Desde hace más de tres décadas, Carlos Alberto Minú recorre la ruta entre San Vicente del Caguán y Neiva. Ha visto pasar gobiernos, contratos e intervenciones, pero el estado de la vía sigue casi igual. Hoy, recorrerla es tan difícil como cuando las obras apenas eran una promesa. Esta semana no ha podido salir del municipio: la carretera está cerrada por derrumbes e inundaciones provocadas por las lluvias. La situación es tan crítica que, en algunos tramos, el agua llega al pecho de quienes se atreven a cruzar, entre el barro y el miedo de que la montaña colapse.

“Consumimos más llanta, suspensión, el sistema de frenos, y es casi que un desajuste del vehículo cada dos viajes; prácticamente trabajamos a pérdidas”, lamenta Minú. No han sido pocas las veces que ha tenido que bajarse del camión para destapar alcantarillas, limpiar cunetas o despejar la vía de maleza. Pero, a pesar de todo, no ve avances.
La otra vía de acceso a San Vicente, que lo comunica con Florencia, la capital del departamento, atraviesa una situación similar. Aunque sobre el papel ofrece una conexión, en la práctica no representa una alternativa real para la mayoría de los sanvicentunos. En 2021 se firmó el contrato de obra No. 991 para el mantenimiento, mejoramiento y gestión predial, social y ambiental de ambas rutas, que suman en total 344 kilómetros. Sin embargo, a mitad del tiempo previsto para su ejecución, en el municipio los avances son casi imperceptibles.
El contrato surgió en el marco de la reactivación económica después del Covid 19 y su tiempo de ejecución es hasta el 2030. Es una vía entregada en concesión durante 10 años entre el Instituto Nacional de Vías y el Consorcio Vías Nacionales del Sur y Oriente, integrado por: KMA Construcciones S.A.S. (con una participación del 90 por ciento), la constructora Ema Ltda con un cinco por ciento y Cicon S.A.S con el cinco por ciento restante. Las obras iniciaron el 29 de junio de 2021 y supone una duración de 114 meses. La inversión total fue de $409.452 millones de pesos.
Y aunque en el papel el proyecto es esperanzador, en el terreno no concuerda. Cuando se formuló el contrato, en todo el trayecto había 100 kilómetros en afirmado, aproximadamente 84 Kilómetros en pavimento flexible y aproximadamente 160 Kilómetros con tratamiento de asfaltita, pero todos estaban en regular o mal estado. Y en vez de mejorar, con el pasar de los años las condiciones han empeorado notablemente y los tiempos en carretera cada vez se alargan más.
A esto se suma las denuncias de veedores del municipio, como el personero Camilo Lozada, que asegura que el dinero no va a ser suficiente, pues la ejecución de casi la mitad del presupuesto está planeado para 2029 y 2030, y la intervención a cuenta gotas del resto de años va a empeorar las condiciones de la vía.
La ruta hacia Neiva como salvavidas para San Vicente del Caguán
Para llegar al Huila desde San Vicente del Caguán hay solo dos opciones: tomar la vía por Florencia, lo que implica varias horas más de viaje, o arriesgarse a quedar atrapado en un derrumbe por el tramo en construcción en el sector de Balsillas. Lo que podría ser un corredor para el desarrollo y la reactivación económica se ha convertido, en cambio, en una trampa y una amenaza.
“Viajo a Neiva por diferentes razones, me gasto siete horas en transporte público tipo camioneta, pero en épocas de lluvia la vía es muy riesgosa, hay deslizamientos de tierra y rocas, pasos estrechos y abismos a los costados en algunos tramos, pero prefiero venirme por esta vía que dar la vuelta hasta Florencia”, cuenta Johana Mora Ortiz, habitante del casco urbano de San Vicente del Caguán.
Poder llegar a Neiva sin tener que dar la vuelta por Florencia es un sueño viejo. En noviembre de 2015 el Invias anunció que el consorcio SIP, integrado por Saitec S.A. Sucursal Colombia, Ingeniería Consultoría y Planeación S.A. y Planes S.A, iba a elaborar los estudios y diseños para la pavimentación de la carretera Neiva - Balsillas - Mina Blanca - San Vicente del Caguán, en los departamentos de Huila y Caquetá.
