La sede “campus Yarí” de la Universidad de la Amazonía, ubicada en la vía Palestro, ya no es blanca. Sus paredes, después de seis años de abandono, están sucias y llenas de grietas. El cielo raso se ha caído y la humedad hizo que la pintura se levantara. Las cuatro aulas están rodeadas de maleza y el alambre de púa que protege la obra ya está oxidado.
En 2018 los jóvenes de San Vicente celebraron la inauguración de este proyecto liderado por la alcaldía de Domingo Pérez y el ex rector Gerardo Castrillón, cuyo objetivo era el de acercar la educación superior a su municipio, pero las clases nunca llegaron. Hoy esta sede es uno de los “elefantes blancos” del municipio.
En el Caquetá solamente hay una universidad, la Universidad de La Amazonía, cuya sede está ubicada en Florencia. Ninguna universidad privada tiene sede en el departamento. El Caquetá, según datos del Sistema Integrado de Matrícula -Simat-, a 2020 tenía 1.883 estudiantes de grado 11 matriculados en las instituciones educativas oficiales y privadas del ente territorial.
Según la información oficial del Ministerio de Educación, la matrícula en educación superior en el Caquetá en 2023 fue de 13.438 estudiantes. El departamento está entre los territorios con menores porcentajes de acceso a educación superior , con un valor inferior al 1 por ciento.
En las 28 instituciones educativas que tiene San Vicente del Caguán, hay 12.445 estudiantes que hoy no tienen una opción en su municipio para acceder a la universidad.
La historia de un sueño abandonado
En 2014, durante la alcaldía de Domingo Emilio Pérez Cuellar, el municipio donó a la Universidad de La Amazonía un lote de 15 hectáreas para la construcción de una sede en San Vicente del Caguán. Según el acuerdo 025 de 2014 el Concejo Municipal autorizó a Pérez por la situación crítica del municipio en el acceso a la educación superior.
“Actualmente en el municipio solo funciona una sede de los Centros Regionales de Educación Superior (Ceres), en la cual confluyen la Universidad de la Amazonía, la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (Unad), y la Corporación Unificada de Educación Superior (CUN), instituciones que ofrecen programas, particularmente en el campo administrativo y financiero. Muchos de los cuales, así como el acceso a los mismos, no responden completamente a las necesidades de nuestros jóvenes ni a su contexto, pues no tienen la suficiente cobertura. Situación que sumada a la carencia de recursos económicos y condiciones para acceder a programas de educación superior, ha generado un éxodo de nuestros bachilleres hacia Florencia, Neiva y Bogotá, perdiendo el talento humano de nuestro municipio”, dice el documento.
El acuerdo declaraba también que el Consejo Superior de la universidad autorizó al entonces rector, Gerardo Antonio Castrillón Artunduaga, invertir 300 millones de pesos para la construcción de la sede. Sin embargo, solamente fue hasta junio de 2017 que la universidad empezó los trámites para hacer el contrato, a través de la modalidad de contratación selección simple. Al final fue un contrato de tres meses para construir un área de 345.48 m2, que constaba de cuatro aulas y dos baterías sanitarias. Una obra a la que le asignaron 342.813 millones de pesos.
Finalmente el proyecto se inauguró durante la alcaldía de Humberto Sánchez Cedeño, sin embargo, ese lugar nunca funcionó. La universidad publicó en 2019 en sus redes sociales que se estaba usando la sede para dictar clases de licenciatura en lengua castellana en la modalidad a distancia. Esa es la única foto que hay de estudiantes en la sede y nadie tiene certeza de si hubo una segunda clase en esa sede.
En entrevista con el medio regional “Canal TV5”, Buritica aseguró que nunca hubo un acuerdo del consejo superior de la universidad para que se creara la sede del Yarí de manera formal. Esta política es la que permite que la sede siga funcionando sin importar si el rector cambia, lo que no pasó en 2020: “Fue una voluntad de un rector de turno y no de una institución”, dijo el actual rector.
Además, desde la universidad aseguran que la sede no se puede usar porque en la parte posterior de la construcción hay un caño que está en peligro de colapsar. También dicen que la infraestructura está en mal estado, por lo que es riesgoso entrar y que los salones “no están adecuados”.
