Las instituciones agropecuarias en La Guajira atraviesan por una situación compleja. Los cambios en las políticas gubernamentales, la falta de recursos, de proyectos productivos y el conflicto armado las han debilitado tanto financiera como educativamente. Esa realidad se evidencia en la Institución Agrícola de Fonseca, considerada el alma mater de la tecnología agropecuaria en el departamento.
El plantel cuenta con una sede principal de secundaria y cuatro sedes anexas de preescolar y primaria en Fonseca, que reúnen a 1.630 estudiantes, quienes pasaron de asistir en jornada doble jornada a única, una medida que tomaron las directivas teniendo en cuenta la deserción y la falta de transporte escolar.
De la institución, los estudiantes se gradúan con doble título: técnico agropecuario, que otorga el Sena, y bachiller agrícola, que lo concede el plantel. Aunque en los últimos dos años de estudio, en décimo y undécimo grado, los alumnos hacen prácticas agrícolas y pecuarias en El Hatico, algunos expertos y docentes señalan que la calidad educativa ha desmejorado notablemente.
En conversación con Consonante, Héctor Ardila, investigador experto en gerencia de instituciones agropecuarias, explicó los problemas técnicos, académicos y económicos que afronta la educación agropecuaria en La Guajira, en colegios de Urumita, Carraipa en Maicao, Insprossur en Villanueva, Anuario Manjarrez en la Jagua del Pilar y, especialmente, en Conejo y Fonseca. Para Ardila, estos centros han perdido el rumbo agropedagógico porque “no hay herramientas ni recursos propios suficientes”.
Consonante: ¿Cuál es el estado actual de las instituciones agropecuarias?
Héctor Ardila: Hay una desmejora en todos los ejes fundamentales de la educación agropecuaria, que pasan por aprender haciendo, aprender construyendo y aprender demostrando. Este problema se presenta en instituciones tanto del Cesar como de La Guajira. Los colegios están en condiciones de calidad muy bajas porque no hay herramientas ni recursos propios suficientes. Los programas técnicos y académicos están desarticulados y el personal administrativo y los aliados estratégicos también. No podemos estar fuera del Sena, de la Universidad de La Guajira, de la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria Agrosavia, ni del Instituto Colombiano Agropecuario ICA.
C: ¿Cómo se pueden combatir estos problemas?
HA: Para que haya una verdadera transformación, es necesario vincular a todos los organismos clave, porque los convenios pueden salvar la educación. La educación no es solo nuestra, es de todo el mundo. En municipios como Fonseca, la Secretaría de Educación tiene un compromiso directo con la institución porque es su mano derecha. Sabemos que los profesionales agropecuarios son quienes desarrollan el talento agrícola de los jóvenes. Hoy se habla de seguridad alimentaria, pero no producimos absolutamente nada, y un terreno sin cultivar es un terreno sin productividad. Por eso es importante crear un laboratorio que nos muestre qué se va a hacer en materia de emprendimiento para comprender, poco a poco, qué cambios hay que hacer en las escuelas para llevar adelante estos proyectos. Tengo 52 años, no tuve la oportunidad de estudiar aquí, pero visitaba la institución con otros amigos y veíamos cómo los jóvenes se formaban.
"Hoy se habla de seguridad alimentaria, pero no producimos absolutamente nada, y un terreno sin cultivar es un terreno sin productividad".
Héctor Ardila, investigador y especialista en gerencia de instituciones agropecuarias
C: ¿Cómo era la formación de los jóvenes anteriormente?
HA: Los jóvenes, tanto hombres como mujeres, adquirían una gran destreza en el manejo de cultivos y la castración de animales de especies menores, también trabajaban con especies mayores y todo era un total verdor. Hoy vemos que la educación agropecuaria está cada vez más desolada. Ahora encontramos salones y terrenos desiertos, eso no motiva a nadie.
C: ¿Qué cree usted que cambió?
HA: Cambió el modelo educativo y las reformas que se han aplicado, que en vez de construir y de reforzar, lo que han hecho es desmejorar la educación. Por ejemplo, si antes las materias técnicas ocupaban un 40 por ciento, ahora ocupan el 20 por ciento. El resto de materias son académicas, por eso el docente se ve forzado a hacer algunos trabajos de campo directamente con los proyectos pedagógicos productivos de la institución.