Luego la firma del Acuerdo de Paz en 2016 les dió más esperanzas a los sanvicentunos: “Ahora que se empieza a consolidar la paz en éstos territorios que fueron azotados por los terribles vientos de la guerra, renace la esperanza de que finalmente veamos construida y pavimentada una buena carretera”, decía un medio de comunicación en septiembre de 2017. No fue sino hasta cuatro años después que empezaron las obras de pavimentación y mantenimiento de los 110 kilómetros de vía, y a la fecha, poco ha cambiado.
La Zona de Reserva Campesina es una despensa agrícola que surte al municipio y también distribuye productos al Huila. Para las comunidades rurales de veredas como: Coreguaje, Miravalle, Vista Hermosa, El Venado, La Paz, Cristo Rey, San Jorge, Valdivia, Las Morras, Las Vegas del Pato y otras, esta vía es una prioridad por la movilidad de todos sus productos agrícolas vitales para la economía del municipio, así como el acceso a la educación, salud, turismo y otras actividades.
Pese a que el mapa diga que San Vicente del Caguán está más cerca de Florencia, la vida de los habitantes está conectada por la trocha a Neiva, aunque sea un riesgo.
El tiempo estimado por trayecto es de seis horas aproximadamente; pero para vehículos grandes y camiones no es suficiente la pavimentación a la altura de la zona plana de Balsillas y deben recorrer entre nueve a diez horas más dando la vuelta por Florencia.
Yuri Andrea Rojas Polania, agricultora de la vereda de los Andes, viaja a Neiva al menos una vez al mes por temas laborales y de salud, principalmente. Normalmente se demoraba cinco horas desde la oficina de la empresa de transporte, en el caserío, pero el tiempo cada vez aumenta más:
“el estado de la vía en invierno empeora, uno se puede demorar mucho más tiempo porque hay muchos deslizamientos, mucho movimiento de tierra (...) en una semana puede estar tapada la vía todos los días, por ejemplo. Y el tramo más peligroso es desde Las Morras hacia Guayabal, es el área donde frecuentemente hay mayores deslizamientos de tierra. Me he quedado atrapada en medio de dos deslizamientos y no puedo ni devolverme, ni llegar a casa tampoco” afirma.
Cada semana, decenas de personas como Yuri y Johana se levantan de madrugada para recorrer un viaje largo y riesgoso hacia Neiva por la vía del Pato y Valle de Balsillas en la zona de reserva campesina, no por capricho, sino por necesidad. En Neiva están las clínicas de tercer nivel, hay acceso a especialistas y hospitales universitarios, mientras que en Florencia hay una oferta limitada. También es mayor la oferta de comercio y la variedad en precios competitivos, así como el servicio de transporte directo a ciudades como Bogotá: los buses salen cada hora, mientras que desde Florencia hay menos rutas o se requiere hacer transbordo. “Esa vía nacional es la salida y entrada más corta que conecta al departamento del Caquetá con el Huila” dice Yuli Tatiana Castillo Vergel, habitante de la inspección de Guayabal.
Resistencia y lucha por la vía
Por años los derrumbes, los huecos, y los cierres en la vía han afectado a los transeúntes. En julio de 2023, las lluvias provocaron derrumbes que cerraron varios tramos del corredor Neiva–San Vicente, con intervención del contratista a cargo de la obra. En mayo de 2024, varios derrumbes en los siete kilómetros entre la vereda La Campana y Las Morras cerraron la vía temporalmente. Un mes después, en junio de 2024, se registraron al menos 20 deslizamientos entre Miravalle y La Rovira, bloqueando completamente el paso y obligando a la comunidad a hacer mingas y usar cargadora para habilitar el corredor.
Este año la situación no es diferente: nuevos derrumbes en Guayabal (sector Los Andes), y en La Libertad, paralizaron el tráfico y dejaron incomunicadas a poblaciones rurales. Esto termina perjudicando a los campesinos y generando pérdidas de algunos de sus productos de cosechas ”Los campesinos terminan perdiendo porque el plátano llega a su tiempo de cortada, o llega el tiempo de sacarlo al comercio, y si no se saca eso se madura y finalmente termina en las plataneras perdiéndose o en donde tienen cerditos pues se lo dan a los cerdos, pero finalmente ese producto se pierde”, asegura Jefferson Rubiano Reyes presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda la Libertad.
