En la zona rural de Fonseca hay cuatro puestos de salud, pero ninguno funciona eficientemente y solo uno cuenta con dotación e infraestructura adecuadas. Hay cuatro colegios con subsedes, pero todos tienen problemas estructurales y carecen de profesores. Es un sector netamente agrícola, pero los campesinos no cuentan con insumos ni maquinaria propia, muchos menos con vías en buen estado para distribuir sus productos.
Estas fueron algunas de las necesidades principales que las comunidades rurales plantearon durante los encuentros para la construcción del Plan de Desarrollo Municipal. En las reuniones participaron presidentes de Juntas de Acción Comunal, miembros de la población LGBTI, representantes de víctimas del conflicto armado, líderes sociales de los distintos sectores, tanto campesinos como integrantes del gremio de transportadores y comerciantes.
“La participación fue muy amplia por parte de las juntas y de la comunidad. Vimos el compromiso de la administración para solucionar los problemas que ventilamos y que plasmamos en el documento”, destaca Wilfredis Villalobos, presidente de la JAC del corregimiento de Sitio Nuevo.
Aunque los líderes celebraron que fueran tenidos en cuenta, también manifestaron su preocupación con respecto a la metodología virtual usada para recopilar sus propuestas, teniendo en cuenta la falta de conexión que caracteriza a la ruralidad en el municipio. "Son muchas las necesidades y el mecanismo utilizado para el desarrollo de las mesas técnicas no fue el adecuado. Había que tener datos móviles, pero uno de nuestros principales problemas es la mala conectividad”, reclama Jesús Molina, presidente de la JAC de El Chorro.
El Plan de Desarrollo es la hoja de ruta que debe seguir la administración para destinar recursos a los proyectos priorizados y alineados con los objetivos de desarrollo territorial durante el periodo de gobierno. Este año, deberá ser aprobado por el Consejo Municipal y la Asamblea Departamental a más tardar el 31 de mayo.
Consonante habló con distintos líderes y presidentes de las JAC de la zona rural, especialmente de los corregimientos de El Hatico, La Laguna, El Chorro, Jagüey y Sitio Nuevo, donde se desarrollaron las mesas de trabajo, para visibilizar las principales propuestas y necesidades planteadas por las comunidades.
Creación de un banco de maquinaria agrícola
La principal actividad económica en la ruralidad de Fonseca es la producción agrícola. En la región se produce arroz, yuca, guineo, maíz, ají, auyama, frijol, papaya, guineo, plátano, melón, entre otros. Sin embargo, los pequeños productores no cuentan con insumos ni maquinaria propia para sacar adelante sus cultivos, por lo que deben alquilar tractores, máquinas cortadoras de arroz, sembradoras y otros implementos para la preparación de la tierra.
Para mejorar su productividad, los agricultores solicitan que el Plan de Desarrollo Municipal incluya la creación de un banco de maquinaria agrícola que les permita cultivar con mayor autonomía. “La solicitamos para que el agricultor pueda hacer uso de él, para que no se pierdan las cosechas por carecer de los recursos para pagar el arriendo de estas máquinas”, dice Darwin Rodríguez, de El Hatico.
"Solicitamos un banco de maquinaria agrícola para que el agricultor pueda hacer uso de él, para que no se pierdan las cosechas por carecer de los recursos para pagar el arriendo de estas máquinas".
Darwin Rodríguez, presidente de la JAC de El Hatico
En esto coincide Jhon Guerra, presidente de la JAC de Jagüey, para quien “este tipo de maquinaria sería muy buena y de gran ayuda después que se le dé el manejo correspondiente”. “De esta forma se ayuda al campesino, al pequeño y mediano productor que no cuenta con recursos para contratar estas maquinarias".
Reparación a víctimas del conflicto armado
En Fonseca hay un registro de 11.647 víctimas del conflicto armado, según las cifras más recientes de la Unidad para las Víctimas, por hechos violentos como desaparición forzada, homicidios y secuestros, que abrieron una dolorosa herida en sus habitantes. Sin embargo, solo 781 víctimas han recibido 850 indemnizaciones por 6.150 millones de pesos.
En El Hatico, más de 800 personas quedaron confinadas y atemorizadas luego de los asesinatos ocurridos el 13 de diciembre del 2000. Ese día, más de 50 hombres encapuchados, armados y vestidos con prendas de las fuerzas armadas, asesinaron a tres personas en la plaza principal: Francisco Sajauth León, conductor de 47 años; Fanor Antonio Martínez, tendero de 55 años; y José Laudebith Perez, agricultor de 60 años. Después de 24 años de este suceso, los familiares de los asesinados, así como las víctimas de otros hechos violentos, reclaman y esperan una reparación por parte del Estado. Por eso piden que sus necesidades sean priorizadas en el Plan de Desarrollo Municipal.
“Soy víctima desde el 2000, a raíz de un tío que me mataron, y por eso hemos recibido ayudas económicas por 900 mil pesos en dos oportunidades. Hace poco nos citaron para una actualización de datos, pero desde el año pasado no pasa nada, lo último que dijeron es que ya estábamos listos para la indemnización”, contó Jose Aurelio Sajauth.
