Antes del conflicto, El Carmen de Atrato era una población campesina muy productiva. La guerra casi acabó con eso. / Foto: Gabriel Linares.
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Las víctimas de El Carmen de Atrato siguen esperando respuestas

El acto de reconocimiento que ocurrió el 10 de noviembre no fue lo que muchas personas esperaban. A pesar de que varias víctimas reconocieron el valor de compartir sus testimonios públicamente, afirmaron que les hizo falta contar, al menos, con la presencia de las Farc para empezar a restaurar su dignidad.

Por qué es importante

Desde la firma del Acuerdo de Paz entre el gobierno y las Farc hace cinco años, la población de El Carmen de Atrato está a la espera de obtener justicia y reparación. La mayoría de habitantes del municipio resultó afectada directamente por la violencia que sembraron en el territorio varios actores armados como la guerrilla de las Farc, del Eln y del ERG, el Bloque Elmer Cárdenas de las AUC y la Fuerza Pública, y por este motivo, había mucha expectativa en torno al evento organizado por la Comisión de la Verdad. El acto institucional, llamado formalmente “Reconocimiento de la dignidad de la población triétnica de El Carmen de Atrato por las afectaciones sufridas en el conflicto armado”, tardó poco más de un año en ser organizado y buscaba que se reconociera la dimensión de las afectaciones del conflicto en el territorio. 

En El Carmen de Atrato 10.224 personas fueron afectadas por el conflicto, según la Unidad para las Víctimas. Es decir, aproximadamente siete de cada diez habitantes del municipio sufrieron algún tipo de hecho victimizante. 

¿Qué pasó?

El 10 de noviembre la Comisión de la Verdad realizó el primer encuentro de Reconocimiento a la dignidad de la población Triétnica de El Carmen de Atrato. En este participaron víctimas mestizas, indígenas y afro, quienes dieron sus testimonios en el parque principal del pueblo sobre lo sufrido en el conflicto armado. El acto, que duró poco más de tres horas y al que asistieron alrededor de 70 personas, estuvo centrado en narrar varios puntos de la guerra: el actuar de los actores armados, la toma guerrillera del 2000, el impacto del conflicto en los jóvenes y sus apuestas de paz. 

“Sufrimos el conflicto de todas las formas. Hace 20 años portar la cédula de El Carmen era sinónimo de insurgente. Fue un tiempo muy difícil”, dijo el alcalde Jaiberth Ríos Oquendo, quien además contó que siendo un joven estudiante y personero de su colegio, la I.E. Marco Fidel Suárez, vio la muerte. “Siendo ayudante del bus, me dirigía a la vereda El Siete. Como estudiante de botas y mochila, me vieron los grupos armados y pensaron que era policía o militar. Y dijeron: ‘de hoy no pasa’”, pero pudo aclarar la situación.

También dieron testimonio representantes de varias comunidades indígenas. Hablaron sobre la pérdida de los cultivos, las viviendas, los animales y el territorio en general, así como de los impactos de los confinamientos, como la muerte de niños enfermos por no poder sacarlos a buscar atención médica.

Jaime Estévez, del resguardo Río Playa, narró las amenazas y la estigmatización constante de la Fuerza Pública. “No teníamos libertad ni para la salida de El Carmen de Atrato. Si veníamos a mercar, decían que teníamos un límite porque era para alimentar la guerrilla”. Jaime, además, contó que el Ejército le exigió dinero para dejarlo pasar, que le dispararon y que el Ejército Revolucionario Guevarista (ERG) lo secuestró durante 15 días.

Alba Rocío Guarare, también indígena, contó cómo fue reclutada forzadamente a los 13 años por el ERG. “Me llevaron amenazada, que si no iba me mataban a mi familia. Y que ellos me ayudarían en lo que más podían. Y todo era mentira”, narró. Además, Alba dijo frente al público que fue violada, que se voló del ERG y la reclutaron las Farc. Además, cuando logró salir fue capturada por el Ejército y condenada a 60 meses de cárcel por rebelión. “Nunca me reconocieron que fui una niña reclutada y violada”.

“No queremos más guerra en El Carmen de Atrato. No más bombardeos al territorio indígena que daña la naturaleza. Nosotros sabemos dónde nacemos, dónde sembramos y dónde queremos morirnos”, dijo Libardo Arce, cabildo mayor. 

