Ayer terminó la COP16, el evento de biodiversidad más importante del mundo que se llevó a cabo en Cali. Durante los 11 días en los que casi 200 países discutieron cómo cuidar la biodiversidad de aquí a 2030, las mujeres y los pueblos afrodescendientes también reclamaron su espacio y reconocimiento en el cuidado y la conservación ambiental.
Las mujeres tomaron la palabra el pasado 23 de octubre cuando, durante el Foro Internacional de Mujeres y Biodiversidad, entregaron a la ministra de Ambiente, Susana Muhammad, y a la vicepresidenta, Francia Márquez, la Declaración de Inírida. El documento fue construido en mesas de trabajo compuestas por mujeres de diferentes regiones, comunidades y edades, y busca que los tomadores de decisiones reconozcan, escuchen y valoren el papel de las mujeres en el cuidado del medio ambiente.
Además, la Declaración de Inírida recoge el compromiso de las mujeres para liderar soluciones a los desafíos y retos ambientales que afronta cada región. A la par la vicepresidenta Francia Márquez lideró en la COP16 una iniciativa para reconocer a los pueblos afrodescendientes como actores clave en la protección de la biodiversidad.
Las discusiones y compromisos coincidieron con la publicación de un informe de la Iniciativa para lo Derechos y Recursos (RI) y la Alianza de Mujeres del Sur Global (WiGSA) que resalta, entre otros temas, que entre 2018 y 2019, las niñas, mujeres y personas trans negras recibieron menos del 0,5 por ciento del financiamiento de fundaciones globales.
En ese contexto, Consonante habló con Francis Blandón, una lideresa ambiental afro del municipio de Unguía, en Chocó, sobre el papel de las comunidades y las mujeres afro en la conservación del territorio, la relación con sus saberes ancestrales y la pelea que dio la vicepresidenta Marquez por el reconocimiento de los pueblos afrodescendientes como protectores de la biodiversidad.
Blandón es presidenta del Consejo Mayor del Bajo Atrato Cocomaunguia e impulsora del grupo Guardianes del Planeta (para la recolección de residuos sólidos). La semana pasada fue reconocida por el Observatorio para la Equidad de las Mujeres (OEM) de la Universidad Icesi, la compañía Unilever y la Fundación WWB Colombia como una de las 16 colombianas influyentes en la COP.
Consonante: Cuéntenos un poco sobre su papel de liderazgo ambiental en el Chocó como mujer afrodescendiente
Francis Blandón: El liderazgo no es fácil cuando se es mujer. Creo que el amor hacia las comunidades y el trabajo que siempre he hecho es el que me da fuerzas para salir adelante. Pero es difícil, te doy un ejemplo del contexto en el que yo vivo: cuando una mujer de acá sale del territorio a hacer su ejercicio de liderazgo (cuando va a charlas o eventos), siempre hay desconfianza, la comunidad empieza a decir que vamos a hacer algo diferente a nuestro liderazgo. Pero cuando un hombre sale, la gente sí cree que va a trabajar.
Yo por fortuna soy madre soltera y no tengo ningún compromiso, así que sigo adelante y que digan lo que quieran decir, pero otras compañeras no pueden hacerlo por miedo a lo que dice su pareja o la sociedad.
C: ¿Cuál es el papel de los pueblos afrodescendientes en el cuidado y la conservación ambiental?
F. B.: Creo que no hay un consejo comunitario que no se haya puesto la camiseta para el cuidado ambiental del territorio. Para nosotros conservar nuestros territorios es fundamental, siempre lo hemos hecho porque nos nace, porque es nuestra vida. Los consejos comunitarios nos hemos dado la pela para conservar. En nuestro caso, en el municipio de Unguía (Chocó), cada verano tenemos muchos incendios forestales y lo que hacemos es que, después de estos, tratamos de restaurar el territorio. Pero nadie manda un mercado para que comamos mientras cuidamos y tratamos de mitigar los daños ambientales.
A nosotros nos toca unirnos a un proyecto para buscar beneficios para el territorio. Una vez en una reunión en Bogotá con la autoridad ambiental del Chocó, Codechocó, me tocó pararme y decirles: “necesito que vayan a nuestra ciénaga para que vean cómo está de sedimentada y contaminada. Nosotros queremos dejar de pescar, pero que nos garanticen un tema de conservación 100 por ciento”. A los días llegaron con una visita al territorio y de ahí empezamos a trabajar de forma integradora en lo que hoy se conoce como el Distrito Regional del Manejo Integrado (DRMI, una categoría para proteger ecosistemas) Lago Azul - Los Manatíes.
C: ¿Cuál es el peso que tienen sus saberes y tradiciones en ese cuidado?
F.B.: El tema ancestral es muy importante para nosotros y se combina con la conservación de especies y el uso de estas para temas medicinales. Por ejemplo, no permitimos la cacería indiscriminada, ahora ni siquiera la estamos permitiendo para el consumo de las comunidades.
También hay árboles que no permitimos que se tumben y los preservamos porque están escasos. En nuestro territorio tenemos árboles de Tometo y Kativo, plantas que la gente ha reconocido como maderables y medicinales. Nosotros los conservamos y los cuidamos para usarlos como plantas medicinales a través del conocimiento que hemos heredado de nuestros ancestros. También hemos modificado prácticas, antes la comunidad se comía los manatíes de la zona, ahora eso no se hace.
