Fotografía: Alex Rufino
Amazonas Leticia Reportajes

Las consecuencias de una selva enferma

Desde hace varios meses una sequía extrema azota al bioma amazónico. La ausencia de lluvias tiene en un bajo nivel las quebradas, riachuelos y, especialmente, el río Amazonas, una situación que no se vivía desde hace 20 años. Esto ha provocado una crisis en diferentes niveles, con afectaciones en la economía, las costumbres de las comunidades indígenas y la salud.
¿Cómo se hizo este trabajo?
Recorrí parte del río Amazonas y caminé el territorio para entender las consecuencias de la sequía. Las comunidades compartieron conmigo su situación y preocupaciones. Además, realicé entrevistas con académicos y la periodista Carolina Blanco habló con funcionarios de la Dirección Nacional de la Defensa Civil, para escuchar sus análisis sobre la situación actual y posibles salidas a esta crisis.

El Amazonas es un enclave trifonterizo que se compone de un sistema dinámico de lagos y quebradas, movidos al ritmo de los ciclos de lluvias y del pulso de inundación del río. El paisaje y ecosistemas lagunares son radicalmente  transformados  en  los  tiempos  de  lluvias  y  sequías. Con  el  paso  de las generaciones los pueblos  indígenas han llegado a construir un  conocimiento  detallado de estos cambios y han alineado sus actividades  sociales  y rituales  con  los ciclos del agua.

Sin embargo, en los últimos meses la lluvia dejó de caer, los ríos bajaron su nivel y las comunidades vieron un cambio en los ciclos de la vida. “Con ese calentamiento algunos árboles están cayendo. Entonces yo creo que para nosotros como indígenas los dueños se están yendo para otro lado, entonces ahí es que vienen  los problemas, por ejemplo de la sequía. En algunas partes donde antiguamente había lagos profundos, lagos anchos, hoy se están formando playas, por ejemplo, hablando del río Amazonas que antiguamente hace 10 años atrás nunca se veía playa como estamos viendo ahorita, ese es casi que un desierto”, reflexiona Orlando Rufino, líder comunitario y agricultor de la comunidad de San Pedro de los Lagos.

Orlando se refiere a los dueños espirituales, unas entidades que, desde las creencias de los pueblos  indígenas del Amazonas, habitan en la selva y rigen la vida de todos los seres. Son quienes protegen la vida y la armonía con la naturaleza. Cuando no hay respeto en la manera de relacionarse entre seres vivos y naturaleza se entra en desarmonía con los dueños, lo que puede generar cambios drásticos en los ecosistemas como los que están ocurriendo en este momento.

Puede continuar leyendo después del artículo relacionado ↓ Artículo relacionado
ESPECIAL | Sostenibilidad en la selva

Las secuelas de la sequía en las comunidades indígenas

Durante más de 20 años las comunidades indígenas han visto que muchas de sus quebradas y riachuelos dentro de la selva se están secando, perdiendo con ello el acceso a la pesca, el transporte, la alimentación, la biodiversidad y los saberes que los ríos esconden dentro de sus recorridos. 

Esas quebradas que serpenteaban las profundidades de la selva y que desembocaban en el que dicen que es  el río más caudaloso del mundo, están siendo absorbidas por los grandes bancos de arena que ahora aparecen en el río Amazonas. 

“El nivel del río está demasiado seco ahorita, la pesca no es como antes, ahora la pesca es muy difícil, ya no se puede conseguir lo que se conseguía anteriormente, de pronto por la sequía, todo eso nos afecta a nosotros como comunidad”, afirma Rufino, pescador que ha estado recorriendo la quebrada Yahuarcaca a 8 km de Leticia.

Las embarcaciones de los pescadores están en las orillas de las quebradas, amarradas sobre el sedimento seco sin poder navegar. Las quebradas son ahora pequeños hilos de agua que recorren los paisajes, sobre los que las aves y los animales buscan una gota de agua en medio de los rayos de sol que se filtran entre la tupida selva.

Sentada a orillas del río Amazonas y observando unos delfines que juegan cerca de la comunidad de Puerto Esperanza, en el municipio de Puerto Nariño, está Janeth Ahue, curaca (autoridad) gobernadora de la comunidad: 

“en general el tema del verano nos ha afectado demasiado, en especial a las comunidades del río Loretoyaco que están ubicadas sobre el brazuelo del río Amazonas, ellas son las que más están sufriendo por el tema de que no pueden bajar a la parte urbana a comprar sus necesidades y, el tema de la pesca, se están muriendo los peces porque el agua se calienta y está escasa”.

