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Alimentación escolar: una asignatura pendiente en las escuelas de Tadó

Aunque el Programa de Alimentación Escolar (PAE) fue diseñado para ser un complemento, para cientos de niños, niñas y adolescentes la comida que reciben durante la jornada escolar es su principal alimento del día. La intermitencia del programa y las raciones pequeñas terminan afectando su rendimiento escolar.

Anderly Marcela Mosquera Mosquera tiene 17 años y cursa onceavo grado en la Institución Educativa Nuestra Señora de Fátima de Playa de Oro. Se levanta todos los días a las cuatro de la mañana para tomar el bus que la lleva desde su casa, en el corregimiento El Tabor, hasta el colegio. A pesar de que asiste a clases hasta las 2 de la tarde, no desayuna antes de salir. Hasta esa hora, su alimentación depende del Programa de Alimentación Escolar (PAE) que sirven en la IE Nuestra Señora de Fátima. En el marco de este programa, recibe un complemento alimenticio en la mañana y un almuerzo.

Durante un día de clases, Anderly recibe su primera comida del día a las 8:40 de la mañana, cuando las empleadas de la institución entregan la ración correspondiente del PAE. El desayuno de un día cualquiera consiste de una porción de arroz con huevo y agua de panela con leche. Algunos días, esa es la única ración de comida que recibe durante la jornada de clases. Y es que a veces las porciones asignadas por el Estado no son suficientes para alimentar a todos los estudiantes de la institución. O los platos quedan incompletos pues se acaba el pollo o el pescado. Esto sucedió hace unas semanas cuando Anderly tuvo que almorzar lo mismo que le sirvieron a la hora del desayuno. Ese día, varios estudiantes prefirieron no comer. “Pasamos por los salones preguntando cuántos habían pasado sin comer y en sólo décimo y once nos dimos cuenta que había más o menos unas 17 personas”, cuenta. 

“Pasamos por los salones preguntando cuántos habían pasado sin comer y en sólo décimo y once nos dimos cuenta que había más o menos unas 17 personas”

Anderly Marcela Mosquera, estudiante de onceavo grado en la IE Nuestra Señora de Fátima de Playa de Oro

Anderly tiene la fortuna de poder complementar la comida que recibe en el colegio con la de su casa. Entre semana, generalmente regresa a su vivienda entre las tres y las cuatro de la tarde, y prepara algo de comer. Sin embargo, la mayoría de veces espera hasta las siete de la noche cuando todos comen en su casa. La cena más habitual es arroz con pescado o pollo. Pero esta no es la misma situación de todos los estudiantes. “Muchos compañeros no tienen comida cuando llegan a la casa, por lo que el PAE es lo único. Yo he pasado por esa situación, ahora estoy más estable, pero a veces lo único que comía en el día era lo que nos daban en el colegio. Hay personas que tienen la situación económica muy apretada”, sostiene Luz Dayana Mosquera Mosquera, compañera de curso y prima de Anderly.

En las instituciones educativas oficiales de todo el país se sirve un complemento para la jornada de la mañana o de la tarde que se entrega a todos los estudiantes, y un almuerzo, servido normalmente a los estudiantes de décimo y once, quienes tienen una jornada única. En Tadó, unos 2.905 estudiantes reciben el complemento de la mañana o de la tarde, 2.553 el almuerzo y 1.113, ambos, de acuerdo con datos actualizados hasta octubre del 2019 en el Sistema Integrado de Matrículas (SIMAT) del Ministerio de Educación Nacional. 

La minuta que se reparte en todas las instituciones de Tadó es la misma en todos los casos, y fue determinada por la Gobernación del Chocó. Michael Mosquera, coordinador de educación municipal, explica que una nutricionista nombrada por la gobernación diseñó el plan. “Ella es quien diseña la minuta, luego es aprobada y enviada a los entes territoriales como el municipio de Tadó que es una entidad descertificada”, dice Mosquera. 

El operador encargado de entregar los insumos para esta alimentación en Tadó es la Fundación Social Cultural y Deportiva Fuerza del Pacífico (Funspac). Cada plato se prepara en los restaurantes escolares de las instituciones con los insumos que entrega la fundación. Los alimentos como el arroz o la carne los envían cada dos semanas y están planeados para las raciones de 10 días hábiles. Las legumbres y frutas, por su parte, deben ser enviadas cada ocho días. Un almuerzo del PAE en Tadó le cuesta a la gobernación 2.500 pesos y el refrigerio, 1.750 pesos.

