Desalojo y promesas incumplidas
El sol comenzaba a caer sobre San Juan del Cesar cuando los vendedores informales recogían sus carritos. Con un gesto de resignación, miraban la carrera sexta, donde por años vendieron sin problemas. “Aquí me conocían todos”, dice uno de ellos, con nostalgia en la voz. Ahora deben buscar un nuevo espacio cada día, esquivando las miradas de los inspectores de la alcaldía.
En su primer año de mandato, el alcalde Cubita Urbina logró desocupar gran parte del espacio público en San Juan del Cesar. Sin embargo, algunos vendedores informales aseguran haber sido desalojados con la promesa de ser reubicados, promesa que hasta el momento la administración municipal no ha cumplido.
Una historia que se repite
El desalojo de los vendedores informales en la zona céntrica del municipio, especialmente en la carrera sexta, ha sido una estrategia recurrente de varias administraciones, sin embargo ninguna pudo brindar soluciones definitivas. Durante la gestión del exalcalde Álvaro Díaz, se intentó reubicarlos en el terminal de transportes, pero las condiciones del lugar eran precarias: sin servicios sanitarios, agua ni luz. “Fuimos y limpiamos los locales, pero nunca se adecuaron, no arreglaron nada”, recuerda Misael Pérez, vendedor de comida rápida.
En esa administración también se remodeló la Plaza Santander, que era ocupada por vendedores de comida, zapateros y verduleros. Durante la obra, los comerciantes fueron desalojados y se les permitió vender en la calle temporalmente. Sin embargo, una vez finalizada la remodelación, no pudieron regresar. “Nos ubicaron en la calle en diciembre, cuando más vendemos, pero luego nos dijeron que no podíamos volver al parque”, agrega Pérez.
Cuando Enrique “Cubita” Urbina asumió la alcaldía, garantizó que recuperaría el espacio público sin afectar a los vendedores. Sin embargo, estos aseguran que nuevamente fueron desalojados sin soluciones reales.
Pérez cuenta que la administración los sacó con la promesa de reubicarlos en el antiguo colegio José Eduardo Guerra, pero esto nunca se concretó. “Nos dijeron que lo iban a adecuar, pero eso nunca se dio y terminamos en la calle otra vez”, lamenta.
Yeiner Araújo, vendedor de accesorios para teléfonos, asegura que el traslado ha sido forzado. “El tiempo que estuvimos a merced del mal clima y las malas condiciones en las que estuvimos trabajando, todo eso fue lo que nos obligó a movernos. Y también nos prometieron que iban a terminar el parque, con esa excusa nos pidieron que cediéramos el espacio y nos darían otro sitio y pues eso terminó desplazándonos del lugar”.
Para Ana Lucía Gómez, quien lleva más de 20 años vendiendo frutas en el centro del municipio, este tipo de medidas afectan principalmente a mujeres cabeza de hogar. “Aquí trabajamos muchas madres que no tienen otra forma de sostener a sus hijos. Nos dicen que busquemos otro sitio, pero sin apoyo es imposible”, explica.
Otros, como Misael Pérez, optaron por alquilar locales para evitar la incertidumbre. “Las ventas bajaron, pero al menos ya no tengo la zozobra de ser desalojado”, afirma. Sin embargo, considera que la solución no era sacarlos sino ofrecerles un sitio adecuado: “Como no hay empleo, la gente sobrevive del rebusque. En otras ciudades permiten las ventas ambulantes con organización”.

Una estrategia de la administración
Según la secretaria de Gobierno, Elizabeth Mendoza, la recuperación del espacio público en el centro se inició con visitas y diálogo con los vendedores. “Es difícil porque hay muchas personas que dependen de esto para su sustento diario”, reconoce. Para facilitar la salida de los vendedores de la Plaza Santander, la administración colocó vallas alrededor del parque en remodelación. Con el tiempo, los comerciantes buscaron otros lugares por cuenta propia.
Mendoza también mencionó que San Juan del Cesar fue seleccionado en un proyecto nacional para un puesto de abastecimiento campesino en el antiguo colegio José Eduardo Guerra, aunque su ejecución está en trámites. Además, la Gobernación se ha comprometido con la construcción de una terminal de transportes que funcionaría también como centro de comercio.
Sin embargo, algunos comerciantes desconfían de estas promesas. “Nos han prometido muchas cosas en diferentes administraciones y ninguna se ha cumplido. ¿Cómo vamos a confiar en que esta vez sí lo harán?”, cuestiona Armando Flórez, vendedor de calzado.
Mientras tanto, algunos vendedores, como los zapateros, han logrado un acuerdo con la administración y la empresa Best Coal Company (BCC), recibiendo uniformes y utensilios de trabajo. Roberto Cujía, conocido como “Pichi”, afirma que esta administración ha sido más organizada: “Nos dieron un espacio, uniformes y herramientas. Nosotros también hemos cumplido manteniendo limpio el lugar”.

Impacto en la economía local
La recuperación del espacio público ha generado un impacto en la economía informal del municipio. Según un estudio realizado por la Cámara de Comercio de La Guajira, aproximadamente el 60% de la población económicamente activa en San Juan del Cesar se dedica al comercio informal.
“El comercio informal es el sustento de muchas familias y su desplazamiento afecta la dinámica económica de la zona”, explica Diana Mendoza, economista y analista del impacto comercial en la región.
Los comerciantes también han notado una disminución en sus ingresos. “Antes podía vender hasta 200 mil pesos diarios, ahora con suerte llego a la mitad”, comenta Adriana López, quien vende empanadas en el centro. La baja en las ventas también ha afectado a otros sectores. “El comercio formal también ha sentido el impacto, porque hay menos flujo de personas en el centro”, señala Ricardo Fernández, dueño de una tienda de ropa.
¿Solución o problema aplazado?
El dilema del espacio público en San Juan del Cesar no es nuevo, y la gestión de Cubita Urbina, aunque logró desocupar algunas zonas, ha dejado a muchos vendedores sin alternativas claras. Mientras la administración promete nuevos espacios de comercio, los vendedores siguen buscando formas de adaptarse a una realidad donde su sustento está en riesgo. ¿Se cumplirán finalmente las promesas o esta será otra historia de desalojos sin soluciones definitivas?
Por ahora, los comerciantes continúan en una lucha constante por mantener sus ventas y encontrar una estabilidad que les permita seguir trabajando sin la incertidumbre de ser desplazados nuevamente. Para muchos, la verdadera solución no está en sacarlos de las calles, sino en integrarlos de manera ordenada dentro del desarrollo del municipio. Como dice Ana Lucía Gómez: “Nosotros no queremos invadir, queremos trabajar. Pero si no nos dejan, ¿qué hacemos?”.