El rostro del compositor Carlos Huertas está inmortalizado en la plaza Tierra de Cantores de Fonseca. / Foto: Gabriel Linares.
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Los nuevos cantores de Fonseca quieren mantener vivo el legado musical de su pueblo

En la era del reguetón, el trap y la “brincadera”, ¿qué lleva a un pelao a seguir cantándole al amor y al territorio a través del vallenato? En Fonseca una nueva generación de cantores insiste en no dejar morir la tradición.

Fonseca tiene su himno oficial, uno que suena en los actos cívicos. Pero en la cultura popular el himno es “El cantor de Fonseca”, la canción que escribió el guajiro Carlos Huertas. Esta y otras canciones se escuchan hace 50 años y han forjado a varias generaciones de artistas fonsequeros que ven en la tradición musical de su tierra un referente para el folclor de La Guajira y de todo el país. En las calles y corregimientos de la zona rural surgieron y se forjaron cantautores e intérpretes vallenatos como Carlos Huertas, Luis Enrique Martínez “el pollo vallenato”, Silvio Brito, Hugues Peñaranda, Chema Gómez y José Hilario Gómez. Esta generación de músicos que hoy tiene entre 70 y 75 años, si no fallecieron ya, sigue siendo el orgullo de miles de fonsequeros. 

Pero el panorama ha cambiado. Las generaciones de juglares, acordeoneros y guitarristas que contribuyeron a su fama como la “tierra de cantores” a veces parecen cosa del pasado. Hoy, con la influencia del internet y la televisión, otros son los géneros musicales que se escuchan, especialmente, entre los jóvenes: la nueva ola, la champeta, el trap y el reggaetón predominan en las calles y discotecas.

Para Patricia Gómez, gestora cultural, hay un problema de fondo: “en Fonseca todo el mundo es rey menos el fonsequero, entonces (las personas) prefieren otros muchachos de otra parte. Ahí sí son el bum y a los nuestros no les damos la importancia que realmente se merecen”.

En ese contexto, los jóvenes que insisten en cantarle al amor y al territorio como lo hacían los juglares resaltan. Aquellos que crecieron escuchando a los maestros y hoy quieren mantener vivo el folclor. Tienen entre 47 y 16 años, pero lo que los convierte en integrantes de “la nueva generación” no es tanto su edad, sino un interés común por preservar la tradición en una época en la que prima lo nuevo. Ellos y ellas son los nuevos cantores de Fonseca. 

Jane Fernández

Jane Fernández comenzó su carrera como artista del género vallenato a los 8 años. Recuerda que estaba en una parranda familiar celebrando un cumpleaños cuando todos empezaron a cantar.  Ella también cantó y, al escuchar su voz, el público presente exclamó ¡guao! ¡Jane canta lindo!. “En medio de eso me pidieron otra canción y a partir de ahí fue cuando se dieron cuenta que yo tenía el don de cantar”, dice. Desde entonces sueña con dedicarse a la música.

Jane tiene 25 años. Es maestra, cantora y amante de “las yuquitas”, como dice entre risas para referirse a los vallenatos viejos. Solamente podría ser así, pues siendo adolescente empezó a estudiar en la academia Luis Enrique Soler Martínez, donde su profesor “Yayo” Soler fue quien la empezó a formar. Fue él quien la llevó por primera vez al escenario. “Me hizo la invitación a cantar en un festival en homenaje a la difunda Katiuska Mendoza” (en 2012), una promesa del vallenato fallecida. En esos comienzos también la apoyó el profesor Wilson Chiquillo, por quien siente mucha gratitud.

¿Cuál es su tradición musical?

Desde entonces está empeñada en cumplir su sueño. Uno de los principales motivos por los cuales canto es porque me gusta, porque creo que los sueños se pueden cumplir y desde niña siempre he soñado con ser artista, más que otra cosa”, dice. 

Sin embargo, en ese camino ha enfrentado varios obstáculos que la han llevado a pensar en renunciar. El principal: la plata. “Yo sola he tenido que llegar a donde estoy, pues vengo de una familia en la que no contamos con suficiente factor monetario para suplir los gastos”, cuenta. Desde sus 20 años trabaja como docente, y gracias a este trabajo no ha renunciado a la música. Actualmente dicta clases personalizadas en casa a estudiantes de primaria, al tiempo en que se desempeña como vocalista del también cantante fonsequero Jhon Daza.

