Marcela Sánchez nació en El Carmen de Atrato, en la vereda Guaduas, hace 44 años y se reconoce como campesina desde la cuna pues al nacer, en su familia sembraron su ombligo. “Mi ombligo lo sembraron en el lugar donde yo nací, en una finca que se llama El Instituto. Para mí, eso es vital”, dice.
Sánchez se desplazó del municipio por el conflicto armado en el 2000, y se graduó como politóloga en la sede de Medellín de la Universidad Nacional en 2007. Trabajó con la Diócesis de Quibdó, la Alcaldía de Medellín, la Alcaldía de El Carmen de Atrato y la Unidad para las Víctimas y desde el 2018 trabaja con la organización Agroecotour Guaduas.
Pero a pesar de que Marcela Sánchez lleva años ejerciendo el liderazgo en El Carmen de Atrato, todavía le preguntan por qué no puede dedicarse exclusivamente a tareas de cuidado en su hogar. “A veces me cuestionan porque como mamá me mantengo ocupada en reuniones”, dice. Sin embargo, afirma que desde las organizaciones sociales se puede educar a la ciudadanía. Por ejemplo, desde la Plataforma Campesina han creado espacios para que haya mayor comprensión del rol que desempeñamos las mujeres lideresas en sus familias.
A propósito del encuentro organizado por la Plataforma Campesina el pasado fin de semana, Consonante habló con Sánchez sobre el movimiento campesino en El Carmen y los retos que persisten para las mujeres de la zona rural.
C: ¿Cómo ha sido la participación de las mujeres en el movimiento campesino de El Carmen de Atrato?
MS: Desde mi punto de vista, el liderazgo de las mujeres ha ido de la mano de la reivindicación de los derechos de las víctimas. Surgió por la necesidad de la defensa del territorio ante unas amenazas a la continuidad de las comunidades en algunos lugares. Este es el caso de la llegada de la minería a Guaduas.
C: ¿La participación de las mujeres ha aumentado en los últimos años?
MS: He conocido a muchas mujeres lideresas desde que soy líder, pero me parece que el liderazgo solo llega hasta ciertos espacios. En lo social hay mucha participación de las mujeres, pero no se destaca. Todavía nos falta participar en la política, por ejemplo. Creo que ni siquiera hemos tenido candidaturas serias a la Alcaldía o al Concejo. Además, en El Carmen, las organizaciones están supremamente fragmentadas, y esto afecta la participación de las mujeres.
C: ¿Cuáles son las barreras que tienen que enfrentar las mujeres para participar en reuniones, manifestaciones y espacios de decisión?
MS: Yo me reconozco como campesina, pero he tenido acceso a otros espacios a los que muchas mujeres no han podido llegar como la educación superior. No tener acceso a educación superior lleva a que muchas no puedan ejercer liderazgos y tener herramientas que son claves. Por eso, en la Plataforma queremos brindar posibilidades para que las mujeres puedan trascender porque el trabajo que hacen es mucho.
C: ¿Qué están haciendo?
MS: La plataforma es la posibilidad de trabajar unidos. La Plataforma nos está brindando la oportunidad de tener en un solo espacio colectivo, por un lado, mucha pluralidad y, por otro, horizontalidad. Por ejemplo, yo puedo llevar las experiencias de mi vereda, que es Guaduas. También se puedan llevar y compartir otras experiencias de la Mansa, del 18, o de la Argelia. Es una red municipal y precisamente por ser redentores, tener conexiones sentirnos acompañados y acompañadas tener visión cada vez más colectiva desde el lugar de donde estamos, pero tener esa visión hacia los otros y a los otros territorios y que nos unifica qué nos diferencia.
C: ¿Qué le pides a las autoridades en temas de género?
MS: Que lleguen programas continuos, más posibilidades de desarrollo económico, y se incentive la formación en derechos y en equidad. También, crear espacios en los que se le dé reconocimiento a la mujer rural, porque si la vida en el campo es difícil, para las mujeres rurales es aún más dura. Es necesario que haya programas y proyectos directos para las mujeres rurales para compensar su trabajo como cuidadoras. Son ellas quienes llevan la economía y saben todo lo que significan las dificultades.
En el campo el patriarcado y el machismo es muy fuerte. Especialmente en El Carmen porque los colectivos de mujeres se han centrado en impulsar lo productivo y lo económico pero también hay que apuntarle a la equidad en otros términos. Por eso es importante construir redes que sean fuertes.
C:¿Crees que la gente no tiene en cuenta el balance que tienen que hacer las mujeres entre su liderazgo y las labores de cuidado?
MS: Evidentemente, la participación de las mujeres en escenarios locales, municipales, regionales o nacionales genera conflictos familiares, porque esto implica dejar la casa, a los hijos, al esposo y no cumplir con unos roles que se espera que las mujeres cumplan.
Por eso es importante que, por un lado, se trabaje el empoderamiento de las mujeres, pero también se genere conciencia que el núcleo familiar debe apoyar a las mujeres para formarse, capacitarse y gestionar.
C: ¿Qué pasa en el caso de las mujeres que son madres de bebés o niños pequeños? ¿Es más difícil para ellas participar en el movimiento campesino carmeleño?
MS: Sí, por eso les ha gustado mucho que en la plataforma campesina ofrezcamos la posibilidad de que estén los niños y niñas. Así saben que sus hijos están en un lugar también aprendiendo y compartiendo. Cuando nos reunimos, ellos están cerca, en sitios cercanos o contiguos y a veces participan familias completa. Los niños y niñas pueden llevarlos a estos lugares y así comparten experiencias y hacen amistades.
C: Es decir, ¿ los niños y niñas participan activamente en las reuniones del movimiento campesino?
MS: Sí. Es necesario tener espacios para los niños, porque por un lado permite que los padres puedan compartir los espacios con sus hijos, pero también para que los niños puedan comprender lo que hacen sus papás.
Por ejemplo, los temas de biodiversidad o de defensa del territorio de agua les encantan a los niños. Entonces, se trata de fortalecer esto, valiéndonos de la creatividad. Esperamos que los niños y niñas sean los promotores de este movimiento campesino que venimos liderando desde la Plataforma.
C: ¿Cómo incentivar en ellos y ellas el amor por el campo?
MS: Primero, tenemos como objetivo tejer redes para que cualquiera que esté en una vereda sienta que hay otras veredas y otras comunidades donde hay campesinos y campesinas que ejercemos liderazgo y que estemos ahí por el amor a la tierra. Que sintamos que no somos pocos y que somos importantes. Somos resistentes.
También queremos poder transmitir la importancia de lo que hacemos a nivel local, y a la vez conseguir los apoyos para visibilizarnos como campesinos porque en un departamento como el Chocó esto no es fácil. No es fácil hablar de unos campesinos que no son negros ni indígenas. Esto es absolutamente exótico para algunas personas y a veces se les hace totalmente increíble. Pero esa es una de las luchas que también hemos venido dando: decir que somos los chocoanos de la montaña, y que aquí existimos a pesar de nuestro tono de voz, de nuestro color de piel, y de nuestras costumbres. Necesitamos y exigimos tener visibilidad, reconocimiento y participación.
C: ¿Y qué esperan las mujeres de todo este proceso?
MS: La primera lucha que hemos dado es por tener reconocimiento y participación real que va más allá de estar en unos espacios. Se trata de que se cumpla lo que se acuerde y que nuestras opiniones, solicitudes y propuestas sean vistas como importantes.