Las perturbaciones ambientales en este punto están afectando radicalmente el trabajo en la chagra, la selva y los lagos, esto lleva a que los pobladores tengan que cambiar los horarios y las prácticas en estos espacios de trabajo. 

Dentro de las mismas comunidades y sus líderes se dice que las nuevas generaciones desconocen las prácticas y manejo tradicional, lo cual hace que los dueños espirituales estén alterando las condiciones de vida actuales.

“Lo otro es el tema de las plantas, de las frutas, el tema de las verduras, o sea, no estamos produciendo como debe ser porque las plantas se están secando; igual pasa con las otras comunidades que están dentro del municipio de Puerto Nariño en el resguardo Aticoya, ticuna, cocama y yagua”, precisa la gobernadora indígena.

Desde la percepción de los pueblos indígenas este fenómeno se ha sentido en términos ambientales con la disminución de la fauna y la flora, con el aumento de la temperatura, la alteración de la estacionalidad, la contaminación y la deforestación. En lo social, con la aparición de enfermedades físicas y sociales. En lo económico, con la menor productividad de la tierra. En el aspecto cultural, con la pérdida de la tradición y el difícil entendimiento actual de los fenómenos naturales, fuera del calendario tradicional.

El municipio de Puerto Nariño ha declarado alerta roja por la sequía, sobre todo por el desabastecimiento de agua potable hacia las comunidades. “Nosotros hasta el momento  no hemos recibido un apoyo gubernamental, está en proceso de gestión en la gobernación, la alcaldía y otras instituciones que nos van a empezar a aportar. 

Mientras eso pase está aumentando el tema de la diarrea, la fiebre, el vómito y eso es muy preocupante para nosotros porque quisiéramos contar ya con ese apoyo, ya llevamos casi cuatro meses con esto”, comenta la lideresa Ahue.

El profesor Santiago Duque, director del Laboratorio de Manejo y Gestión de Humedales de la Universidad Nacional sede Amazonía, quien lleva más de 30 años investigando la salud ambiental de los ecosistemas acuáticos más valiosos del país, entre ellos el del Amazonas, afirma que “estamos en un periodo de sequía, un año seco, factores como la deforestación, los sedimentos, la minería y el cambio climático, son algunas causas de lo que está viviendo hoy el río”, señala. Existe algo que se llama variabilidad climática hidrológica, que quiere decir que si en una cuenca llueve más, pues los ríos de esa cuenca aumentan más de nivel. Entonces, no todos los años son iguales, hay meses o años en los que el Amazonas inunda más y hay años en que el Amazonas desciende más.

El académico afirma que el río está retrasado: “para el caso pesquero es gravísimo, porque el río el año pasado bajó mucho. El río subió bastante del 2023 a 2024, pero como bajó tanto, no inundó. Y el no inundar es un problema porque pierde conexión, no alimenta los lagos. En Colombia, como los brazos colombianos se sedimentaron más, el río construyó islas. Cerró los canales, cerró el agua, el paso del agua con Colombia lo cerró el propio río”. Esto implicaría que Colombia está perdiendo su río, “el Amazonas es un ecosistema vivo y en constante cambio, lo más importante es vivir en armonía con él”, destaca el profesor Duque. Aún después de esta gran sequía, desde el típico mirador de la Comara en el municipio de Tabatinga, Brasil, el río se ve enorme e imponente. 

Un problema sin soluciones a la vista

“Si tengo ecosistemas saludables, no pasa nada. Si tengo ecosistemas bien conservados, tengo bosques, tengo vegetación asociada, tengo cananguchales, no pasa nada. Pero si yo transformo el territorio, se me acaba el agua”, concluye el profesor Santiago.

“El problema no es el cambio climático, somos nosotros que acabamos con la capacidad resiliente de la naturaleza. La capacidad de manejar los ciclos del agua lo hace el bosque y el bosque es el que maneja el agua. Además, que lo sube, lo maneja, lo acumula, lo suelta. Es el bosque. Es una maravilla. Y eso es lo que no hace la gente”, considera el docente.

Ya han pasado 4 meses en los que la mayoría de los agricultores se quedaron atrapados dentro de la selva y con ellos los productos que salen de las chagras. Los caminos para llegar a la ciudad se atraviesan por horas; mientras se recorren las trochas se logran ver los pequeños hilos de agua que antes eran las plataformas de navegación. En medio de un cultivo de yuca, el líder y agricultor Orlando relata: “nosotros no podemos transportar nuestros productos hasta Leticia o hasta cierta parte donde podemos vender, por la sequía, porque no hay movilidad”. 