Aunque su trayectoria va creciendo, cada vez que se sube al escenario siente muchos nervios. “Como ser humano es algo inevitable”, reflexiona. Pero la cosa cambia cuando empieza a cantar. “Ya entro en mi zona de confort”, dice. 

Jane reivindica su sangre. “Soy de acá, parida y nacida. Llevo sangre fonsequera, cardonalera y me considero una exponente, cantora y compositora de Fonseca. Donde quiera que vaya trato siempre de dejar a Fonseca en alto, con mi comportamiento y con mi cultura”, sentencia.

Jane Fernández canta "Tierra de Cantores"

Arturo Rincones

Arturo Rincones tiene 24 años y entró en la “brincadera” (un tipo de vallenato mucho más rápido que, en palabras de Jorge Oñate, “no tiene poesía” y está pensado para la fiesta) durante un tiempo, pero su corazón sigue estando cerca del vallenato de antes. ¿Por qué? “Son las ganas de estar en la cúspide de los artistas, de enamorar a las mujeres con serenatas… eso sigue siendo bacano”, dice.

Desde que comenzó a cantar, cuando apenas tenía 11 años, ha tenido esas imágenes en la cabeza. Su familia siempre ha sido parrandera, especialmente su papá, que se considera “zuletista”. Y también él, que mostró su talento desde temprano. Arturo comenzó tocando guitarra con su profesora de sociales, Sonia Rodriguez, quien le pagó un curso de guitarra en el Centro de Recursos Educativos Municipales (CREM). Luego, gracias al gestor cultural Jorge Luis Daza Pacheco y al profesor Johnny Solano descubrió que también sabía cantar. De hecho, fue por cuenta de la escuela de este último que Arturo cantó por primera vez en el Festival del Retorno y luego por cuenta de la escuela del profesor Nacho Mendoza. Aunque aún no ha cantado ni participado como solista.

Teniendo como referente a Poncho Zuleta y a otros cantores de La Guajira, como Javier Elias, Jossy Lodman y Jose Oñate, siguió en el camino de la música. En el colegio lo molestaban. Recuerda, entre risas, que le llamaban Kaleth Morales y Carlos Vives, pues siempre tenía su guitarra o estaba dando serenatas. Durante su adolescencia hizo varias presentaciones en distintos lugares del departamento, pero al ver que no despegaba, y motivado por “las ganas de ser alguien en la vida”, decidió irse. En enero de 2017, tras graduarse del colegio, se fue a vivir a Bogotá. "Hay un dicho que dice que nadie es profeta en su tierra, entonces hay que seguir dándola toda y luchando por el sueño que uno se plasmó", dice con la voz un poco apagada.

¿Cree que en Fonseca los cantores salen adelante solo con su talento?

Arturo es crítico de la forma en la que se maneja la música en Fonseca. “La tradición musical… yo siento que eso se ha perdido. Le han quitado el apoyo a los barrios para hacer sus fiestas y lo más cultural que se ve es el festival de Fonseca”, asegura. “El gobierno y Fonseca deben apostarle a la cultura. Es bueno que hagan parques y carreteras, pero la Casa de la cultura está vuelta nada”, agrega. En parte, por eso se fue. 

Dos años después, en diciembre de 2018 regresó, pero no a Fonseca. Llegó a Riohacha a hacer coros en la agrupación La Tropa del Swing, con la que ganó un premio en el Festival Francisco El Hombre. A partir de ahí empezó a abrirse su camino como corista. Pasó a hacer los coros de Orlando Liñán, del valduparense Wilman Fiallo, del samario Rafael Roncallo y luego con Yader Romero, exintegrante del grupo Kvrass. Estando ahí lo llamó Oscar Gamarra para ser corista primera voz de su agrupación. 

Hoy, sigue trabajando con Gamarra, aunque su objetivo es hacerse conocido para que más personas vean su talento. El año pasado lanzó su sencillo “La Química”, escrito por el compositor José Oñate Junior, al lado del acordeonero fonsequero Luis David Solano. Luego hizo un remix de esta misma canción con Iván Ballesteros, un cantante venezolano radicado en Medellín.

