Fotografía: Óscar Peñaranda (Zehero)
Esta es una de las salas del Museo Nacional del Vallenato. / Foto: Óscar Peñaranda (Zehero)
La Guajira Reportajes

Los guardianes de la memoria del vallenato en el sur de La Guajira

Un docente de termodinámica y una maestra de artes plásticas recopilaron durante más de veinte años la historia de este género musical, que fue declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en el año 2015, y crearon el primer museo dedicado al vallenato en todo el país.

Cuentan en el sur de La Guajira que Fonseca fue uno de los últimos escenarios donde Francisco El Hombre y Luis Pitre Gómez, dos de los más reconocidos juglares vallenatos de la entonces provincia de Padilla, se enfrentaron en duelo con sus acordeones. Pero en las calles de este pueblo poco se habla de esta historia. Tan solo ha quedado consignada en los libros de algunos conocedores del vallenato y en la memoria de Carmen Lucina Rodríguez y David Hernández, dos gestores culturales del municipio, que inauguraron el Museo Nacional del Vallenato el 9 de diciembre del año pasado. 

Para Carmen Lucina Rodríguez, de 64 años, y David Hernández, de 73, los creadores del museo, esta iniciativa representa el máximo logro que han alcanzado después de 20 años luchando para que la historia del vallenato no sea olvidada. “No todos los pueblos tienen un museo como este. David y yo lo hemos sacado adelante. A veces he querido tirar la toalla pero debe ser por el amor al arte, a la cultura, y a mi pueblo, que sigo”, afirma Carmen Lucina.

David Hernández y Carmen Lucina Rodríguez. Fotografía: Facebook Casa Museo La Provinciana
David Hernández y Carmen Lucina Rodríguez. Fotografía: Facebook Casa Museo La Provinciana

El Museo Nacional del Vallenato se puede recorrer en tres momentos, que narran una parte de la historia de este género musical y del municipio. La primera sala está dedicada a compositores, cantantes y acordeoneros y a la música. Se encuentran equipos reproductores de música, la caja, la guacharaca y el acordeón, que son los tres instrumentos principales del vallenato. En un segundo espacio están las imágenes en carboncillo de los  pioneros de la música vallenata y una recreación de los lugares donde se realizaban parrandas. En las últimas salas es posible encontrar piezas prehispánicas y objetos antiguos como teléfonos, máquinas de escribir, camas de tijera o catre y proyectores de películas. 

Antes de crear el Museo del Vallenato, Carmen Lucina ya llevaba años intentando preservar la memoria histórica artística y cultural de la región. Incluso, había fundado otro museo: el Museo Histórico de Fonseca, un espacio que estuvo en la Casa de la Cultura en Fonseca hasta su cierre. Este museo comenzó como un proyecto escolar que Carmen Lucina instaló en el laboratorio de Química de la Institución Educativa Juan Jacobo Aragón en 2013. Mientras dictaba clases de artes en el colegio, Carmen Lucina Rodríguez descubrió que pocos estudiantes conocían sobre la vida de los juglares y la música vallenata, por lo que asumió la tarea de reunir elementos que pudieran ayudar a recrear la historia. El museo se fue haciendo conocido y finalmente pudo llevarlo a la Casa de la Cultura.

“Había un cuarto donde estaban las lámparas o elementos que se utilizaban antes: teléfonos, tocadiscos, gramófonos de 1901, piezas prehispánicas, camas y baúles. Tenía otro con fotografías de Luis Enrique Martínez, sus discos, la historia del Festival del Retorno e instrumentos musicales. Para mí era el espacio más atractivo. Cuando se pasó a la Casa de la Cultura ya no era solamente del colegio, sino que era un proyecto para toda la comunidad y el mundo. Todo eso está ahora en el nuevo museo”, cuenta la gestora cultural. 

Carmen Lucina no titubea al afirmar que en su sangre fluye el vallenato. Enlista sus pruebas: su hijo es acordeonero profesional y sus dos nietos están aprendiendo a tocar la lira y el piano; y es descendiente de los Brito y los Herrera, clanes que han engendrado cantantes y artistas del vallenato en La Guajira y el Cesar. Pero ella desde joven entendió que lo suyo no era la música sino las artes plásticas. “Acá vinieron los laboratorios de arte del Ministerio de Cultura, me metí y me enamoré del arte contemporáneo, el arte conceptual. Entonces mis obras pueden ser un dibujo, una pintura, a veces una escultura, pero siempre tienen un mensaje”, dice.

