“Voté con la esperanza de que hubiera un cambio y poder volver a mi país”. La frase de Daniela Hernández, de 25 años, reúne la voz de varios venezolanos que desde Fonseca salieron a votar el pasado 28 de julio con la esperanza de que su país mejorara, pero hoy se mantiene el caos. Al municipio fronterizo han migrado más de 8.800 venezolanos.
Han pasado dos semanas de las elecciones presidenciales y el Consejo Nacional Electoral, que declaró la victoria de Nicolás Maduro, con el 51, 95 por ciento de los votos, no ha publicado ni verificado las actas electorales. Por su parte, la oposición dice tener pruebas de la victoria de Edmundo González Urrutia, con un 67 por ciento de los votos. Desde los comicios del 28 de julio se calcula que el gobierno de Maduro ha detenido a unas 2.400 personas que han sido enviadas a las cárceles de máxima seguridad, como Tocuyito y Tocorón; y, hasta este lunes, el fiscal de Venezuela confirmaba 25 personas muertas durante las protestas.
Era la primera vez que Daniela Hernández ejercía su derecho al voto y aprovechó para ver a algunos familiares. Al evidenciar el caos en el que se encuentra su país habla con tristeza, pero mantiene la esperanza de que la cosas mejoren: “Pienso que se debería hacer un cambio de presidente porque esto es dictadura a todas luces, debería existir un cambio y que el régimen le dé la oportunidad a otra persona con otra manera de pensar. Seguimos esperanzados en que exista un cambio para poder volver a nuestro país, si se compone Venezuela me devuelvo”.
Daniela migró a Colombia hace 5 años. No se ha decidido por un lugar fijo para vivir, ha recorrido desde Barranquilla hasta Fonseca en busca de mejores oportunidades de trabajo y actualmente vive en el corregimiento de Conejo dónde trabaja por días haciendo aseo en casas de familia. Por ahora, prefiere estar cerca de la frontera para visitar a su padre que vive en Venezuela.
Ese 28 de julio era un escenario importante y decisivo para Daniela y sus connacionales en Fonseca. Para muchos la mejor opción era cruzar la frontera porque en los puestos de votación que se habilitaron en los consulados (en el caso de La Guajira fue en Riohacha) se debía contar con un pasaporte, documento que no tienen quienes entraron a Colombia de manera irregular. Algunos de los entrevistados contaron que un pasaporte cuesta 400. 000 pesos y les quedaba más fácil viajar a Venezuela con un aproximado de 200. 000 pesos.
Aunque Fonseca es un municipio fronterizo con Venezuela, los caminos o fronteras físicas son intransitables ya que deberían cruzar la Serranía del Perijá. Por ello, resulta más fácil viajar por la frontera de Paraguachón, en Maicao.
Según datos de Migración Colombia, hasta el 30 de abril del 2024 se encontraban en Colombia 2.813.997 venezolanos. En el departamento de La Guajira hay 159.962 personas (el 5,68 por ciento) y en Fonseca 8.842.
Igual que Daniela Hernández, fue la primera vez que Dariannis Montero votó. Viajó sola hasta el estado de Zulia, en Venezuela, con la esperanza de sumar con su participación a un cambio. “Yo quiero todo lo que quiere un joven de Venezuela, conocer otra alternativa de gobierno”, recalca.
Tiene 20 años y llegó con su hermana mayor hace cuatro al corregimiento de Conejo en Fonseca. “Pasé todo el día llorando, viendo los videos y las publicaciones por redes sociales. Eso me ponía mal, no sabía qué hacer, solamente llorar. ¿Qué puedo hacer si ya con mi voto no se hizo nada?”, dice.
“Siento que todos los venezolanos estamos unidos y nos va a ir bien y le brindaremos a la juventud cambios (…) No hay que quedarse callado, están matando a la gente que solo sale a marchar”, puntualiza.
Dariannis recalca que solo ha conocido un gobierno en Venezuela, por lo que esperaba que quedara una opción diferente: “A veces entro en discusión con mi mamá, no lo voy a negar, porque ella apoya al gobierno presente y yo quiero algo diferente”.
Otro caso fue el de María Sencial, una mujer wayuú de 40 años. Ella viajó desde Fonseca hasta Maracaibo, estado Zulia, en Venezuela para ir a votar y regresar el mismo día. Cuenta que viajó desde las 3 de la madrugada para evitar los retenes de seguridad y otros contratiempos. “Uno va seguro desde aquí hasta Maicao y de la frontera para allá no sabe qué va a encontrar”, asegura.
“Destiné el día para ir a votar, pero lo primero que hice al llegar a Maracaibo fue ir a la casa de mi mamá para verla y abrazarla”, agrega. María migró a Colombia hace seis años con sus hijos debido a la situación económica de su país y se radicó en el corregimiento de El Confuso, en el municipio de Fonseca.
María apoya al gobierno presente, sin embargo, expresó que se ha sentido afectada por la situación que está viviendo su país: “Me da tristeza que el pueblo esté dividido y estén pasando esas cosas en el país porque no estoy de acuerdo con la violencia ni en que los políticos la promuevan”.
Aunque Daniela, Dariannis y María votaron por partidos contrarios, todas añoran regresar algún día a su patria.
Baja votación en el exterior
Txomin Las Heras, venezolano e investigador del observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, indica que la mayoría de los venezolanos que están en el extranjero no pudieron ejercer el derecho al voto en los consulados, debido a que no cumplían con los requisitos de inscripción. “La mayoría de los venezolanos que se encuentran en el exterior están en una situación de migración irregular, hablamos de índices altos, alrededor de un 80 por ciento”, resalta.