Al mismo tiempo, Arturo Rincones sigue estudiando licenciatura en Música en la Universidad de La Guajira, aprendiendo a tocar el piano y explorando su faceta como compositor, de la mano de José Oñate Junior. Todavía le sudan las manos cuando se sube al escenario y siente que el estómago le da vueltas. Arturo piensa que estas señales de su cuerpo son la confirmación de que la música es su camino.

Sara Acosta

Sara Acosta es conocida como “La princesa guajira”, porque está orgullosa de su ascendencia wayuu y en sus presentaciones usa manta, waireñas y, a veces, sombrero típico de este pueblo indígena. Nació en Barranquilla en 2006, pero se siente 100 por ciento fonsequera, por allí creció. Le gusta la lírica y el vallenato: dos géneros que usualmente no conversan entre sí, pero que para ella son igual de importantes.

Sara se dio cuenta de que tenía aptitudes para la lírica cuando era muy pequeña, en el cumpleaños de uno de sus compañeros de colegio, hace 10 años. En esa ocasión, mientras sus compañeros cantaban el ‘cumpleaños feliz’, ella se percató de que su voz sonaba diferente. Luego se dio cuenta de que era más afinada y a partir de entonces, sus padres comenzaron a fomentar su talento y su madre la impulsó a cantar alabanzas. “Me decía: “guao, cantas como lindo”, recuerda. Luego, aprendió otras canciones y empezó a interpretarlas en público. A sus 9 años logró ingresar a la Orquesta Sinfónica de Cerrejón, donde continúa hasta hoy en el grupo de armonía. 

En 2019, cuando Sara tenía 13 años, fue seleccionada como participante del programa La Voz Kids. En su primera audición, recibió el “sí” de los tres jurados después de cantar  “Por ti volaré” de Andrea Bocelli, sin embargo, en la segunda ronda salió del programa. 

En materia de vallenato, género en el admira a cantores como Rosemberg Peñaranda, Fawell Solano, John Daza, Elver Arregocés, Carlos Solano, Johnny Solano y Yizza Peñaranda, también se ha destacado. En 2020, durante la versión online del Festival del Retorno, cantó “Fonseca luna de amor”, una canción inédita del compositor Jorge Camargo, con la que se coronó ganadora.

A Sara le encanta escuchar a Shakira y a Marcela Gándara, intérprete de música cristiana. Pero también escucha sus vallenatos, pues dice que “son muchos los artistas que le han contribuido más a nuestro pueblo a través de su gran arte y sus canciones”.

Ella es una de las cantoras más jóvenes, y por eso sabe de primera mano que cada vez son menos los amantes del vallenato “Puedo decirte que de parte de los jóvenes sí se está perdiendo un poco la tradición”, asegura. Aún así, rescata que hay una parte a la que aún “les gusta mucho el vallenato puro, las raíces de donde venimos y que lo autóctono es lo que realmente, y algún día la sociedad lo va a entender, es lo que vale”.

¿Se está perdiendo la tradición musical de Fonseca?

En medio de ese panorama, recalca que su principal motivación al momento de cantar es su familia, ya que ellos han sido un apoyo esencial para ella. También dice que piensa en su público “porque ellos son los que cada día me impulsan a mejorar y a poder brindarles más de este bello arte que puedo realizar con el talento que Dios me dio”.

El dolor de estómago que a veces siente cuando está a punto de subir al escenario se disipa cuando recuerda el que ella considera que es su propósito. “Dios me regaló este don para alumbrar muchas vidas, para sanar personas, y la música es como esa medicina que nos ayuda a todos a salirnos de la zona de confort y sobre todo de estar en un ambiente en paz”. 

José Oñate Junior

José Oñate lleva la música en la sangre. Se la heredó su papá, José Manuel Oñate Córdoba, un artista fonsequero al que se le conoce como “el MP3”, pues tocó su guitarra y cantó vallenatos nuevos y viejos durante 12 horas consecutivas en la emisora Olímpica Stereo, obteniendo un récord Guinness. Desde chiquito la gente le decía: tú papá canta, tú debes cantar. Y sí. José Oñate Junior canta, más o menos desde los 12 años. Ahora, a sus 33 años, es compositor y parrandero.

Poco tiempo después de descubrir su talento, a los 16 años, dio sus primeros pininos en la música en el coro que funcionaba en el Centro de Recursos Educativos Municipales (CREM) en 2006, donde se formaron varios de los artistas del municipio. 

