A inicios de febrero empleados del Hospital San Agustín de Fonseca protestaron frente a la sede del Banco de Bogotá para exigir respuestas sobre las cuentas del centro de salud. La movilización fue la respuesta de los trabajadores al retraso del pago del salario del mes de diciembre.
Este es un capítulo más de la confrontación por el liderazgo del hospital entre el asignado por la alcaldía anterior y el nombramiento del actual alcalde, Micher Pérez. La disputa ha generado preocupación entre los empleados de la entidad frente a sus salarios, contratos y la sostenibilidad financiera del hospital.
“Soy madre cabeza de hogar y no he podido matricular a mi hija en el colegio — dijo Eyelis Barrera, una de las enfermeras que protestaba frente al banco —. No es sólo la matrícula, hay que comprar listas, uniforme, zapatos. Las neveras de las casas están vacías y varios no tenemos ni para pagar la seguridad social”.
La enfermera asegura que junto con sus compañeros han exigido respuestas para saber qué pasa con el pago de sus salarios porque, hasta el momento, no entienden si las cuentas están bloqueadas o no, y quién fue el responsable de esto. “Pero todo el mundo se lava las manos”, agrega.
Al retraso de los pagos de los salarios y a la inestabilidad que genera la pelea por la gerencia se suma la renuncia de cuatro de los ocho médicos de urgencia. La noticia llevó a especulaciones sobre una posible crisis que, aunque parece cercana, aún no se materializa en falta de insumos ni en la interrupción del servicio de salud.
Consonante visitó la entidad y habló con personal asistencial y administrativo.
De puertas para dentro
La coordinadora del área de Urgencias, Arlettis Gómez, asegura que de los cuatro médicos que renunciaron lograron convencer a dos para que, en sus palabras, continúen en la batalla por unos días. “En ningún momento ha faltado la atención. Incluso, cuando el hospital sólo contaba con cuatro médicos para esta área, el servicio fue continúo”, anticipa.
Consonante visitó el área y constató que el servicio se estaba prestando con un sólo médico, cuando normalmente hay dos. Debido a esto, el tiempo de espera entre los pacientes que requieren atención ha incrementado. Para los ocho que estaban en sala, la espera fue de entre 15 y 20 minutos. Aunque funcionó con normalidad, esa es la capacidad de respuesta de la entidad ante un número moderado que solicita atención. Pero no siempre el panorama es ese.
“Nos preocupa lo que viene —dice Gómez—. En el momento sólo tenemos tres balas de oxígeno que alcanzan para una o dos semanas. Una de esas balas se usa en la ambulancia y, por el momento, de las tres ambulancias que tenemos sólo una está funcionando por el tema del combustible; las otras dos están detenidas por falta de mantenimiento”.
El oxígeno es clave, por ejemplo, al momento de atender un paciente con covid, un infarto u otra afección respiratoria que haga indispensable el suministro de este producto. También lo es al momento de trasladarlo a otra entidad, ya que las ambulancias deben contar con, mínimo, una bala de oxigeno.
Frente a los insumos médicos el hospital tiene capacidad para surtir al personal asistencial por los próximos dos meses sin necesidad de comprar a proveedores. Así lo contó un funcionario administrativo que lleva varios años trabajando en la entidad y la conoce al detalle, pero que prefiere no ser nombrado para evitar tensiones. Lo que dijo fue corroborado por Consonante que visitó las bodegas de la entidad.
El mismo funcionario declaró que los pagos de los trabajadores no están bloqueados, sólo que no ha llegado la fecha en que normalmente se cancelan. Y Arlettis Gómez, quien lleva ocho años vinculada, confirmó que los pagos del mes de diciembre se efectúan entre el 10 y el 19 de enero, por lo que hasta el momento hay un retraso real de 11 días hábiles. Aseguró, sin embargo, que es la primera vez que se presenta un evento así.
El funcionario también afirmó que el hospital está al día con los servicios públicos, desmintiendo un posible corte de la energía o del internet. Y, frente a los rumores de que la empresa Coovig —que prestaba servicios de vigilancia en el hospital— se retiró por falta de pago del último mes, dijo: “Le adeudan cinco meses de la administración anterior y con el retraso de enero son seis. Debido a esto, no renovaron el contrato”.
Consonante intentó comunicarse con Coovig para conocer su versión pero al cierre de este artículo no brindó una respuesta. También consultamos al Banco de Bogotá para entender lo que está pasando con las cuentas del hospital.
Aunque empleados aseguran que las estarían bloqueadas, la entidad financiera explicó que desde el 11 de enero el tesorero del hospital solicitó desactivar el usuario mientras se aclara el tema de la gerencia. “Esto debe ser analizado jurídicamente para establecer el paso a seguir”, dijo el banco.
Gómez, por su parte, sigue a la espera de su pago: “Sé que mi derecho es recibir un salario pero también sé que los más afectados sin el servicio son los pacientes, que muchas veces no tienen las condiciones para ir a otro hospital u otro nivel de atención”. Por eso insistió en que quienes están involucrados en la problemática que tiene en aprietos al hospital deben sentarse y buscar la mejor salida posible. “Hay que humanizar esta situación”, dice Gómez.
Lo que sigue
En esta disputa por la gerencia del hospital San Agustín de Fonseca, considerado por la gente como la “segunda alcaldía” por su presupuesto elevado y el poder político que representa, ya entró el Concejo Municipal.
En la sesión del jueves 1 de febrero, el concejal Rogelio Amaya Flores del partido En Marcha, propuso citar a la gerente encargada del hospital, Kaila Amaya, para que explique lo que está pasando y responda a las preguntas de los concejales en una declaración abierta. A la sesión asistió el alcalde Micher Pérez quien se pronunció frente al caso: “Estoy dispuesto a abrir los espacios necesarios para terminar con esta situación”, dijo.
Hasta ahora el alcalde no ha dado muchas declaraciones sobre lo que sucede en el hospital. Sin embargo, en entrevista con Consonante, dijo que lo que está ocurriendo es una completa violación a los estatutos y leyes que rigen el funcionamiento del hospital. “Ya se instauraron las denuncias ante la Fiscalía, Procuraduría, Supersalud para que intervengan y den claridad”.
Mientras el alcalde está a la espera de que los entes de control tomen las medidas correspondientes; la esperanza de los trabajadores y usuarios del hospital es que las cuentas puedan moverse antes de que una crisis, funcional y administrativa, toque las puertas y colapsen los servicios que presta.