Ha hecho exposiciones en Riohacha, Tunja, Uribia y Maicao, y se presentó en la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de Armenia (Biarco) en el año 2020, donde expuso su obra “La Agonía de un viaje”, con la que buscaba reflejar la importancia de los flamencos guajiros y alertar sobre las redes de tráfico ilegal que se aprovechan de esa especie. Recientemente, expuso en la Biblioteca departamental la obra de arte contemporáneo “Corrupción”. Además, sus creaciones han sido seleccionadas dos veces como imagen regional del Banco de la República. 

Exposición de Carmen Lucina Rodríguez en Maicao. Fotografía: cortesía
Exposición de Carmen Lucina Rodríguez en Maicao. Fotografía: cortesía

A pesar de su recorrido artístico, en Fonseca todos la conocen como “la profe Carmen”. Es licenciada en básica primaria de la Universidad Javeriana, tiene dos especializaciones en orientación infantil y desarrollo humano, y educación en derechos humanos de la Universidad del Bosque. El Ministerio de Cultura y el de Educación le otorgaron la tarjeta profesional de artes plásticas y visuales en el año 2009, y desde entonces enseña artes en el colegio. 

Carmen Lucina y David Hernández se conocieron después de coincidir en varios talleres de arte. Pero no fue sino hasta 2019, cuando hicieron un diplomado de performance en Riohacha, que empezaron a forjar una amistad que resultó en la creación del Museo Nacional del Vallenato. Esta iniciativa es la unión de sus proyectos personales: el Museo Histórico de Fonseca, que emprendió Rodríguez y la Casa Museo La Provinciana, que creó Hernández en una casa antigua del municipio.

Al igual que Carmen Lucina, David Hernández también ha alternado la docencia con el arte. Es profesor de Termodinámica y Física Moderna en la Universidad de La Guajira. Cuenta que terminó enfocándose en las ciencias exactas por una casualidad. “Soy maestro de profesión de la Normal de Barranquilla, de la promoción del 71. En el 77 salí a estudiar Arquitectura a Barranquilla porque me gustaba diseñar, pero tenía un hermano que estaba estudiando lo mismo y ya iba a culminar. Entonces dije: ‘no me voy a repetir la carrera que ya hizo él’ y me metí a Ingeniería Química”, recuerda Hernández.

Una vez se graduó de la Universidad del Atlántico, trabajó durante doce años en la mina de la empresa estadounidense Intercorp, que después sería tomada por El Cerrejón. En busca de trabajo, ingresó al Magisterio y comenzó a dictar clases en el corregimiento de Conejo, en Fonseca, hasta que en 2015 entró en retiro forzoso. “Me sacaron por viejo”, afirma. Además, ha dictado clases en la Universidad de La Guajira durante 21 años, donde ha liderado proyectos de innovación como la construcción de viviendas ecológicas con botellas PET. Su recorrido como docente lo llevó a recibir un reconocimiento por su trayectoría en las aulas, por parte de la Asamblea Departamental en 2019. 

David Hernández dictando talleres de arte en el espacio de reincorporación de Pondores. Fotografía: Facebook Casa Museo La Provinciana
David Hernández dictando talleres de arte en el espacio de reincorporación de Pondores. Fotografía: Facebook Casa Museo La Provinciana

Si los colegios y las universidades han sido testigos de la pasión por la enseñanza y el estudio que constantemente alimenta Hernández con cursos sobre cultura, turismo, preservación del patrimonio y periodismo; es su casa la que puede dar cuenta de su pasión por el arte. Desde la entrada se confunde como un laboratorio de creación gracias a los animales, las macetas y los muebles hechos con llantas y botellas PET. La sala, el comedor y el patio son sus espacios de exposición, donde cuelga los cuadros que pinta y hace murales sobre plantas. Con orgullo se autoreconoce como el único artista de su familia y de su hogar.  

“Mis primeras obras las presenté en el Festival de la Cultura Wayúu en Uribia. Llevé seis a siete obras de collage y todos son paisajes guajiros: una choza con unos hermanos wayuu sentados, hay un molino en el que están extrayendo agua. Ahora que tengo nuevas técnicas, las pienso restaurar”, afirma. “Últimamente, he explorado otro tipo de pintura, la abstracta. Lo que plasmo en el cuadro, lo pongo también en botellones de agua. Hago materas con ellos como si fueran copas y tengo ese emprendimiento. Vendo matas y decoro las macetas como quiera el cliente, si quiere con un paisaje guajiro o una pintura abstracta”, cuenta. 

La tercera pasión de David Hernández es coleccionar objetos antiguos. Los primeros que hicieron parte de su colección fueron los baúles de sus abuelos y la segunda adquisición fueron máquinas de coser antiguas que se manejaban manualmente y que compró en una calle de Barranquilla en 1979. Lo motivaba, sobre todo, preservar el recuerdo de las personas y sus ancestros que ya habían fallecido. Esa búsqueda lo llevó a abrir la Casa Museo La Provinciana en 2015, con cosas que él había recogido y otras que donaron las familias. Cuenta que tenía tantos objetos que se podía abrir otro museo más. 