Hizo varios procesos con los acordeoneros Mauro Milian, Deiner Florez, y Jose Móvil. También grabó un sencillo de cuatro canciones, que fueron escritas por Jesus Medina, Eduardo "Cachurra" Fonseca, una de Carlos Oswaldo Figueroa y otra de su papá. Jose Oñate también es el compositor de la canción La Química de Arturo Rincones, y de Todo de mí, de Rafa Pérez, ambos artistas fonsequeros.

Para él su ejemplo siempre ha sido su papá, pero lo que lo inspira a cantar es la propia música. Lo dice sin titubear: “la música es todo para mí. La música está en cada parte de mi corazón… yo respiro música”. Por eso cada vez que se sube al escenario lo que siente es paz. “Transmitirle un sentimiento a una persona para mí es mucho”, aclara. E insiste en hacerlo, aunque cantar sea una labor paralela a su trabajo.

José reconoce que, como él, en Fonseca muchos otros jóvenes también están intentando mantener viva la tradición, pero señala que hace falta que los apoyen. El pasado 28 de agosto se celebró el Festival del Retorno en el municipio y, según Oñate, los artistas fonsequeros casi tienen que rogar un espacio para cantar. “Yo no estoy pendiente de que me den espacio, pero hay personas que tienen sus grupos y deberían ser las primeras personas en ser contratadas. Eso no se está viviendo. Los artistas tienen que rogar para que le den un espacio. Si ellos no tocan en su pueblo, ¿dónde más van a tocar?”, dice, dejando abierta la pregunta.  

A pesar de esa barrera, en su trayectoria ha tenido la oportunidad de cantarle varias veces al territorio, y de hecho tiene algunas canciones alusivas a él, aunque siguen sin ver la luz pública. José Oñate no es tanto de subirse a las tarimas. A él le gusta la parranda. “Prefiero cantar la música raizal de aquí de Fonseca”, dice. Pero no solo eso. “Estoy componiendo. No solo cantar hace parte de la música, transmitir a través de la música es mi vida”, dice. 

Actualmente está trabajando en un sencillo de tres canciones donde hay una composición de él, otra de Rosemberg Peñaranda y una escrita por ambos. El proyecto lo está sacando adelante con sus ingresos, una vez más, movido por el arte. Aspira a que salga en octubre y confía en que caerá bien en el público, pues sabe que mucha gente cree en él y confía en su trabajo.

Fawell Solano

Fawell Solano recuerda que se enamoró de la música vallenata cuando era pelao, a los nueve años. Fue gracias a sus papás, ya que a ambos les gustaba el género. Su mamá era seguidora de Jorge Onate, es más, se consideraba Oñatista, y su papá, un fanatico de la música de Rafael Orozco. Cada álbum que sacaban los cantantes sonaba en la casa de Fawell hasta el cansancio.

Así se fue metiendo en el vallenato, pero fue su madre quien lo inscribió a los nueve años en un curso de guitarra con el juglar Julio Vasquez. Esos fueron sus primeros pasos. Desde entonces admira a artistas como Jorge Oñate, Poncho Zuleta, Beto Zabaleta, Diomedes Díaz “El Cacique”, Rafael Orozco y al maestro Silvio Brito. Pero se define, sobre todo, como “oñatista”.

En parte, fueron esos referentes los que lo inspiraron a cantarle al territorio a través de las composiciones de algunos fonsequeros, como las que ha cantado en dos ocasiones en el Festival del Retorno, compuestas por Henri Perez y Joel Molina. En ambas ocasiones ganó.

“Lo que más me motiva es dejar en alto el nombre de Fonseca y ayudar a mantener el vallenato vivo, a pesar de que ha habido crisis y han llegado géneros que han desplazado la música vallenata”, reflexiona el cantor, que a sus 44 años se ha consolidado como un exponente del vallenato en su pueblo.

¿Qué lo motiva a cantar?

Para que otros jóvenes puedan aportar a este fin, a Fawell Solano le gustaría que los alcaldes de turno le dieran más importancia al sector cultural. Sueña con que Fonseca tenga una escuela de música integral, donde se enseñen a tocar diferentes instrumentos, a cantar y se le de un apoyo psicológico a los artistas: “la experiencia nos ha enseñado que cuando muchos logran alcanzar la fama vienen las indisciplinas, los derroches y eso acarrea el fracaso, entonces sería bueno construir una escuela integral en mi pueblo, que sé que sería de mucha utilidad para los artistas locales”, le dijo a Consonante.