La comunidad afrocolombiana de El Dieciocho también narró el desplazamiento forzado que sufrieron 52 familias a comienzos de 1996 por las Auc, y la estigmatización que llevó a que si decían de dónde eran, inmediatamente los requisaran, o señalaran a las mujeres de prostitutas. “Teníamos un proyecto de vida que con el desplazamiento se truncó”, dijo Luz Amparo Perea.

Leyner Palacios, comisionado de la Verdad, reconoció la dignidad de las víctimas y su buen nombre, pues fueron estigmatizadas y tildadas de guerrilleras. A su vez, junto a la coordinadora de la territorial Chocó de la Comisión, Adith Bonilla, reconoció que el Estado había permitido que esto sucediera, y que era claro que integrantes la Fuerza Pública también los habían victimizado. 

Al evento no asistió ningún representante de las Farc. Bonilla dice que inicialmente el encuentro estaba enfocado en lograr que las Farc reconocieran su responsabilidad. Sin embargo, “hubo varios problemas que imposibilitaron que, para esta fecha, se lograra”. Y, aunque dice que se le dijo a las víctimas que participaron de la preparación del encuentro, la gente los estaba esperando. 

¿Qué dice la gente? Al finalizar el evento, varios asistentes destacaron la importancia de dar a conocer sus testimonios, pero insistieron en que hizo falta la presencia de los excomandantes de las Farc pues aún tienen muchas preguntas sin respuestas. 

  • Alba Luz Ceballos, quien perdió a su esposo en la toma guerrillera y dio su testimonio en el encuentro, destacó la posibilidad de hacer memoria. “En algún momento se tenía que contar la historia. Es muy difícil, 21 años después, volver a recordar esta fecha tan horrible para mí, pero algún día la teníamos que contar”. Sin embargo, espera que “algún día tengamos la oportunidad de sentarnos con estos autores de esta toma guerrillera y nos digan: nos metimos acá por eso, buscando esto, por orden de este. Que nos digan la verdad. En el caso mío, yo digo que fue el Frente 34 de las Farc, pero ese frente tenía un comandante. Que cuando a ellos les toque contarles la verdad a las víctimas se pongan la mano en el corazón y se comprometan a no repetir todo esto”. 
  • “Yo quería saber por qué siendo este municipio tan tranquilo, por qué se dio la toma guerrillera acá, por qué se ensañaron con este pueblo. Conocer muy bien por parte de los victimarios por qué escogieron este sitio y por qué las masacres. De qué se iban a lucrar ellos, cuál era su finalidad. No me respondieron esas preguntas. Para mí fue un acto donde se recordó lo que vivió en el territorio, pero quedó faltando”, dice Alicia Villegas, lideresa y periodista del programa Despertar conciencia de la emisora comunitaria.
  • Antonio María Castro, coordinador de la Mesa municipal de víctimas, dice que “el evento quedó cojo, no era lo que nosotros estábamos esperando”. Sin embargo, espera que continúe el proceso para un segundo encuentro en el que participen los responsables. “Esta dignificación es como un abrebocas para que la gente se diera cuenta de lo que iba a suceder y de lo que espera el pueblo carmeleño, que es el perdón de las Farc, que lo pidan”, agrega.
  • Luz Amparo Perea, lideresa afrodescendiente que en ese entonces presidía la JAC de la comunidad de El Dieciocho, dice que después del evento sintió tranquilidad. "Yo ahorita siento mucha tranquilidad porqué sí sé que es verdad y se va a saber en muchas partes. Que ya no va a quedar escondido y va a estar tal como yo lo dije, no me lo van a disfrazar ni a maquillar".

    Sin embargo, insiste en que necesita escuchar a sus victimarios. "No solamente tiene qué ver con las Farc. Estuvieron muchos grupos y desde el mismo Estado. Yo sí quisiera saber antes de morirme al menos el por qué nos escogieron a nosotros, una guerra que nosotros no pedimos. El porqué, el para qué… porque yo no creo que eso sea únicamente porque querían, cheveridad. Algo, algún interés tiene que haber detrás de eso, eso no puede ser gratis, eso hay que declararlo".
  • William Serna de la comunidad de El Dieciocho dice "yo quiero preguntarle al Estado colombiano por qué protege a los victimarios  y desprotege a las víctimas, quiero saber esa pregunta".