Creo que estamos a tiempo todavía, pero si no se le pone cuidado, si no dialogamos con los docentes, si quienes tenemos conocimiento de esto no llegamos a las comunidades de los colegios agropecuarios, la educación va a decaer más. Hay que motivar desde preescolar hasta undécimo grado, los colegios tienen que volver a tener sus instalaciones y deben ser capaces de generar recursos, si no les toca esperar solamente los recursos oficiales que se dan de acuerdo a la cantidad de estudiantes. Si tenemos 800 estudiantes serían entre cincuenta y sesenta millones de pesos, que no alcanzan para impulsar un colegio de este perfil.
C: ¿Existe el riesgo de que las instituciones agrícolas pasen a ser académicas?
HA: Solo en décimo y undécimo grado se dan los contenidos sobre tecnología agropecuaria, antes de eso la educación es más básica. Eso ha hecho que la gente pierda la motivación. La perseverancia y la motivación son elementos muy importantes. Hay que seguir trabajando y reforzando lo que tenemos, debemos cuidar y amar la institución. Aquí no se trata de cuánto gano ni cuánto tengo, sino cómo trabajamos y cuánto ofrecemos, porque los responsables de la formación somos nosotros y los profesores.
Con el perfil de los profesores hay un problema, porque el Ministerio de Educación no permite que los técnicos concursen por los puestos, entonces quienes ganan son matemáticos. Algunos no tienen conocimiento sobre lo agropecuario porque es complicado, entonces se necesitan personas especializadas.
Otro problema que hay es que no se están nombrando auxiliares de campo. Hay que nombrar también a celadores capacitados porque no hay quien cuide. Los docentes y los alumnos lo cuidan en el día, pero en la noche quién atiende a los cerdos, a los bovinos, a los peces. Necesitamos que la secretaría mire esto a nivel departamental y municipal. Yo sigo insistiendo que Fonseca es el alma máter de la tecnología agropecuaria en La Guajira, pero se ha perdido el rumbo agropedagógico.
C: ¿Hay alguna institución que haya cambiado su perfil de técnica agrícola a otro?
HA: No hasta la fecha, pero sí se ve que se ha bajado la población estudiantil eso da un margen de que uno pueda sacar conclusiones de que esto va en descenso. Si un colegio tenía entre 1.000 y 1.500 estudiantes, ahora tiene 600.
C: ¿Cuál es el papel de las instituciones externas como aliadas?
HA: Esto depende del consejo directivo y del rector, con quienes se establecen los convenios. Por ejemplo, la IE Concentración de Desarrollo Rural en Manaure tiene un convenio con la Federación Nacional de Cacaoteros Fedecacao y Fedecafé, que hacen asesorías y revisan los cultivos de café. Entonces esas organizaciones tienen que girar recursos porque son los aliados estratégicos para que la educación no quede solamente en manos de los profesores y la institución. Ellos disponen de los científicos e investigadores y nos dan herramientas para lograr que el proceso de enseñanza, aprendizaje y agropedagogía sea el mejor del país.
C: ¿Quiénes deben asumir responsabilidades? ¿Usted cree que hay responsabilidad de la administración pública?
HA: Sí. Cuando pregunto si usted fuera a vender la institución, por cuánto la vendería, me responden que por unos mil millones. Si es así, se la compran mañana. Todo esto vale entre cincuenta mil y cien mil millones de pesos, incluso más, porque son 40 hectáreas.
Hay que trabajar y emprender con los jóvenes y desde ahí meterle el pecho, si no esto no va a funcionar. La idea es que la institución sea rentable y tenga unos activos propios. Que tengamos cerdos, bovinos, peces, conejos, lo que podamos tener de acuerdo a las condiciones climáticas y topográficas de la región. Si un colegio tiene recursos propios de cien millones de pesos, y le envían sesenta o setenta millones, con eso puede seguir creciendo. Pero si no tiene recursos propios, sino solo lo asignado por el estado, entonces cómo hace para impulsar los proyectos y vender. Se le acabarían las crías, las semillas y las reses.