El resguardo indígena de Mayabangloma nunca duerme. De día y de noche, medio centenar de guardianes velan por sus caminos, casas y cultivos. Entre ellos, destaca la figura de Maritza Epiayu Solano, bastón en mano, mirada firme. Hace seis años rompió una barrera histórica: se convirtió en la primera mujer en asumir la coordinación de la guardia indígena. Desde entonces, su liderazgo simboliza tanto la fuerza como las tensiones de ser mujer wayúu en un territorio marcado por el machismo.
Maritza resalta el papel que desempeñan las mujeres en la protección de su cultura y su liderazgo indígena, como símbolo de empoderamiento y resiliencia. Pero reconoce que hace falta lograr que más mujeres lleguen a cargos de poder.
Como en este resguardo, desde el 2001 en Colombia hay unos 50 mil guardianes y guardianas de diferentes pueblos indígenas que se encargan de la defensa del territorio y del medio ambiente. Se ocupan de la resistencia y la autonomía de sus comunidades.
La Comisión de la Verdad destaca el papel decisivo de estas organizaciones civiles para contener la violencia en sus territorios. “Los hechos violentos en los territorios indígenas han hecho que el papel de la guardia indígena se focalice en la atención humanitaria. Por eso son un eje fundamental de apoyo a las autoridades de gobierno indígena, en la defensa de sus derechos étnico-territoriales y en la mediación para la resolución de conflictos”.
Maritza y los demás integrantes de la guardia trabajan sin ningún salario, pero reconocen que su labor garantiza la supervivencia de su comunidad, de su cultura, de su lengua y sus saberes. “Lo hacemos por nuestra permanencia y resistencia dentro del territorio”, dice la coordinadora en entrevista.
Consonante: ¿Desde cuándo hace parte de la guardia indígena?
Maritza Epiayu Solano: Tengo 44 años y nací en el resguardo de Mayabangloma. Soy miembro de la guardia indígena hace 10 años y los últimos seis he sido coordinadora de la guardia, convirtiéndome en la primera mujer que asume este cargo.
Me siento orgullosa de ser miembro del resguardo de Mayabangloma, y donde quiera que voy, lo hago en nombre de mi resguardo. Aquí todo es concertado, todo es en asamblea. Buscamos la unidad, la autonomía y respetar las decisiones tomadas en asamblea.
C: ¿Cómo nació la guardia indígena de Mayabangloma?
M.E.S: La guardia indígena se creó a través de una minga nacional. Una de las grandes propuestas de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) era tener su propia guardia indígena y el resguardo de Mayabangloma se constituyó el 14 de octubre de 2013 con Oscar Uriana (Q.E.P.D.) como cabildo gobernador.
C: ¿Cuáles son sus tareas y responsabilidades como coordinadora de la guardia?
M.E.S: Como coordinadora me corresponde mantener el orden y la seguridad territorial dentro del resguardo con la colaboración de las autoridades tradicionales y líderes. Me encargo de las reuniones, de monitorear el territorio y permanecer en formación.
C: ¿Cuántas personas conforman la guardia?
M.E.S: En estos momentos somos 50 miembros, 25 mujeres y 25 hombres, demostrando igualdad y generando confianza entre la comunidad. El resguardo cuenta con unas 1.300 familias.

C: ¿Qué es lo más difícil de ser la coordinadora de la guardia?
M.E.S: Aún persiste mucho machismo. Hemos realizado reuniones de formación y concientización para que los hombres comprendan que tenemos los mismos derechos. Apostamos a un 50/50 que nos permita ganar espacio en lo político, en lo organizativo y en los distintos roles dentro de la comunidad.
Como mujeres Wayúu, en nuestra ley de origen y desde el principio de nuestro conocimiento ancestral, cultivamos en nuestros niños y niñas para que aprendan que todos somos parte de este proceso.
C:¿Qué iniciativas para las mujeres se han impulsado desde la guardia?
M.E.S: Acá estamos organizados por áreas de trabajo y la coordinación de Mujer Familia y Generación, que impulsa los derechos y la importancia de la familia. Se dictan charlas, se informa sobre los procesos, cómo acceder a los beneficios y mostrar que las mujeres somos capaces de desenvolvernos en cualquier campo.
