Por más de 30 años, Margarita María Cardona ha sido guardiana de la biblioteca pública municipal de El Carmen de Atrato. Su trabajo comenzó en 1987 cuando le entregaron unos libros viejos y obsoletos para prestar a estudiantes en un salón pequeño. Hoy la biblioteca está entre las principales del departamento. Durante el 2022 tuvo 6.900 visitantes y en enero de este año la cifra alcanzó los 650.
Pero su trabajo y el de Nohelia Taborda, quien lleva 7 años como auxiliar de la biblioteca, no solo se evidencia en las cifras. La biblioteca ha ganado concursos del Ministerio de Cultura para fortalecer sus recursos y hoy tratan de reunir recursos para llevar sus libros a las veredas.
Margarita está vinculada de planta en la alcaldía municipal como auxiliar administrativa de la biblioteca desde 1991. La biblioteca ha sido su primer y único trabajo. “En 1987 el entonces alcalde del municipio, Gustavo Vélez, me encargó la labor de cuidar unos libros. Cuando empecé, la biblioteca era un salón pequeñito, tenía un poco de libros viejitos y obsoletos. Al principio daba cine por la noche y cobraba la entrada para poder comprar libros, para que los estudiantes pudieran hacer las tareas, y en ese entonces la alcaldesa nos donó un televisor y un betamax”, recuerda.
La biblioteca era pequeña y Margarita comenzó a organizar los libros con códigos como había aprendido en el colegio. En ese entonces se manejaban tarjetas por autor, título y tema. Con el tiempo, para 1995, se logró que la sede hiciera parte de la red nacional de bibliotecas, se fortaleció el material bibliográfico y el acceso a convocatorias. En uno de esos programas ganaron un premio de 50 millones de pesos por parte del Ministerio de Cultura.
La biblioteca ha sido reubicada en múltiples oportunidades. En un momento estuvo donde actualmente funciona la Junta de Acción Comunal central: “Ahí llegó la biblioteca y lloré cuando me metieron en ese hueco, me tocó amontonar los libros, porque no cabían y no había estanterías. Cuando llovía se inundaba el salón y había una alcantarilla en la parte de atrás y olía horrible, se veían pasar las aguas negras, allá no quería ir nadie. Salí para donde el alcalde y le dije que así no podía trabajar, que eso afectaba la salud de la gente y la mía, entonces me pasaron para un salón de la alcaldía”.
Estando en las instalaciones de la Alcaldía, ocurrió la toma de las exFarc del 5 de agosto de 2000. Parte del edificio quedó destruido. Margarita, en medio de los escombros, recogió los libros que se salvaron y los cargó entre costales.
Luego de la toma guerrillera, todo indicaba que la biblioteca la iban a cerrar. Sin embargo, Margarita encontró un espacio para reubicar nuevamente los textos en el aula múltiple de la escuela Luis Agudelo. Allí la situación era muy complicada por el ruido y porque pocas personas llegaban.
La biblioteca dio muchas vueltas, pero finalmente el gobierno nacional en compensación por el daño a causa del conflicto armado construyó el espacio donde está actualmente (Calle 4 Guayaquil no. 4-35).
Además de Margarita, la biblioteca sobrevive gracias a Nohelia, quien lleva 7 años como auxiliar. Nohelia cuenta que cuando llegó era una persona demasiado tímida, pero su trabajo en la biblioteca le ha permitido encontrar su parte más humana y creativa. “Yo en ese entonces trabajaba en el Reparcheo del siete, cuando el alcalde del municipio era Jorge Iván Bedoya y cada rato le preguntaba si había algún trabajito, hasta que un día me dijo que había una vacante para la biblioteca”, recuerda.
Su contrato era para el manejo de la sala de sistemas, pero con el tiempo fue aprendiendo todo lo que se requiere para ser bibliotecaria y junto con Margarita forman un equipo que hace que la biblioteca municipal sea un referente para bibliotecas de otros municipios del Chocó.
“Mi primera experiencia de lectura fue con Margarita en la sala infantil. Estábamos organizando unos libros cuando llegaron los niños de la guardería, tomé un libro de Ramón preocupón y empecé a leer temblando y luego fui perdiendo el miedo a hablar en público”, recalca. Su trabajo le ha permitido continuar con sus estudios, terminó un técnico en sistemas y en auxiliar administrativo y ha realizado otros diplomados del Ministerio de Cultura.
