Cada año, Fonseca se transforma en un vibrante escenario de música y danza durante eventos como el Festival del Retorno, los carnavales, el Festival de los Arroceros en El Hatico o el Festival Cultural y Artístico del Café en Conejo. Sin embargo, a pesar de la efervescencia de estas celebraciones, gran parte de los recursos públicos destinados al sector cultural se concentran en ellas, dejando en segundo plano otros procesos de carácter comunitario que también merecen atención.
En respuesta a un derecho de petición presentado ante la Alcaldía de Fonseca, la entidad reveló que para 2025 el presupuesto asignado a la cultura asciende a $748 millones. De esa cifra, $126 millones se destinarán a programas culturales y artísticos, $32 millones al fortalecimiento de bibliotecas y $36 millones a la seguridad social de los gestores culturales, entre otros rubros. Aunque la inversión parece considerable, tanto artistas como miembros de la comunidad coinciden en que rara vez se traduce en iniciativas formativas o en la creación de espacios que garanticen la sostenibilidad de los proyectos culturales más allá de los eventos puntuales.
Maribeth Quintero, actual enlace de Cultura, reconoce que su reto ha sido hacer un diagnóstico en apenas tres meses de gestión: “encontramos una cultura muy rezagada, procesos sin continuidad y un sector cansado de que no pase nada. Mi compromiso es que este año se reactive el Consejo Municipal de Cultura y que desde allí se puedan concertar los proyectos que van a perdurar en el tiempo”.
El 24 de septiembre, la Alcaldía organizó el evento “Sí al turismo y a la cultura de Fonseca” en el salón de eventos La Viña. Según Quintero, la intención fue fortalecer la relación entre cultura y turismo. Aunque la propuesta fue valorada, los gestores insisten en que aún falta acompañamiento para capacitarse en la formulación de proyectos y acceder a más apoyos.
Un oficio de persistencia
La falta de infraestructura cultural es otra de las carencias que enfrenta Fonseca. Actualmente, el municipio no cuenta con una Casa de la Cultura, y varios espacios de gran importancia como el museo histórico y el museo de la paz permanecen cerrados debido a la falta de apoyo estatal. En este contexto de recursos limitados, varios colectivos y personas comprometidas con la cultura insisten en que la promoción de las tradiciones y el patrimonio cultural no solo es una forma de resistencia, sino una vía para la preservación de la memoria histórica y la transformación social. Un ejemplo destacado de este esfuerzo es el trabajo de David Hernández Martínez, quien a sus 76 años se ha convertido en una de las voces más representativas de la cultura en Fonseca. Con más de cinco décadas de trayectoria, Hernández ha dedicado su vida a sembrar memoria, creatividad y esperanza en su municipio, a través de la creación de murales, la organización de festivales locales, la coordinación de museos y la enseñanza de arte en escuelas rurales y barrios periféricos.
Entre sus aportes más significativos destaca el proyecto EnTotumarte, que fusiona el totumo con el tejido Wayúu para crear las Tochilas, piezas artesanales innovadoras que han ganado reconocimiento por su originalidad. Además, Hernández es impulsor de Reciclarte-Fonseca, una iniciativa que utiliza materiales reciclados para generar obras de arte y herramientas educativas, promoviendo la sostenibilidad y el cuidado del medioambiente.
Estos proyectos no solo rescatan técnicas tradicionales, sino que también ofrecen espacios de formación para niños, jóvenes y adultos, permitiendo que la cultura se integre con el respeto por el entorno natural. A través de sus talleres, decenas de familias aprendieron a reutilizar materiales durante la pandemia, y muchos estudiantes rurales descubrieron en el arte una forma de narrar su historia y de conectar con su identidad local.
En paralelo a estos esfuerzos, Delmer Pérez Campuzano, presidente de la Fundación Cultural Los Higuitos y Cayenas La Guajira, ha dedicado más de 20 años al trabajo formativo con jóvenes y niños de Fonseca, utilizando la danza como una forma de resistencia y un medio para inculcar valores como la disciplina, la identidad y el orgullo por las raíces culturales. A lo largo de su carrera, Pérez ha enfrentado el desafío de operar en un municipio donde la cultura se ve a menudo como un adorno festivo y no como una herramienta de transformación social.
“En el 95% de mis proyectos me he encontrado con puertas cerradas. Muchas veces he tenido que financiar con mi propio sueldo para que los jóvenes no pierdan sus espacios de formación”, relata Delmer, quien a pesar de las dificultades ha logrado llevar su trabajo a escenarios nacionales e internacionales. Para él, el reto más grande que enfrenta Fonseca es el de asegurar que la cultura siga viva.
“La verdadera cultura en Fonseca está casi muerta. Necesitamos una administración que no nos vea como un accesorio para usar cuando quieren”, advierte.
A pesar de las adversidades, Delmer Pérez sigue firme en su compromiso. Muchos de sus estudiantes han pasado por sus procesos formativos y ahora participan activamente en festivales como el del Retorno y el de los Arroceros, llevando consigo un mensaje claro: "amor por lo que hacemos, amor a nuestras raíces y mucho amor al arte; eso es lo único que nos mantiene de pie", señala. De manera similar, David Alfonso Bolívar Sajaud, compositor y gestor cultural, también ha logrado trascender las dificultades en su labor. Como fundador de la Fundación Luis Enrique Martínez "El Pollo Vallenato" en El Hatico, Fonseca, ha logrado que más de 50 familias se beneficien de procesos formativos en música tradicional vallenata. En su fundación, la comunidad aprende a tocar instrumentos como el acordeón, la caja y la guacharaca, transmitiendo así el legado musical de Fonseca a las nuevas generaciones.