C: ¿Qué hace falta por incorporar en el resguardo para que el trabajo de las mujeres sea aún más visible?
M.E.S: Invitamos a las mujeres por comunidades y en algunas ocasiones los hombres se resisten a que las mujeres participen. No les gusta que ellas vayan a las reuniones y de esta manera quieren cercenar sus derechos.Tratamos de hablar con ellos para que entiendan que hay unos derechos y estamos en esa lucha ayudándolas a sacar adelante.
C: ¿Se permite a las mujeres acceder a la planificación?
Si las mujeres tienen la oportunidad de estar en controles y asistir al puesto de salud lo pueden hacer. Se ha disminuido el número de menores embarazadas, anteriormente muchas niñas entre los 13, 14 y hasta 15 años estaban embarazadas.
C: ¿Qué papel desempeña la medicina occidental y la medicina tradicional?
M.E.S: En mi caso, practico la medicina tradicional porque tengo conocimientos, porque mi abuelo me enseñó. Pero si veo que no funciona voy a la medicina occidental para que un médico me evalúe o me dé un diagnóstico claro. Me parece que lo hacemos de una forma correcta y responsable.
C:¿Qué se necesita para pertenecer a la guardia indígena del resguardo de Mayabangloma?
M.E.S: El primer requisito es ser netamente Wayúu, pertenecer al resguardo. Si llega una persona que no conoce el territorio, ni a la comunidad, ni nuestras costumbres, se puede presentar un choque. Tenemos que conocer a las personas que pertenecen al resguardo, saber a qué clan pertenece, a qué familia, a qué autoridad, cuál es su lindero de su territorio, con qué se comunica mi territorio y a través de qué vías. Nuestro territorio es muy estratégico para comunicarse con muchas comunidades y zonas aledañas como Fonseca, Distracción, Valledupar, Barrancas, Hatonuevo, La Sierra y la Represa del Ranchería, entre otras. Por eso gana importancia el trabajo de la guardia, porque por nuestro territorio pasaba mucha gente extraña y, en algunas ocasiones, realizando actividades ilícitas, y eso había que controlarlo.
C: ¿Con qué herramientas cuentan para realizar la labor de monitoreo del territorio?
M.E.S: Gracias a la labor de gestión de nuestro cabildo Eder Man Uriana y nuestras autoridades, contamos con ocho vehículos (motocicletas) para poder desplazarnos por todo el territorio, y tenemos equipos de radio de comunicación. Trabajamos por grupos, uno opera de día y otro por la noche.
C: ¿De dónde salen los recursos para sostener la guardia?
M.E.S: Se sostiene gracias a la lucha de las autoridades, el cabildo y la asamblea. En los encuentros hemos venido tejiendo este proceso con estrategias y con apoyos de las mingas indígenas. Otros recursos son captados a través de convenios realizados por nuestro cabildo.
C: ¿Los miembros de la guardia reciben alguna remuneración económica por prestar ese servicio?
M.E.S: No, nosotros no recibimos un salario. Lo hacemos por sentido de pertenencia, porque nos gusta, porque es nuestro territorio y nos interesa. Si no cuidamos nuestro territorio vienen las explotaciones, los desplazamientos, el riesgo de que nos quiten todo lo que hemos conseguido con tanta lucha y detrás de eso el sufrimiento de nuestro pueblo. Ponemos en riesgo nuestra cultura, nuestra lengua, y nuestros saberes, por eso somos muy celosos con nuestro territorio.
No ganamos un salario, pero ganamos nuestra permanencia, nuestra resistencia dentro del territorio y la autonomía que ejercemos a diario. Esto es nuestro y tenemos que luchar para poder dejarle algo a nuestros hijos y nietos. Todo lo hacemos por ellos.

C: ¿Qué riesgos representa ser parte de la guardia?