Todo eso que hacemos en el territorio es lo que lleva a la conservación del territorio. Esa es la importancia de que la gente y la juventud conozca nuestro contexto y lo que estamos haciendo. No se trata de decir “después vemos qué hacemos porque hoy hay mucho de esto o de aquello”. No, siempre ha habido bastante, pero cuando no cuidamos las cosas, se acaban.
C: ¿Cuál es el aporte de la mujer afro en el cuidado de la biodiversidad?
F.B.: Somos muy pocas las mujeres afro que estamos en temas de conservación del territorio. En mi caso, yo estudié y me interesé por estos temas, por eso tenemos un DRMI (Distrito Regional del Manejo Integrado), por eso en la comunidad hemos dicho: ‘no más basura’, ‘vamos a recoger los residuos sólidos’, ‘no vamos a permitir que caiga más basura al río’.
Eso, por ejemplo, lo está haciendo un grupo de 22 mujeres, con unos cinco o seis hombres que además de recoger los desechos también conservan plantas para la parte medicinal tradicional. Yo no hago parte de ese grupo, pero sé que son las que han realizado ese trabajo duro. Ellas a veces se quejan porque no tienen ayuda ni un aporte económico, todo lo hacen por amor. A veces no tienen ni para comprar unos guantes, pero siguen trabajando.
Ese es el aporte de las mujeres afro en los territorios y por eso es importante resaltar la labor de conservación que se está haciendo. En este tema las mujeres somos importantes, aunque somos pocas hacemos un trabajo sustancioso, no como en otros espacios que son bastantes personas y no hacen nada.
C: ¿A qué tipo de violencias se ve expuesta como mujer afro dedicada al cuidado de la biodiversidad?
F.B.: Hemos tenido choques y tensiones porque hay personas con intereses en el territorio y en el comercio que creen que la tierra es de ellos y me lo han dicho. Yo les digo que no, que este es un territorio colectivo, de las comunidades. Cuando hemos tenido incendios forestales, me he montado en helicópteros para llegar a sitios que han quedado destrozados, y siempre hay alguien a quien le molesta y que cuando me ve dice: “Ah, esta mujer está en todo”.
No he tenido amenazas de muerte, pero sí verbales. Cuando a uno le dicen “usted no puede andar por aquí”, se altera la paz porque hay gente tratando de limitar nuestro trabajo. A esas personas les molesta nuestra autonomía. También está el tema de género. Hay hombres y mujeres muy machistas. Ese machismo es lo que hace que sea tan fácil oponerse a lo que uno como mujer logra hacer.
C: ¿En qué condiciones deberían las mujeres poder ejercer el trabajo de cuidado de la tierra y el medio ambiente? ¿Qué garantías deberían tener?
F.B.: Acá, la garantía que necesitamos es poder tener un apoyo, un proyecto donde uno pueda trabajar y tratar de vincular a otras personas porque no todos conservan por amor, como lo hacemos nosotras, sin ganarnos un peso. Por eso queremos proyectos de restauración que nos den trabajo, así uno puede decirle a la gente “nos salió un proyecto, vamos a trabajar”. Esas son las garantías, el empleo y la sostenibilidad.
Nosotros queremos cultivar los territorios que son muy fértiles, podemos hacerlo con un buen apoyo gubernamental, pero no tenemos apoyo de nada. Creo que las garantías para nosotras (las lideresas ambientales) no son sólo tener un polícia encima en el campo, eso nos pone en más peligro. Siempre hemos dicho que una de las garantías es poder trabajar, que la gente diga: “Están luchando por el territorio, trabajando en el territorio y con la gente del territorio”. No hay más garantías que esa para las comunidades que estamos en resistencia.
C: En el marco de la COP16, la vicepresidenta Francia Márquez lideró una iniciativa para que los pueblos afrodescendientes fueran reconocidos como actores claves en la protección de la biodiversidad, ¿qué cree que hubiera significado ese reconocimiento para los territorios?
F.B.: Ojalá hubiera sido un reconocimiento con aportes significativos, que hubiéramos podido decir: “esto se dio y a través de este reconocimiento nuestros territorios van a mejorar, vamos a tener cómo conservarlos, cómo restaurar, cómo sembrar más árboles de los que han cortado”. Pero si fue un reconocimiento como el de la sentencia T - 622 (que declaró el río Atrato como sujeto de derechos) que después de cinco años no ha pasado nada, no creo que nos sirviera. Queremos acciones claras, acciones conjuntas, acciones en las que se vea el resultado. ¿Para qué más reconocimientos?, ¿para tenerlos en un papel?
Si esto se va a dar en algún momento es porque hay garantías a través de ese reconocimiento. No para que mundialmente digan que a los pueblos afro o a los territorios del Chocó se les dio un reconocimiento especial, mientras acá seguimos en las mismas. Me parece que hay que trabajar en un reconocimiento que realmente le llegue a la comunidad, que va a ser escuchado y que no va a quedarse en el papel.