La economía de los agricultores también tuvo una gran afectación. La sequía y los cambios en el tiempo trajeron incertidumbre para los pobladores, sembrar no es una opción viable en este momento. “Casi un kilómetro, dos kilómetros, hasta coger otro transporte, ahí usted tiene que pagar otros transportes desde la carretera hasta Leticia, tienes que pagar ida y vuelta entonces casi que no tienes nada de ganancias, porque todo lo que vendes va para pagar el transporte; quieres comprar cosas que te falta en el hogar, pues entonces no te alcanza”, manifiesta Orlando.

Otro de los riesgos que se ha evidenciado en las comunidades indígenas a raíz del aumento de la temperatura ha sido la proliferación de los mosquitos Anopheles, principal transmisor de la malaria. 

Camila Aroca es bióloga y estudiante de la maestría en Estudios Amazónicos de la Universidad Nacional sede Amazonía, ella explica la relación entre la malaria y los fenómenos de la niña y el niño “los insectos de alguna u otra forma se han venido adaptando a esos cambios de temperatura. En la Amazonía cuando el río empieza a subir empiezan a existir más espacios de cría, pues la malaria es una enfermedad transmitida por un insecto que tiene una fase que es acuática y otra fase que es terrestre”.

A pesar de que muchas quebradas y pozos están secos existen otros disponibles en las quebradas o los bordes de los ríos, estos empiezan a ser potenciales criaderos de este insecto que rápidamente aumenta su población, lo que agrava la ya difícil situación en  las comunidades. 

Para enfrentar esta difícil situación las comunidades indígenas han tratado de articular esfuerzos entre las instituciones nacionales y el conocimiento local. La Amazonía tiene una larga trayectoria en tradición de salud, a través de su sistema propio llamado SISPI (Sistema de salud propia e intercultural), con el cual se busca valorar y mantener todo el sistema de salud tradicional que se basa en los conocimientos ancestrales.

La bióloga Aroca dentro de sus estudios evidencia que el sistema de salud indígena aporta mucho a la prevención, respeta los ciclos ecológicos que se deben tener en cuenta y, de alguna u otra forma, se tiene un variado conocimiento sobre las plantas medicinales en las comunidades Amazónicas. “Siento que para todos esto ha sido un cambio, porque realmente se ve una situación que no se veía desde hace mucho tiempo, sin embargo, desde cada punto de vista se unen esfuerzos para poder abordar la enfermedad”, resalta la bióloga.

Bajo el incesante calor y la humedad, a orillas del río Amazonas y rodeados de una extensa playa, se ven los botes que en época de aguas altas movilizan a los pobladores de la frontera amazónica. Los pequeños transportadores también han sido gravemente afectados porque muchos dependen totalmente de esta actividad, como en  el caso de Roger Santos, transportador desde hace más de 30 años. 

“Estamos afectados porque nosotros los motoristas estamos con muy poco trabajo, el año pasado la sequía fue más corta, hoy está muy avanzada. Está como el doble del año pasado, y faltan dos meses para que llegue la creciente”, afirma Roger.

Para Luis Felipe Pérez Torrado, funcionario de la Dirección Nacional de la Defensa Civil, el fenómeno natural de sequías es impactante y amenazante para las comunidades, afirma que esta temporada de sequía, en los que las aguas están en los niveles mínimos, no se veía hace 20 años. La Defensa Civil Colombiana, como entidad del Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres, ha hecho actividades de prevención, de mitigación y para llevar procesos de acompañamiento a las poblaciones alrededor de la cuenca afectada.

El funcionario afirma que “desde la institución se ha hecho el manejo de encharcamientos y empozamientos, porque ellos se convierten en caldo de cultivo para los vectores y esto amenaza a la salud de los niños y de los adultos, esta información la suministra nuestro voluntario de la Defensa Civil casa a casa para hacer ese acompañamiento”.

Tanto las comunidades y el sector académico coinciden que se deben articular los procesos, en los cuales deben tener más presencia los gobiernos locales y Nacional, así como los entes de salud, con procesos que mitiguen a largo plazo los impactos en todos los sectores. Los conocimientos tradicionales de adaptación a estos cambios también son importantes y, por tanto, se deben articular con las políticas públicas para que sean más eficientes. Mientras esto no ocurra los dueños espirituales de la selva estarán inquietos, y se continuarán evidenciando las consecuencias de la desarmonía entre el ser humano y la naturaleza.

Sin comentarios

Deja tu comentario

Utiliza un correo electrónico válido

Recibe nuestros contenidos. Es gratis.

Puedes cancelar en cualquier momento.
Quiero recibirlos
cross