Entre juegos, sonrisas y narración oral, más de 20 niños y niñas estuvieron aprendiendo y aportando sus ideas para la construcción de la plataforma campesina de El Carmen de Atrato, un espacio de diálogo, concertación y construcción de políticas públicas a favor del campesinado. Durante los tres días del segundo encuentro, en la vereda Guaduas, los niños y niñas compartieron su visión del campo y los sueños que tienen para que este pueda seguir siendo su hogar.
Noelia Taborda y Margarita Cardona, de la biblioteca municipal, explicaron a los niños y niñas sobre el cuidado de la naturaleza y el rol de los campesinos en esa tarea. Por su parte, las guardianas del río Atrato, Marcela Sánchez y Dora Agudelo, les enseñaron la importancia del cuidado del agua y la sentencia T 622, que definió al Atrato como sujeto de derechos.
¿Qué es ser campesino?
Consonante le preguntó a algunos niños y niñas qué significaba para ellos el campo y ser campesino. Esto contestaron:
Los menores además participaron en la planeación estratégica de la plataforma. Estos fueron sus aportes:
- Queremos tener espacios para pintar, leer y compartir.
- Queremos salir a caminar, conocer lugares nuevos y nadar; bañarnos en las cascadas y conocer las montañas.
- Queremos aprender sobre animales; conocer más sobre reptiles, animales salvajes y pájaros.
- Queremos aprender acerca del cuidado de las vacas, de las gallinas y de los conejos.
- Queremos aprender a sembrar y a cultivar el campo.
- Queremos seguir viviendo en el campo.
¿Por qué es importante?
Con la inclusión de niños y niñas en este encuentro, la apuesta de la plataforma campesina es inculcarles sentido de pertenencia por el campo y así garantizar el relevo generacional. “Los campesinos en El Carmen, entre los años 70 y 90, incluían a sus hijos en los convites, reuniones y demás procesos comunitarios, mientras que los jóvenes “postconflicto” quedaron totalmente excluidos de los procesos sociales por estigmatización y miedo, por lo que hoy en día no están interesados en la participación social, no queremos que pase esto con las nuevas generaciones”, cuentan los líderes de la plataforma.
En el municipio hay, por ejemplo, 180 hectáreas de café sembradas. Y aunque es poca producción, actualmente la mano de obra se queda corta: “La mina acapara a todos los jóvenes y aunque no es una caficultura muy espesa, el caficultor que tenga 10 000 o 12 000 palos de de café a veces se ve a gatas para coger ese café, a veces se le pierde producción porque no tiene como cómo coger ese ese grano”, asegura Diego Alberto Restrepo, extensionista de la Federación Nacional de Cafeteros en el municipio.
La segunda apuesta es el empoderamiento de los liderazgos de las mujeres. La mayoría de las mujeres rurales del municipio cumple con el rol tradicional de ser las cuidadoras de su familia. Esto significa, como lo dice Llergmandi Rivera, “encargarme de la casa, de que las niñas estudien, hacerle de comer a entre siete y diez trabajadores, estar pendiente de las cosas de mi esposo y de mis hijos, mantener la casa organizada y la alimentación de todos”.
En medio de este contexto, hay mujeres rurales que reconocen la importancia de participar en las organizaciones sociales y hacerse escuchar, por lo que sacan el tiempo para desarrollar su trabajo como lideresas. Sin embargo, esta no es la regla. En la mayoría de organizaciones del municipio (ASOHASSCA, ANUC, Fundación Mesa Social y Ambiental, Asociación de Caficultores de El Carmen, Mesa de Victimas, Mesa Indígena, Club de caminantes Cerro Plateado, entre otras) los representantes legales son hombres y las mujeres ejercen cargos de apoyo o como secretarias.
La plataforma ha apostado por involucrar a los niños y niñas en los procesos y así lograr que las labores de cuidado no remuneradas dejen de ser un obstáculo para el liderazgo femenino.