Yolima Díaz, habitante de El Hatico y víctima del conflicto armado, cuenta que hace cuatro años los delegados de la Unidad para las Víctimas no llegan al corregimiento. “Yo perdí unas ayudas por falta de información y la respuesta que dan es que uno tiene que estar molestando”, asegura.
Una espera similar ha vivido Arturo Suárez, de El Hatico, quien asegura nunca haber recibido alguna reparación. “He acudido muchas veces, pero cuando veo la cosa que no camina desisto. Hay mucho trámite, a uno lo mandan para Riohacha, para El Molino, para donde unos funcionarios que nunca están en la oficina y uno se cansa. Yo soy una persona de la tercera edad y tengo que trabajar”, lamenta Suárez.
"Hay mucho trámite, a uno lo mandan para Riohacha, para El Molino, para donde unos funcionarios que nunca están en la oficina y uno se cansa".
Arturo Suárez, habitante de El Hatico
Mejoramiento de la infraestructura educativa
En la zona rural hay cuatro colegios: la Institución Educativa Técnica Agroambiental José Pérez de El Hatico, con sedes en Jagüey, El Chorro y Guamachal; el Centro Educativo Mayabangloma; el Centro Educativo Almapoque; la Institución Educativa Agrícola Departamental de Conejo, con sedes en Las Colonias, El Confuso, Cardonal y Sitionuevo. La mayoría de esos planteles educativos presentan daños significativos en su infraestructura: salones en mal estado, grietas en las paredes, baños deteriorados y techos agujereados.
La Institución Educativa Técnica Agroambiental José Pérez, por ejemplo, no cuenta con una cocina adecuada, ni con un comedor en ninguna de sus sedes. En El Hatico, los estudiantes deben turnarse para recibir los alimentos. “Desde el año pasado fue aprobada la jornada única, pero los estudiantes no han podido tener su almuerzo o desayuno y solo se les está suministrando alimentos procesados por falta de una cocina”, cuenta Jhon Guerra, presidente de la JAC de Jagüey. Además, señala Guerra, "la escuela necesita mejoras en el techo y mantenimiento en las aulas educativas porque se pone en peligro la seguridad de los estudiantes y de los profesores”.
"La escuela necesita mejoras en el techo y mantenimiento en las aulas educativas porque se pone en peligro la seguridad de los estudiantes y de los profesores".
Jhon Guerra, presidente de la JAC de Jagüey
Para Darwin Rodríguez, presidente de la JAC de El Hatico, “urge” que se realice una ampliación y reestructuración de la Institución Educativa Técnica Agroambiental José Pérez para subsanar todas las deficiencias que presenta y poder albergar la cantidad de estudiantes que demanda la comunidad.
Por otra parte, dice Rodríguez, el centro comunitario El Hatico “está en total abandono, en cualquier momento se puede presentar un accidente”, teniendo en cuenta que las paredes están agrietadas, el techo está en malas condiciones, no se cuenta con turbina para el abastecimiento de agua y los baños están deteriorados.
Mejoras en los puestos de salud
Los corregimientos de Fonseca han sufrido históricamente por la falta de centros de salud bien dotados, con personal médico y con servicios básicos eficientes. Por eso, dependen de brigadas y jornadas de salud para recibir visitas médicas, las cuales no son suficientes, coinciden los presidentes de las JAC rurales .
De los cuatro puestos de salud existentes, solo el ubicado en Sitio Nuevo cuenta con infraestructura digna y equipamiento, pero carece de personal para prestar atención médica. En otros corregimientos, como El Hatico, el panorama es más desolador, ya que el centro de salud se encuentra en abandono.
“El Hatico no cuenta con un puesto de salud apto para la prestación del servicio. Aquí viene un médico cada 10 o 15 días, solo abre los lunes para apartar citas y atender los martes, pero muchas veces no hay atención. El puesto de salud está en total abandono, las paredes están deterioradas, se necesitan consultorios, no hay unidad odontológica. Tampoco hay quien haga mantenimiento general”, dice Darwin Rodríguez.
"El Hatico no cuenta con un puesto de salud apto para la prestación del servicio. Aquí viene un médico cada 10 o 15 días, solo abre los lunes para apartar citas y atender los martes, pero muchas veces no hay atención".
Darwin Rodríguez, presidente de la JAC de El Hatico
El presidente de la JAC de El Hatico pide también que “se brinde un servicio integral”. “Aquí cuando hay alguna urgencia, la gente expone su vida para llegar al hospital de Fonseca porque no hay un médico permanente”. “Además, sería bueno contar con personal de enfermería permanente para brindar los primeros auxilios, suturas, toma de presión, toma de muestras de laboratorio y vacunación. Acá se presentan muchos accidentes de trabajo y sería bueno contar con este servicio”, agrega Rodríguez.
En la Serranía del Perijá, la situación es más compleja porque los habitantes deben recorrer largas distancias a lomo de animal y, en algunas ocasiones transportan en hamacas a sus enfermos hasta la cabecera municipal ante la ausencia de centros de salud y personal médico. Por eso, piden que se incluyan propuestas para mejorar el sistema de salud en la zona rural.