¿Qué responde la Comisión?

Ante estas preguntas y expectativas, Bonilla dice que hubo tres razones que impidieron que el acto de reconocimiento de responsabilidades por parte de las Farc ocurriera:

  • No tenían claro si se extendería el mandato de la Comisión de la Verdad. Inicialmente esta entidad tenía vida hasta el 28 de noviembre de 2021, fecha en la que debían entregar el informe final sobre lo sucedido en el conflicto. “Hasta el 1 de octubre, fecha en la visitamos el territorio (El Carmen de Atrato) todavía no teníamos claridad de que pudiéramos tener una extensión del mandato. Les explicamos a las organizaciones mestizas, indígenas y afro que teníamos que tomar una decisión. Le preguntamos si les parecía a bien que giráramos el proceso a un reconocimiento de dignidades. Esto con la claridad de que teníamos la extensión de mandato, retomaríamos el tema porque no alcanzaríamos a concertar con Farc y no había Comisión de la Verdad cuando se fuera a hacer. Ellos dijeron: sí, no vemos malo y continuamos”, explica Bonilla. Finalmente, el mandato se extendió por nueve meses más
  • No pudieron concertar la agenda con los exguerrilleros. Adith explica que debían hacer una concertación de fechas tripartita: Farc, Comisión y víctimas. Y a pesar de que empezaron el proceso con la exguerrilla y les notificaron sobre este proceso en El Carmen de Atrato, “el proceso no avanzó lo suficientemente rápido para que se lograra el encuentro en noviembre”, antes de que terminara la Comisión.
  • No tuvieron tiempo para preparar los encuentros previos. Para un reconocimiento de responsabilidades, de acuerdo con la metodología de la Comisión, “requerimos un alistamiento de las necesidades de verdad que se tienen que construir con las víctimas, llevársela a los responsables y ellos aclarar y contarnos qué pueden dar de respuestas que lleven al esclarecimiento. Y para eso ellos tienen que hacer una contrastación y recordación de los hechos con los determinadores y los ejecutores de la acción. Es decir, entre el máximo comandante y el que estuvo allá. Eso es lo que va a desentrañar el origen de la orden y que querían alcanzar con esa orden”, dice Bonilla.

Bonilla insiste en que este acto “no se hizo bajo engaños”. Por eso, dice que ”se les explicó (a las víctimas) y lo único que podíamos hacer si no aceptaban era que, por temas de mandato, llegábamos hasta ahí”. Y agrega que “algunas personas quizás no lograron digerir el cambio. De pronto el voz a voz pudo haber tergiversado lo del acto”. 

Lo que sigue

  • Adith Bonilla dice que desde la Comisión de la Verdad esperan poder organizar un acto de reconocimiento de la responsabilidad en el que puedan participar integrantes de las Farc, pero no tiene certezas pues aclara que esto depende de los presupuestos que puedan dedicar a esta actividad tras la extensión del mandato. 

    Bonilla aclara que organizar ese evento requiere invertir tiempo y recursos en varias actividades previas. “Para un tema de responsabilidades es encontrarte con el responsable y que él dé unas explicaciones y reconozca que en un acto de guerra cometió unas barbaridades. Y eso no es que él se levante y lo diga. Hay que preparar tanto a los que van a oír como a los que van a reconocer, y sin que haya tantas justificaciones”. Además, aclara, “hay que preparar a un pueblo para que los reciba, porque no todo el mundo los quiere recibir allá. Y también que no generemos más violencia, que no pongamos en riesgo la vida de esos firmantes de paz”. Es decir, hacer un encuentro privado entre unos y otros, donde se define si se va a un encuentro público, y qué se dice en lo público y qué en lo privado.

    Y agrega: "no es como hacer un encuentro con un ser querido. Es hacer un encuentro con una persona que te lastimó".
  • Las víctimas, por su parte, esperan que la Comisión pueda organizar este encuentro pues lo consideran vital para poder recuperar su dignidad.  “Yo sí estoy dispuesta y me gustaría sentarme a escucharlos, pero que sea de verdad, de corazón”, dice Alba Ceballos. 
  • Además, esperan que el informe que la Comisión deberá entregar a mediados de 2022 dé cuenta de lo que les pasó y, sobre todo, les entregue respuestas. 
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