Según la minuta, los almuerzos están compuestos por: pollo en goulash, sopa de fríjoles con huevo cocido, pollo guisado en trozos, sopa de lentejas con huevo cocido y mixto de carne huevo y pollo. Estas proteínas deben ir acompañadas de arroz, ensalada y un jugo frutal en agua o leche. La distribución del menú debe variar según el día. 

Para el complemento de mañana o tarde está establecido que se debe entregar chocolate, aguapanela y/o avena en leche, con huevo, hojaldra, galleta salada, masitas y/o arroz. Un día a la semana, además, el desayuno es solamente arroz con leche y una galleta saltín. También se deben distribuir naranjas o mandarinas dos veces por semana.

Estos menús cumplen con los mínimos nutricionales definidos por el Ministerio de Educación a través de la Unidad Administrativa Especial de Alimentación Escolar (Uapa), y tienen en cuenta la diversidad social y cultural de la región. Es decir, quien los diseñó tuvo en cuenta variables como la disponibilidad de alimentos, los hábitos y costumbres alimentarias de la población, los calendarios de cosecha, la inclusión de alimentos autóctonos, y la atención a diferentes grupos étnicos, entre otros. 

Pero la realidad es que los menús que reciben los estudiantes son distintos. “La mayoría de veces el jugo o la ensalada no alcanzan. Si yo he comido una vez ensalada en el almuerzo ha sido mucho”, cuenta Dayana. Las estudiantes cuentan que en su colegio también es frecuente que el pollo y la carne se acaben y sean reemplazados por huevo. Esto, a pesar de que según la minuta patrón solo se debe servir huevo una vez a la semana, y carne o pollo durante los siguientes cuatro días.

“La mayoría de veces el jugo o la ensalada no alcanzan. Si yo he comido una vez ensalada en el almuerzo ha sido mucho”

Luz Dayana Mosquera, estudiante de onceavo grado en la IE Nuestra Señora de Fátima de Playa de Oro

A esto se le suma la falta de agua en varios colegios. Según la minuta patrón, los estudiantes deben recibir agua apta para el consumo humano todos los días, por lo menos entre 150 y 180 centímetros cúbicos. Pero esto solo lo hacen, para el caso de Anderly y Dayana, cuando el jugo se acaba.

Otra de las quejas de estudiantes y padres de familia de las instituciones de Tadó es el tamaño de la ración de comida. María Copete, madre de dos hijos asegura que no son suficientes: “Mis hijos a veces llegan con hambre aquí, se quejan que les dan muy poquito, que no están llenos, por eso me toca tener comida”, dice.  

Leidy Mosquera, otra madre de familia, concuerda con esta percepción. “La alimentación escolar que reciben los niños no es suficiente. En ocasiones mi hijo va a la escuela desayunado y otras no, aunque la alimentación escolar mitiga un poco la economía de mi hogar ya que se siente de alguna manera un alivio cuando uno no tiene para el desayuno. Pero considero que este programa lo pueden mejorar aumentando más la ración de cada niño ya que he visto que es muy poquita”, cuenta Mosquera.

Carlos Copete, rector de la institución Nuestra Señora de Fátima, reconoce los problemas del programa, pero dice que las autoridades aún no tienen claras las causas detrás de esta situación. “Esas situaciones sí se han presentado, por lo menos en dos ocasiones. A raíz de eso se le manifestó al operador que hiciera claridad de por qué no estaba alcanzando la comida. Las manipuladoras me informaron también que a veces algunos chicos no pasaban en el momento que era y otros terminaban repitiendo, por eso estamos intentando identificar qué es lo que está sucediendo”, dice el rector. Esta institución garantiza la alimentación de 850 niños y niñas de 11 sedes en todo el municipio.

La principal comida de los estudiantes

El PAE fue creado por el Gobierno nacional como una estrategia de acceso y permanencia escolar de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes registrados como estudiantes oficiales en el Sistema de Matrícula como estudiantes oficiales. Es decir no fue pensado para ser la base de la alimentación diaria o la comida más importante de un estudiante, sino para evitar la deserción. 

