta es una alternativa para continuar trabajando en medio de las dificultades.
La familia Pinto Arias de la vereda Las Colonias trabaja actualmente bajo ese modelo, ha convertido su hogar en un refugio para los amantes de la naturaleza. “Cuando comenzamos a recibir visitantes en nuestra casa nos dimos cuenta de que hacía falta ofrecer más comodidad, y aunque el turista aprecia lo que ofrecemos, nosotros debemos dar un buen servicio para que sienta que vale la pena pagar y, por supuesto, que vuelva”, señala Rosa Arias.
En emprendimientos familiares como el de Arias es clave que cada integrante de la familia tenga un rol específico para que la iniciativa se desarrolle: “estamos compartiendo nuestra vida, nuestra rutina y cada miembro de la familia tiene algo para hacer. Mi hijo de 10 años conoce el canto de las aves y ayuda a los turistas que vienen para avistamiento a ubicarlas”, afirma.
Aunque este modelo tiene sus ventajas también enfrenta desafíos para alcanzar un público más amplio y ofrecer mejores condiciones para el turismo. La vía, por ejemplo, está en mal estado y representa peligros para el visitante, además, las empresas no están constituidas legalmente.
“Es una responsabilidad inmensa atender a una persona cuando no se tienen las condiciones y, sobre todo, llevarlos en la carretera, porque hay muchos barrancos con caídas grandes. Es un peligro, pueden haber accidentes, no tenemos seguro para cubrir esas situaciones”, explica Rosa Arias.
Según Luz Darí Díaz, gestora de turismo local, una de las principales dificultades para el desarrollo del turismo en La Guajira es la falta de recursos y capacitación para las personas que trabajan en el sector. La mayoría de las oportunidades se concentran en Riohacha, pues al sur del departamento son pocas las opciones. Otras dificultades incluyen la informalidad en la economía local, la falta de alianzas con empresas turísticas y agencias de viajes, y el acceso limitado a lugares de interés debido a la condición de las vías.
Además, señala que para que el turismo se desarrolle en la región debe enfrentarse a una amenaza mayor representada en la minería. La experiencia de otras comunidades en La Guajira como Tabaco y Chancleta, muestra que este es un factor que puede llevar al desplazamiento de las comunidades y la destrucción del territorio.
“La minería no es una competencia, es una amenaza para el territorio y las comunidades. Llegan y se llevan todo a su paso, no queda nada. Esta amenaza es especialmente preocupante en las colonias, donde las empresas mineras ya están realizando estudios”, afirma.
Esto es un riesgo para muchas comunidades de la Serranía del Perijá, sin embargo, su mayor respaldo para hacer frente a esta situación es la relación armónica que mantienen con el ecosistema, resguardando especies endémicas y protegiendo la biodiversidad de la región. De ahí la necesidad de que desde la institucionalidad se apueste de manera decidida por el fortalecimiento de los proyectos turísticos locales.
Su enfoque en la agricultura sostenible y la ganadería responsable ha permitido mantener el equilibrio del medio ambiente, pues para ellos este lugar no es solo un destino turístico sino también su hogar, donde han cultivado la tierra durante generaciones. Por esta razón, comunidades cercanas como Cañaverales se han mantenido en resistencia, rechazando durante años los proyectos mineros que amenazan la integridad del territorio y apostando por maneras diferentes de habitarlo desde la promoción de la cultura, a través de iniciativas sostenibles y respetuosas con el medio ambiente.