En medio de este panorama, y la poca respuesta institucional, han sido las comunidades las encargadas de mediar en el problema. La maquinaria que asiste estas situaciones de emergencia es propiedad de la Asociación Municipal Colonos del Pato (Amcop), una organización sin ánimo de lucro constituida en 1997 y que representa a 27 Juntas de Acción Comunal de la Zona de Reserva Campesina El Pato y Valle de Balsillas - ZRC. “En el último año sí he visto que ha mejorado la rapidez con la que remueven la tierra, pero no tiene absolutamente nada que ver con Invias o con la mano del Estado. La Amcop buscó una solución al alcance de los recursos del peaje de Guayabal, compraron una maquinaria amarilla para destapar las vías de manera oportuna, en vez de quedar esperando que les atendieran los llamados porque eso siempre tardan”, afirma Yuri Andrea Rojas.
En esto coincide Ivan Fiallo, comerciante y veedor del contrato: “Los daños ocasionados por el invierno los atiende en su mayoría Amcop y hasta las empresas privadas como Cootranscaguán, Pony Express, Transyary del municipio, han puesto plata para el combustible de la maquinaria de Amcop. El contrato menciona que hay operarios en la vía, pero siempre responde la organización social” afirma.
Fiallo asegura que en mayo el Invías recorrió la ruta Balsillas-Minas Blancas y encontró que se debe ampliar la carretera, hacer alcantarillas y comprar asfalto. Le aseguraron a la veeduría que a la mitad del tiempo estimado para este contrato, en todo el corredor hay un avance físico del 20,61 por ciento. Los líderes aseguran que es una situación desmotivante: “La contraloría lo sabe, la procuraduría departamental lo sabe, pero sigue lo mismo. La gobernación no opina, no responde, es muy duro. Preguntamos sobre el monto para el mantenimiento, la empresa KMA menciona que no hay, nosotros ya no sabemos ni qué hacer”, agrega.
Javier Soto, dirigente agrario y habitante de Balsillas, asegura que el proyecto engañó a los habitantes de este sector: “al hablar inicialmente de 400 mil millones para una ampliación de la carretera Neiva-Balsillas uno imagina que con esto alcanza para su implementación, incluso la reactivación económica que menciona, pero al leer letra chiquita es muy poco. ¿Si la plata gruesa está en la otra ruta San Vicente-Florencia por qué tampoco avanza?, y claro uno diría la gente necesita ese corredor, pero yo viendo el flujo de gente y carga que se ve por este lado y pensar en la reducción de costos que eso implica, esta vía es fundamental, de pronto hay otros intereses que no permiten que éste corredor se active como debería”.
"El avance de la ruta 3001, que implica el departamento del Huila para su ejecución, está en alrededor de seis kilómetros con tres años de trabajo entre el puente el Guayabo y el cruce de Vega Larga hasta las Nieves, pero no ha llegado al departamento del Caquetá aquí a Balsillas. Hay unas compañías de ingenieros que están raspando y están aplicando afirmado y haciendo cunetas en concreto (...) Un mantenimiento completo para este corredor que atraviesa la Zona de Reserva Campesina no se hace desde 1998 justamente en ese tiempo yo fui inspector de carretera y por eso lo tengo claro” afirma Soto.
Florencia: una ruta más larga, menos preferida y sin soluciones de fondo

Por el otro extremo no es muy diferente, aunque la vía hacia Florencia tiene tramos pavimentados y mayor flujo institucional, el camino por Puerto Rico, El Doncello, El Paujil y La Montañita implica una vuelta larga, costosa y poco eficiente para quienes necesitan respuestas inmediatas. Huecos de extremo a extremo, pérdida en la banca dejando sólo un carril, deslizamientos de tierra, tramos con aberturas de seis centímetros cada medio metro, vacíos en la carretera por condiciones geográficas, cruce de quebradas y sin iluminación. Transitar se ha convertido en una odisea, casi como camino de herradura en algunos tramos, comparándose como en épocas anteriores del 2000.