Según la Resolución 335 del 23 de diciembre del 2021 expedida por la Uapa, el PAE “cubre un porcentaje de las recomendaciones diarias de energía y nutrientes por nivel educativo y tipo de ración en un tiempo de comida. Persigue entonces complementar la alimentación que los beneficiarios reciben en su hogar”.

Sin embargo, para muchos estudiantes de Tadó esta es su única comida del día. “Sabemos que hay estudiantes que únicamente comen eso (la comida del PAE), por eso ellos vienen muy pendientes”, afirma Robert Javier Quiñonez, coordinador de la institución educativa Nuestra Señora de la Pobreza. 

De acuerdo con los cálculos oficiales, el complemento de la mañana o de la tarde debe aportar diariamente el 20 por ciento de energía y nutrientes. El almuerzo, el 30 por ciento. Por lo que a las familias tadoseñas les queda la responsabilidad de cubrir el 50 por ciento restante.  

El gran peso que tiene el PAE en la alimentación de los niños y jóvenes es bien conocido entre los maestros. “En nuestro departamento, en muchas partes, es la alimentación principal”, dice Boris Peña. 

Esto hace que cuando el PAE falla, muchos rectores elijan suspender clases. “El hecho de que a veces los muchachos no reciban el PAE hace que tengamos que salir más temprano de las clases porque muchos no tienen cómo comprar en las tiendas para mitigar el hambre. Sabemos que es un complemento alimentario que solo cumple el 20 por ciento pero a veces para muchos niños es el 100 por ciento”, le dijo Eudecelina Ramírez Mosquera, rectora de la Institución Educativa Demetrio Salazar a Consonante en septiembre de 2022.

"Sabemos que es un complemento alimentario que solo cumple el 20 por ciento pero a veces para muchos niños es el 100 por ciento”

Eudecelina Ramírez Mosquera, rectora de la Institución Educativa Demetrio Salazar

El problema está tan bien identificado que incluso los coordinadores se han ingeniado estrategias para intentar hacerle frente al tema. En la institución Nuestra Señora de la Pobreza suelen entregar a los niños que lo necesitan una ración de almuerzo para que la lleven a su casa. En esta institución son por lo menos 50 en la sede principal con esta dificultad. 

“Tenemos focalizados a los estudiantes que tienen dificultad de alimentación en la casa, por eso con el director del grupo acá le damos para que lleve  el almuercito. Por ejemplo, el niño desayuna acá pero no le toca almuerzo, entonces nosotros le damos para que lleve a su casa y almuerce allá”, cuenta Robert Javier Quiñonez. Esta institución entrega el PAE a 1.425 estudiantes de las tres sedes que hay en el municipio.

El impacto en el rendimiento escolar

El Chocó es uno de los departamentos donde más problemas se han denunciado con el PAE en el país. A inicios de 2022, Luis Carlos Pineda, delegado para la Participación Ciudadana de la Contraloría, denunció en entrevista con Blu Radio que: “En el caso de Chocó, el año pasado (2021) no se alcanzó a cubrir más de 100 días el programa de alimentación escolar. Esto genera alertas, sobre todo porque se están asignando los recursos y estos se dan a entidades territoriales, pero no se está garantizando la cobertura total”

En municipios como Tadó y El Carmen de Atrato este programa se ha suspendido por lo menos cuatro veces en los últimos 13 meses: en febrero, agosto y septiembre de 2022. y marzo de 2023.

En estas ocasiones, en Tadó, los rectores de varias instituciones del municipio han terminado disminuyendo las horas de clase. En la Institución Nuestra Señora de la Pobreza, por ejemplo, los estudiantes que cursan hasta noveno de bachillerato, salen a las doce del mediodía. Y los de décimo y once a la una de la tarde. 

La situación es más grave en los colegios que reciben estudiantes de las zonas rurales. A la Institución Educativa Instituto Técnico Agroambiental (ITA) de Tadó llegan niños y niñas de El Tapón, Salero, La Ye, La Unión, Las Ánimas, entre otras veredas. “El bus los está recogiendo a las cinco de la mañana, son varios viajes, entonces ya no podemos trabajar en la jornada continua porque a las nueve de la mañana los niños ya tienen mucha hambre”, cuenta Luz Francisca Andrade, encargada del PAE en la institución. 