Una de las actividades que Nohelia más disfruta es narrar cuentos. Ella no los lee sino que los memoriza y luego los cuenta, con el propósito de rescatar la tradición oral. “A mí me decían que salir a narrar cuentos era algo novedoso y me fui metiendo porque a la gente le gusta. Me aprendo el cuento, inclusive los mismos libros de acá, lo escojo y empiezo a narrarlo y a veces lo dramatizo”, dice. Margarita y Nohelia también trabajan con títeres, con manualidades y actividades lúdico recreativas con el propósito de innovar.
Quienes llegan a la biblioteca agradecen tener un espacio adecuado para estudiar. Eso opina Isabela Pulgarín Tirado, de 13 años: “Me gusta la biblioteca porque es un espacio muy agradable para hacer tareas, leer, estudiar y poder apoyarnos entre varios. Acá además de estudiar, hay una llave del saber que nos permite llevar libros a la casa y devolverlos después”. A Isabela le gustan los textos sobre psicología y los que hablan sobre el ser humano.
A Ana Sofía, de 13 años, le encanta la biblioteca porque “es un espacio tranquilo en el que podemos venir a hacer tareas, a leer y pasar el tiempo. Me gustan los libros de suspenso”. Por su parte, Daniela Sánchez Torres, de 13 años, va a la biblioteca porque es un espacio tranquilo donde puede hacer tareas. Ella prefiere los libros de romance y de crítica.
Entre las actividades de la biblioteca se destacan: el programa radial “Palabras al aire” los viernes, el proyecto “Cosmonautas de la lectura” donde a través de youtube promocionan la lectura, “Leyendo con los abuelos” en donde van a la casa hogar, “Susurros al oído" donde se envían audios con reflexiones por medio de WhatsApp y “Los carmeleños tiene quien les escriba”, que busca visibilizar escritores del territorio, imprimen una carta, le sacan fotocopias y se meten debajo de las puertas.
El reto de llevar la lectura a las veredas
Nohelia y Margarita también sueñan con llevar estas actividades por fuera de la zona urbana, pero las oportunidades son pocas, porque no cuentan con el personal suficiente para hacerlo, ni con los recursos económicos para cubrir gastos de viaje. “No damos abasto en realidad, hacer extensión bibliotecaria es fundamental, ir a todas las veredas, llegar a más personas, pero requerimos viáticos para poder salir”, puntualiza Nohelia.
En la actualidad la única biblioteca itinerante rural existente es la de la vereda El Porvenir, desde donde se busca impulsar la lectura, el emprendimiento y la memoria histórica. En el año 2019 salió la convocatoria del Ministerio de Cultura para las bibliotecas rurales itinerantes y una de las condiciones era que la vereda debía tener más de 100 habitantes, por esta razón se tomó la decisión de postular a la vereda El Porvenir.
Alicia Villegas, lideresa encargada de la biblioteca rural, advierte que tienen varios retos para seguir funcionando: “Primero necesitamos un espacio permanente para la biblioteca: es muy importante que tenga un lugar donde se puedan visitar, tanto la gente de la vereda y de otros lugares. También pedimos que se vincule a más voluntarias al proceso y la recuperación de la memoria histórica”.
Para Fabiola Soto, docente de la sede Gabriela Mistral de la Institución Educativa Marco Fidel Suárez, “la biblioteca itinerante es un proyecto muy importante en la vereda y en la comunidad educativa, ya que los niños han mejorado en la lectura y en el análisis”. Esta opinión es apoyada por María Piedad Ruiz, quien inicialmente apoyó la biblioteca rural de El Porvenir: “Es importante la biblioteca porque se educa a los niños en el hábito de leer para adquirir conocimientos y mejorar la ortografía”.
La biblioteca itinerante rural se convierte en refugio de la cultura en las zonas más alejadas del municipio, pero para ello es importante que el gobierno nacional ajuste la propuesta y pueda ampliarla para que otras veredas puedan también ser beneficiarias, de la mano de la biblioteca municipal y la experiencia de Margarita y Nohelia.
El trabajo de Margarita y Nohelia es parte de la vida cotidiana de niños, jóvenes y adultos que visitan la biblioteca, pero además una labor que va más allá de un simple contrato.