Por su lado, sigue en la búsqueda de mantener el folclor. De hecho, en su último álbum, El Quinto, tiene canciones que suenan al vallenato del más viejo, aunque acepta que también está cantando “otras cosas”, como “brincaderas”. Solano se considera un cantor de Fonseca, pues para él la música se trata “de amor. Uno se enamora de la música, del vallenato, y también de otros géneros. Pero los fonsequeros llevamos la música en la sangre… y tantas parrandas, festivales, concursando con canciones inéditas, eso ha hecho que sea más grande el amor por la música vallenata”, explica. 

Gracias a su talento, y con mucha persistencia, ha podido representar al municipio a nivel nacional e internacional, “con mucho orgullo y amor a su tierra de cantores”, dice. Eso sí, sabe que no está solo en el camino.

Orlando Acosta

Orlando Acosta tiene conciencia de que empezó a cantar de forma natural y afinada, desde los 7 años, hace 40 años. El que durante más de cuatro años fue la voz del Binomio de Oro, recuerda que desde chiquito asistía a la iglesia y le sorprendía el canto de las mujeres del coro. “Son muy afinadas”, señala. Más adelante, empezó a hacerles los coros y voces que sonaban muy distintas a las de ellas. Desde ahí supo que su voz es un regalo de Dios. Pero no fue solo la iglesia. Cuando echa memoria, recuerda que el canto de Rafael Orozco lo marcó y quiso aprender a tocar acordeón.

No se pudo, pues sus padres no tenían cómo comprarlo. Se acercó a la guitarra a los 13 años y el maestro Julio Vásquez le enseñó a tocarla. A sus 19 años, en 1993, se fue a vivir a Bogotá, donde mientras estudiaba ingeniería electrónica aprendió a tocar el bajo eléctrico, instrumentó que tocó mientras hizo parte del grupo “Las estrella Vallenatas”. Por eso hoy Orlando, u Orlandito, como le dicen sus amigos, toca guitarra, bajo, canta y compone. La lejanía, en vez de acercarlo a otras culturas, lo llevó a apegarse a su vallenato del alma.

Tú sabes que cuando uno se va es que uno empieza a sentir la falta de su tierra, se llena de nostalgia, de sentimientos y por supuesto empecé a aprenderme todas esas canciones que le cantan al pueblo, a mi tierra, que hicieron Julio Vázquez, Carlos Huertas y por ahí”, rememora el que es, quizás, el mayor de los nuevos cantores, con 47 años.

Por eso en su larga trayectoria musical, de más de 25 años, Fonseca siempre ha sido motivo de inspiración. Orlando Acosta le ha compuesto varias canciones a Fonseca, una de ellas fue “Tú y mi pueblo” con la que ganó el primer lugar en el Festival del Retorno de 2016. 

¿Pensó alguna vez en renunciar?

De su amor por su pueblo es de donde viene su apodo: El nuevo cantor de Fonseca. Esta referencia nació en Bogotá hace poco más de 15 años, gracias a la ocurrencia inicial de un amigo. De hecho, ese es el título de su último álbum. Otras personas empezaron a llamarlo así y siempre lo hace sentir muy orgulloso. “Nací aquí en Fonseca, me alimenté de las aguas del río Ranchería, comí bastante mango, jugué aquí, me bañé cuando llovía en las calles, corriendo, y yo en las tardes no salía del río. Entonces tú te puedes imaginar toda la conexión que hay entre mi alma y mi espíritu con esta tierra”, afirma. Tanto es así que en los conciertos, las parrandas o a donde quiera que va cuando canta, dice que es de Fonseca y canta la canción de Carlos Huertas El cantor de Fonseca.  

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  • David Hernández Martínez
    Sep 21, 2022
    Interesante trabajo que ayuda a promocionar, incentivar y conocer a nuestros jóvenes cantantes y compositores. Excelente.
  • Geolmina Amaya
    Sep 20, 2022
    Excelente artículo... En Fonseca hay mucho talento, mucho... Adelante pues mis artistas!!!

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