“Muchos pelaos son muy pobres y vienen de la zona rural. Como no desayunan a las 9:30 de la mañana ya tienen hambre. Nosotros estamos lejos de Tadó, no tenemos tienda escolar ni nada de eso”, explica Luis Enrique Guido, coordinador de la institución. 

“Muchos pelaos son muy pobres y vienen de la zona rural. Como no desayunan a las 9:30 de la mañana ya tienen hambre. Nosotros estamos lejos de Tadó, no tenemos tienda escolar ni nada de eso”

Luis Enrique Guido, coordinador de la IE Instituto Técnico Agroambiental (ITA)

Las consecuencias de que los estudiantes no cumplan con los requisitos nutricionales es que tengan retrasos en el desarrollo neurológico y en el rendimiento académico. Según Esperanza Cerón, médica especialista en salud ambiental con énfasis en salud alimentaria y directora de la asociación Educar Consumidores, la falta de alimentación de calidad incide no solo a nivel individual, sino también colectivo.

“Tenemos una desventaja en el desarrollo neurológico, en la atención, en la capacidad de aprendizaje, en la capacidad de resolver los pequeños problemas y en la capacidad del desarrollo individual de cada ser humano. Pero a nivel comunitario también es gravísimo porque estamos impactando el desarrollo de una comunidad, estamos impactando negativamente las posibilidades de que esa comunidad desarrolle la resiliencia y la autonomía necesaria para resolver el conjunto de sus problemas básicos”, explica la especialista.

Sin embargo, según la experta, no solo se debe analizar este impacto bajo la cuenta de calorías, o nutrientes como lo hace el PAE, sino que lo clave debe ser revisar la calidad de la alimentación y respetar el derecho a una alimentación saludable. “Más allá de medir calorías, porque no estamos de acuerdo con ese sistema de medición, lo que un niño necesita son alimentos de calidad. Por supuesto también en cantidad, pero sobre todo de calidad. La preocupación a nuestro juicio tiene que ponerse el foco no es si los niños están recibiendo la cantidad exacta de calorías o no, la preocupación central es si los niños están recibiendo de verdad alimentos de calidad”, comenta Cerón.

Una alimentación incompleta no solo tiene impactos a nivel educativo. Esta dinámica puede favorecer la aparición de enfermedades como la diabetes o la anemia, según explica Natali Gamboa Córdoba, nutricionista dietista de la Universidad de Antioquia y quien ha trabajado en el Chocó desde hace 13 años, incluso acompañando la construcción de las minutas del PAE en el municipio Quibdó. “Se ve reflejado a largo plazo en enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión, colesterol o cualquier tipo de cáncer, son enfermedades que se gestan con mucho tiempo. Pero también en el crecimiento, desarrollo y la aparición de enfermedades como la anemia que está muy presente en los niños”.

La situación se agrava en los lugares en donde el PAE se convirtió en la comida principal de los niños y niñas: “No solamente en Tadó, en todo el país. En el 90 por ciento del país donde llega el complemento, el PAE cada vez más se constituye como el alimento más consistente que los niños pueden tener en un día. Además con toda la pandemia y las estadísticas mismas de la FAO: la gente que comía tres veces al día hoy come dos y la que comía dos veces al día, hoy come uno. En el segundo país megadiverso del planeta que pase esto es criminal”, agrega Cerón.

"(...) la gente que comía tres veces al día hoy come dos y la que comía dos veces al día, hoy come uno. En el segundo país megadiverso del planeta que pase esto es criminal”

Natali Gamboa Córdoba, nutricionista dietista de la Universidad de Antioquia

La alimentación correcta

La alimentación que dan en Tadó tiene muchas cosas que mejorar, entre ellas la pertinencia de los alimentos. Según los lineamientos para la planificación de los menús es necesario tener en cuenta aspectos que van más allá de la composición nutricional e inocuidad del alimento, como: variedad, textura, consistencia, color, sabor, forma, humedad de los alimentos, y sus métodos de cocción, con el fin de poder ofrecer menús que sean agradables y apetecibles para los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, pero esto se queda en el papel.

“La gente en la costa Pacífica ha desayunado tradicionalmente, por ejemplo, con árbol del pan que es un alimento de alto valor nutricional, o el frijol cocido con agua de panela o con café, o  con chontaduro, productos locales que hoy se han desestimulado mucho. Tú no puedes separar el PAE del contexto, entonces el PAE puede ser el programa más hermosamente diseñado, pero si no lo ponemos en el contexto de la región pues volvemos a quedar en la formulación de unos programas que usualmente que no atienden a las condiciones y a las necesidades en locales”, comenta Cerón.