Fachada Casa Museo La Provinciana. Fotografía: David Hernández
Fachada Casa Museo La Provinciana. Fotografía: David Hernández

“Quisiera que me recordarán como alguien que se encargó de preservar para Fonseca el legado de nuestros abuelos para que no se pierdan”, agrega. Por eso, David también guiaba los recorridos en el Museo Casa La Provinciana, en los que le contaba a los visitantes las tradiciones del pueblo como tomar un tinto en las puertas de las casas o el intercambio de fríjol rojo y dulce de maduro entre vecinos en semana santa. Ahora, en el Museo Nacional del Vallenato ha asumido la misma labor. 

Pero las cosas no han sido fáciles. Carmen Lucina y David coinciden en un lamento al otro lado del teléfono: en el sur de La Guajira la cultura no es apoyada ni reconocida. Esta es su principal conclusión después de tantos años liderando sus proyectos de museos. Carmen cuenta que les ha tocado contratar personal de aseo y que David incluso ha tenido que pagar arriendos de su propio bolsillo para no cerrar. Recuerda que más de una vez ha ido de un lado a otro del municipio y del departamento tocando puertas de empresas para restaurar cosas del museo, conseguir pintura para las paredes o pagarle a una prima para que hiciera aseo al espacio.

“He invertido más de 30 millones de pesos, creo, aparte del tiempo que es valioso. A veces me trasnochaba leyendo e investigando para armar la historia de Fonseca. Siempre me ha gustado leer mucho, mis vacaciones eran para leer a Dostoievski, García Márquez, Vargas Vila, Soto Aparicio. Así aprendí a conocer el mundo y por eso tú puedes encontrar en el museo muchos álbumes de historia, incluso de la época prehispánica”, dice Carmen Lucina. 

Sala del museo del vallenato. Fotografía: Óscar Peñaranda (Zehero)

Por su parte, David anuncia que está cerca el momento de hacer un alto en el camino para dedicarle tiempo a su familia y su salud. “Soy el presidente de la comparsa central del Carnaval de Fonseca, de la Asociación de Amigos de Conejo, representante del Consejo Municipal de Paz y del Consejo de Cultura, y siempre he estado metido en los carnavales y festivales”, cuenta Hernández.  “No me voy a retirar del todo, pero voy a mermarle a tantos compromisos porque soy diabético y las preocupaciones me han hecho insulinodependiente. La diabetes tipo dos es más que todo emotiva”, sostiene. 

Pero mientras tengan salud, afirman ambos profesores, esperan seguir custodiando y difundiendo la historia del vallenato. La creación del museo, que gestionaron ante la Alcaldía de Fonseca el año pasado, les dio un impulso de esperanza. Esperan que el museo ayude a que las nuevas generaciones por fin se apropien de la historia que está plasmada en sus paredes y en los estantes de madera. En cinco años, quieren recibir visitantes de toda Colombia y de distintos países, que se interesen por conocer la historia de ese género musical que se escucha al entrar al museo en la voz de Leandro Díaz, Alejandro Durán, Carlos Huertas y el acordeonero Luis Enrique Martínez “el pollo vallenato”.  

“Fonseca fue epicentro de la música vallenata. Aquí nunca se llamó música vallenata sino música provinciana”, afirma David Hernández. “Pero tienen que venir a verlo. No es lo mismo que se los diga a que ustedes lo vivan… así que por aquí siempre a la orden”, agrega antes de colgar la llamada. 

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  • Carmen Lucina Rodríguez
    Ene 26, 2023
    Gracias María Fernanda por ese bonito reportaje. Mi tarea es seguir preservando para las presentes y futuras generaciones la historia de Fonseca y de la Música Vallenata.
  • Diego Luis Padilla Cafiel
    Ene 25, 2023
    Excelente trabajo periodístico Mafe, soy un abuelo feliz y dichoso gracias a tí en quien me veo un poco reflejado en lo que sabes hacer: escribir. FELICITACIONES.
  • Zehero
    Ene 25, 2023
    Muy admirable el legado de la profesora Carmen Lucina Rodriguez y el profesor David Hernández, dos gestores culturales que sin duda han contribuido significativamente a la permanencia de la cultura en Fonseca. He tenido la oportunidad de hablar con ellos en varias ocasiones y conocer sus trabajos una digna representación para el municipio. En cuanto al recorrido por el Museo no se como describirlo te sumerges tanto en la historia como si el tiempo se detuviera. Sin duda recomendaría el paseo.

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