Prender el ventilador y soplar con un cartón son el único consuelo para Miriam Murillo Palacios, de 90 años y Luis Alberto Perea y Doris María Palacios, ambos de 80 años que, junto a diez adultos mayores, nunca pensaron que estar al lado de un basurero les traería los problemas que hoy enfrentan.
Los insectos sobrevuelan alrededor de las ollas y nadie puede ingerir su comida con tranquilidad porque al mínimo descuido, dicen, cae una mosca al plato. El caos y el aumento de las enfermedades solo lo conocen los habitantes de Hueco Oscuro, el vertedero municipal de basura ubicado a casi tres kilómetros del casco urbano de Tadó y a 200 metros del Instituto Técnico Agroambiental ITA.
La falta de un tratamiento adecuado de los desechos atrae a roedores ocasionales y, además de vivir entre los permanentes zumbidos de insectos, los habitantes padecen los malos olores provocados por la descomposición de sustancias que contaminan el aire y el agua de la quebrada San Antonio.
Doris Palacios dice que cuando están trabajando con maquinaria que remueve la basura, el olor es insoportable y que muchos se han enfermado de paludismo. Según la Organización Mundial de la Salud - OMS, los compuestos gaseosos de la basura pueden producir también náuseas, vómitos y mal estado de ánimo.
Estas personas manifiestan que no han recibido ningún tipo de socialización por parte de la administración municipal sobre cómo abordar el problema y que esta denuncia a Consonante es la primera que se atreven a hacer porque no hay ningún tipo de seguimiento por parte de las autoridades responsables.
¿Qué dicen las autoridades?
“Cuando recibí la Empresa de Servicios Públicos Aguas de Tadó S.A. (ESPAT), la celda en la que se deposita la basura estaba al borde del colapso”, anticipa Francisco Valderrama, el gerente. “Entonces empezamos a intervenir activamente en una adecuación para ajustar la celda a nuestras necesidades reales”.
Pero, según los habitantes de Hueco Oscuro, esa celda colapsó y el problema está generando afectaciones colectivas de salud pública. Mientras tanto Valderrama afirma lo contrario: “simplemente tuvimos un mal almacenamiento cuando se utilizaban unas volquetas para la recolección de basuras y una de esas se llevó a reparación”, dice a Consonante.
Si bien Valderrama ha reconocido quejas de la comunidad y reconoce que hay molestias cada vez que remueven la basura porque genera olores nauseabundos; asegura que una de las próximas medidas será vincular a la fundación Asoculde para reducir los impactos en la contaminación ambiental y transformar plástico, cartón y vidrio en materiales que puedan ser aprovechables.
“Estamos actuando para asegurarnos que el sitio de disposición cumpla con todas las normas. Debemos construir otra celda transitoria cuando las autoridades ambientales nos certifiquen que la actual no sirve”, explica el gerente.
Dice Valderrama que debido a la falta de documentación sobre los estudios alrededor del botadero y sus impactos ambientales, no conoce con exactitud cuál ha sido la inversión ni cuál será el alcance financiero de las intervenciones que son necesarias. Sin un diagnóstico claro, el gerente de la ESAT asegura que es la Alcaldía la que deberá ocuparse de hacer la inversión.
El alcalde, Juan Carlos Palacios, admite el desafío que representa esta problemática, pero desconoce la inversión pública que se ha hecho en Hueco Oscuro. “La problemática del sitio de residuos sólidos de Tadó no es un tema de hoy; es un tema secuencial que se ha venido presentando. Hemos tenido la buena voluntad de mandar a hacer una limpieza y revisar si la Alcaldía tiene que suscribir el convenio para la construcción de la nueva celda”, asegura a Consonante.
Según Palacios, no se realizaban los trabajos de acondicionamiento ni de mantenimiento ecológico en el único depósito de basura que tiene el municipio, lo que generó un rebosamiento por exceso de basura.
“A esta celda se echa todo tipo de material y no se realizan los trabajos pertinentes y se llenó por no hacer el proceso de tratamiento adecuado. No fue en esta Administración porque la problemática viene de varios gobiernos (primero Arismendy y luego Copete), pero ahora nos toca resolver a nosotros algo que, desde hace ocho años, necesita estudios ambientales”.
Según se puede verificar en la página de la Alcaldía, durante la gestión de Yocira Lozano Mosquera como alcaldesa provisional en 2021 y Brenda Yulie Mosquera como gerente de la ESPAT se construyó una celda transitoria. Pero nadie responde por los estudios y conceptos emitidos por la autoridad ambiental del Chocó - Codechocó.
¿Qué sigue?
Enormes zapallos, lulos y limones crecen en Hueco Oscuro.
Diferentes plantas trepadoras o cucurbitáceas —como el maracuyá— y frutos de las semillas que llegan al depósito aprovechan los nutrientes de la basura antes de su descomposición. Si no fuera así, los adultos mayores no estarían convencidos de que una celda bien tratada sería el mejor campo de abono.
Pero el proceso de depuración fallido no es el único riesgo de contaminación en el sector. Tanto el alcalde Palacios como el gerente Valderrama aseguran que la ciudadanía arroja a las fuentes hídricas sus desperdicios y, a veces, no son solo champa o canoas las que viajan por el agua pues también flotan hasta colchones.
La contaminación del río San Juan y de las quebradas cercanas, así como la contaminación del aire y de las aguas lluvias, afectan también a la población urbana del municipio, a tan solo 2.5 kilómetros de distancia.
Hay personas que pasan por el botadero de basura todos los días por el pancoger y temen que los microplásticos en el entorno cambien la estructura física de la tierra y limiten su capacidad de retención de agua. Eso reduciría el crecimiento de las raíces y por tanto de la absorción de nutrientes para sus cultivos.
Luz Melina Benítez Perea, de 66 años, es una de las campesinas que dice que todos los días, cuando pasa por ahí, se quedan impregnados los malos olores. “Huele mal cuando calienta el sol o cuando mueven la basura para agruparla. Allí se pudren patas de animales que arrojan y eso aumenta el número de moscas, zancudos y ratas que contaminan los techos, desde donde recogemos el agua para nuestro consumo”.
Benítez Perea asegura que nunca han reclamado comunitariamente porque no sabe si son escuchados. Orlando Jordán, por su parte, cree que es injusto tener que asumir costos para controlar las plagas que afectan el buen desarrollo de sus criaderos, su principal fuente de recursos.
Mientras Luis Alberto Perea intenta recuperarse de tifo y paludismo, mujeres como Mirian Murillo Palacios no quieren volver a encontrar una mapaná o serpiente ‘equis’. Todos tienen esperanza de que se cumpla la promesa pública de construir una empresa de reciclaje que convierta la basura de Hueco Oscuro en elementos con valor comercial. Algo que, de funcionar, beneficiaría con empleo a familias de esa y otras localidades.