El arroz con leche, por ejemplo, es uno de los alimentos más polémicos en Nuestra Señora de Fátima, según cuentan Anderly y Dayana. “Yo como cuando es arroz con leche, no como por que no me gusta, no tiene buen sabor y no entendemos por qué nos lo dan si eso es un postre”, dice Anderly, quien asegura que muchos de sus compañeros opinan lo mismo. 

Sobre este alimento, Esperanza Cerón explica que aunque puede cumplir con los nutrientes, tal vez no es el adecuado al contexto: “Probablemente cumpla parcialmente el propósito en términos de matemáticos de calorías, ahora en términos de calidad no estoy segura. Primero de qué leche estamos hablando y en segundo lugar estamos hablando de darle a los niños en la Costa Pacífica galletas saltinas, las galletas saltinas son productos ya procesados, ni siquiera es considerado un alimento desde la Organización Mundial de la Salud. No se corresponde con la cultura, no es un alimento, es un comestible”.

Además, los niños deberían tener como mínimo tres comidas completas al día para garantizar su desarrollo, explica Natali Gamboa. Esto significa incorporar, por lo menos, un alimento de cada uno de los grupos que propone el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar en las tres comidas. “Podríamos decir que un desayuno balanceado podría ser el arroz con leche, porque ahí estaría el cereal y el lácteos meterle, pues como un huevo e incluir la fruta. Y como sabemos que dentro de la preparación se utiliza la grasa y el dulce, pues ahí estarían todos los grupos de alimentos”, explica la nutricionista.

Natali también recomienda que la prioridad en una familia siempre sea  la alimentación de los niños: “Yo siempre le digo a las mamás que por muy difícil que esté la situación en la casa, traten de que la alimentación de los niños sea prioridad. Sabemos que estamos en una cultura donde el que recibe la mejor comida es el papá, por eso aconsejamos eso. Así como procurar que cuando el niño vaya al colegio puedan darle, por lo menos, algo de tomar diferente a agua”, agrega.

Para que esto mejore, Boris Peña, secretario de integración social del Chocó, asegura que se debe aumentar radicalmente el presupuesto: “Aquí tenemos que pensar es en nuestros niños y niñas del Chocó, tener un aumento de 15 o 20 mil millones de pesos que es lo que requerimos como mínimo para tener un PAE medianamente programado y que no tenga esas interrupciones. Qué podemos hacer acuerdos, por ejemplo, de 100 días arrancando y ya dependiendo de la ejecución de cada una de las entidades territoriales poder ir haciendo los ajustes”. Para este año los acuerdos de transferencia entre las alcaldías y la gobernación para el pago a los operadores se están renovando cada 30 días hábiles, lo que ha generado interrupciones en varios municipios.

“Aquí tenemos que pensar es en nuestros niños y niñas del Chocó, tener un aumento de 15 o 20 mil millones de pesos que es lo que requerimos como mínimo para tener un PAE medianamente programado y que no tenga esas interrupciones"

Boris Peña, secretario de integración social del Chocó

El problema está identificado desde la administración departamental. El departamento recibió inicialmente para la vigencia de este año 29 mil millones de pesos a través de la Unidad Administrativa Especial de Alimentación Escolar para este servicio, un dinero que según el secretario de Integración Social, Boris Andrés Peña, no es suficiente. “Nosotros hicimos un esfuerzo y aumentamos 400 pesos por plato este año, pero eso no es nada cuando miras el precio del alimento, pero la idea es que pudiéramos aumentar la ración dos mil pesos más de lo que tenemos”, asegura el secretario. Para esto piden que el Ministerio de Educación aumente el presupuesto.

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  • ANGELA María Galeano Galeano
    May 24, 2023
    Es muy triste que hoy en día vivamos donde se ve tantas familias que se acuestan sin comer , mientras los que tienen deben compartir con otros y además de que la alminstracion municipal de tado es un deber de que mejoren la alimentación escolar y las entidades que prestan dicho alimentos con la bendición de Dios todopoderoso se mejore muy pronto esa situación

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