Cielo Barrera, habitante de la vereda Planadas del Yarí y actual concejal afirma que esta situación deja al municipio incomunicado: “El municipio está completamente aislado, la vía se convierte en un riesgo, uno gasta más en pasajes, el viaje es más largo, y al final en Florencia no hay los servicios que uno espera. Los médicos igual lo remiten para Neiva o Bogotá (...) Se ve afectado el desarrollo del municipio, se ve afectada la economía. Suben los fletes, los productos llegan más caros y en invierno es una odisea viajar por ahí. Las personas tienen que empujar los carros para poder salir”.
A esta percepción, dice Barrera, se suma el abandono de varios tramos rurales que conectan a las veredas con la vía principal, lo que genera una doble exclusión: del municipio hacia la capital y de las zonas rurales hacia el propio casco urbano. “La doble desconexión deja a San Vicente como una isla en tierra”, agrega.
A pesar de que el contrato 991 cubre el mantenimiento y la atención de emergencias de más de 350 kilómetros de vía, solo contempla la pavimentación de 47 kilómetros, distribuidos en diferentes tramos críticos del corredor. El contrato fue hecho para mantener y garantizar la transitabilidad de cuatro vías nacionales con rubros que inluyen pavimentación, remoción de escombros, manejo predial, manejo ambiental y mantenimiento, compra de predios y licencias ambientales.
Hasta la fecha, según las cifras entregadas por la veeduría y la Personería municipal, el avance en pavimentación no supera los 8,75 kilómetros, y solo se ha ejecutado alrededor del 26% del presupuesto total. Así lo confirma la estructura financiera del contrato, la mayor parte del dinero está programado para ejecutarse entre 2028 y 2030.
Con ese panorama la paciencia se agotó para muchas comunidades. En abril de este año hubo un bloqueo en el sector de las Delicias en el municipio del Paujil vía a Florencia y movilizó al Ministerio de Transporte. Como resultado de la protesta, el Gobierno asignó 3.600 millones de pesos adicionales para intervenir el puente Las Delicias, considerada obra de prioridad y paso crítico. “Gracias a ese paro tenemos los 3.600 millones que va a adicionar la ministra de transporte para el Puente las Delicias, pero lo que debemos defender es que sea para la vía Puerto Rico - San Vicente”, resalta Camilo Lozada, personero municipal.
La personería y veedurías municipales están liderando una iniciativa para adelantar recursos y avanzar más rápido: aplicar la cláusula de “uso de la opción”, incluida en el contrato. Esto permitiría adelantar recursos de vigencias futuras para acelerar las obras. “El contrato lo menciona y significa traer el 70 por ciento de una vigencia superior”, explica Lozada. Sin embargo, hasta ahora, ni el Ministerio de Transporte ni Invías han autorizado su aplicación. “Si todo el norte del departamento del Caquetá se uniera para presionar y para hacer gestión, sí se podría hacer”, insiste el personero.
“Los más perjudicados por la lentitud de la obra son todos lo sanvicentunos y visitantes: productores, transportadores, enfermos y comerciantes; el ganado que sale en pie se maltrata, los fletes se duplican, el café, cacao y cosechas no sale a tiempo o se pierden, vehículos de carga pesada y de pasajeros se dañan, los camiones siguen serpenteando en la vía para evitar daños y perjuicios, generando accidentes, además de la delincuencia que se ha aprovechado de esta situación” comenta Carlos Minú, conductor de transporte público. Una afectación de extremo a extremo en el municipio.
La falta de formación y apoyo técnico a la veeduría también dificulta el ejercicio significativo y constante, tampoco reciben remuneración por esta acción lo que les deja en desventaja para priorizar esta función.
“A nosotros nadie nos formó para la veeduría. Hemos llegado porque nos duele. Lo más terrible es que ni ejecutan la obra ni hay plata para el mantenimiento”, lamenta Iván Fiallo.
La desconexión vial de San Vicente del Caguán no solo impide salir, también impide que lleguen visitantes, estudiantes, oportunidades y desarrollo. En un municipio con enorme potencial turístico por su riqueza natural, histórica y cultural. En educación, la historia se repite. Decenas de jóvenes deben hacer traslados intermunicipales para estudiar en universidades ubicadas en Neiva o Florencia, pero las dificultades de movilidad les obligan a vivir fuera o a abandonar sus procesos académicos por la imposibilidad de viajar regularmente.