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El fuego que consumen: mujeres rurales entre la leña y la promesa del gas

En las zonas rurales de Fonseca, La Guajira, cocinar con leña es una tradición que, según las mujeres de la región, aporta un sabor inigualable a las comidas. Para muchas de ellas, esta costumbre es parte de su identidad. Sin embargo, la preferencia por la leña no siempre es una elección voluntaria, sino una necesidad que les cuesta tiempo, esfuerzo, y a veces, problemas de salud.
¿Cómo se hizo este trabajo?
Propuse este reportaje en el consejo de redacción porque conocía casos de personas que siguen esperando la conexión del servicio de gas natural en sus casas. La mayoría de estos hogares mantienen la tradición de cocinar en leña, los visité y entrevisté. También hablé con expertos sobre las consecuencias de estas prácticas en la salud.

Para muchas familias de Fonseca, la llegada del gas es una promesa lejana. Rubia González Ipunana, de 63 años, lleva más de cinco décadas cocinando con leña. Vive con su esposo en el Rinconcito Wayuu, donde no siempre pueden permitirse comprar una pipeta de gas. A veces, Rubia debe caminar hasta tres horas para recoger leña, y aunque reconoce que “el humo es malo”, sigue prefiriendo la leña cuando no hay otra opción disponible. “Cuando se moja la leña toca esperar a que se seque porque cuando llueve no tenemos leña”, comenta Rubia, quien espera desde hace años la instalación de gas en su hogar.

A nivel local, la cobertura del servicio de gas es limitada. Según el Reporte de Estratificación y Cobertura (REC) 2019, solo el 58,81% de las viviendas en Fonseca tienen acceso a gas, lo que deja a la mitad de la población dependiendo de métodos tradicionales, como la leña. A nivel nacional, el 87% de los hogares colombianos cuenta con servicio de gas natural, de acuerdo con cifras del Departamento Nacional de Planeación (DNP).

Sin embargo, esto significa que aún hay más de 1,6 millones de familias que continúan cocinando con leña, madera, carbón u otros desechos, según datos de Naturgas. Esta situación expone a miles de personas a la inhalación de partículas finas como el PM2,5, que pueden causar problemas respiratorios y otras complicaciones de salud.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que la exposición prolongada al humo de la leña es una de las principales causas de enfermedades respiratorias crónicas en comunidades rurales. El uso de leña y otros combustibles sólidos para cocinar contribuye a cerca de 4 millones de muertes prematuras anuales a nivel mundial debido a enfermedades derivadas de la contaminación del aire en interiores.

En Colombia, se estima que la exposición al humo de la leña contribuye a más de 10.000 muertes prematuras cada año. Esto convierte al acceso al gas natural en un factor clave para mejorar la calidad de vida de millones de colombianos.

El pasado 5 de julio, se anunció un proyecto de conexión de gas natural que beneficiará a más de 3.000 familias en La Guajira, liderado por Ecopetrol, Gases de La Guajira y la Gobernación. La iniciativa busca llegar a 8 municipios, incluidos Fonseca, Urumita y Distracción, con la meta de alcanzar el 99% de cobertura de gas en la región para el 2024.

Además de facilitar la vida de los beneficiarios, el acceso al gas natural podría tener un impacto positivo en la economía regional, ya que el uso de este recurso reduce el gasto en la compra de pipetas de gas licuado y disminuye la necesidad de recolección de leña, una actividad que consume tiempo y esfuerzo.

Sulmira Pérez, también habitante de Rinconcito Wayuu, padece de asma y ha cocinado con leña por más de 27 años. A pesar de los riesgos para su salud, Sulmira dice que le siente más sabor a la comida usando leña que con el gas, “es la costumbre. Así lo hacían mi abuela y mi mamá”. Sin embargo, la falta de gas en su vereda la obliga a depender de la leña, que su esposo recoge en Mayabangloma. Así como Rubia González, Sulmira ha escuchado promesas de conexión de gas, pero la espera se ha prolongado.

Rubis María Epiayu, de 56 años, vive en la Loma, perteneciente a Mayabangloma, y aunque tiene una estufa con pipeta, prefiere la leña. “Me parece que la comida que se cocina con leña queda sabrosa”, explica, mientras admite que la escasez de leña y las largas caminatas para obtenerla son cada vez más difíciles. “Ya la leña está escasa, ya está lejos”, dice Rubis, quien también espera la llegada del gas.

Zunilda Araujo Solano, de 58 años, utiliza la leña en su restaurante, 'Delicias Wayuu', porque cree que el sabor de la leña es más auténtico para sus platillos tradicionales. Sin embargo, reconoce que el uso de la pipeta de gas es necesario para el día a día en su hogar. “La pipeta cuesta entre 65 mil y 80 mil pesos y me dura un mes”, comenta Zunilda, quien ve en el gas natural una solución para reducir costos y facilitar su negocio.

El acceso al gas natural no solo reduce los costos para las familias, sino que también contribuye a mejorar la salud y la calidad de vida. Estudios realizados por el Banco Mundial indican que la sustitución de leña por gas natural en comunidades rurales puede disminuir hasta en un 25% la incidencia de enfermedades respiratorias. Además, las familias pueden aprovechar el tiempo que antes dedicaban a recoger leña para realizar otras actividades productivas o recreativas, lo que mejora su bienestar y sus oportunidades de desarrollo.

El neumólogo e internista Humberto Ardila Vega advierte sobre los riesgos de cocinar con leña, destacando que la exposición prolongada al humo puede causar enfermedades respiratorias como enfisema pulmonar y EPOC.

“Las personas que cocinan con fogón de leña pueden causar daños a la salud por la inhalación de humo”, explica. Ante esto, recomienda reducir la exposición y, en casos extremos, el uso de máscaras N95 para protegerse mientras cocinan.

A pesar de los avances en la cobertura de gas, el proceso de expansión hacia áreas rurales enfrenta retos importantes. La geografía accidentada, los altos costos de la infraestructura y la dispersión de la población son factores que dificultan la llegada de este servicio a comunidades como el Rinconcito Wayuu. Sin embargo, el impacto positivo del gas natural en la vida de las familias justifica la inversión. Según la Asociación Colombiana de Gas Natural (Naturgas), cada conexión a gas natural tiene un costo aproximado de 1,5 millones de pesos, pero genera un ahorro de hasta 70% en comparación con el uso de pipetas de GLP (gas licuado de petróleo).

Para las mujeres de Fonseca, la posibilidad de acceder al gas representa no sólo un alivio económico, sino también una oportunidad para mejorar su salud y la de sus familias. Rubia, Sulmira, Rubis y Zunilda coinciden en que la leña tiene un sabor especial, pero también en que la modernización del acceso al gas es una necesidad urgente.

Mientras tanto, la leña sigue siendo un lazo con la tradición, aunque su uso conlleve costos altos en tiempo, esfuerzo y salud. En un país donde las brechas de acceso a servicios públicos son aún amplias, la cobertura universal del gas natural no solo es una meta técnica, sino una apuesta por el bienestar de las familias más vulnerables. La llegada del gas a cada hogar guajiro es una promesa de dignidad y un paso hacia la equidad social.

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