"La enseñanza de la música vallenata es una forma de mantener vivas nuestras raíces", asegura Bolívar, quien se enorgullece de los avances logrados. Sin embargo, también reconoce las limitaciones que enfrenta el municipio, especialmente la falta de apoyo institucional. “Lo que hacemos ha impactado a más de 50 familias, entre jóvenes, niños y adultos. El proceso tiene un alto interés, pero la falta de recursos sigue siendo un obstáculo”, explica Bolívar.
En resumen, tanto Hernández como Pérez y Bolívar coinciden en que, aunque sus esfuerzos individuales han generado un impacto positivo, el sector cultural de Fonseca necesita un apoyo institucional más sólido y continuo para que los proyectos no solo sobrevivan, sino que prosperen a largo plazo, garantizando la continuidad de la cultura como un eje fundamental para el desarrollo social.
Hacia una cultura sostenible
El pasado 10 de septiembre la Gobernación de La Guajira y el Fondo Mixto para la Promoción de las Artes y la Cultura, realizaron en Fonseca un evento sobre la importancia de la industrialización de la cultura. En la charla, liderada por el gestor cultural Nafer Vergara, se planteó una idea central: para que la cultura tenga futuro, los artistas y gestores deben transitar de lo creativo a lo productivo, organizarse empresarialmente y fortalecer sus procesos para lograr un mayor impacto.
Vergara insiste en que el mayor problema no está únicamente en la falta de inversión institucional, sino en la ausencia de organización colectiva. “El gran problema que hay aquí es que los artistas, gestores culturales y trabajadores de la cultura no están legalmente constituidos. Mientras no se organicen, no van a poder acceder a convocatorias ni aprovechar las oportunidades que existen”, advierte.
A esta debilidad se suma el desconocimiento en la formulación de proyectos, una herramienta básica para convertir las ideas culturales en propuestas viables. “Un gestor debe saber al menos plasmar su idea, dimensionarla y compartirla. Si no lo sabe hacer, debe capacitarse o buscar aliados técnicos”, dice.
El gestor cultural señala que hay instituciones listas para apoyar, como el Sena y la Universidad de La Guajira, que ofrecen formación y acompañamiento. Sin embargo, pocos artistas se acercan a ellas. “El problema no son las entidades, es que muchos gestores nunca se capacitan, nunca se organizan y después dicen que no los apoyan”, explica.
Por eso, para él la clave está en cambiar la mentalidad: dejar de ver la cultura solo como hobby y asumirla como un proyecto de vida y una actividad digna para generar ingresos. Su recomendación es conformar consejos de cultura activos y adherirse al Sistema Nacional de Cultura, como espacios de representación y trabajo colectivo que permitan acceder a proyectos nacionales e internacionales.
Además, menciona que un gran reto es que mientras el Estado debe garantizar el acceso equitativo a los derechos culturales, los artistas y gestores de Fonseca también necesitan reconocerse como un sector organizado, capaz de gestionar sus procesos y sostenerlos en el tiempo.
Entre el entusiasmo y la falta de recursos
En Fonseca la cultura la sostienen las manos y voces de artistas, gestores y colectivos ciudadanos que, contra la corriente, mantienen vivas sus expresiones. Las experiencias de David Hernández, David Bolívar y Delmer Pérez demuestran que, incluso en medio de un panorama de abandono estatal, la cultura de Fonseca se mantiene viva gracias a la comunidad. Su trabajo no solo rescata la memoria y el folclor, sino que también ofrece pistas de cómo organizarse, crear alianzas y convertir la tradición en una oportunidad de desarrollo.
En Fonseca, como en muchos municipios del sur de La Guajira, la cultura se desarrolla entre el entusiasmo, la alegría de sus artistas y la ausencia de estructuras sólidas que permitan sostener sus iniciativas en el tiempo.
La queja más frecuente de músicos, bailarines y gestores culturales es que no hay apoyo institucional de la Alcaldía. Además, argumentan que hay dificultad para acceder a las convocatorias debido a la complejidad de los formatos y la falta de formación técnica para diligenciarlos y acceder a estas oportunidades.
Maribeth Quintero, enlace de Cultura del municipio, coincide parcialmente con los gestores: “sí, necesitamos que el Estado simplifique los trámites, pero también es clave que los cultores se capaciten en la formulación de proyectos. Desde la Alcaldía hemos insistido en que se acerquen al Sena y a la Universidad de La Guajira para no dejar perder las convocatorias que ya existen”.
David Hernández, otro de los gestores culturales del municipio que está formalizado ante la Cámara de Comercio, manifiesta que “la cultura siempre ha estado como a espaldas de la administración, porque aquí creen que lo cultural solamente es el festival y carnaval; para lo cultural nunca hay plata, tanto así que es el único municipio del departamento que no tiene una casa de la cultura”, afirma.
Como lo manifiestan los gestores y artistas del municipio, la clave para la sostenibilidad cultural es que existan políticas públicas sólidas, recursos constantes y acompañamiento técnico real, más allá de capacitaciones ocasionales.
Así lo reconoce también Quintero: “Mi tiempo en el cargo es corto, pero el compromiso es dejar bases claras en el Plan de Desarrollo y reactivar espacios como el Consejo de Cultura. Fonseca necesita una política cultural que trascienda los gobiernos de turno, porque lo que tenemos ahora son solo esfuerzos aislados que se apagan con cada administración”.