M.E.S: Es de mucha responsabilidad, debemos buscar que la comunidad cumpla con algunas normas sin entrar en choque. Nuestros familiares, principalmente los hijos, se preocupan porque estamos expuestos a cualquier situación que se pueda presentar en las noches. Mis hijos me expresan que se sienten orgullosos, que soy una mujer luchadora y valiente que se ha venido enfrentando a todos esos riesgos. Como guardianes hay un lema: “Sabemos cuando salimos, pero no si regresamos”, por eso antes de pertenecer hay que consultarlo con la familia. Les digo que si algo me sucede deben sentirse orgullosos porque muero en esa lucha. Me da duro cuando me dicen: “Mami porque no dejas de ser coordinadora o dejas la guardia porque tememos por tu vida”. En ocasiones hay represalias, amenazas, robos y avisamos a las autoridades civiles y militares ya que nuestra actividad también está coordinada con la Policía y el Ejército.
C: ¿Cuál ha sido la situación más difícil para la comunidad?
M.E.S: La pandemia de Covid-19 fue un gran reto para nosotros como guardia, trabajamos 24/7 para evitar que la pandemia nos tocara, permanecíamos en las entradas al resguardo acatando todos los protocolos de seguridad. Fuimos quienes menos muertes tuvimos por covid-19 en toda la zona, salimos casi ilesos gracias al apoyo de nuestro cabildo en ese momento.
Los médicos tradicionales jugaron un gran papel ayudando a la comunidad con su medicina a base de plantas. Se cocinaban, se preparaban las tomas y se les daban al que quería probar.
C: ¿Hasta dónde llega la autoridad del guardia?
M.E.S: Estamos activos dentro del territorio en todo momento y cuando tenemos conocimiento de algún problema familiar, o de agresión física a una mujer, o de una madre a sus hijos, o de cualquier agresión, están las autoridades por clanes. Una vez tenemos conocimiento de la situación se la comunicamos a la autoridad del clan para determinar cuál será el procedimiento. Se realizan las autoridades, se toman las decisiones y si no hay un acuerdo, el caso pasa a la justicia ordinaria. El cacique gobernador no interviene porque su rol como cabildo es gestionar proyectos para traer progreso y soluciones de infraestructura al territorio, esta es una tarea de las autoridades tradicionales.
C: ¿Cómo se vivió el conflicto armado en la comunidad?
M.E.S: Han sido muchas las luchas, pero también hay avances en derechos humanos. Como víctimas del conflicto armado hemos librado una lucha para lograr una reparación individual y colectiva.
Como resguardo vivimos una época difícil en donde hubo presencia de grupos armados, de paramilitares, la guerrilla y delincuencia común. En 1995 llegó el EPL, empezaron a reclutar jóvenes, se llevaron a muchos jóvenes del territorio, entre esos un primo del que no sabemos si está vivo o está muerto. Luego llegaron las Auc o los llamados “paracos” y todo cambio, ya no podíamos andar libremente, teníamos horarios para encerrarnos, para salir a hacer compras al pueblo, era prohibido hablar con alguien, nos mandaban a acostar a la hora que les daba la gana, no podíamos ir a lavar al río con tranquilidad, el agua acá siempre ha sido un problema y daba temor ir al río. Todo tenía horarios estipulados por ellos, ellos mandaban, yo no podía ir donde mi tía, ni donde mi abuela, no nos reuníamos con los mayores que era el espacio para escucharlos y recibir consejos.

C:¿Cómo afectaron a las mujeres?
M.E.S: Aun hay mujeres bajo tratamiento psicológico por las secuelas que esos abusos dejaron en ellas, los grupos delincuenciales de manera violenta obligaban a las mujeres y les decían que, si no se dejaban, se las llevaban y las mataban, y si eran comprometidas las amenazaban con matar a sus parejas. Fue algo muy horrible, sobre todo por la impotencia. Incluso nacieron niños y niñas producto de esos abusos. Es un tema del que no nos gusta hablar porque duele mucho. Por todo esto estamos en proceso de reparación, pero eso no cura el alma.
C: ¿Cómo va el proceso de reparación a víctimas en el resguardo?
M.E.S: Estamos en proceso de reparación, llevamos muchos años esperando, pero ya casi es un hecho. Dentro de ese proceso hay reparaciones individuales y colectivas. Algunas familias ya han recibido reparación individual, familias que perdieron miembros de su familia de forma violenta. Una cosa es estar de acuerdo y otra es decir yo estoy contento o feliz con la reparación. El daño que nos causaron no se paga con nada.