Además, explicó que no hubo un interés del gobierno venezolano en facilitar la inscripción de las personas que se encontraban fuera del país, tomando en cuenta que la legislación electoral de ese país lo único que exige es tener la cédula de ciudadanía.
Por su parte, Tulio Hernández, sociólogo venezolano, cuenta que muchos ciudadanos viajaron por caminos difíciles con la ilusión de un cambio para su país. “Las personas que viven cerca de la frontera generalmente atraviesan por la frontera y si los paran entonces utilizan las trochas, los ríos, pero siempre es un gran riesgo (…) En las fronteras de Venezuela y Colombia operan las fuerzas más oscuras de ambos países, donde se ha denunciado tráfico de órganos, de drogas, de personas y de armas”.
Por ejemplo, Blanca Vera, migrante venezolana de 39 años, desistió de viajar a votar por temor a la situación de violencia. “Yo quería salir a votar, me alisté y todo para salir, pero después me dio miedo, pensé que eso sería un desorden y muy peligroso”, dice.
Blanca llegó hace 5 años a Fonseca y dice que aún no se ha adaptado a vivir en Colombia. “Hay momentos en los que quiero regresar a Venezuela, sino que allá las cosas están duras y más ahora con las elecciones. Siempre mantengo el contacto con mi familia y con mis amigos”, puntualiza.
Retornos o nuevas migraciones después de las elecciones
Txomin Las Heras sostiene que los resultados de las elecciones en Venezuela eran cruciales para las personas que aún no se decidían a migrar, pero considera que en ninguno de los escenarios posibles habría retornos masivos. “La evidencia histórica señala que los migrantes no toman decisiones drásticas de volver inmediatamente a sus países de origen. Una proporción importante tiende a quedarse en sus países de acogida porque han comenzado a hacer vidas nuevas, han creado raíces que hace que sea difícil regresar. A corto plazo no creo que haya un regreso masivo en ningún caso”, resalta. El investigador destaca que por parte del gobierno de Maduro no hay propuestas concretas de política migratoria para facilitar el regreso de los ciudadanos.
Por lo tanto, Las Heras considera que es probable que los eventos desatados por los resultados electorales influyan en nuevas migraciones: “En vista de los escenarios de inestabilidad que parecen que se van a cernir sobre Venezuela en los próximos meses y los problemas políticos que se van a desencadenar indudablemente, debido a las acusaciones de fraude, es muy posible que ciertos sectores de la población venezolana emprendan decisiones de migración, en primer lugar la gente joven, que busca estudiar”.
“Puede haber un fenómeno de reunificación familiar que se vea presionado por los temas de inestabilidad política y que impulsaría el fenómeno migratorio. Antes de las elecciones muchas encuestas mostraban una proporción importante de la población venezolana que manifestaba su intención de emprender el camino migratorio si no se producía algún tipo de salida política a la situación actual en Venezuela”, agrega.
Para el experto Tulio Hernández se estima que en los próximos cuatro meses se empiecen a ver nuevas migraciones. “Se calcula que en los próximos cuatro meses van a venir por lo menos 800.000 venezolanos y venezolanas. No podemos asegurarlo, pero según las estimaciones, se dividirán 400.000 a Colombia y 400.000 a Brasil”.
La situación de violencia en Venezuela se da en medio de un tercer mandato de Nicolás Maduro marcado por la desinformación e investigado por la Corte Penal Internacional por posibles crímenes de lesa humanidad en las protestas de 2014, 2017 y 2019.
Nastassja Rojas Silva, profesora y consultora en derechos humanos, indica que la sociedad venezolana lleva años denunciando la falta de institucionalidad, la falta de transparencia y la represión. “Los poderes públicos han sido absorbidos por el ejecutivo para legitimar sus decisiones no democráticas. La ciudadanía no espera que se publiquen las actas de manera transparente o que haya una corrección, sabemos que eso no va a suceder”, señala.
Frente a las implicaciones en migración, Rojas resalta que el aumento se dará en lo que resta de este año. “Antes de las elecciones había unos sondeos que hablaban que el 25 por ciento de la población tendría intención de migrar en caso de que Maduro continuara en el poder y me atrevería a decir que incluso ese porcentaje va a aumentar por esa represión generalizada”, agrega.
“Vemos a menores de edad detenidos, personas que tienen una condición de discapacidad, nadie está teniendo acceso a una defensa ni a que su familia pueda conocer sobre su situación. Hay un temor y miedo generalizado y se han bloqueado las páginas web”, denuncia Rojas.
El gobierno de Maduro ha bloqueado X (antes Twitter) y todas las aplicaciones VPN de conexión internacional. “Solo podemos ver lo que ellos digan”, dicen desde Venezuela. La comunicación entre las familias de Venezuela y de quienes viven en la frontera se ha dificultado: “Estamos bien, siguen las protestas. Pero no podemos hablar nada malo ni decir nada. Nos están viendo las redes sociales”, fueron las cortas palabras que escribió otro ciudadano por Whatsaap a su familia en Fonseca.
Se ha denunciado que los policías revisan los celulares y las conversaciones en redes sociales para detenerlos. “Les piden el teléfono, obligan a dar la clave y si ven algún mensaje de convocatoria, de una manifestación o un rechazo a los resultados electorales los llevan presos. Esto de Venezuela es el primer totalitarismo del siglo XXI más que una dictadura, los que estamos aquí en Colombia estamos con el corazón reventado, con el corazón roto. Es como si estuviéramos secuestrados y sin ninguna esperanza”, puntualiza el venezolano Tulio Hernández.