¿Por qué es importante? El proyecto demuestra la preocupación de las nuevas generaciones del municipio por detener el deterioro del ecosistema a su alrededor. Según un estudio de la Universidad de Córdoba que midió el impacto causado por la intervención del hombre en la Ciénaga de Ayapel, de las 65.033 hectáreas que componen la reserva natural, 3.000 se han deforestado y otras 2.550 hectáreas de espejo natural de agua se han perdido.
La iniciativa: La fundación Jóvenes por Ayapel resultó seleccionada por la campaña Promesa Climática del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Gracias a este reconocimiento, la fundación espera recibir 15 millones de pesos y apoyo técnico de expertos para sembrar 2.000 árboles nativos en cuatro meses. “Esperamos aportar a la reforestación arbórea de la ciénaga”, cuenta Paul Zabala, coordinador de la organización.
- Otras 13 soluciones impulsadas por jóvenes y mujeres en siete regiones priorizadas del país también fueron premiadas. Todas están relacionadas con la protección de la naturaleza, la mejora del consumo de energía, el suministro continuo de agua limpia para la comunidad y la adaptación al cambio climático.
- La fundación busca impulsar proyectos en distintos temas, especialmente ambientales, tanto en el casco urbano como en la zona rural del municipio. Ha participado en encuentros ambientales promovidos por organizaciones no gubernamentales, como Corpoayapel. Ésta, además, les ha brindado conocimiento práctico en cuanto al manejo y siembra de árboles, tipo de árboles nativos, cuáles son maderables y dónde sembrarlos.
- Iván Vélez, representante legal de Jóvenes por Ayapel, aclara que aún no se ha hecho efectiva la entrega de los recursos por parte del PNUD. "Nos hemos intentado comunicar con los de Promesa Climática pero todavía no nos han dado fechas o datos para la entrega de los recursos", dice Vélez, quien cuenta que ya han recogido semillas en preparación al momento de la siembra. Vélez cuenta que les preocupa que los recursos lleguen demasiado tarde, y deban sembrar los árboles después de noviembre, cuando comienza la época del verano.
¿Cuál es el problema de fondo? La deforestación en la ciénaga está afectando la economía y la salud de quienes viven cerca de la cuenca del río San Jorge y la ciénaga. Desde hace varios años, tienen inconvenientes para conseguir agua potable y peces para su consumo. En algunos casos, han presentado problemas de salud por consumir agua contaminada. Además:
- Ayapel hace parte del Parque Nacional Natural Paramillo, donde nacen los ríos Sinú y San Jorge. La deforestación cerca de estos afluentes ha alterado la conservación del ecosistema y ha provocado cambios en el cauce natural de los ríos.
- El número y diversidad de peces nativas de la ciénaga también ha disminuido y los pocos que crecen presentan anormalidades.
- Por otro lado, se ha perdido el hábitat natural de aves endémicas y migratorias. Esto también ha perjudicado una de las principales actividades ecoturísticas de la zona: el avistamiento de aves. De las 112 especies de aves amenazadas en el país, 35 están en la Ciénaga de Ayapel.
- En resumen: “La deforestación está sedimentando los suelos, desestabilizando el ambiente y reduciendo el hábitat de flora y fauna”, dice Ana Pico, bióloga e investigadora de la Universidad de los Andes, quien ha trabajado en la región. Pico hace énfasis en que las ciénagas son indispensables para el mantenimiento del ecosistema del Caribe colombiano pues regulan el clima, oxigenan el ambiente y son cultivo de especies locales.
Las causas:
- La principal causa de la deforestación de la ciénaga es el uso indiscriminado de los suelos para la ganadería, la minería y la agricultura. El 42 por ciento de las áreas intervenidas están ocupadas sólo por la ganadería, según el Plan de Acción Institucional de la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y San Jorge (CVS).
- Además, las fuentes de agua potable están contaminadas debido a la extracción de oro de manera ilegal por parte de actores armados que operan en la región, como es el caso del Clan del Golfo, el cual han optado por esta práctica para financiarse.
“El problema de fondo es la minería. Para explotar el oro tienen que pasar las retroexcavadoras y cuando se explota el metal se desechan los líquidos tóxicos en el agua que desemboca en la ciénaga”, afirma Avinael Lozano, gestor agroecológico en la región y miembro de la iniciativa Agroecosistemas Biodiversos Familiares.
¿Entonces? Los expertos destacan que este tipo de iniciativas son valiosas pues sirven para despertar en la gente el interés por el cuidado del medioambiente. Sin embargo, aclaran que la situación de la Ciénaga de Ayapel requiere de una intervención más profunda para ser reversada.
“Un espacio como este se recuperaría entre unos 20 a 30 años. Lo más importante es hacer un trabajo de educación ambiental. Las personas deben valorar la riqueza ambiental. Sino, se pueden hacer mil proyectos ambientales pero, si no hay consciencia, no sirve de nada”, opina la bióloga Ana Pico.
Avinael Lozano coincide. “A las personas no les interesa mucho lo que implica el desecho de residuos sólidos, la contaminación de las aguas y el uso de químicos. Nosotros vamos a las periferias, donde se origina la mayor contaminación, para hacer pedagogía. Si no vamos a donde empieza la cadena de contaminación, no va a servir de nada lo que hagamos acá”, dice.
Lo que sigue: Mientras los Jóvenes de Ayapel esperan el desembolso de los recursos de Promesa Climática para sembrar las plantas de árboles nativos en un sitio estratégico dentro de la ciénaga y el humedal, la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y San Jorge (CVS) pretende ejecutar políticas y proyectos sobre medioambiente y recursos naturales renovables para cumplir con las pautas y regulaciones legales expedidas por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS) para el periodo 2020-2031.
Sin embargo, estas acciones no son suficientes. Hace tres años la ciénaga fue declarada como territorio Ramsar (espacio de protección e importancia natural global), y todavía no se han hecho efectivos los proyectos para la recuperación de la zona. Mientras tanto, la deforestación crece un 16 por ciento cada año; unas 2.000 hectáreas cada 365 días.
Para Pico, el verdadero cambio se verá cuando se deje reposar el ecosistema, se diseñe un plan de manejo integral para la recuperación de la ciénaga y se implemente un proyecto de protección para las especies nativas y endémicas de flora y fauna. Pero, sobre todo, cuando las autoridades, como la Corporación Autónoma Regional, se involucren más en la toma de decisiones y planteen sanciones más radicales.