Muchos jóvenes no quieren irse de San Vicente del Caguán
En la I.E Promoción Social este año se van a graduar 127 alumnos y alumnas de educación formal, y 45 personas en la educación de adultos. Gerardo Chacón, rector de la institución, dice que según la trazabilidad que han hecho en su colegio el 80 por ciento de sus estudiantes quiere continuar sus estudios universitarios, sobre todo en carreras relacionadas a las ingenierías, el campo agropecuario, la educación o la salud. “La Universidad de la Amazonía si tuviera una sede aquí tendría una posibilidad de tener 500 estudiantes cada año, que más o menos es la población estudiantil de San Vicente en los grados 11. Sería bueno que esa población pueda estudiar aquí, con programas propios, una universidad propia y con instalaciones propias”, comenta.
Una de las consecuencias que trae la ausencia de una universidad en el municipio es la migración. Quienes quieran continuar con estudios superiores muchas veces no tienen otra opción que irse a Florencia u otras ciudades. “Los jóvenes siempre buscan la manera de salir al pueblo por la sencilla razón de que no tenemos una universidad, una sede en donde podamos construir nuestro proyecto de vida. Eso lleva gastos económicos, tiempo de traslado y otras cosas más. Y hay algunos jóvenes que no cuentan con apoyo familiar, entonces se le hace más complejo”, explica Quevin Estiven Taborda, consejero municipal de juventudes.
Yerson Camilo Muñoz es activista político juvenil y estudia administración pública territorial en la Escuela Superior de Administración Pública en modalidad virtual. Su sueño era ser abogado, pero no pudo hacerlo por falta de oportunidades en el municipio. “Siempre pensé en la carrera de derecho y especializarme en institucional; pero en el territorio la falta de oportunidades en la educación superior ha sido el mayor obstáculo para poder seguir ese proyecto de vida”, cuenta.
Yerson asegura que ver clases virtuales quita gran parte de la experiencia de estudiar una carrera: “la modalidad virtual le quita la oportunidad de estudiar muchas cosas desde lo vivencial, no es lo mismo tener un profesor en un aula, no es lo mismo tener una clase presencial donde se puede interpretar por mejor las cosas”, opina.
A esto se suma la frustración por tener una sede construida que nunca funcionó: “Ahí hay una plata que literalmente se está perdiendo entre el rastrojo. Le pedimos al rector de la universidad que se ponga la mano en el corazón con los jóvenes de San Vicente del Caguán, para que puedan organizar una sede de la universidad digna para nosotros. No nos debemos conformar con cualquier dos o tres salones que parecen más de una escuela de kinder que una universidad”, finaliza el líder.
Los estudiantes de grado once, como John Steven Chavarro, esperan no tener que irse de su municipio para poder estudiar: “la verdad una universidad sería muy importante y sí quiero que se abra, porque hoy en día la mayoría de estudiantes decidimos ir a buscar nuestro futuro hacia otros municipios, porque actualmente en nuestro propio municipio no hay como tal una sede, o un espacio, en donde podamos continuar con nuestros estudios”.
Lo que sigue
Según explica la Universidad de la Amazonía, la sede Yarí es hoy inutilizable. La esperanza recae en la promesa del Gobierno Nacional de construir una nueva sede de la universidad en el departamento del Caquetá. Aunque el Plan Nacional de Desarrollo no especifica que esta sede estará en San Vicente del Caguán, en el departamento se da por hecho. Según el diputado Wilman Fierro, la asamblea se ha reunido en varias ocasiones con las directivas de la universidad, quienes les han mostrado un render, es decir, un modelo 3D del nuevo proyecto en el municipio.
Contar con una sede de una universidad pública en el municipio es parte de las iniciativas incluidas en el Pacto Municipal para la Transformación Regional de San Vicente en 2018. Este pacto se incorporó en los Planes de Acción para la Transformación Regional (Patr), que planifican y gestionan el cumplimiento de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (Pdet).
Finalmente, en una apuesta por las carreras técnicas y tecnológicas, así como la formación para el trabajo, el plan también contempló la creación de una nueva sede del Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena) en San Vicente del Caguán. Sin embargo, este proyecto tampoco ha mostrado avances tangibles.